domingo, 22 de julio de 2012

El abanico de seda. Lisa See


Título original: Snow Flower and the secret fan.
Autora: Lisa See
Traducción: Gemma Rovira Ortega.
Editorial: Salamandra
Colección: Narrativa
ISBN:. 978-84-9838-052-1
Páginas: 320.
Fecha de publicación: 2005.



A todas las mujeres que han sufrido y sufren en vano...



“Al año siguiente empezó en serio mi educación en la habitación de las mujeres, aunque yo ya sabía muchas cosas. Sabía que los hombres casi nunca entraban allí; era una pieza reservada para nosotras, donde podíamos hacer nuestro trabajo y compartir nuestros pensamientos. Sabía que pasaría casi toda mi vida en una habitación como aquélla. También sabía que la diferencia entre nei —el reino interior del hogar— y wat —el reino exterior de los hombres— constituía el núcleo de la sociedad confuciana. Tanto si eres rico como si eres pobre, emperador o esclavo, la esfera doméstica pertenece a las mujeres y la esfera exterior a los hombres. Las mujeres no deben salir de sus cámaras interiores ni siquiera mediante la imaginación. Entendía asimismo los dos ideales confucianos que gobernaban nuestra vida. El primero lo formaban las Tres Obediencias: «Cuando seas niña, obedece a tu padre; cuando seas esposa, obedece a tu esposo; cuando seas viuda, obedece a tu hijo.» El segundo correspondía a las Cuatro Virtudes, que definen el comportamiento, la forma de hablar, el porte y la ocupación de las mujeres: «Sé sobria, comedida, sosegada y recta en tu actitud; sé serena y agradable en tus palabras; sé contenida y exquisita en tus movimientos; sé perfecta en la artesanía y el bordado.» Si las niñas no se apartan de esos principios, se convierten en mujeres virtuosas.”(El abanico de seda. Lisa See)



A pesar de que en mi oficio y profesión el uso de las palabras es ineludible y forzosamente habitual, en contadas ocasiones puede ocurrir, y de hecho ocurre, que uno no encuentra palabras para definir la emoción que le embarga y se siente impotente para describir “la belleza”. Y tras la lectura de esta “hermosa e impresionante” novela me ha ocurrido algo parecido. Llevo varios días, tras su atenta y minuciosa lectura que, como diría nuestra gran mística y Doctora Santa Teresa de Jesús, “vivo sin vivir en mí”, preocupado y pensando como podría glosar y reseñar esta brillante, emocionante y excepcional novela, intentando hacerle justicia, de acuerdo a sus más que reseñables méritos, como intentaré analizar, con todo lujo de detalles, más adelante.



En primer lugar, y a modo de marco en el que encuadrar la presente reseña, creo que “El abanico de seda” de la escritora estadounidense, de ascendencia china, Lisa See, debemos leerla con el ánimo de quien se enfrenta a una hermoso cuento o fábula china que veremos que, como todas, al final nos dejará una enseñanza profunda que nos hará reflexionar y dejará al descubierto los grandes temas que siempre han preocupado y perseguido al ser humano. Pero todo esto tamizado por una cultura tan peculiar y alejada de nuestro modo occidental de entender la vida, como es la cultura china.



Dicho todo esto a modo de proemio creo que, como suele ser habitual y para ilustrar y situar al eventual lector de estas líneas, lo mejor será transcribir el resumen argumental de la novela. Para este fin utilizaré la sinopsis que ha publicado la propia editorial Salamandra.



“En una remota provincia de China, las mujeres crearon hace siglos un lenguaje secreto para comunicarse libremente entre sí: el nu shu. Aisladas en sus casas y sometidas a la férrea autoridad masculina, el nu shu era su única vía de escape. Mediante sus mensajes, escritos o bordados en telas, abanicos y otros objetos, daban testimonio de un mundo tan sofisticado como implacable. El año 2002, la autora de esta novela viajó a la provincia de Huan, cuna de esta milenaria escritura fonética, para estudiarla en profundidad. Su prolongada estancia le permitió recoger testimonios de mujeres que la conocían, así como de la última hablante de nu shu, la nonagenaria Yang Huanyi. A partir de aquellas investigaciones, Lisa See concibió esta conmovedora historia sobre la amistad entre dos mujeres, Lirio Blanco y Flor de Nieve.
Como prueba de su buena estrella, la pequeña Lirio Blanco, hija de una humilde familia de campesinos, será hermanada con Flor de Nieve, de muy diferente ascendencia social. En una ceremonia ancestral, ambas se convierten en laotong —«mi otro yo» o «alma gemela»—, un vínculo que perdurará toda la vida. Así pues, a lo largo de los años, Lirio Blanco y Flor de Nieve se comunicarán gracias a ese lenguaje secreto, compartiendo sus más íntimos pensamientos y emociones, y consolándose de las penalidades del matrimonio y la maternidad. El nu shu las mantendrá unidas, hasta que un error de interpretación amenazará con truncar su profunda amistad.
Escrita con la objetividad de un historiador y la pasión de un novelista, El abanico de seda es una ventana a un mundo asombroso, lejano y desconocido, un retrato vivo de la vida de unas mujeres extraordinarias que dejará en el lector, sin duda, una impresión difícil de olvidar.”


Como comenté, al principio de la reseña, “El abanico de seda” es una novela escrita al modo de una vieja leyenda china, con un fuerte valor iconográfico y un fuerte componente lírico que, forzosamente, muestra un gran valor conceptual y de significado. Lamentablemente por mi formación y mi cultura occidental lamento, profundamente, no haberle podido sacarle todo el jugo y haber extraído toda la belleza que un oriental, sin duda alguna, podrá apreciar mucho más que yo. Eso no quita para que antes de escribir esta reseña haya dedicado bastante tiempo a documentarme sobre las tradiciones chinas que se citan, así como sus fiestas y el papel de la mujer en aquella sociedad. Dicho todo lo cual voy a intentar pasar, propiamente al análisis de esta novela y lo intentaré hacer del modo más sistemático posible, dada la riqueza que atesora.



Desde un punto de vista formal la novela está estructurada en un prólogo y un epílogo  titulados ambos “Recogimiento” y cuatro grandes partes, cada una de ellas hace referencia a las diferentes edades de la mujer china: los años de hija, los años del cabello recogido,  los años de arroz y, por último, los años de recogimiento. Toda la novela es un flash back en el que desde la atalaya de sus ochenta años, la protagonista, Lirio Blanco, evoca su vida a través de un abanico de seda en el que su laotong (hermana de juramento), le escribe y evoca los momentos más memorables de sus vidas. Lisa See con mucho oficio y conocimiento de la literatura opta por identificar al narrador en el personaje de Lirio Blanco, este detalle será fundamental desde un punto de vista narrativo para conseguir la finalidad expresiva que la autora busca. La novela está escrita con un lenguaje hermoso y lleno de evocaciones sensoriales que irrumpen en el lector a través de todos sus sentidos. Tengo que reconocer que es una novela que me ha emocionado vivamente en algunos momentos, con esta sencilla historia de amistad entre dos mujeres, narrada con esa emotividad formal y conceptual, con esa contención en los sentimientos, tan propia de las literaturas orientales. Otro de los puntos, en los que reside la belleza de esta novela, es el profundo significado simbólico que adorna el texto. Los vestidos, los peinados, los alimentos, las fiestas, las ofrendas a los dioses, todo tiene un preciso y complejo significado. Esto se ve muy bien por ejemplo en cómo a lo largo de su vida van evolucionando los peinados de las protagonistas, mostrándonos cómo va variando su status social. Cuando tienen quince años, su peinado representaba un fénix, símbolo de que pronto se casarían. Dos años después van peinadas al estilo del dragón, que corresponde a unas jóvenes que están a punto de contraer matrimonio. Asimismo asistiremos a los ritos que regulaban la vida de un chino de aquella época (principios de nuestro siglo XIX), sus tradiciones nupciales, sus exequias, sus cultos, etc... Todo un interesantísimo tratado de etnología cultural y una muestra de la idiosincrasia del pueblo chino. Por eso me gustaría destacar que, aparte de ser una novela bien escrita, estructurada y que resulta todo un placer su lectura ( aunque reconozco que sufrí mucho y me emocioné leyendo las desventuras de estas dos “amigas del alma”), es muy instructiva y nos abre los ojos ante aquella cultura milenaria.



