martes, 31 de enero de 2012

El síndrome E. Franck Thilliez.

Título original: Le síndrome E.
Autor: Franck Thilliez.
Traducción: Joan Riambau Möller.
ISBN: 9788423345311.
Editorial Destino.
Colección Áncora & delfín.
Páginas: 576.
Año de edición: 2001.



Impactante, turbadora y profundamente desasosegadora. He querido empezar esta reseña de la novela “El síndrome E” del escritor galo Franck Thilliez, con estos epítetos. Epítetos que reflejan mi estado de ánimo después de su lectura. Este es un thriller que apela directamente a las vísceras, un auténtico torpedo en la línea de flotación. Un libro que al terminar su lectura obliga a detenerse y pensar, sobre la carga de profundidad que se halla en su interior. Al final de esta reseña/comentario me extenderé algo más sobre este particular. . Su lectura llega a ser adictiva y sabe mantener alto el interés desde la primera línea hasta la última, en el primer caso metafóricamente y en el segundo textualmente, ya que esta novela no dejara de deparar sorpresas hasta en la última línea (literalmente). Bajo estos presupuestos me dispongo a analizar en profundidad esta novela e intentaré objetivar, todo lo posible, mis opiniones al respecto.



Como suele ser habitual en todas mis reseñas creo que lo mejor será, para situar al lector y contextualizar mis comentarios, reseñar someramente la sinopsis argumental de esta rica e interesante novela. He decidido seguir las palabras del autor para resumir su propia novela.



“Desde los barrios de El cairo a los orfelinatos de Canadá en los años 50, una historia que se adentra en algo atemorizador e impactante bautizado como el Síndrome E. Un hecho muy extraño altera el verano de la teniente Lucie Hennebelle: un ex amante suyo se ha quedado ciego cuando visionaba un cortometraje que acababa de comprar. Una película, muda, anónima, con un toque malsano, diabólico y enigmático. A trescientos kilómetros de distancia, el comisario Franck Sharko, acepta volver al servicio bajo la presión de sus jefes, tras haber abandonado el departamento. Se han hallado cinco cadáveres a dos metros bajo tierra que resultan imposibles de identificar, ya que tienen las manos cortadas, la cabeza abierta y cerebro, dientes y ojos extraídos”.



En primer lugar, y para ser franco con todos mis lectores, debo decir que “El síndrome E” no es una novela que vaya a pasar a la historia de la literatura; le falta una planteamiento estilístico y literario. Pero sí que es un “best-seller” que resulta interesante y muy adictivo. En esta novela Franck Thilliez ha sabido tejer, minuciosamente y con mucha sabiduría, una trama que sabe atrapar e ir enredando al lector página tras página. De hecho el arranque de la novela ya es impresionante de por sí, cuando vemos que Ludovic Sénéchal, que fue durante siete meses la pareja de la teniente Hennebel, la protagonista, ha perdido la vista después del visionado de una vieja película muda. En esa película se refleja todo el odio y la maldad de una mente enferma.  Y a partir de ese momento la novela será una montaña rusa de emociones. Lo que sí que me gustaría precisar es que el autor “juega limpio” y no se guarda ningún dato esencial ni pretende engañar al lector. Por el contrario, el lector irá desenmarañando la madeja a la par de las investigaciones de los protagonistas. Lo que resulta francamente interesante.  Aunque, en honor a la verdad, debo decir que conforme avanzaba en la lectura del libro, pensaba que Thilliez estaba enrevesando la trama demasiado, que le terminaría llevándole a un callejón sin salida  y me maliciaba que le iba costar rematar la obra de un modo satisfactorio; pero me equivocaba. Franck Thilliez me ha demostrado en esta novela que es un gran autor de novela negra y que sabe manejar los hilos de la acción con mucha habilidad.



Desde un punto de vista formal, debo decir que me ha resultado un texto funcional y en mi opinión muy lastrado por la gramática cinematográfica. Lo cual está muy bien, no digo que no, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra sociedad está “hipericonizada”, valga esta palabra que me acabo de inventar; en el sentido de que es fundamentalmente deudora de la imagen. Pero lo gramática literaria es diferente. En decenas de detalles vemos que es una novela muy “cinematográfica”, empezando por la propia película “maligna” y esa plasticidad con la que el autor nos la describe tan vívidamente que casi podemos verla. La narración está estructura en capítulos que al principio nos van mostrando por separado a los dos protagonistas, de un modo independiente, hasta que en un cierto punto convergen ambas historias. “El síndrome E” está contada por un narrador omnisciente en tercera persona, y la historia es prácticamente cronológica, a excepción de la evocación de algunos breves flashbacks en labios de los personajes. El relato se extiende a lo largo de varios países Francia, Bélgica, Egipto, Canadá, Ruanda, Vietnam… y otros países, dibujando una macabra geografía del horror y de la barbarie. Esta multitud de países citada es obligada, para los fines que busca el autor, ya que nos muestra la universalidad de la brutalidad, por encima de países, culturales y cualquier otro condicionante.






Reconozco que he quedado gratamente impresionado por la figura del Comisario Franck Sharko. Este es uno de los grandes méritos de Thilliez. Ha sido capaz de crear un personaje inolvidable. Particularmente interesante me ha parecido su caracterización como un enfermo mental, en concreto esquizofrénico-paranoico. De hecho la novela empieza que le están tratando mediante una serie de descargas cerebrales. Sharko arrastra un drama familiar, que se le representa por la figura de Eugénie que en su mente enferma representa todos esos demonios interiores que arrostra. Vemos que el comisario Sharko es un perdedor, un hombre vapuleado por la vida, un hombre que ha perdido la fe en el género humano, dotado además de un elevado sentido de la justicia. Justicia que a veces se toma él por su cuenta. En esta novela y para que sirva de equilibrio, y a su vez contrapeso, el autor nos presenta a la teniente Lucie Hennebelle. Lucie es madre de dos gemelas a las que tiene que cuidar en solitario, porque el padre la abandonó. Ha intentado buscar pareja, pero no consigue encontrarla, se siente sola. La investigación hará que ambos se conozcan y se aferrarán como dos náufragos el uno al otro, para evitar su hundimiento. En cuanto al resto de los personajes, son claramente episódicos y el autor tampoco se esmera mucho en su dibujo. A esto me refería cuando, un poco más arriba, hablaba que a esta novela le faltaba entidad literaria. Es claramente un libro que busca el entretenimiento, y lo consigue, pero que no busca la excelencia y la belleza literaria.



Todo lo referido en el apartado anterior, nos daría una visión de la novela desde un punto de vista formal y literario. A partir de ahora me gustaría entrar en el comentario sobre el tema de fondo que Franck Thilliez nos plantea en esta inquietante novela. Antes de nada me gustaría precisar que me encantaría alargarme mucho en esta parte, pero me obligaría a entrar en el  fondo de la novela y “destriparla”. Nada más lejos de mi intención. Lo que recomiendo encarecidamente al eventual lector de estas líneas,  es que lea la novela. En cualquier caso voy a dar algunas pinceladas para profundizar un poco más en el comentario de “El síndrome E”.



Fundamentalmente la novela pivota sobre el tema del lavado de cerebro y sus técnicas, así como su utilización. La novela, a pesar de ser una ficción, está muy bien inserta en la realidad. De hecho en el texto el autor nos da muchas informaciones que, personalmente, he comprobado en Internet. De hecho, una vez leída la novela sugeriría al lector que bucease en Internet sobre el “proyecto Mk ultra”. Thilliez también nos hablará de las imágenes subliminales y de cómo pueden modificar nuestra conducta y nuestros deseos. Una de las partes que más me han dado que pensar es cuando el autor nos sugiere que todos esos videojuegos de violencia, tan de moda sobre todo entre los más jóvenes, pueden ir, poco a poco, modelando nuestros cerebros predisponiéndonos inconscientemente a la violencia. Y quién no nos dice que tras esos juegos y todas esas imágenes no haya oscuros y espurios intereses…. Insisto en que me quedo con ganas de comentar muchas más cosas, pero creo que lo único que haría sería perjudicar su recomendable lectura. Pero al menos, voy a permitirme transcribir, aunque sea someramente unas líneas en las que el autor nos habla de las imágenes subliminales:



“Lucie conocía el principio de las imágenes subliminales. Aparecen de manera tan breve que el ojo no tiene tiempo de reconocerlas, a diferencia del cerebro, que sí consigue «verlas». La policía recordó que François Mitterrand utilizó esa técnica en 1988. El rostro del candidato a la presidencia francesa apareció en la careta del informativo de Antenne 2, pero no durante el tiempo suficiente para que el espectador pudiera percibirlo de manera consciente”


“El síndrome E”, es una novela trepidante, que no da un instante de respiro, y además está muy bien rematada y muy bien resulta. Veremos cómo al final el autor cierra todos los interrogantes y todos los cabos que habían quedado sueltos.  Por otra parte el final resulta, al menos en mi opinión, totalmente inesperado y sorprendente. Pero ahí no terminan las emociones de esta montaña rusa. Cuando parece que ya todo ha terminado, en el epílogo, en las últimas líneas Thilliez nos tiene reservada otra sorpresa más, una última vuelta de tuerca.



