Título: Intemperie.
Autor: Jesús Carrasco.
Editorial: Seix Barral.
Autor: Jesús Carrasco.
Editorial: Seix Barral.
Colección: Biblioteca Breve.
ISBN: 978-84-322-1472-1
Año de publicación: 2013
Páginas: 224.
Año de publicación: 2013
Páginas: 224.
«El apunte carpetovetónico pudiera ser algo así como un agridulce
bosquejo, entre caricatura y aguafuerte, narrado, dibujado o pintado,
de un tipo o de un trozo de vida peculiares de un determinado mundo:
lo que los geógrafos llaman, casi poéticamente, la España árida.»
(Prólogo a la novela “El gallego y su cuadrilla” Camilo José Cela)
He recibido, por parte de los amables lectores y seguidores de este blog literario, algunos correos solicitando mi opinión, e instándome, a analizar y reseñar la novela “Intemperie” del escritor pacense Jesús Carrasco. En la mayoría de los casos, mis amables lectores, me hablaban de la perplejidad, y en algunos casos desorientación, que les había provocado la lectura de esta novela. Y, por otra parte, la fuerte divergencia y las contrapuestas opiniones que ha suscitado entre lectores y sectores de la crítica especializada. Por estas razones he considerado conveniente traer a este blog literario la primera novela de Jesús Carrasco.
Antes de nada me gustaría comentaros que antes de sentarme al ordenador para escribir esta reseña he leído un par de veces el libro, para así afinar aún más mi pensamiento crítico y no dejarme llevar por una primera opinión “en caliente”, algo totalmente incompatible con el ejercicio de la crítica literaria. Y, puestos a reconocer, lo he leído por segunda vez porque tras la primera lectura he sentido que, era probable, que algo se me hubiese quedado en el tintero y he preferido, tras una segunda lectura, afianzar y asegurar más mi opinión al respecto.
Dicho todo lo cual, y con la intención de centrar el tono de mi crítica, debo decir que “Intemperie” de Jesús Carrasco me ha parecido una novela magnífica, una bellísima narración épica e intemporal, que con un lirismo despojado de rasgo superfluo, que en su desnudez, en su aridez, hacen de “Intemperie” un libro extraordinario. Un libro escrito con una evidente intención de crear literatura y con una complejidad técnica que resulta casi inconcebible en un autor novel. Sin embargo, y ya lo digo desde el primer momento, es muy probable que a una gran mayoría de los lectores les resulte un libro aburrido, insulso y carente de todo interés. Y es por ese motivo, precisamente, por el que a lo largo de esta reseña intentaré explicar por qué habrá lectores que les encante y a otros, me temo que a una mayoría, cuanto menos les resulte indiferente.
Siguiendo el esquema habitual en mis análisis literarios, creo que lo más conveniente, en aras a la metodología de este análisis literario, será esbozar, someramente, la sinopsis de los hechos que acaecen en la novela. Precisamente sobre este particularmente de la “acción” en la novela “Intemperie” me extenderé en su análisis a lo largo de la reseña puesto que ocupará un lugar preeminente en su análisis e interpretación. Para este fin voy a transcribir, literalmente, la recensión que ha publicado la editorial Seix Barral que me ha parecido particularmente interesante para la finalidad que se persigue.
“Un niño escapado de casa escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que lo buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos. Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua. En ese escenario, el niño, aún no del todo malogrado, tendrá la oportunidad de iniciarse en los dolorosos rudimentos del juicio o, por el contrario, de ejercer para siempre la violencia que ha mamado. A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada”
He creído conveniente encabezar este análisis literario sobre la novela “Intemperie” de Jesús Carrasco con una cita perteneciente al prólogo de la novela “El gallego y su cuadrilla” de D. Camilo José Cela. En este prólogo nuestro gran autor de Iría Flavia, nos define, con mucho acierto, el carpetovetonismo. “Intemperie” es una novela que tanto por su temática, como por estilo narrativo, como por su exuberancia léxica está claramente inserta, al menos esa es mi opinión, en ese ubérrimo tronco de la literatura española de posguerra. Sin duda estamos hablando de un vástago de autores, fundamentalmente y por citar los más señeros, como Cela y Delibes (sobre todo en sus novelas de carácter rural).