“El abanico de seda” es una novela, fundamentalmente, de mujeres, de una amistad de mujeres que desbordan el tiempo y el espacio. Ya desde el comienzo la protagonista que nos narra su vida, Lirio Blanco, nos da una de las claves para entender su papel en la novela:


“Soy lo bastante mayor para conocer mis virtudes y mis defectos, que a menudo coinciden. Siempre he necesitado que me amaran. Desde niña he sabido que no me correspondía ser amada; aun así, ansiaba que quienes me rodeaban me expresaran su cariño, y ese deseo injustificado ha sido la causa de todos mis problemas. Soñaba que mi madre se fijaría en mí y que ella y el resto de mi familia acabarían queriéndome. Con objeto de ganarme su afecto prestaba siempre obediencia —la principal virtud de niñas y mujeres—, pero quizá me desvivía en exceso por hacer lo que me mandaban. Con la esperanza de obtener alguna muestra de cariño, por sencilla que fuera, intenté no defraudar las expectativas de mi familia —tener los pies más pequeños del condado—, de modo que dejé que me los vendaran para que, tras romperse, los huesos adquirieran una forma más hermosa”.
                       


Esa búsqueda constante de afecto y amor, marcará todo el devenir dramático del personaje en esta historia triste, dolorosa e ineluctable, en el que, tras su lectura, el lector siente impotencia al ver cómo terminan las cosas de ese modo tan dramático e injusto (y hasta aquí puedo leer, porque esta novela merece la pena, de verdad, leerse y sería todo un pecado no leerla).
 
El abanico de seda” es un libro que nos va a introducir en ese ambiente cultural de la sociedad china. Asistiremos a prácticas y costumbres que, bajo nuestro punto de vista occidental, nos resultarán claramente bárbaras, deleznables y, por supuesto, censurables. Por ejemplo el vendado de los pies de las niñas para que sus pies queden diminutos. En la novela Lisa See nos cuenta que el tamaño adecuado del pie de una mujer no debería sobrepasar los 7 centímetros de longitud. Esto se conseguía vendando los pies y provocando la ruptura de los dedos que quedaban rotos y atrofiados bajo el talón. Esta salvaje práctica no deja de ser la encarnación de los principios sociales y morales de aquella sociedad: “ Una verdadera Dama debe eliminar la fealdad de su vida. La belleza sólo se consigue a través del dolor. La paz sólo se encuentra a través del sufrimiento”.  Por otra asistiremos también a la importancia que para el pueblo chino tiene la familia y el culto a sus antepasados, así como el respeto, rayano en la veneración, que siente por sus mayores. La novela también nos mostrará la vida tan difícil que llevaban las mujeres, relegadas a un plano de clara inferioridad y sumisión. De hecho, la autora nos ilustra que ya desde aquella época cuando nacía una niña era considerado como una desgracia para todos ellos. Para ilustrar esta situación de la mujer, he escogido un ejemplo, la novela está llena de ellos.


“Así pues, los hombres formaron una cuadrilla y se pusieron en marcha. Bajaron con mucho cuidado por la montaña, con la esperanza de encontrar provisiones en los pueblos que habíamos abandonado. Sólo volvieron unos pocos; nos contaron que habían visto a sus amigos decapitados y las cabezas clavadas en picas. Muchas nuevas viudas, incapaces de soportar la noticia, se suicidaron; se arrojaban por el precipicio por el que tanto les había costado trepar, se tragaban brasas ardiendo de las hogueras que encendíamos por la noche, se cortaban el cuello o se dejaban morir lentamente de hambre. Las que no elegían ese camino se deshonraban aún más buscando una nueva vida con otros hombres alrededor de otras hogueras. Al parecer, en las montañas algunas mujeres olvidaban las normas que rigen la viudedad. Aunque seamos pobres, aunque seamos jóvenes, aunque tengamos hijos, es preferible morir y seguir siendo fieles a nuestros esposos que deshonrar su memoria, porque así preservamos nuestra virtud.”


Me ha llamado mucho la atención que la autora nunca nos da el nombre de los padres, ni de los hermanos, ni de las cuñadas, ni de los cuñados, etc. Simplemente se refiere a ellos como el hermano mayor, el hermano segundo, la cuñada tercera, etc... Supongo que será por alguna razón cultural por el que no se les cita por su propio nombre. También me ha resultado sorprendente el trato de las suegras respecto a las nueras, y a su vez me ha dado mucho que pensar y reflexionar. Me ha dado pena que las propias mujeres hayan ejercido esa violencia y ese odio contra otras mujeres. Precisamente una de las escenas, en mi opinión, más duras de toda la novela es cuando la suegra insulta y escupe a la cuñada tercera, que ha perdido a su marido y a sus hijos, y como la infeliz recibe con mansedumbre todos estos improperios.



Cuando leía este magnífico libro, no podía dejar de pensar en otra novela que, en mi mente, se relacionaba con ésta. Me estoy refiriendo a la novela de Honoré de Balzac “Historia de dos jóvenes casadas” y es doblemente curioso porque, de alguna manera, tiene que ver con otra novela china que tuvo bastante éxito de crítica y de lectores, “Balzac y la joven costurera china” de Dai Sijie, apreciable novela pero, sin embargo, muy lejos de la calidad artística y literaria de “ El abanico de seda”.



Me gustaría, como es justicia, ensalzar la bella y profundamente lírica traducción de Gemma Rovira Ortega. Sin duda éste es otro de los pilares que asientan, lógicamente en lengua castellana, la grandeza de esta novela. Es una traducción a la que no he podido encontrarle ningún “pero” cosa que me congratula y me alegra enormemente. La edición de la editorial Salamandra también muy hermosa y muy cuidada y, por supuesto, esa hermosa portada tan evocadora y tan llena de melancolía que han elegido para esta edición.



A lo largo de la novela vamos a asistir también a una importante revuelta que se produjo en China bajo el reinado del emperador Xianfeng (fue el octavo emperador de la de la dinastía manchú Qing, y el séptimo emperador Qing en gobernar China, desde 1850 a 1861). Aquí la autora nos describe la posición de las mujeres únicamente volcadas en su nei, reino interior del hogar, cuando suceden estos dramáticos hechos en el watt, reino exterior de los hombres.