Incluso en los momentos más delicados narrativamente hablando el autor sabe salir airoso. Uno de esos momentos complicados es cuando nos narra la incipiente relación entre los protagonistas. Recomiendo para los lectores otro de los momentos hermosos de la novela y es cuando definitivamente Eugénie abandona al Comisario Sharko…



Una auténtica lástima no poder extenderme mucho más en el análisis de esta novela. A modo de resumen diré que me ha gustado mucho la historia que cuenta, está bien hilvanada y manejando la “tramoya escénica” con mucho oficio, sin que se note. Sabiendo mezclar la realidad con la ficción con tanta maestría que al final de la novela no sabes distinguir la realidad de la ficción. Pero, desde un punto de vista estrictamente formal, me ha parecido algo pobre, tanto en las caracterizaciones de los personajes secundarios, como en su uso lingüístico. Es evidente que Franck Thillier no busca la excelencia lingüística, busca más el efectismo y las ventas y eso, sobradamente, lo consigue. Por cierto, recientemente sea publicado la última novela de este autor: Gattaca y yo, personalmente, ardo en deseos de leerla, a pesar de pertenecer a este subgrupo literario de literatura de consumo. Por último me gustaría hacer una mención especial a su buena edición y traducción al castellano y particularmente a la portada que me ha parecido especialmente turbadora.



En conclusión, me parece una lectura muy interesante y adictiva, que sabe dosificar con habilidad y oficio el uso de las tramas y por todo eso creo que es muy recomendable como lectura para pasar un buen rato. Ahora bien, que tampoco busquen mucho más que eso de este libro. Por lo tanto y a la vista de todo lo expuesto más arriba y considerando que a la hora de valorar  y enjuiciar una novela me apoyo sobre dos columnas que son el fondo y la forma, creo que la puntuación, en mi opinión, más justa para evaluar la novela “El síndrome E” de Franck Thilliez sería de 7,75/10.


Reseña de Gataca de Franz Thillier en "las bizarrías de Belisa:

http://www.bizarriasdebelisa.com/2012/05/gataca-franck-thilliez.html

© Luis Alberto Cao

viernes, 27 de enero de 2012

Niños feroces. Lorenzo Silva.



Título: Niños feroces.
Autor: Lorenzo Silva
ISBN: 9788423345106
Editorial Ediciones Destino.
Colección: Áncora y Delfín.
Páginas: 395.




Ayer terminé la lectura, atenta y reflexiva, de la última novela de Lorenzo Silva, “Niños feroces” y, como es costumbre, no me he sentado a redactar esta reseña hasta hoy. Creo que es necesario este período de reflexión e introspección antes de enjuiciar y comentar esta novela. Tiempo necesario, sin duda alguna, para aquilatar y objetivar esas vívidas impresiones que aún nos zarandean cuando acabamos de cerrar un libro. Impresiones, creo yo, incompatibles con lo que deber ser un análisis desapasionado, profundo y exhaustivo. “Niños feroces” es una novela de una gran riqueza que se presta a un detenido análisis, más sobre la forma, que desde un punto de vista técnico me parece francamente sobresaliente, rozando en algunos momentos la maestría, que sobre el fondo en sí, que, honestamente, no me ha acabado de convencer mucho. Más adelante me extenderé más sobre éstos y otros detalles de la novela.


Como es habitual, y por seguir un orden lógico para introducir al eventual lector en este relato, comenzaré pergeñando someramente, eso sí, la sinopsis argumental de la novela:


“Lázaro es un joven aspirante a escritor de 24 años de edad. Se considera un joven diferente a todos los demás que le rodean. No se ve haciendo lo que hacen los jóvenes de su edad. Su gran pasión desde su infancia ha sido la literatura. Es un lector voraz que lee una media de 200 libros al año (¡!) Y como todos los grandes lectores, tiene sus veleidades como escritor, pero no es capaz de escribir un relato de más de una docena de páginas. Enseguida se le acaba la inspiración. Y esto le frustra tremendamente. Lázaro decide apuntarse a un taller literario.
Su profesor, que también se llama Lázaro, es un escritor de un cierto éxito. Un día el comenta a su alumno que tiene talento y le propone darle una historia para que él desarrolle una novela. Al día siguiente y para empezar a trabajar sobre la novela le lleva a un funeral. Ese funeral se esta oficiando por el alma de un tal Jorge García Vallejo y Lázaro comprueba que la mayoría de las personas que asisten son falangistas con sus camisas azules, terminan el funeral cantando el “cara al sol”.
El profesor irá guiando a su alumno para que vaya casando las piezas de la vida de Jorge García Vallejo para ir componiendo la novela. Esa novela que le llevará a seguir sus pasos a través de sus viajes con la División Azul a los gélidos campos soviéticos y finalmente a Berlín, como soldado de las Wafen-SS cuando ya era inevitable el hundimiento del régimen nazi…”



Lorenzo Silva es, que duda cabe, uno de nuestros escritores jóvenes más reconocidos en la actualidad. Pero además de eso me ha demostrado que es un gran conocedor del oficio literario y que en “Niños feroces” nos hace toda una demostración empírica de su dominio de la técnica narrativa, como comentaba un poco más arriba que en algunos momentos roza la maestría. El texto está articulado en tres planos narrativos diferentes, que a su vez, como una especie de muñecas rusas, están anidados unos dentro de otros. Pues bien un planteamiento técnicamente tan complejo y difícil de sostener, en la pluma de Lorenzo Silva parece un juego de niños. Y ahí está la dificultad del arte en hacer fácil lo complicado. Está tan bien escrito que estos cambios de nivel narrativo son prácticamente imperceptibles, pero sin embargo, no inducen a la confusión. Estructuralmente la novela no tiene capítulos, ni ningún tipo de división forzada, bastarán esos diferentes niveles para ir punteando brillantemente el ritmo de la narración.



Niños feroces es un texto de obligada lectura para todo aquel que se quiera dedicar al mundo de la literatura. El texto rebosa de sabios consejos para los escritores noveles y derrocha conocimiento de la pedagogía literaria. Voy a permitirme citar sólo un par de ejemplos, aunque sólo en este detalle podría dar lugar a decenas de citas entresacadas de la novela.


“Pues ahora hay que juntar el resto de las piezas. La historia has de contarla de principio a fin. No necesariamente en ese orden, pero sí conviene que el que te lea sepa todo lo relevante cuando la acabe”.


“Con estas palabras, mi profesor me previene contra los deslizamientos que, según él, puede sufrir un escritor a la hora de abordar las escaramuzas amorosas, no menos comprometidas, en lo que al tono se refiere, que las de índole bélica. Y me los enumera:
- El deslizamiento cursi, cuando te dejas llevar y olvidas que lo más probable es que el que te lee no esté lo bastante enamorado como para comprarte tu tarro de almíbar. El deslizamiento melodramático, cuando te sumerges demasiado en los sentimientos y te empapuzas de amarguras que a la postre son contingentes y nimias frente a la amargura fundamental: la de estar aquí para consumirnos y hacernos trizas en el empeño”.



Pero además la novela es obra de una persona enamorada de la literatura y que contagia a los lectores de su pasión. Es una novela que trata sobre la literatura y profundiza en la meta literatura. A lo largo de la novela discurrirán múltiples homenajes, más o menos velados, a grandes figuras de la literatura: Franz Kakfa, Marcel Proust, Walter Benjamin, Ernesto Sábato, Jorge Semprún, Gunther Grass, etc… El autor nos mostrará el poder de la evocación y de las letras como camino y medio para exorcizar nuestros miedos y nuestras angustias. En definitiva el poder transformador y vivificador de la cultura, frente a la barbarie que el autor nos relata. Especialmente rogaría encarecidamente al eventual lector que se deleitase con la parte de la novela que habla de Walter Benjamín.