Desde un punto de vista técnico me ha resultado absolutamente deslumbrante, ya que se trata de un relato en el que prácticamente la acción queda reducida a su mínima expresión y Jesús Carrasco tiene que sostener toda la estructura dramática, durante más de 200 páginas, en un texto en el que prácticamente no sucede nada y, además, sin el apoyo, tan socorrido y tan usado actualmente por los escritores, del uso de los diálogos. Por lo tanto estamos ante una novela singular y diferente a todas aquellas que abarrotan, clónicas la mayoría, los anaqueles de las librerías. Ya con estos mimbres entenderá el lector que puede resulta una novela de difícil “digestión”. Pero sin profundizamos un poco más comprenderemos que el autor nos está planteando un texto literario (y nunca mejor dicho por su intención claramente estilística y de crear una obra artística) que nos plantea un tema intemporal narrado de un modo descarnado e incluso “doloroso”. De hecho tras un minucioso análisis del texto no he sido capaz de encontrar ningún tipo de referencia espacio temporal que nos permita situar, con precisión, donde transcurre la acción de la novela. Es evidente que ese interés que pone el autor en ocultarnos esa información no puede responder más que a un interés de trascender y universalizar los hechos que se narran.
Solamente el estudio del amplísimo léxico que utiliza Jesús Carrasco en la novela, lleno de voces con un innegable sabor a campo, así como de sus aperos y labores, y su resonancia a palabras ya prácticamente sepultadas en el olvido, justificaría un sesudo trabajo que implicaría la participación de varias disciplinas como, por ejemplo, la dialectología, entre otras. Evidentemente no podremos profundizar, por razones evidentes, en un estudio que alcance esas cotas tan sumamente técnicas y especializadas algo que desbordaría completamente el ámbito de una reseña literaria. En “Intemperie” el autor hace una brillante ostentación del ubérrimo caudal lingüístico del castellano (tristemente en muchísimas de las novelas publicadas se puede comprobar un alarmante, deplorable y paupérrimo uso léxico). Como ejemplo citaré algunas de las palabras que aparecen en el texto: Albarda, ataharre, aguaderas, taray, mechinales, matacán, apersorgar, cresota, amusgar…, etc. Pero toda esa sobreabundancia, toda esta deliciosa utilización léxica tiene fundamentalmente una intención estética. Porque, sin duda alguna, “Intemperie” es una novela profundamente lírica, incluso en su estructura interna se advierte en algunos momentos que se aproxima, cuando no la alcanza, a la prosa poética.
Un punto de obligado análisis a la hora de estudiar esta novela es la aparición de la figura del narrador (por otra parte figura omnímoda en todo el relato). Sin embargo veremos que la voz narrativa se “sujeta” al devenir de los acontecimientos, y excepto en muy contadas ocasiones, nos hace partícipes de su carácter omnisciente. Solamente en un momento, que no voy a desvelar para no reventar la novela, el autor nos dará una pista acerca del futuro del niño protagonista. Pero lo va a hacer muy de soslayo, como pasando de puntillas, para, tal vez, fijar la atención del lector exclusivamente en el presente narrativo en el que discurre la novela. Un ejemplo de esa omnisciencia que, como ya comenté un poco más arriba, resulta tan extraña en “Intemperie” sería este:
“Durante el desayuno asistió, por vez primera, al aparejo del burro. Una liturgia que él mismo habría de reproducir el resto de su vida y que, con el tiempo, pasaría a formar parte de un ritual mayor: el del oficio y el tránsito”.
Toda la novela es un hermoso ejercicio de composición artística en el que apreciaremos el uso de multitud de recursos estilísticos que conseguirán “pintarnos” con una gran fuerza expresiva aquellos inhóspitos páramos que el autor describe con tanta belleza y maestría. Esa misma fuerza expresiva le servirá a Jesús Carrasco para “esculpir” el carácter de los personajes, sirviéndose tanto de la etopeya como de la prosografía, para darnos vida a los personajes. Personajes atemporales de los que desconocemos prácticamente su pasado, para reforzar esa intención épica con la que, en mi opinión, el autor concibió esta novela.