Siempre le había interesado más que a mí el reino exterior. Me explicó que los rebeldes de los que yo había oído hablar se llamaban taiping y que pretendían un orden armonioso. Creían, al igual que el pueblo yao, que los fantasmas, los dioses y las diosas influyen en las cosechas, la salud y el nacimiento de los hijos varones. Los taiping prohibían el vino, el opio, el juego, las danzas y el tabaco. Decían que había que arrebatar las fincas a los terratenientes, que tenían el noventa por ciento de las tierras y recibían el setenta por ciento de la cosecha, y que los que trabajaban la tierra debían compartirla por igual. En nuestra provincia cientos de miles de personas habían abandonado sus hogares para unirse a los taiping y estaban invadiendo pueblos y ciudades. Me habló de su cabecilla, que creía ser hijo de un famoso dios; de algo que él llamaba su Reino Celestial, de su aversión a los extranjeros y de la corrupción política. Yo no entendía qué intentaba decirme. Para mí un extranjero era alguien de otro condado. Yo vivía dentro de las cuatro paredes de la habitación de arriba, pero la mente de Flor de Nieve volaba hasta lugares lejanos, observando, buscando y preguntando.
Cuando regresé a mi casa y pregunté a mi esposo quiénes eran los taiping, él contestó: «Una esposa debe preocuparse de sus hijos y de hacer feliz a su familia. Si vuelves tan inquieta de tu pueblo natal, la próxima vez no te daré permiso para visitar a tu familia.» No dije ni una palabra más acerca del reino exterior”.



Finalmente los ejércitos imperiales bajo el mandato del emperador Tongzhi, consiguieron sojuzgar y ahogar en sangre aquella revolución. Un poco más arriba comenté que “El abanico de seda” de Lisa See también me ha interesado mucho porque nos ayuda a entender y comprender la historia del gigante asiático que sigue siendo tan desconocida en occidente.



Por desgracia y como suele ocurrir a veces, creo me estoy extendiendo en demasía en la reseña de esta novela, pero no me gustaría terminarla sin decir algo sobre un par de cuestiones que me han impresionado especialmente: Las cartas de vituperio y el lenguaje escrito del nu shu.



Uno de los momentos más emocionantes e intensamente dramática de toda la novela es cuando las dos amigas del alma se recitan las cartas del vituperio (siento no poder dar más detalles al respecto, pero esta parte resulta nuclear en el desarrollo del relato) y la poesía que irradian cuando se inician con estas palabras, que indican a los oyentes claramente que lo que se va a decir a continuación pertenece a una carta de vituperio. “Cuando el faisán grazna, el sonido llega hasta muy lejos —empezó. Las mujeres se volvieron hacia ella al oír la tradicional introducción de esa clase de mensajes. Entonces Flor de Nieve comenzó a cantar con el mismo ritmo que llevaba meses martilleando en mi cabeza”.



Por último me gustaría detenerme unos instantes en el lenguaje del nu shu, que es uno de los hilos conductores de toda la novela. Este lenguaje era conocido como el de las mujeres. Era un lenguaje que permitía a las mujeres comunicarse entre ellas. Se trataba de una escritura fonética, lejos de la compleja escritura de los hombres idiogramática. El  nu shu es otro de los grandes protagonistas de la novela, el abanico de seda está lleno de anotaciones en nu shu y precisamente uno de los desencadenantes del drama tiene que ver, precisamente, con el  nu shu (hasta ahí puedo leer). Voy a transcribir por último unas líneas de la autora, que en el epígrafe “Notas de la autora y agradecimientos” que, por cierto, recomiendo muy encarecidamente su lectura, nos da algunas interesantes claves.


“El nu shu se basa en gran medida en frases e imágenes estandarizadas —como «el fénix grazna», «dos patos mandarines» o «los espíritus celestiales nos unieron»—, y yo, a mi vez, me he basado en las traducciones de esas frases. Sin embargo, dado que esto es una novela, no he utilizado los típicos metros pentasilábicos y heptasilábicos empleados en las cartas, canciones y relatos escritos en nu shu.”



Creo honestamente que “El abanico de seda” de la escritora americana Lisa See, es una de las mejores novelas que he reseñado en este blog literario hasta el presente. Novela rica en matices, con una impecable construcción de personajes y caracteres, con una dinámica interna que no da tregua al lector y, asimismo, con un dominio de la gradación sentimental que resulta apabullante. Tras releer la reseña me siento apenado porque me quedan decenas de notas y análisis, creo que interesantes, en el cuaderno de notas. Muchas veces, a lo largo de mi labor como crítico literario me encuentro novelas, tan pobres y previsibles que no dan para un análisis superior a los dos folios. Sin embargo cuando uno se enfrenta a una novela IMPORTANTE de verdad, siente frustración al no poder abarcar todo lo que quisiese. En cualquier caso tengo que recomendar, a ojos cerrados, a todas las personas que seguís este blog la lectura de esta novela. En estos tiempos de crisis y de recortes, especialmente en cultura, creo que la mejor inversión que podemos hacer es comprar y leer este libro. Como es bien sabido, la oferta editorial es apabullante y la publicación de centenares de títulos nos obligan a ser selectivos en nuestras lecturas, esa es precisamente una de las razones de ser de este blog, ayudar a cribar lo que, de verdad y en mi opinión, merece la pena leerse. Y, sin duda alguna esta novela es de obligada lectura. Un auténtico placer, a pesar de las lágrimas que inevitablemente se nos van a escapar.


Dicho todo lo cual y atendiendo a todo lo expresado con anterioridad, creo, con toda honestidad, que según mi manera de entender el arte literario, la puntuación más ajustada y que más justicia haría a la novela “El abanico de seda” de la escritora norteamericana de origen chino Lisa See, sería de un 9,00/10.

© Luis Alberto Cao

(como ilustración os dejo el trailer, es en inglés, de la película basada en esta novela).


viernes, 13 de julio de 2012

La delicadeza. David Foenkinos

Título original: La délicatesse.
Autor: David Foenkinos.
Traducción: Isabel González-Gallarza.
Editorial: Seix Barral.
Colección: Biblioteca Formentor.
ISBN: 978-84-322-0924-6
Páginas: 224
Fecha de publicación: 5 de mayo de 2011



“En una historia de amor, el alcohol acompaña dos momentos opuestos: cuando se descubre al otro y hay que narrarse uno mismo, y cuando ya no hay nada que decirse.” (La delicadeza, capítulo 76)


“Principio del capítulo séptimo de Rayuela, de Julio Cortázar, libro leído por Nathalie al principio de esta novela:
«Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.»” (La delicadeza, capítulo 115)



A veces, en muy raras ocasiones, asistimos estupefactos a esos pequeño milagros literarios, a esas novelas que en su sencillez saben atraparte y que tras cerrar el libro presientes que aún siguen palpitando en tu cerebro y en tu corazón. Para sentarme a escribir la presente reseña he tenido que leer dos veces este magnífico y excepcional libro. Tras la primera lectura, en una tarde, quedé absolutamente impactado por su belleza, por su “delicadeza” y por todo ese mundo de sentimientos, narrados tan vívidamente, en el que el autor, a modo de un vórtice, nos introduce. Al día siguiente volví a leerla y esta segunda lectura no sólo me confirmó mi primera impresión, sino que la reafirmó. Aún así y, como es costumbre en mí, he dejado pasar un día entero antes de sentarme ante el ordenador para redactar la presente reseña. Con la finalidad, fundamentalmente, de dejar reposar la impresiones y emociones que, ciertamente, no deben ser compatibles con un desapasionado análisis crítico.