La novela está amplia y prolijamente documentada, en mi opinión hasta la exageración. Lorenzo Silva en su loable interés por ceñirse al rigor histórico nos “bombardea”, valga el símil bélico, con un ingente “arsenal” de datos y de citas y reseñas bibliográficas. Que, a veces, nos lleva a “perder pie” y distanciarnos del hilo argumental principal del relato.  Estas digresiones, en mi opinión, son claramente excesivas e innecesarias, sobre todo tratándose de una novela. Pero sobre esa cuestión volveré y me extenderé sobre su análisis un poco más adelante, para seguir un cierto orden metodológico.


La prosa de Lorenzo Silva ha ido evolucionando y perfeccionándose con los años, adquiriendo un sello propio. Ese marchamo es la sencillez y la síntesis. Me ha llamado la atención en un par de ocasiones, a lo largo de la novela, que el autor invierte el orden natural del sustantivo-adjetivo. Me explico. Es admisible, sobre todo tratándose de una obra literaria la inversión del orden, poniendo por delante el adjetivo del sustantivo, porque puede producir un interesante efecto estético. Lorenzo Silva nos habla de “la germánica medalla”, que produce un valor más enfático y de mayor enriquecimiento semántico que si dijésemos, en su orden natural “la medalla germánica”. Sin embargo, me ha parecido claramente improcedente la inversión que se produce en la frase “el negro presbítero” refiriéndose a un sacerdote de color. Ese “el negro presbítero” parece darle un matiz, en cierto modo, de perversidad que tal y como  nos cuenta el autor en el relato no ha lugar.



A lo largo de la obra Lorenzo Silva nos demuestra que es un autor con un gran sentido del humor y con una fina ironía, a pesar de tratarse de un tema tan dramático. Un ejemplo de esta ironía, con la que ironiza el propio autor, valga de la redundancia, es “me dijo (Jorge García Vallejo) que entendía que no hubiera escrito su historia. Que había leído un par de libros míos, y que le parecía un escritor demasiado inteligente para pisar ese charco”. Y eso es algo que hay que valorar del autor: que ha arriesgado en esta novela. Lorenzo Silva podía haber seguir con su exitosa serie sobre el sargento Bevilacqua, sin embargo decidió innovar, arriesgar y crecer como autor y como artista.



Al principio de esta reseña, por así decirlo en la declaración de intenciones, hable encomiablemente de la técnica narrativa tan depurada y magistral del autor, pero también hable que, desde el punto de vista del fondo de la novela, no me había acabado de convencer mucho. Voy a intentar explicarme.



En primer lugar me gustaría puntualizar que, en mi opinión, más que una novela, a pesar de ser un relato novelado, niños feroces es, más bien, un ensayo histórico y además muy bien documentado. Las abundantes digresiones que pueblan y abundan en la novela rompen el ritmo narrativo y a mí personalmente no me han gustado. Por otra parte el andamiaje que sustenta el relato me ha parecido pobre y poco creíble. Las situaciones tremendamente forzadas y poco naturales. Por ejemplo todas esas entrevistas con militares españoles en Irak, ese viaje a París, esos videos que le da el profesor, etc… me parecen demasiado metidos con calzador. Los hechos suceden de un modo incoherente, sobre todo en lo que hace referencia al nivel narrativo principal (para entendernos el relato que hace Lázaro el aprendiz de escritor en tiempo presente).



Cuando leía esta novela no he podido sustraerme a la comparación con la novela “Dime quien soy” de Julia Navarro. Esta novela la reseñé, en este mismo blog, en el mes de diciembre del año pasado. Su tramoya argumental es muy parecida y sus similitudes evidentes. En ambos casos los dos protagonistas intentan escribir un libro, pero ese libro se irá escribiendo a partir de una serie de entrevistas. Ya que he sacado a colación este libro diré que, desde un punto de vista literario, sin la menor duda el libro de Lorenzo Silva es muy superior al de Julia Navarro. Pero sin embargo, como novela, como relato, me ha parecido muy superior el de Julia Navarro.



Esto no quita para que reconozca que algunos momentos de “Niños feroces” me hayan llegado a emocionar. Por ejemplo el comienzo de la novela me parece magnífico, apabullante. Sin duda uno de los mejores arranques de novela que he leído últimamente, escrito con una pericia y una técnica logradísima. También me ha emocionado el relato de la batalla de Krasny Bor, así como la caída de Berlín. Ambas escenas muy complejas en su narración. Al final del libro, en boca del joven Lázaro, el autor abre una amplia digresión que, sin duda, es más un ensayo histórico, como comenté un poco más arriba, que una novela. De hecho ese paralelismo final que Lorenzo Silva insinúa con el movimiento del 15 M, en mi opinión, queda fuera de lugar respecto a lo ya narrado con anterioridad. En definitiva la novela termina de un modo que personalmente me ha dejado frío y con esa sensación agridulce de impotencia ante una novela que no me ha dejado plenamente satisfecho. Y es una pena. De todos modos estoy seguro que un artista del talento, del oficio y del dominio la escritura de Lorenzo Silva, sin duda alguna, nos proporcionará gratas sorpresas en sus próximas novelas.


En mi cuaderno de apuntes, han quedado muchas anotaciones y muchos comentarios, que por las exigencias espaciales propias de lo que es  una reseña no me van a permitir extenderme mucho más. Creo que “Niños feroces” es una novela muy interesante, sobre todo para aprender sobre ese período tan oscuro de la historia de Europa y que por desgracia sigue de máxima actualidad en muchos rincones del mundo. Y especialmente recomendable para todos aquellos que alguna vez han sentido la llamada de sentarse ante un folio en blanco.



Dicho todo lo cual y en atención a todo ello, considero que la puntuación más justa y adecuada a la hora de enjuiciar la novela “Niños feroces” de Lorenzo Silva sería de 7,50/10.


© Luis Alberto Cao


lunes, 23 de enero de 2012

Rosa cándida. Auður Ava Ólafsdóttir

Título original: Afleggjarinn.
Autor: Auður Ava Ólafsdóttir
Traducción: Enrique Bernárdez
Editorial: Alfaguara
ISBN: 9788420407913.
Páginas: 271.
Año de esta edición: 2011.




“Es curiosa esa exigencia de que el arte tenga que mostrar la realidad —dice al lado de la ventana—. A mí me parece que ya tenemos suficiente vida cotidiana.”

“La belleza habita en el alma del espectador” (Rosa cándida. Auður Ava Ólafsdóttir).



“Rosa cándida” es la primera novela que se publica en español de la autora islandesa Auður Ava Ólafsdóttir. Ha llegado respaldada por varios premios internacionales de literatura y además ha sido uno de los libros más vendidos en varios países. Tengo que reconocer que esta novela me ha sorprendido. Y me ha sorprendido muy positivamente. Como analizaré más adelante, con todo detalle, es una novela, que a pesar de tocar un tema muy manido, tiene la virtud de darle un enfoque y un aire muy original, entre otras cosas por su manera novedosa de contarlo. Es una novela “diferente”, una novela de “silencios”, de sentimientos latentes, apenas mostrados y que se presta a un análisis minucioso y en profundidad.



Como ya es habitual iniciaré esta reseña con un breve resumen argumental para situar al lector. En este caso voy a citar a la propia autora en un breve y esquemático resumen que hace de su propia obra:


“El joven Arnljótur decide abandonar su casa, a su hermano gemelo autista, a su padre octogenario y los paisajes crepusculares de montañas de lava cubiertas de líquenes. Su madre acaba de tener un accidente y, al borde de la muerte, aún reúne fuerzas para llamarle y darle unos últimos consejos. Un fuerte lazo les une: el invernadero donde ella cultivaba una extraña variedad de rosa: la rosa cándida, de ocho pétalos y sin espinas. Fue allí donde una noche, imprevisiblemente, Arnljótur amó a Anna, una amiga de un amigo. En un país cercano, en un antiguo monasterio, existe una rosaleda legendaria. De camino hacia ese destino, Arnljótur está, sin saberlo, iniciando un viaje en busca de sí mismo, y del amor perdido”.