Me voy a permitir para ilustrar esta reseña, mostrar un par de ejemplos que nos darán una visión del uso de la prosa por parte del autor. Ambos ejemplos, que han sido seleccionados por su representatividad, nos van a dar una idea de la “sensorialidad” de su prosa y de cómo apelará a nuestros sentidos.
“Se desplazaban sobre el suelo pedregoso a un ritmo tan lento que ni tan siquiera levantaban polvo. Allí por donde pasaban, los restos de surcos y eras les hablaban de desolación. Besanas lavadas sobre las que ondulaba una costra de barro cocido que sólo el asno cargado hundía. Huertas viejas como tablas de lavar y pedernales desprendidos de los trillos con sus bordes afilados y su aspecto ceroso. Llegó un momento en el que el sol estaba tan alto que el burro ya no protegía con su sombra al chico que, a cada rato, manipulaba su camisa para intentar que le cubriera al mismo tiempo la cabeza y la espalda. De vez en cuando miraba al anciano para hacerle entender su agobio, pero el hombre, inmune al calor, seguía trazando el rumbo como si anduvieran por la ribera de un lago de montaña”.
“Tenía los ojos retranqueados, protegidos de la luz por dos arcadas huesudas que ensombrecían sus córneas lechosas”.
En este último ejemplo que he puesto se puede observar uno de los mayores errores que se pueden achacar a la novela. Con esto me quiero referir a que a veces, al menos es mi opinión, el autor en su afán por la “pirueta lingüística” (permítaseme esta expresión no muy ortodoxa) Jesús Carrasco propende a abusar de algunos usos y expresiones tan alambicadas que terminan por resultar ridículas, improcedentes e incluso pedantes, como ocurre, en mi opinión, con este último ejemplo. Y éste sería uno de los principales errores imputables a “Intemperie” que en algunos momentos da la sensación que, más allá de la historia que nos narra, que debería ser lo más importante, el autor se regodea en su indiscutible dominio técnico cayendo en la autocomplacencia y perdiendo pié cayendo en momentos más cercanos a la autoparodia.
Ese afán por la “pirueta lingüística”, que en algunos momentos se le va totalmente de las manos, unido a esta peculiar técnica narrativa en la que las cosas suceden a un ritmo lento, tan alejado del trepidante ritmo, casi cinematográfico que se utiliza en la literatura actual, hacen de “Intemperie” un libro difícil de leer. Como comentaba al principio de esta reseña, en algunos de los correos que me instaban a analizar esta novela, me comentaban que les había resultado lenta y aburrida. Yo, personalmente, no me siento proclive a compartir esa opinión, porque a mí, con las salvedades ya indicadas, sí me ha gustado, pero comprendo, como ya decía al principio, que es una novela que es muy probable que no le guste a todo el mundo. Creo que el autor termina perdiéndose en la autocomplacencia, sabedor que está escribiendo una novela importante. En cualquier caso estaré impaciente por leer su segunda novela para poder pronunciarme, con más conocimiento de causa, si estamos ante un autor con una voz peculiar en nuestra narrativa actual.
Dicho todo lo cual, y para no alargarme mucho más en el análisis de esta interesante propuesta narrativa que nos hace Jesús Carrasco, creo que en “Intemperie” nos demuestra que es un autor de mucho talento y con muchos recursos técnicos pero que aún, y a pesar del “tour de forcé” de dominio técnico que demuestra en la novela, aún no ha conseguido encauzar y dirigir plenamente todo este indudable talento hacía un relato que consiga emocionar y subyugar al lector. Y cuando hablo del lector no me refiero sólo a la crítica especializada sino al lector que únicamente pretende disfrutar leyendo una historia. Un ejemplo de esta magnífica simbiosis, por seguir con los ejemplos que citaba al inicio de la reseña, sería “Camino” de D. Miguel Delibes.
Ateniéndome a todo lo expuesto con anterioridad y conforme mi conciencia y modo de entender el arte literario, creo que la puntuación que más justicia haría, a la hora de valorar la novela “Intemperie” de Jesús Carrasco, sería de un 8,25/10.
© Luis Alberto Cao
(Para ilustrar esta reseña os dejo un video con un entrevista a Jesús Carrasco autor de la novela "Intemperie")