“La delicadeza” de David Foenkinos, es conocida, también, como la novela de los diez premios (entre los que destacan el Premio de los lectores de Télégramme y el Premio 7ème Art) y única novela finalista de los grandes premios literarios franceses (Goncourt, Renaudot, Médicis, Fémina, Interallié…), en donde ha arrasado en ventas. Y actualmente ha sido traducida a decenas de idiomas. Y, sin duda alguna, después de haberla leído con mucha atención, creo que todos esos premios son muy merecidos, porque, como analizaré un poco más adelante, con todo detenimiento, en su aparente sencillez es donde se revela uno de los mayores méritos de esta maravillosa novela que, a mí particularmente, me agota todos los epítetos laudatorios para describirla. En cualquier caso, creo que en el panorama literario actual “La delicadeza” es una novela de lectura obligatoria y supongo que con el devenir de los años, que es el filtro que da la auténtica medida de una obra de arte, alcanzará la cota que, sin duda alguna, merece. En mi opinión yo la catalogaría como una pequeña joya de la literatura, como una pequeña obra maestra.


Como ya suele ser habitual en todas mis reseñas y antes de entrar propiamente en el análisis, creo que lo más adecuado y conveniente será esbozar una breve sinopsis argumental, para así situar el eventual lector de estas líneas.


“Nathalie es una mujer afortunada. Felizmente casada con François, pasa los días rodeada de risas y libros. Un día la pena llama a su puerta: François muere inesperadamente. Nathalie languidece entonces entre las paredes de su casa y se vuelca en la oficina. Pero justo cuando ha dejado de creer en la magia de la vida, ésta vuelve a sorprenderla y revelarse en su forma más maravillosa.

La delicadeza es la novela de la esperanza y la imaginación, la novela de ese París fascinante en el que el dolor y la vulgaridad se transforman en poesía. Un libro que querrás tener siempre cerca, para deleitarte de nuevo con su elegancia literaria o sonreír con su mordaz ingenio, pero, sobre todo, para recordar que siempre, incluso en los momentos más inesperados, cualquier cosa es posible”.



En estos tiempos que vivimos, la lectura de “La delicadeza” ha resultado, para mí, todo un bálsamo, como crítico literario. Tiempos de libros de un grosor exagerado e infumable, en el que sobran centenares de páginas, de libros con un lenguaje rebuscado y, en algunos casos, pedante y de historias que resultan previsibles en su desarrollo y en su temática, que sólo terminan por producirnos hastío. Afortunadamente no es el caso de esta novela. Un libro que en sus 224 páginas ( no son necesarias más) nos cuenta una historia hermosa, optimista y bien rematada, con un final suave, bucólico, casi en sordina. Un texto que destila un humor inteligente  y un lenguaje sencillo, sin barroquismos y amaneramientos que perjudiquen lo fundamental, que es la historia que el autor nos está narrando.



Entrando ya, propiamente, en el análisis estilístico de la novela, diré que “La delicadeza” está estructurada en 117 pequeños capítulos, que van alternando la narración lineal de la historia, con una especie de capítulos insertos que van contrapunteando la narración. Estos pequeños capítulos tocan diversos temas, con mucho humor por cierto, de situaciones o hechos que van acaeciendo en la novela. Por ejemplo en el capítulo 3 el autor nos habla de los libros favoritos de Nathalie, en el 30 los resultados de la primera división de fútbol francés en una noche de desengaño amoroso. Voy a transcribir un par de breves ejemplos de estas pequeñas “greguerías” avant la lettre, sé que no es una definición muy correcta, literariamente hablando, pero algunos capítulos a mí sí me lo recordaban, para que el lector de esta reseña se pueda hacer mejor una idea.



“Definición de la palabra «delicadeza» según el diccionario Larousse de la lengua francesa:
Delicadeza n. f.
Hecho de ser delicado.
Estar en una situación de delicadeza: no llevarse bien con alguien, mantener una relación fría y distante” (Capítulo 23).


“Definición de la palabra «delicado» según el Larousse, pues «delicadeza» no basta para entender lo que es la delicadeza:
Delicado, -a (del lat. delicatus).
Muy fino; exquisito; refinado. Un rostro de rasgos delicados. Un perfume delicado.
Que manifiesta fragilidad. Salud delicada.
Difícil de manejar; escabroso. Situación, maniobra delicada.
Que manifiesta gran tacto o sensibilidad. Un hombre delicado. Una atención delicada.
Difícil de contentar (peyorativo)”.( Capítulo 25)



Uno de los grandes aciertos de “La delicadeza” es la sabia combinación de los momentos de humor, fino e inteligente, con las escenas más tiernas y emotivas. Personalmente, leyendo el libro, he encontrado algunos pasajes que han conseguido, sinceramente, emocionarme. Sin querer reventar la novela, nada más lejos de mi intención, requiero al lector de la novela a que repara en la escena de los caramelos Pez... y hasta ahí puedo leer. Uno de los momentos más divertidos de toda la novela es la escena que tienen, cenando en un bar, Charles el jefe de Nathalie, con el desastrado y, aparentemente, poco atractivo Markus. Precisamente en esa salvedad de “aparentemente” es donde el autor logra tocarnos el corazón, al narrarnos la relación de Nathalie con Markus. A la vista de todo lo expuesto hasta ahora resulta evidente que “La delicadeza” es una novela intimista que discurre suavemente, pero no por ello pierde un ápice de su interés.



La novela está llena de detalles deliciosos, que sugieren un texto muy trabajado en el que todas las cosas suceden con inusitada precisión, en este texto trabajado con la precisión de un orfebre  y el cariño de un artesano. Entre esos detalles deliciosos está el del “zumo de melocotón”,  el de los caramelos Pez, que cité un poco más arriba... Pero no sólo me referiré a estos detalles narrativos, porque formalmente el autor nos deja algunas pinceladas de un gusto y un talento apreciable. Por ejemplo al final del capítulo 111 el autor nos dice “Miró al fuego fijamente a los ojos y luego abrió una puerta” y, a continuación el capítulo siguiente comienza con esta frase “ Charles cerró la puerta”.¡Qué modo tan elegante y tan hermoso de dar continuidad a la narración de dos capítulos totalmente independientes! Pero es que aún hay más; Foenkinos además utiliza ese significado simbólico de la puerta que se abre o se cierra para reforzar esa realidad narrativa. Ejemplos de este simbolismo y cómo dependiendo de la situación modela su significado tenemos varios. Me gustaría destacar el del ramo de rosas blancas, que aparece en dos ocasiones muy distintas en la novela, y con muy distinto significado. O el significado del color rojo para Markus... etc (Siento mucho no entrar más a fondo en estos detalles, pero sería reventar la novela al lector. Lo que sí que recomiendo es que tras la lectura de la novela volver sobre la reseña para poder apreciar todos estos ricos matices).