Creo que las citas que encabezan la presente reseña, sirven perfectamente para aquilatar y resumir, en mi opinión, algunos de los temas fundamentales que subyacen en la novela. Creo que Rosa cándida es una novela con un profundo valor simbólico y, a su vez, repleta de simbolismos. Así como una novela con pretensiones filosóficas. De hecho la novela no es sino un viaje iniciático buscando esa rosaleda mítica que no deja de ser un trasunto del propio sentido de la existencia del protagonista. La autora, para enfatizar más este sentido simbólico no nos da prácticamente ninguna referencia espacial o geográfica de en dónde se encuentra. Lo  importante no es saber a dónde se dirige sino qué es lo que busca. Podíamos intuir que se trata de algún lugar de Finlandia (por una referencia colateral a una camiseta de Anna, escrita en finés), sin embargo en otro lugar insinúa que en ese clima es más adecuado para el desarrollo de las plantas que en Islandia, lo que sugeriría un clima más benigno. En otro lado, por el contrario, habla de la diferencia horario con respecto a Islandia… En resumidas cuentas, vemos cómo la autora deliberadamente quiere darnos esa impresión de que se trata de un lugar mítico y simbólico. Y es bajo esta clave como creo que debemos analizar esta curiosa e interesantísima novela.



Al principio de la novela la autora nos muestra a la familia de Lobbi, apelativo cariñoso de Arnljótur, que ha quedado desestructurada a partir de la muerte de la madre en un accidente de tráfico, dejando al anciano padre, al hermano autista y al protagonista. Esta muerte ha marcado irremisiblemente a Lobbi y le ha desencadenado una profunda crisis personal. A partir de ese momento empezará a tener pensamientos recurrentes sobre la muerte y sobre su cuerpo, probablemente fruto del trauma de la muerte de su madre. En “Rosa cándida” veremos que uno de los personajes principales de la novela es el invernadero. En mi opinión el invernadero no deja de ser otra metáfora. En este caso una clara metáfora de la figura de su madre, creo que Freud estaría muy de acuerdo con mi interpretación. Ese lugar cálido y acogedor que siempre buscaba Lobbi de crío. De hecho y abundando en este sentido, la propia autora nos lo remarca cuando nos narra que su hija precisamente fue concebida en el invernadero.



Me ha gustado especialmente el relato de la muerte de la madre. Una muerte hermosa  y plena de estoicismo perfectamente narrada por la autora. Esa imagen de la madre herida de muerte y atrapada entre un amasijo de hierros tras el accidente preocupándose por los suyos e intentando tranquilizarlos me resultó impresionante. No me resisto a transcribir unas líneas de este hermoso pasaje:



“No conseguimos llegar hasta ella con las tenazas mientras seguía con vida, y pudimos hacer muy poco —dice uno de los de urgencias médicas, que comprende perfectamente que yo quiera saber más—. Pero vimos que estaba hablando por el móvil, lo que realmente resultaba increíble, por la gravedad de sus heridas, pobre mujer, estaba tragando sangre constantemente. No había esperanza alguna, no podría sobrevivir ni siquiera el tiempo suficiente para que la excarcelaran de los restos del coche”.



Creo que otro punto digno de análisis es el determinismo o el fatalismo que subyace en “Rosa cándida”. La autora nos lo explica muy bien en la novela:

“Papá piensa que el mundo se mantiene unido por los números, que éstos son el núcleo central de la creación y que en las fechas pueden leerse la verdad y la belleza más profundas. Lo que yo llamo casualidad u oportunidad, según las circunstancias, es para papá cuestión de complejidad del sistema. Demasiadas casualidades son imposibles, quizá una pero no tres, ni repeticiones aleatorias, como dice él; el cumpleaños de mamá, el día del nacimiento de su nieta y el día del fallecimiento de mamá, todo en la misma fecha del calendario, el siete de agosto”.

Pero no solo eso. Ese determinismo aún resulta más evidente en el tema de la genética del que está salpicada toda la novela. Como, por ejemplo, Flora Sol, la hija de Lobbi y Anna, ha salido a su abuela. Pero es que, aún más, la propia Anna es genetista y Lobbi estudia la genética de las rosas.






“Rosa cándida” es una novela realmente hermosa, es un canto a las cosas pequeñas, a esos detalles que en la vorágine de nuestras vidas quedan tan atenuados que no llegamos a  percibirlos. Es una obra contenida, en la que los sentimientos subyacen y fluyen suavemente. La autora al elegir la voz del narrador en la persona del protagonista dota la novela de esa subjetividad que cumple, sobradamente, sus fines expresivos. Me ha resultado muy interesante como la autora bucean en la psicología del hombre y en su manera de pensar y sentir. Y cómo afronta el hecho de la paternidad. Auður Ava Ólafsdóttir ha huido de todos los tópicos, que la novela se podía prestar mucho a ello, para crearnos un personaje creíble y coherente. Un personaje con sus miedos y sus dudas, con sus anhelos y sus deseos. Sin embargo y a pesar de todo esto, a mí personalmente me ha resultado mucho más interesante el personaje de Anna. Un personaje con un gran calado y que con toda seguridad tiene “alma” para escribir otra novela sobre ella. También me gustaría reseñar  y destacar el personaje de Flora Sol, la niña, trazada con tanta delicadeza y tanto amor que resulta encantadora. Con toda la dificultad que tiene la creación de este personaje, con el ejercicio de autocontrol al que tiene que someterse la escritora para evitar que se le vaya de las manos y degenere en un ser tópico y pierda credibilidad.

Reconozco que al principio resulta un poco complicado entrar en la novela, y ese es un defecto que no puedo pasar por alto a la hora de analizarla. Para que el lector se haga una idea, en la novela al personaje de Arnljótur  se le nombra con hasta tres apelativos distintos: Lobbi, Addi y Dhabi (son apelativos cariñosos). Por lo que resulta complicado situarse y  a esto añádase la dificultad que supone para un lector hispano parlante unos nombres tan complicados, como pueden ser, para nosotros, los islandeses. Por otra parte, la novela está dispuesta en capítulos breves, algunos realmente brevísimos. De algún modo esta sintaxis narrativa nos da un efecto de premura. Pero a mí personalmente la impresión que me ha dado, insisto que es mi opinión, es de improvisación en algunas partes de la novela. Creo que esta novela tiene fases en que está bastante improvisada y se echa de menos una mayor reflexión, revisión y, en definitiva, maduración por parte de la autora. Y la verdad es que lo siento mucho porque la novela, en líneas generales, es muy buena, pero me queda ese sabor un poco agridulce de que podía haber sido mucho mejor aún.


Me gustaría hacer una mención especial a la figura del padre Thomas, el prior del monasterio en donde trabaja Lobbi. Me ha gustado ese cariz que le da la autora pintándole como un cinéfilo empedernido y que, a través de las películas, es como ha aprendido a mirar el mundo y a comprender a las gentes y sus pasiones, desde esa atalaya apartada del  mundanal ruido que son los gruesos muros del monasterio. Es lo que Lobbi no consigue entender: “No logro entender el motivo por el que esos monjes están siempre felices y contentos  se echan a reír con tanta facilidad, a pesar de su abstención de las pasiones corporales”.


El auténtico giro narrativo en el relato vendrá cuando Anna le pida que se quede cuidando de su hija durante al menos tres o cuatro semanas porque tiene que preparar su tesina y que le llevará a la niña hasta allí. Aquí se producirá un punto de inflexión en la vida, y en el modo de entenderla para Lobbi. Llegado a este punto es cuando él encontrará el sentido a su vida, encontrará su propia rosa cándida. La novela terminará con un final abierto. Aunque a mí, personalmente, no me gustan y menos en este caso. No voy a entrar a profundizar mucho más para no “reventar” la novela al eventual lector. Pero creo no me resisto a citar las últimas líneas de la novela, que en mi opinión, cierran el círculo simbólico que es toda la novela:

“— ¿Cómo se llamaba esa rosa tuya, la que trajiste al jardín?
—Rosa de ocho pétalos.
—Eso, rosa de ocho pétalos, es verdad, eso creía recordar. La próxima vez que pases por la iglesia tendrías que echar un vistazo a la rosa de la vidriera al lado del altar, también tiene ocho pétalos unidos en la corola”.

Siento no poder extenderme mucho más en esta novela que daría tanto juego para un análisis mucho más exhaustivo. Para terminar y a modo de resumen me gustaría precisar que “Rosa cándida” me ha parecido una novela muy original y que aporta algo nuevo a este mundo de la literatura. Creo que es una novela en la que hay que adentrarse sin prejuicios ni ideas preconcebidas y simplemente dejarse arrastrar y llevar por su sensibilidad y su exquisitez. En algunos momentos roza un nivel francamente notable, aunque en algunos otros aprecio una improvisación que no me ha gustado nada, así como ese final abierto que deja tantos interrogantes y tantas dudas al lector. Creo que Auður Ava Ólafsdóttir, es una escritora interesante a la que merecerá la pena seguir (parece ser que tiene publicadas en su país dos novelas anteriores). También quisiera añadir que me ha parecido muy interesante porque he aprendido mucho de Islandia y sobre todo de la cultura gastronómica de ese país. Por cierto, no quiero dejar pasar la ocasión para felicitar a la editorial Alfaguara, por su apuesta por esta novela, así como por la cuidada edición de la novela (la traducción me ha parecido muy buena), a excepción del error de no acentuar la palabra cándida en la portada, y por su hermosa y original portada.



Dicho todo lo cual y teniendo en consideración todo ello, creo que en conciencia la puntuación más ajustada para valorar “Rosa cándida” de la escritora islandesa Auður Ava Ólafsdóttir sería de un 7,75/10.


© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar la reseña os dejo unas imágenes de Islandia que son maravillosas).



jueves, 19 de enero de 2012

El cuaderno de Maya. Isabel Allende.

Título: El cuaderno de Maya.
Autor: Isabel Allende
Editorial: Random House Mondadori
ISBN: 9788401352072.
Páginas: 443.
Año de publicación: 2011.




“Por la misma apertura que entra el amor se cuela el miedo. Lo que te quiero decir es que si eres capaz de amar mucho, también vas a sufrir mucho” (El cuaderno de Maya. Isabel Allende”.



Tras la lectura atenta  y reposada de la novela “El cuaderno de Maya” de la escritora chilena, si bien nacida en Lima (Perú), me dispongo a escribir esta reseña sobre su última novela. En primer lugar me gustaría señalar que me sentido muy decepcionado por esta novela, para mí, sin lugar a dudas, la más floja de todas las que he leído de la autora (y he leído bastantes). Una auténtico fracaso, un paso atrás en la carrera de Isabel Allende, sobre todo teniendo en cuenta su más que aceptable trayectoria artística. No podemos olvidar que debutó en la literatura, escribiendo una de las mejores novelas de la literatura hispanoamericana del siglo pasado, “La casa de los espíritus”  por cierto muy emparentada con otra de las grandes novelas de la literatura “Cien años de soledad”. A lo largo de esta reseña me gustaría analizar, siquiera brevemente, las múltiples similitudes estilísticas  formales que unen a Isabel Allende con el gran escritor colombiano Gabriel García Márquez.



Como es habitual empezaré, para situar al eventual lector de esta reseña, con una breve sinopsis argumental de esta novela, para lo cual voy a citar a la propia autora, que el comienzo del libro nos hace un breve resumen:


“Soy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, nacida en Berkeley, California, pasaporte estadounidense, temporalmente refugiada en una isla al sur del mundo. Me pusieron Maya porque a mi Nini le atrae la India y a mis padres no se les ocurrió otro nombre, aunque tuvieron nueve meses para pensarlo. En hindi, maya significa “hechizo, ilusión, sueño”, nada que ver con mi carácter. Atila me calzaría mejor, porque donde pongo el pie no sale más pasto.


Mi historia comienza en Chile con mi abuela, mi Nini, mucho antes de que yo naciera, porque si ella no hubiera emigrado, no se habría enamorado de mi Popo ni se habría instalado en California, mi padre no habría conocido a mi madre y yo no sería yo, sino una joven chilena muy diferente”.



“El cuaderno de Maya” es una novela narrada en primera persona por la propia Maya. Dado el carácter de narradora que la autora le confiere a este personaje resulta evidente que ella es la protagonista absoluta de la novela. La narración, utilizando el recurso narrativo tan manido del diario, servirá para articular el relato en dos planos temporales diferentes. Por una parte en el tiempo presente, cuando Maya se autoexilia a la isla de Chiloé en Chile, huyendo de la justicia y de sus perseguidores, temiendo incluso por su propia vida y en el otro plano el relato de cómo fue degenerándose, de un modo inexorable, hasta caer en el infierno de las drogas y la delincuencia. Esta novela, que en mi opinión no aporta nada nuevo a su carrera y como apuntaba antes, es un claro y lamentable retroceso en su carrera. En “El cuaderno de Maya”  nos volveremos a encontrar con sus habituales temas “fetiche”: la figura de la mujer fuerte que se echa a la familia a los hombros, en este caso la Nini, el recuerdo de las atrocidades cometidas por la dictadura chilena, el amor como hilo conductor y redentor, en muchos casos, del devenir de sus personajes, ese toque onírico-fantástico tan propio del realismo mágico… (un poco más adelante cuando hablemos de sus similitudes con García Márquez, lo comentaremos con un poco  más de detalle).



El relato de la historia de amor de Maya con Daniel, por poner algún ejemplo, me ha resultado tremendamente empalagoso y almibarado. Narrado de un modo simplista y estereotipado que, francamente, resulta muy poco verosímil. Creo, además, que esa narración es impropia de una escritora de su oficio y de su experiencia. Me parece increíble que una mujer como Maya, con tantas vivencias a sus espaldas se enamore como una colegiala pre-adolescente de ese modo, más propio de alguna ínfima e infumable telenovela que de una novela con ciertas pretensiones literarias.



Por otra parte, no he encontrado casi nunca la coherencia interna que debe haber en la superposición de esos dos relatos paralelos que nos propone la autora. Por eso comentaba que tengo la impresión de que esta novela ha sido escrita, por decirlo de algún modo, de una manera poco reflexiva y precipitada y bastante inconexa. Echo de menos ese nexo interno que aporte esa coherencia a la hora de narrar el relato. Sé que obviamente se puede decir que es fruto de la subjetividad del relato de la protagonista, pero honestamente no creo que pueda considerarse una excusa para no haber trabado mejor ambos relatos.







Otro de los puntos que, creo yo, hacen de ésta una novela fallida es que la caracterización de la protagonista resulta poco creíble. Me explico. Maya no se mueve dentro de los parámetros propios de una chica de hoy en día, en mi opinión es una caricatura tópica y manida de lo que es la juventud (de lo que la autora cree que es la juventud). Diría que es la supuesta visión de una chica de 19 años a través de los ojos de Isabel Allende, que tiene casi 50 años más.  Sin embargo donde sí que los personajes cobran vida e interés es en las personas mayores que pueblan la novela. La Nini, la abuela, está muy bien dibujada de hecho esa figura de la mujer de carácter, de la matriarca es habitual y recurrente en sus novelas. Hermosa la figura del Popo, el segundo marido de la abuela, plena de bondad y grandeza de espíritu (especialmente me gustaría señalar la escena de la bicicleta). Pero sobre todo creo que el personaje más conseguido de toda la novela es la figura de Manuel Arias. Allí es dónde podemos ver, a retazos, la fuerza y el talento de Isabel Allende. Manuel Arias es un viejo enfermo que se ha refugiado en sus estudios y que, prácticamente, rehuye del contacto con lo seres humanos y que ayudando a Maya estará también ayudándose a sí mismo.


Sin embargo el tono general de la novela es bastante flojo. De hecho la escena final me resulta descabellada y absurda, no voy a comentar nada más para no reventar la novela a las personas que no la hayan leído. Pero la aparición “deus ex machina” del Popo me resulta totalmente fuera de lugar, sobre todo si tenemos en consideración que estamos hablando de una novela realista. También en el final hay un toque de efecto, más propio de un culebrón venezolano en la figura de Manuel Arias y su relación con Maya (hasta ahí puedo contar). En esta novela como en la mayoría de las obras de Isabel Allende, vemos que hay un cierto toque de realismo mágico. En concreto veremos cómo en los momentos claves de esta novela aparecerá un fantasma, cuyas intervenciones serán determinantes. Al citar este realismo mágico no puedo menos que pensar en Gabriel García Márquez que supongo que ha debido y debe ser una referencia literaria de primer orden en la carrera de Isabel Allende. Personalmente noto muchas similitudes entre ambos. De hecho sus dos novelas más famosas, “La casa de los espíritus” de la autora chilena y “Cien años de soledad” del colombiano, tienen para mí muchísimas similitudes. Aunque debo reconocer que a pesar de tratarse de dos buenas novelas la del premio Nobel es abrumadoramente mejor. Siento no poder extenderme mucho sobre estas similitudes pero, sin duda alguna, darían pie para escribir un artículo.


Pero obviamente, no va a ser todo negativo, ni mucho menos. Ha habido también muchas cosas que me han parecido muy interesantes. En primer lugar destacaré la valentía de Isabel Allende a la hora de escribir esta novela. Sí, la valentía porque se ha arriesgado a escribir un tipo de novela, a la que no está acostumbrada y pisar un terreno que para ella podía ser “pantanoso”. Empezando porque es su primera novela ambientada en época rigurosamente actual. Y me parece éste un gesto encomiable, puesto que podía haberse encasillado en un tipo de novela que domina a la perfección y sin embargo ha tenido el valor de innovar. Lamentablemente ha fracasado, en mi opinión, pero es de agradecer su intento. Otros autores, véase el caso de Carlos Ruiz Zafón, han encontrado un filón, un tipo de literatura que les ha dado fama y reconocimiento y no se salen de ese tipo de novela (véase mi reseña sobre “el prisionero del cielo”).