 Para narrarnos esta historia David Foenkinos ha elegido la figura de un narrador en tercera persona, no omnisciente, que únicamente acompañará el discurso narrativo de los personajes. Esto va a permitir al autor moverse, con toda naturalidad, de unos personajes a otros y hacer esa labor introspectiva tan importante en “La delicadeza”. El autor, a través de su libro, nos propone una literatura optimista, en la que el deseo, el querer, nos puede ayudar a conseguir que nuestros sueños se hagan realidad, a confiar en que nuestra oportunidad puede llegar en cualquier momento, en el menos esperado. Esto se plasma fundamentalmente en la figura de Markus (un poco más adelante entraré en un análisis más detallado de los personajes). Sólo he encontrado una frase que me ha resultado incompresible y errónea, ignoro si es problema de la traducción o viene así en el original: “El locutor hablaba de una extraña serie de partidos que habían terminado todos en empate aquella jornada, lo que provocaba un statu quo (sic) en la clasificación de la liga de primera división”. (Ignoro la razón por la que el autor pone la locución latina “statu quo”??? en esa frase).



No me gustaría dejar sin comentar la buena traducción que vierte al castellano Isabel González-Gallarza, especialmente meritoria por la dificultad de una adecuada traducción de diferentes giros humorísticos en lengua francesa y hacerlos inteligibles en español. También muy adecuadas las notas a pie página tan necesarias para sacarle “todo el jugo” a la novela.



“La delicadeza” es fundamentalmente una novela que habla del amor, pero no es una novela romántica y, mucho menos, una novela rosa. Esa es otra de las grandezas de este texto. El autor hace un ejercicio de contención narrativa para no dejarse arrastrar por una novela, que en otras manos más inexpertas, hubiese conducido irremisiblemente a un folletín rosa. David Foenkinos nos habla de una historia de amor, de desamor, de soledad, de miedos, de búsqueda a la felicidad... pero todo narrado con una dulzura y con un sentimiento que, una vez cerrado el libro, te hace preguntarte que si lo que has leído ha sido de verdad o ha sido un sueño.



Otro de los grandes aciertos del autor es el acertado dibujo de los personajes. Seres llenos de vida, de emociones, que resultan, todos y cada uno de ellos, plenamente creíbles. Por supuesto, cabe destacar, el personaje de Nathalie del que creo que todos los lectores nos hemos enamorado platónicamente de ella. Su manera de enfocar y sobre llevar el dolor por la perdida de su marido y su belleza interior que consigue desarmarnos. Magnífico, cómo no, el personajes de Charles que vemos como evoluciona, a ojos vista, a lo largo de la novela y del que al final conseguimos encariñarnos. Y, por supuesto, el personaje de Markus, ese hombre gris y poco agraciado que con su corazón y sus sentimientos poco a poco termina haciéndose un hueco en el corazón de Nathalie y también en el nuestro. Todo eso unido al dominio técnico del autor para marcar los “tempos” narrativos y su generosidad en su lirismo desbordado de los pequeños detalles (valga la expresión) hacen que “La delicadeza” sea, sin duda alguna, una novela imprescindible.



No hace mucho se ha estrenado la película homónima basada en esta novela. La película ha sido dirigida por el propio David Foenkinos y protagonizada por la bellísima actriz francesa Audrey Taotou. No creo que vaya a verla, prefiero que los personajes de este bellísimo libro vivan en mí tal y como los soñé, tal y como los imaginé.



Lamentablemente creo que, por cuestiones de espacio, va siendo el momento de ir terminando esta reseña. Y, en cierto modo, me entristece porque siento que me ha quedado muchísimo por glosar de esta pequeña joya literaria. Sin duda es un libro que, sin temor a equivocarme, recomiendo encarecidamente. Me gustaría terminar esta recensión, a pesar de alargarme un poco más, poniendo un par de ejemplos más del libro que, en mi opinión, dan una fiel idea del libro y de su filosofía



“Nathalie pensaba a veces que la gente envidiaba su felicidad. Era algo difuso, nada concreto en realidad, sólo una impresión pasajera. Pero le daba esa sensación. Se plasmaba en detalles, en sonrisas apenas esbozadas pero muy elocuentes, en maneras de mirarla. Nadie podía imaginar que a veces esa felicidad le daba miedo, Nathalie temía que pudiera llevar intrínseca la amenaza de la desgracia. A veces rectificaba cuando decía «soy feliz», era como una superstición, un recuerdo de todos esos momentos en la vida en que, al final, la suerte no le había sonreído”.(Capítulo 9)


“A Nathalie le parecía ridículo estar ahí y tener esa clase de conversaciones con una chica tan joven. Sobre todo, seguía incapaz de vivir el momento presente. Quizá el dolor sea eso: una forma permanente de estar desarraigado de lo inmediato” (Capítulo 33)


He querido dejar para el final, otro de los momentos simbólicos más impresionantes y más hermosos de toda la novela. La novela tiene, exactamente, 117 capítulos, pues bien, esa cifra no es fruto del azar, responde a un motivo, tremendamente poético que nos cuenta el autor (lamentablemente tampoco debo contarlo, pero merece la pena). Precisamente este último capítulo es el más breve de todos, y éste sí que voy a transcribirlo literalmente (obsérvese también su significado simbólico):


“Nathalie abrió los ojos.”         


A modo de resumen final, no me cansaré de ensalzar esta novela, escrita con sencillez, sin pedanterías, apelando al sentimiento de un modo franco, sin trampa ni cartón. Novela escrita con sensibilidad, pero no con sensiblería, que estoy seguro que no dejará indiferente a ningún lector. Como comentaba al principio de esta larguísima reseña, con el paso del tiempo estoy seguro que le hará resaltar, aún más, todas las cualidades artísticas y literarias que atesora. En mi opinión, “La delicadeza” de David Foenkinos es una pequeña obra de arte.



Dicho todo lo cual y atendiendo a todo lo referido con anterioridad y según mi manera de entender y juzgar el arte literario, creo que la puntuación más ajustada para valorar la novela “La delicadeza” de David Foenkinos sería de un 9,00/10.

© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar la reseña os dejo un trailer de la película)

lunes, 9 de julio de 2012

Assur. Francisco Narla


Título: Assur.
Autor: Francisco Narla.
ISBN: 978-84-9998-131-4
Editorial: Ediciones Temas de Hoy.
Primera Edición: Junio de 2012
Páginas: 951.