Me ha gustado especialmente del modo tan descarnado y patético como narra la escena de la violación con el camionero. Desde un punto de vista técnico es una narración muy bien trazada y que sabe atrapar al lector. Del mismo modo toda la evocación de las atrocidades de la dictadura chilena está admirablemente escrita. Se nota que ese es un terreno en el que Isabel Allende se siente cómoda, tal vez porque ha debido sufrir, casi en primera persona, sus terribles consecuencias.



Es evidente en esta novela, por su temática, su contenido social y aleccionador. La autora nos muestra que la falta de atención de los padres hacia sus hijos suelen traer malas consecuencias. Como en todas sus novelas veremos la importancia del amor, como decía algo más arriba, y como ese pilar, junto con la familia son dos de los puntos de apoyo sobre los que debemos cimentar la felicidad. También como en casi todas sus novelas, por no decir en todas, termina en un happyend, que se ha convertido ya en un signo distintivo de la autora. A mí personalmente me resulta un poco chirriante que todos los buenos siempre terminan felices y comiendo perdices, haciéndonos creer que en la vida todo sale bien a los buenos… y por desgracia, a veces no suele ser así.


En lo que respecta a su prosa, digamos que es funcional. Sin grandes alardes. El planteamiento de la autobiografía de Maya sirve para dar pie a esa prosa tan simple y desprovista de cualquier pretensión artística. En una entrevista Isabel Allende decía que había escrito este libro para que los jóvenes leyeran y cogieran hábito por la lectura, lo cual es muy loable. Pero lo que no es tan loable es que cometa errores ortográficos graves. He detectado algunos pero quisiera, especialmente hacer referencia a uno. Al principio de su llegada a Chile aparece por allí un perro vagabundo que se le acerca. Pero mejor voy a transcribir la escena en boca de la autora:


“…me despedí del perro, pero él tenía otros planes: se sentó a mis pies barriendo el suelo con la cola y sonriendo como una hiena; me había hecho el favor de distinguirme con su atención y ahora yo era su afortunado humano. Cambié de táctica. «Shoo!Shoo! Fucking dog», le grité en inglés. No se movió, mientras el primo observaba la escena con lástima. «No se preocupe, señorita, podemos llevar a su Fákin (sic!!!!!)», dijo al fin. Y de ese modo aquel animal ceniciento adquirió su nuevo nombre…”



Me parece que hace un flaco favor a la juventud a la que quiere animar e instruir con la lectura mantener durante toda la novela el “Fákin” (sic), acentuado en la “a”. Ignoro porque insiste en esa falta de ortografía a conciencia. Otro tanto sucede cuando escribe “espánglis” (sic) también acentuado en la “a”. Por otra parte todo el texto está trufado de expresiones chilenas, cosa que personalmente a mí no me parece mal. Sirve para enriquecer la novela con otras maneras de hablar el castellano.




Para no alargarme mucho más en la presente reseña he dejado para el final el comentario de lo que más me ha gustado de toda la novela. Me han encantado todas esas mitologías y todas esas leyendas Chilota: hadas, brujos, maleficios. Conoceremos al Millalobo, ser de la mitología chilota, mitad hombre y mitad lobo de mar, cubierto de una pelambre dorada, que puede secuestrar a la gente en alta mar. Me ha parecido desde un punto antropológico y cultural interesantísimo, ese maridaje entre la cultura autóctona de chile y la cultura española todo ello salpimentado por la religión católica. En  esta parte mágica-fantástica es donde la autora se siente más a gusto y probablemente sean éstas las mejores páginas de toda la novela.


En resumen, la novela me ha decepcionado. Un texto que está muy lejos del nivel habitual de Isabel Allende, de una autora reconocida internacionalmente y que ha vendido en el mundo varias decenas de millones de libros traducidos a infinidad de idiomas. Espero que vuelva a recuperar su pulso narrativo porque, en mi opinión y considerando sus anteriores obras, “El cuaderno de Maya” es un libro fallido. Eso no quita que sea un libro a ratos entretenido y de una lectura amena, pero personalmente pienso que a una autora de su prestigio habría que pedirle algo más.


Dicho todo lo cual, creo, honestamente, que la puntuación que haría más justicia a “El cuaderno de Maya” de Isabel Allende sería de un 5,50/10.


© Luis Alberto Cao

domingo, 15 de enero de 2012

La devoción del sospechoso X. Keigo Higashino

Título original: Yôgisha X no kenshin.
Traducción: Francisco Barberán.
Autor: Keigo Higashino.
Editorial: Ediciones B.
ISBN:  978-84-666-4736-6.
Año de edición: 2011.
Páginas: 325.



“Quiero que la gente lea mis libros para comprender como piensan, aman y odian los japoneses. Keigo Higashino" (en una entrevista al Wall Street Journal)



“La devoción del sospechoso X” del japonés Keigo Higashino es su primera novela traducida al español y viene precedida de un éxito sin precedentes en su país natal, donde vendió más de 2.000.000 de ejemplares de esta novela, además de cosechar innumerables premios y reconocimientos (el Edogawa Rampo a la mejor novela negra, el Mystery Writers of Japan, el Inc. Prize a la mejor novela negra, el Honkaku Mystery y el Naoki 2006 a la mejor novela por “La devoción del sospechoso X” ) y que, incluso, fue adaptada al cine. Tras su lectura no puedo sino decir que nos encontramos ante una magnífica novela negra, que en algunos momentos, y en mi opinión, roza la perfección, como más adelante iré comentando en la reseña de esta importantísima e interesantísima novela. Pero, como iremos viendo a lo largo de este comentario, no estamos hablando de una de las típicas novelas negras al uso. En absoluto. Keigo Higashino va a dar una nueva vuelta de tuerca al género, abandonando los típicos presupuestos habituales de las novelas del género, porque desde el primer momento vamos a saber quién ha cometido el crimen y porqué, resolviendo el misterio desde el primer momento. Y es precisamente ahí donde radica la importancia y la genialidad de este autor (por cierto, ardo en deseos de que sea traducida alguna otra novela de este autor).



Como es habitual, para contextualizar esta reseña y situar al eventual lector, vamos a empezar por pergeñar, a grandes trazos, la sinopsis argumental de “La devoción del sospechoso X”. Para lo cual voy a transcribir el resumen que el propio Higashino hace al comienzo de la novela:



“Yasuko Hanaoka, madre soltera y divorciada, pensaba que por fin se había librado de su ex marido. Pero cuando éste aparece un día ante su puerta, en un complejo de apartamentos en Tokio, la escena se complica y el ex marido acaba muerto en su casa. Madre e hija lo han estrangulado.

De pronto, Ishigami, el enigmático vecino de la puerta de al lado, se ofrece a ayudarles a deshacerse del cadáver y buscar la coartada perfecta. Yasuko, desesperada, acepta de inmediato.

Cuando el cuerpo finalmente aparece y es identificado, Yasuko se convierte en sospechosa. Sin embargo, el detective Kusanagi, aunque no encuentra fisuras en la coartada de Yasuko, sabe que hay algo extraño. Así que decide consultar al doctor Yukawa, un físico de la Universidad de Tokio que suele colaborar con la policía. Éste, conocido como el Profesor Galileo, estudió en el pasado con Ishigami, el enigmático vecino de la sospechosa. Al reencontrarlo de nuevo, el Profesor Galileo intuye que Ishigami tiene algo que ver con el asesinato… Y lo que aflora da un giro inolvidable a esta fascinante historia”.