Ayer, después de varias maratonianas sesiones, de una atenta y reflexiva lectura, terminé de leer la voluminosa y monumental novela, tanto desde un punto de vista de su ambición literaria, como por su compleja y admirable documentación histórica, “Assur”  del escritor lucense Francisco Narla. En primer lugar, y a modo de introducción a un posterior y más meticuloso análisis, tengo que alabar la osadía de este joven y, como comentaré más adelante, aún bisoño autor en el dominio de la técnica narrativa. Dicho todo lo cual me gustaría precisar que en líneas generales “Assur” me ha parecido una novela interesante pero, tal vez, inapropiada tanto para su modo de escribir, como explicaré más adelante, como porque esta novela, por su planteamiento y ambición, tal vez ha sido escrita demasiado pronto. Me explico. Esta novela, tenía todos los mimbres para ser una gran novela histórica de madurez en la que el conocimiento y el dominio de la narración,  acrisolada a lo largo de años y de novelas publicadas, hubieran permitido al autor legarnos una novela redonda e importante. En mi opinión “Assur” se ha quedado en una novela interesante y meritoria, que a ratos me ha resultado desigual y que ha puesto al descubierto todas las lógicas carencias de un autor en pleno período de formación y aprendizaje que aún ha de buscar y encontrar su propio estilo personal, su propia voz narrativa. Lamentablemente no he leído ninguno de los dos libros anteriores de Francisco Narla, cosa que, sin duda, no descarto hacer. Para formarme una opinión más sólida sobre este autor.



Dicho todo lo cual, a modo de preámbulo, creo que, como es habitual en mis reseñas, lo mejor será, para situar al eventual lector de estas líneas, pergeñar la sinopsis argumental de la novela “Assur” de Francisco Narla. Obviamente, resulta complicado resumir brevemente una novela tan voluminosa, así es que voy a transcribir el resumen que la propia editorial, que a pesar de ser algo más largo de lo que suele ser habitual, creo que merece la pena y cumple, sobradamente, el fin que perseguimos:



“Año del Señor 968. Atraídos por las riquezas de los reinos cristianos de la península ibérica, una flota de terribles guerreros nórdicos amenaza la floreciente Compostela, baluarte de la Iglesia y la corona. A su paso solo queda desolación. Y a medida que remontan los ríos con sus rápidos drekar, buscando su presa, tras ellos dejan aldeas devastadas y cenizas humeantes. Como Outeiro, el pequeño pueblo en el que vive Assur, un muchacho al que, después de la trágica muerte de sus padres, no le queda otra opción que refugiarse en la esperanza de reencontrar a sus hermanos, capturados por los terribles invasores.
Gutier de León, infanzón del conde Gonzalo Sánchez, se cruza en el camino del joven y lo acoge bajo su tutela. Así conoce a Jesse ben Benjamín, un bondadoso médico judío, y a Weland, un mercenario normando al servicio de los cristianos. Junto a ellos, Assur aprende todo lo necesario para encarar su destino: adquiere conocimientos de la ciencia de su tiempo y se adentra en el arte de la guerra. Sin embargo, cuando intenta rescatar a su hermano, en la gran batalla que se libra en el estrecho de Adóbrica contra los invasores norteños, es apresado y arrastrado hasta las heladas tierras de sus enemigos, donde tendrá que hacer uso de toda su voluntad y coraje para conseguir escapar.
Como esclavo fugado, Assur sobrevivirá convertido en ballenero, y la fortuna lo esquivará hasta que, como recompensa a una increíble hazaña, consigue enrolarse a bordo del navío que capitanea el renombrado Leif Eiriksson, hijo del fundador de las colonias de Groenland. Junto a él, Assur viajará hasta Vinland, la desconocida tierra de poniente, y habrá de sobrevivir a los más inesperados peligros. Assur será traicionado, sufrirá los más crudos inviernos, luchará por el amor de una mujer, se enfrentará a enemigos desconocidos, y buscará incansablemente a sus hermanos desaparecidos, pero, por encima de todo, mantendrá viva una única esperanza: el regreso”.



“Assur” es una novela histórica narrada de un modo clásico y “académico”, por tanto, esto ya nos sitúa en que estamos analizando un libro, que no va a sorprendernos, en este caso, por su originalidad en su planteamiento formal. El autor comienza el libro con la infancia del protagonista y a lo largo de las casi mil páginas iremos siguiendo, paso a paso, todas sus aventuras y desventuras, en una narración lineal y cronológica. El narrador “hablará” en tercera persona, pero no será ominisciente, sino que se conformará con acompañar al protagonista en su devenir. Sin embargo, Francisco Narla se aparta, en mi opinión, de uno de los puntos básicos y medulares dentro de la arquitectura de toda novela clásica. Y ese punto tan importante, entre otros obviamente, es la figura de un “auténtico” antagonista, cosa que he echado de menos en esta novela. Como de todos es sabido el antagonista es el personaje que se “enfrenta” al protagonista, por decirlo de un modo coloquial, diríamos que es el “malo” de la novela. Esta ausencia es uno de los lastres que más pesan sobre esta novela, puesto que le quita interés a la narración que, como comentaba al principio, termina resultando desigual, alternando momentos francamente interesantes con otros que resultan tristemente anodinos.


Francisco Narla a lo largo de esta novela nos demuestra que tiene un admirable dominio del léxico castellano, mostrando un uso eufónico de esa hermosa prosa poética que utiliza en los momentos más líricos e intimistas. En mi cuaderno de notas sobreabundan palabras hermosas, que definen con precisión y que, gracias al autor, ha recuperado y desempolvado de vetustos y venerables diccionarios. No voy a resistirme a citar algunas de esas palabras, de esas perlas casi olvidadas de la lengua que el autor nos recupera del ostracismo lingüístico: arrufadura, mucilaginoso, márfega, yegüerizos, zabazoque... Esta prosa poética resulta tremendamente plástica, a modo de ejemplo, voy a citar un ejemplo, en el que el autor hace gala de esa plasticidad:



“ Atravesaban bosques cerrados de robles y castaños que empezaban a tapizarse de hojas muertas, olían la humedad de la tierra con cada inspiración entrecortada. Trasegaban una suave pendiente llena de helechos maduros que se arrebujaban bajo alisos y sus pies descalzos susurraban en el sotobosque. Acortaban camino monte a través, y Assur ya podía distinguir una de las veredas que se acercaba hasta el villorrio cuando apareció, dejándose llevar por la cuesta, un aterrado Berrondo. El muchacho descendía sin gracia, a trompicones, braceando para mantener un escaso equilibrio”



Esta indudable virtud del autor, que tengo que reconocer que me ha gustado, sin embargo, a lo largo de la novela se va a ir volviendo en contra de él. Francisco Narla tiene un gran talento para el uso descriptivo y atesora una hermosa prosa de resonancias plástica y sensuales, pero, como comentaba, a lo largo de la novela empieza a ser “un palo en la rueda” que hace que el relato se desarrolle y avance tratabillando y frenando continuamente lo más importante que debe tener una novela de este género: la acción. Francisco Narla en muchos momentos se regodea en el preciosismo de su prosa y olvida su faceta como narrador, como “contador” de un historia, que requiere ritmo y acción. Por otra parte, en algunos momentos tanto virtuosismo descriptivo acaba distanciando y distrayendo al lector, perdiéndole por meandros accesorios al hilo principal. Igual que he destacado el párrafo de más arriba como, en mi opinión, un hermoso ejemplo descriptivo, tan sensorial. Para ser justo conmigo mismo y con mis lectores también he encontrado algunos fragmentos, en que ese uso ubérrimo y sobreabundante del lenguaje resulta, en algunos momentos, excesivo y recargado, provocando el distanciamiento y, por desgracia, haciendo naufragar la atención y el interés del lector.


“Fue un beso que tachonó la luna y las estrellas del horizonte impidiéndoles recorrer el cielo para marcar el paso del tiempo...”