Debo reconocer que al terminar la lectura de la novela estaba en estado de shock, por la excepcional novela que acababa de leer y me quedé prácticamente sin palabras ante la belleza y la perfección de la novela. Por eso dejé transcurrir un poco tiempo para hacer una segunda lectura y poner mis ideas en claro antes de sentarme a escribir esta reseña. Como decía un poco más arriba creo que es una novela redonda, de principio a fin, y que, honestamente y en mi opinión, roza la perfección. La novela es una hermosa maquinaria de relojería en la que todos los engranajes van encajando admirablemente, sin estridencias, sin chirridos, como, por otra parte, es propio de toda la literatura japonesa. Ya desde su planteamiento inicial resulta interesante. El lector sabe desde el primer momento quién y cómo se cometió el crimen e Higashino es honesto con el lector evitando despistarle o guardarse un as en la manga. El quid de la trama y la resolución de la novela nos lo explica el propio el profesor Manabo Yukawa en un interesantísimo diálogo que mantiene con Ishigami, haciendo un paralelismo entre la investigación con los problemas que éste último pone en los exámenes a sus alumnos:



“Kusanagi me contó algo interesante el otro día. Algo sobre tu forma de elaborar los problemas que pones en los exámenes. Me dijo que te aprovechas de los ángulos muertos que generan las ideas preconcebidas. Que, por ejemplo, simulas que has puesto un problema de geometría, cuando realmente es de funciones. Al oírlo pensé: «¡Claro!» Ese tipo de problemas resulta muy útil para abrirles los ojos a los alumnos que no comprenden la esencia de las matemáticas y se limitan a resolver los problemas siguiendo el manual al pie de la letra. Como a primera vista les parece un problema de geometría, se vuelcan en intentar resolverlo por esa vía. Pero nunca lo consiguen. Simplemente ven cómo el tiempo se les esfuma. Es malintencionado. Pero hay que reconocer que, como sistema para comprobar la verdadera capacidad del alumno, resulta muy efectivo”.



Y otra de las claves de la novela, nos la sugiere el mismo profesor Yukawa, cuando nos dice: “La última vez que vi a Ishigami, me planteó un famoso problema matemático. Se trata de la cuestión de las complejidades P?NP. Consiste en averiguar qué es más sencillo: hallar por ti mismo la respuesta a un problema o comprobar si es correcta la que ha hallado otro”. Y bajo estas premisas citadas más arriba se moverá la resolución del crimen.







Al analizar con detalle la novela resulta muy interesante comprobar que el autor ha elegido que la voz narradora se exprese en tiempo verbal pretérito. Y esa decisión resulta fundamental a la hora de narrar esta novela. Si cambiásemos el tiempo verbal no produciría la misma sensación que nos deja el relato. Ya por este simple detalle resulta obvio que el autor es un gran conocedor del oficio de la escritura.



“La devoción del sospechoso X” es una novela japonesa y eso ya, como he comentado en otras reseñas de novelas niponas, marca algunas características propias de aquella literatura. Como en todas ellas veremos que el “tempo” en el que se desarrolla es lento, que va fluyendo sin prisas. No vamos a encontrar grandes golpes de efecto, ni grandes sorpresas, por el contrario la acción se va a desarrollar de un modo coherente y pausado. También veremos ese profundo análisis psicológico de los personajes, esa introspección en el cobra tanta importancia la vida interior de los personajes, aunque aparentemente no está sucediendo nada. He quedado fascinado por cómo el autor ha sabido dar vida y caracterizar a los personajes. Me gustaría mencionar y destacar, especialmente, al personaje de Ishigami. Como se apunta en la reseña de la novela, Ishigami es el vecino de Yasuko y es profesor de matemáticas en un Instituto. Desde el primer momento el autor nos lo pinta como un personaje raro y huraño. De hecho, me llamó la atención que el autor, en prácticamente ningún momento nos da su nombre (excepto cuando al consultar la orla universitario de manos de su compañero el profesor Yukawa, nos enteramos que su nombre completo es Tetsuya Ishigami), destacándonos de este modo tan elegante ese perfil huidizo y misántropo del personaje. Precisamente la novela es un ejercicio de elegancia y belleza. Al principio de la novela están jugando al ajedrez el detective Kusanagi y su amigo el profesor Yukawa. Y hablan que en el ajedrez es tan importante la belleza como la lógica, como sucede en las matemáticas. La demostración de un teorema es muy importante, pero tanto como ello puede ser que la demostración sea hermosa y elegante. De hecho, el autor nos dice textualmente: “Paul Erdos era un matemático húngaro famoso por haber viajado por el mundo llevando a cabo investigaciones conjuntas con matemáticos de todas partes. Estaba convencido de que todo buen teorema tenía siempre su demostración clara y sencilla, una demostración provista de belleza natural”. E Ishigami es todo un enamorado de las matemáticas, su vida, su pasión y su gran amor son las matemáticas y la belleza formal.



El resto de los personajes están perfectamente dibujados, porque el autor nos ayuda a introducirnos en su modo de pensar y de ver el mundo. Nos da muchísima información sobre su psicología y su forma de ser, propio de una novela tan introspectiva como ésta. Reconozco que para nosotros uno de los grandes inconvenientes es la dificultad que tenemos para los nombres japoneses. He tenido que hacerme una relación de los personajes principales, afortunadamente no son muchos, para no perderme en ese marasmo de nombres. Al final de esta reseña voy a añadir, someramente eso sí, una pequeña relación de los personajes más importantes, una especie de “dramatis personae” para que pueda servir de cuaderno de bitácora a los  lectores de esta novela.



La novela resulta, por su planteamiento, muy interesante, yo diría aún más, incluso adictiva, de hecho la primera lectura la leí de un tirón en un día. Como comentaba arriba es una historia alejada de la novela negra que se hace en occidente, especialmente en los Estados Unidos y país nórdicos. En estas novelas el autor suele reservarse sorpresas y tender trampas al lector, sin embargo Higashino no nos tiende trampas, simplemente nos enseña a ver ese  “ángulo muerto” de la historia. “La devoción del sospechoso X” como comenté más arriba es una novela redonda que no deja flecos ni cabos sueltos. Veremos que todas las piezas y todas las preguntas que nos puedan surgir quedan aclaradas.



A parte de la propia trama de la investigación el autor nos da algunas pinceladas sobre la marginación, la pobreza y los estragos de la crisis económica en las capas más desfavorecidas de la sociedad nipona, y ahí está la carga de profundidad de la denuncia social que el autor nos plantea. De hecho la novela empieza con Ishigami que está paseando por los márgenes del río y contemplando ese poblado chabolista de pobres gentes desfavorecidas de la sociedad. Y, como decía antes, al tratarse de una novela tan redonda y perfecta, esto que sucede al principio será vital al final de la novela (y hasta ahí puedo decir, para no destripar la novela).



Al igual que la mayoría de las novelas de la literatura japonesa,  es una novela con un romanticismo desbordante, que sobre todo en la parte final de la novela, reconozco que me llegó a emocionar. Un final poético y contenido, un final en “pianissimo” desbordando las emociones. Tengo que reconocer que uno de los finales más hermosos que he leído últimamente. Voy a transcribir algunas frases que el autor nos deja en la parte final de la novela, que dan idea de todo ese romanticismo que evoca:



“Hasta ahora, nunca había recibido un afecto tan profundo por parte de nadie. Es más, ni siquiera imaginaba que en este mundo pudiera existir algo parecido. Pero existía… se ocultaba una capacidad de amar infinita, inimaginable para el común de los mortales”



Otro de los puntos fuertes de la novela es el “desafío”, por así decirlo que libran los dos profesores Ishigami y Yukawa, por la resolución y esclarecimiento del asesinato, pero desde la amistad y la admiración que ambos se tienen. Mostrándonos ese proverbial sentido de la amistad y del deber tan propio del pueblo japonés. Volveremos a ver la crítica del autor, en la que casi todos los autores japoneses coinciden, a la soledad, a la incomunicación y al individualismo que azota a aquella sociedad post-industrial, tan tecnificada. Que de algún modo está socavando su propia idiosincrasia.


Ya para ir terminando me gustaría resaltar la magnífica traducción de la novela, en la que no he encontrado ninguna frase o expresión que chirriase. Además me ha parecido que la prosa del autor se adapta y se ciñe perfectamente al argumento. De hecho es una novela claramente discursiva en la que deja poco a lugar a las descripciones.


Antes de terminar esta reseña y como prometí un poco más arriba voy a dejar un pequeño cuaderno de bitácora de los personajes más importantes que aparecen en la novela:

-    Ishigami: Profesor de matemáticas y vecino de Yasuko.
-    Yasuko Hanaoka: Ex mujer del asesinado Sinjhi Togashi.
-    Misado: Hija adolescente de Yasuko.
-    Sinjhi Togashi: Ex marido de Yasuko y victima del asesinato.
-    Manabo Yukawa: Profesor de Física y amigo de Ishigami y Kusangi.
-    Kusangi: Detective encargado de este crimen.
-    Kishitami: Compañero en la investigación de Kusangi.
-    Mariya: Jefe de los detectives.
-    Kuniaki Kudo: Cliente del bar donde trabajaba Yasuko y amigo suyo.