En suma, en lo que respecta a esta parte del análisis, desde un punto de vista más estilístico, creo que el autor sacrifica, en mi opinión, absurdamente el discurso narrativo, perdiéndose en un virtuosismo formal, en algunos momentos francamente alambicado, que termina por alejarnos del objetivo fundamental de cualquier novela que no es otro que entretener. Precisamente aquí es dónde se pone de manifiesto las carencias, comprensibles obviamente, y la falta de recursos narrativos que un autor, prácticamente en ciernes, aún tiene. De todos modos es evidente que Francisco Narla, y como debe ser todo escritor, es un gran lector y estoy seguro que con los años y la experiencia alcanzará los recursos necesarios. Por eso, al principio de la reseña comentaba que esta misma novela, dentro de diez o quince años, en sus mismas manos, no tendría nada que ver. Como ejemplo de un autor español contemporáneo, que ha escrito dentro del género histórico, y que domina todos los recursos me gustaría citar a Chufo Llorens. Auténtico espejo en el que deberían mirarse todos los aspirantes a escritores de novela histórica, por su dominio de la narración y de la gradación de los “tempos” y del interés del relato.


 
Como comentaba en la introducción a la reseña, propiamente dicha, tengo que rendirme y aplaudir el exhaustivo trabajo de documentación que ha realizado Francisco Narla para escribir “Assur”. Un trabajo de documentación minucioso, con una laboriosidad de orfebre, que desborda la mera acumulación de datos históricos. El autor ha recreado la historia y nos he dejado pinceladas de esa intrahistoria de los hombres y mujeres del siglo X. Cómo eran sus viviendas, sus armas, sus vestidos, sus hogares... Y todo esto, además, acompañado por ese habla, por ese léxico con sabor a castellano viejo. Por desgracia no he podido disfrutar, por mi ignorancia sobre ese particular, de ese encomiable trabajo filológico que hace el autor cuando nos transcribe algunas frases en la lengua vernácula de los pueblos normandos. Esta ambientación tan cuidada es, en mi opinión, uno de los mayores méritos de la novela, narrando unos hechos, muy poco estudiados por los historiadores y sobre todo muy desconocidos por el gran público. Echo de menos un glosario al final del libro, que nos tradujese todos esos términos, especialmente en las lenguas normandas, que abundan a lo largo de la novela. Sería muy interesante si en posteriores ediciones, que estoy convencido que tendrá muchas más, se pudiese subsanar este detalle. Especialmente me gustaría destacar, sin duda alguna, esas “notas y otras menciones de interés” que Francisco Narla nos deja al final de la novela. En estas interesantísimas notas el autor nos pergeña parte de esa urdimbre, sobre la que el artista crea y da vida a su obra literaria a partir de unos hechos históricos, mostrándonos parte de ese “mágico” proceso creativo que tiene lugar en la imaginación del escritor.



Respecto a su arquitectura dramática, creo que es una novela bien estructurada y correctamente resuelta, que deja razonablemente satisfecho, en sus expectativas, al lector tras su lectura. Aunque, honestamente pienso, que en aras a su efectividad dramática le sobrarían bastantes páginas, porque tiene algunos momentos de “parón” que, en absoluto, le benefician. De ahí que al principio hablase de “Assur” como una novela desigual. Los lectores habituales de este blog saben lo que opino acerca del “engorde artificial” de las novelas. La mayoría de las novelas, que hoy en día están a la venta en las librerías, adolecen de este problema, endémico diría yo, en la literatura actual.  Supongo que una de las causas es la presión de los propios editores en voluminosas novelas que, de este modo, ¿justifican? su precio. Pero ese ya sería otro tema.


A lo largo de la novela el autor mezcla, hábilmente, personajes de ficción con personajes reales. El trazado está veraz que cuesta trabajo distinguir los auténticos de los hijos de la ficción. Todo esto lo explica muy bien el autor en las anteriormente referidas “notas y otras menciones de interés”, de muy encarecida lectura.



Uno de los personajes que más me ha interesado ha sido el de Furco, el lobo que acompaña a Assur en sus primeros años. El motivo por el que me ha interesado es por la antropomorfización que nos plantea el autor. Veremos cómo el autor nos muestra, con mucha habilidad, todo una ramillete de sentimientos y estados de ánimo, casi humanos, a través del animal. Pero no es sólo eso, es que incluso le da atributos humanos, cuando habla de “que apoya sus manos”, por su patas delanteras, o de que Assur le acaricia su “espalda”, haciendo referencia a su lomo. Todas estas referencias ayudan para humanizar, aún más, al personaje de Furco. Otro detalle que me ha gustado mucho es cómo, en un momento dado de la narración, el autor se apoyará en la percepción de un topillo para mostrarnos, desde su pequeño punto de vista, otro ángulo de la historia narrada.



Cuando me siento a escribir las reseñas uno de los detalles que me ayudan a evaluar la importancia de una novela es la cantidad de apuntes que quedan en mi cuaderno tras su lectura. Si esta medida nos sirve de referencia tengo que reconocer que “Assur” de Francisco Narla es una novela importante. Varias decenas de notas, lamentablemente, van a quedar inéditas, en esta reseña, por problemas de espacio. Pero, honestamente, creo que he vertido en estas páginas los puntos más nucleares a la hora de enjuiciar esta interesante novela, desde un punto de vista analítico.



A modo de resumen, no me cabe duda que “Assur” es una novela valiente, meritoria y arriesgada por parte del autor. Un texto muy trabajado y documentado que resulta, en líneas generales, entretenido y que está bien rematado con un final redondo, que pienso que satisfará, plenamente,  a los lectores. Por último, y a pesar de todas las reticencias que he expuesto con anterioridad, por un sentido de la honestidad intelectual, tanto ante mí mismo, como ante todos los lectores que siguen este blog literario, creo que es una novela que merece la pena leerse. Aunque me hubiese encantado leer esta misma novela, escrita por el mismo autor, dentro de quince años, estoy seguro que sería maravillosa. Desde este modesto blog animo a Francisco Narla a que persevere en este hermoso oficio, porque creo que madera y valor le sobran para llegar a ser, algún día, un gran escritor.  Porque en este oficio la técnica y el magisterio se alcanzan con la perseverancia, con la lectura de los grandes maestros y... con los años.



Dicho todo lo cual y tomando en consideración todo lo anteriormente referido, y siendo fiel a mi conciencia y a modo de entender este maravilloso arte de la literatura, creo que la nota más ajustada y que haría más justicia a la novela “Assur” del escritor lucense Francisco Narla, sería de un 7,50/10.

© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar la reseña os dejo el booktrailer de la novela y una entrevista al autor)




miércoles, 4 de julio de 2012

Cincuenta sombras de Grey. E.L.James


Título original: Firty shades of Grey.
Autora: E.L.James.
Traducción: Pilar de la Peña Minguell y Helena Trías Bello.
Editorial: Grijalbo.
ISBN:. 9788425348839
Páginas: 544.
Fecha de publicación: Junio de 2012




Tengo que reconocer que desde que he puesto en marcha este blog literario, “Cincuenta sombras de Grey” de la escritora de la escritora británica E.L.James, es la novela que más me ha costado terminar de leer. He hecho el esfuerzo, en algunos momentos casi titánico, porque, por una parte, creo que es mi obligación moral con todos los lectores que seguís habitualmente mi blog y confiáis en mi criterio a la hora de escribir estas reseñas, y  por otra parte, porque a veces hasta en la última línea podemos encontrar algo que nos sorprenda y cambie, radicalmente, nuestra primera impresión. Cosa que, por desgracia, no ha ocurrido con “Cincuenta sombras de Grey”. Novela francamente pésima, en mi opinión, por supuesto, que es un monumento a cómo hay que fabricar, como churros, un bestseller, sin el menor valor literario o artístico y cómo, como analizaremos con más detalle más adelante, una buena campaña de marketing, con unas gotas de un erotismo “light” a modo de carnaza para todos los públicos puede conseguir.



Para situar al lector voy a transcribir la breve sinopsis argumental, que nos aporta la propia editorial:



Cuando la estudiante de Literatura Anastasia Steele recibe el encargo de entrevistar al exitoso y joven empresario Christian Grey, queda impresionada al encontrarse ante un hombre atractivo, seductor y también muy intimidante. La inexperta e inocente Ana intenta olvidarle, pero pronto comprende cuánto le desea. Cuando la pareja por fin inicia una apasionada relación, Ana se sorprende por las peculiares prácticas eróticas de Grey, al tiempo que descubre los límites de sus propios y más oscuros deseos…”.



“Cincuenta sombras de Grey” de E.L.James es la primera novela de una trilogía que la autora británica ha perpretado. Las siguientes novelas que conforman la trilogía son:  “Cincuenta sombras más oscuras” y  “Cincuenta sombras liberadas”.



Entiendo que lógicamente haya personas que les haya gustado esta novela, pero en esta reseña me gustaría insistir que voy a dar mi opinión personal y subjetiva, como hago siempre, sobre “Cincuenta sombras de Grey”. Que es una opinión más y, sin duda alguna, tan respetable como todas las demás. Dicho todo lo cual vamos a entrar en el análisis, propiamente dicho, de esta novela. Anoche cuando, por fin, cerré el libro, aparte de sentir un gran alivio por haberlo terminado la sensación que me quedó fue de que este libro había sido una auténtica “tomadura de pelo” literaria. Y esto por varias razones,  fundamentalmente porque el marketing editorial nos la venden como una novela erótica y, francamente, no creo que lo sea, más bien sería una novela de un “erotismo extremadamente light” que en algunos momentos me resultaba, honestamente, hilarante. Y es que los “problemas” literarios ya empiezan desde los presupuestos iniciales, con esa rocambolesca y poco creíble historia inicial. Para continuar con el burdo y tosco diseño de los personajes, “pétreos”, sin aristas y tremendamente lineales, que no nos aportan nada. La autora únicamente se va a preocupar en describirnos, sobre todo, lo guapo, lo sexy y lo interesante que es el multimillonario Grey y.... muy poco más.



Mención aparte merecerían los diálogos. A lo largo de mis muchos años dedicado a la crítica literaria, me cuesta trabajo recordar alguna otra novela con unos diálogos tan sumamente paupérrimos. De hecho, si leemos un poco con atención la inmensa mayoría de los diálogos, veremos que son incoherentes con los propios personajes. Me explico. En la novela vemos que a los protagonistas, Anastasia Steele y Christian Grey, se les presupone personas con una cierta cultura, de hecho Anastasia está recién licenciada en literatura inglesa. Pues bien a la vista de sus diálogos, de un léxico paupérrimo, más bien parecen ser personas ágrafas e ignorantes, porque estoy casi seguro que no utilizan un léxico mayor, durante toda la novela a las 200 palabras... y creo que exagero.



Por otra parte es una novela que me da impresión ha sido poco trabajada por la autora porque está llena de errores, que con una simple lectura atenta habría sido fácilmente detectados. Voy a poner un ejemplo al respecto.


 
Al principio de la novela tiene lugar el siguiente diálogo:


“- ¡Come!
-         No. Todavía no he firmado nada, así que creo que haré lo que yo decida un rato más, si no te parece mal.”


Cuando, sin embargo, unas páginas antes hemos leído que ya había firmado un acuerdo (“ Firmo con un gesto grandilocuente las dos copias y le devuelvo una.”). Pero es que, además, la versión española de la novela comete también algunos tanto de sintaxis como de traducción. Pondré, como muestra, un ejemplo de cada. De sintaxis, “Tira de mi mano con tanta fuerza que acabo cayendo encima de él justo cuando pasa a toda velocidad un ciclista “contra dirección” (sic), y no me atropella de milagro” (lo más correcto en castellano sería en dirección contraria). Respecto al ejemplo de un error de traducción lo encontramos en el siguiente fragmento, refiriéndose al gran compositor polifonista inglés Thomas Tallis: “Algún día te “tocaré” algo de él. Es un compositor británico del siglo XVI. Música coral eclesiástica de la época de los Tudor. —Me sonríe—. Suena muy esotérico, lo sé, pero es mágica” (Christian Grey, en la novela, toca el piano por lo que veo muy  difícil que pueda interpretar un coro polifónico de voces en dicho instrumento). Sospecho, más bien, que el problema es una mala traducción. A pesar de no haberlo leído en inglés me imagino que la traducción correcta podría ser “te pondré” algo de él. “Algún día te pondré algo de él” (para que lo escuches).



Si hay algo que me ha disgustado especialmente es el recurso, tan simplón desde un punto de vista literario, de que los personajes dialoguen a través del envío mutuo de correos electrónicos. Lo peor de todo es que tanto el contenido como la forma de esos correos resultan superfluos y paupérrimos.



Normalmente, en la inmensa mayoría de mis reseñas, tengo que dejar muchos aspectos interesantes para el análisis en el tintero. En este caso y dado los méritos de la novela creo que he escrito ya demasiado sobre ella.



Únicamente, y a modo de comentario, me gustaría reflexionar en voz alta, sobre cómo un producto tan manifiestamente inferior, literariamente, puede auparse a los puestos de los libros más vendidos en medio mundo. Como todos los bestseller son libros de diseño, o sea diseñados especialmente para superventas. En el caso de “Cincuenta sombras de Grey” es un producto claramente diseñado y dirigido, fundamentalmente, hacía un sector de lectores adolescentes y veinteañeros, eso se aprecia muy bien en ese erotismo “light” apropiado para todas las edades. Tras su lectura no he podido dejar de pensar en otros libros como “Los juegos del hambre” curiosamente otra trilogía, o la “Saga Crepúsculo”. Este “Cincuenta sombras de Grey” ha sido escrito y diseñado para ocupar una misma franja de lectores. Pero eso sí, hay algunas diferencias y es que, sobre todo “Los juegos del hambre”, que por cierto ya he reseñado en este mismo blog, comparado con esta novela es una obra maestra...



Dicho todo lo cual, y teniendo en cuenta todo lo ya referido con anterioridad a lo largo de esta reseña y dado que esta novela no da para un análisis mucho mayor, creo que, honestamente, la puntuación que más justicia haría a “Cincuenta sombras de Grey” de la escritora británica sería de un 2/10.

© Luis Alberto Cao

( Como ilustración de la reseña os dejo el booktrailer de la novela)