En resumen, y para terminar, “La devoción del sospechoso X” de Keigo Higashino me parece una novela soberbia, muy recomendable. Novela que roza la perfección por momentos y que con una técnica narrativa impresionante logra recrear una novela redonda, que además está espléndidamente rematada. Creo que en Japón se han publicado más novelas de este autor, y no sé cómo serán, en cualquier caso en esta reseña únicamente estoy valorando esta novela. Dicho todo lo cual y atendiendo a las virtudes de esta novela, creo que la nota más ajustada y que haría más justicia a esta obra es de 9,00/10.


© Luis Alberto Cao




miércoles, 11 de enero de 2012

El imperio eres tú. Javier Moro


Título original: El imperio eres tú.
Autor: Javier Moro.
Editorial: Planeta
ISBN: 9788408104827
Páginas: 460.
Año de publicación: 2011.



“Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre” (Romain Rolland)


“El imperio eres tú” de Javier Moro es la primera novela que leo de este autor y después de su atenta lectura me dispongo a escribir esta reseña. Precisamente el hecho de no conocer al autor, de no haber leído ninguna novela suya anterior, me ha servido de mucha ayuda para no tener una idea preconcebida sobre él y su obra y leerla con “ojos limpios”. No puedo asegurar que esta novela haya sido la mejor de todas las que se han presentado en esta edición de los premios planetas, correspondiente al año 2011, porque para tal aseveración debería haber leído todas las presentadas, cosa que obviamente no ha ocurrido. Pero lo que sí que puedo afirmar es que esta magnífica novela es una digna ganadora de este prestigioso premio literario en lengua castellana y, en mi opinión una de las mejores novelas que han obtenido este galardón en los últimos años. Como analizaremos a continuación y con más detalle, “el imperio eres tú” es una  gran novela con muchos aspectos muy meritorios, y que además resulta muy instructiva y entretenida. Es una novela que se lee con avidez y que desde el primer momento engancha al lector.


Como es habitual empezaremos esta reseña con un breve y somero resumen argumental, para centrar un poco al eventual lector de estas líneas. He decidido transcribir el texto que viene en la contraportada del propio libro como resumen:


“Convertido en emperador de Brasil a los veintitrés años, Pedro I marcó con su huella la historia de dos continentes. Desmedido y contradictorio, las mujeres fueron su salvación y su perdición: mientras su esposa, la virtuosa Leopoldina de Austria, lo llevó a la cumbre, su amante, la ardiente Domitila de Castro, lo arrastró a la decadencia. Cuando el inmenso Brasil se le hizo pequeño y el poder dejó de interesarle, puso su vida en juego por aquello que creía justo. Y alcanzó la gloria.

Con la belleza exuberante del trópico como telón de fondo, Javier Moro narra con pasión por el detalle la prodigiosa epopeya del nacimiento del mayor país de Sudamérica”.


Aunque aparentemente nos encontramos ante una novela de tipo histórico y por cierto, muy bien documentada, veremos que, ante todo, es una novela de análisis sobre la vida pública y privada del emperador del Brasil Pedro I, así como de las personas que le rodearon en su vida. “El imperio eres tú”, no es sólo un libro de historia es un paso más allá. Javier Moro no se conforma con narrarnos las vicisitudes vitales de los personajes sino que ahonda en su psicología y en su “interior”. El propio autor nos los explica perfectamente en el epílogo de la novela.


“Los acontecimientos aquí narrados han existido realmente. Los personajes, las situaciones y el marco histórico son reales, y su reflejo fruto de una investigación
exhaustiva. He dramatizado escenas y recreado diálogos sobre la base de mi propia interpretación para contar desde dentro lo que los historiadores han contado desde
fuera”.


Y ese es, precisamente, el gran mérito de esta novela. Me ha gustado mucho la gran penetración psicológica que hace Javier Moro y ese estudio de caracteres tan logrado. El dibujo del personaje de Pedro I, es sencillamente maravilloso en su profundidad. Vemos como el autor ha sabido encarnar y dar vida el personaje y veremos como con el  paso de los años este personaje irá creciendo y madurando. Con el narrador omnisciente en tercera persona, el autor nos va a ir dando pinceladas sobre la historia y los hechos que suceden, y sucederán, dándonos una amplia perspectiva de la historia que nos está contando. Conoceremos como el Pedro I de la novela a pesar de sus flaquezas y sus contradicciones luchará por no traicionar sus principios, siendo consciente del deber de un rey para con su nación.


Pero además esta novela no es sólo una novela de un protagonista. El resto de los personajes están perfilados con una maestría sorprendente. El personaje de Leopoldina, su mujer, del que reconozco que me he quedado enamorado, está tratado con una belleza y con una veracidad realmente impresionante. Veremos como el autor nos transmite esa bondad y esa belleza interior del personaje y cómo nos muestra hasta que punto estaba enamorada de su marido. Lo mismo podríamos decir del personaje de la exuberante y codiciosa Domitila de Castro, su antagonista. Pero Javier Moro no sólo se conforma con dar vida a estos personajes principales sino que puebla la novela de decenas de figuras primorosamente dibujadas: como los padres de Pedro I, ambos tan distintos, su hermanos Miguel…


No podemos olvidar que otro de los grandes protagonistas de la novela es Brasil y el pueblo brasileño. La descripción de los paisajes y las gentes de aquellas tierras es muy correcta y en algunos momentos brilla especialmente por la lírica de su prosa. Tal vez no tanto en su forma, pero indudablemente sí en su fondo y en su capacidad evocadora. Cuando leía el libro, me sentí tan metido en él, que casi me parecía ver aquellas tierras y sentir ese calor pegajoso al que Leopoldina, su primera mujer, le costó tantísimo acostumbrarse, dado que era austriaca y no estaba acostumbrada a ese clima tropical.





Formalmente la novela está estructurada en 9 partes, que mantienen una coherencia entre ellas, ya que van, por así decirlo punteando momentos importantes en la vida de Pedro I y, finalmente, un epílogo que es la parte más histórica puesto que el autor, desapasionadamente, nos da los fríos datos históricos de qué fue de los personajes de esta novela. Precisamente al comparar y enfrentar este epílogo con el resto de la novela, vemos con toda claridad a qué me refería cuando hablaba un poco más arriba, que no es únicamente una novela histórica.


La vida de Pedro I estuvo marcada entre el desgarro entre su deber y lo que quisiera hacer como hombre (y que hacía con mucha frecuencia), voy a transcribir un fragmento en el que el propio Pedro I nos da una idea de este desgarro interior que le atormenta:


“Esta vez estaba decidido a seguir el dictado del corazón hasta sus últimas consecuencias. Ahora estaba sólo en la cúspide del poder, su padre estaba lejos y su madre no podría conspirar contra su felicidad como lo había hecho obligándole a sacrificar su amor por Noémie. Ahora no existía autoridad en el mundo capaz de someterle al mismo chantaje. Nunca más se enfrentaría al dilema de tener que escoger entre ser príncipe o ser hombre. Había encontrado la felicidad y esta vez no dejaría que nadie ser la arrebatara”.


A juzgar por “el imperio eres tú” Javier Moro es un gran escritor. Un escritor de talento y oficio. Como lo demuestra en esta obra, un amplio y ambicioso fresco histórico que cubre prácticamente toda la existencia del emperador del Brasil, que requiere una gran base técnica para narrarla con tanto virtuosismo. Vemos cómo el autor sabiamente va dosificando la acción y cómo nos va lanzando cebos para prender nuestro interés y nuestra atención. Porque en el trasfondo histórico de la novela, subyace una historia de amor y pasión. De una pasión ciega que irá dejando mucho dolor a las personas que le rodean y  principalmente al propio emperador. Sin embargo, como los grandes héroes épicos el protagonista tendrá la oportunidad, al final de su vida, de redimirse de todos sus “pecados”.


Por eso creo que no debemos perder la perspectiva que estamos ante una novela de amor y de pasión. Sin embargo no estamos hablando de una novela “rosa”, como comenté en mi última reseña a la novela “En el país de la nube blanca” de Sarh Lara, si no en un profundo análisis de las relaciones humanas. Bajo esta perspectiva entiendo que es una magnífica novela, que ha sabido dar vida a unos personajes históricos acartonados y recluidos en los libros de historia y que, gracias al talento de Javier Moro, ha sabido humanizarles y dotarles de vida y sentimientos.


Otra de las grandes protagonistas de la novela es la libertad. El ansia y el deseo de libertad y de ilustración por parte de los pueblos. Tengamos en cuenta que la ola de ilustración y cultura del vendaval Napoleónico que asoló Europa a principios del siglo XIX había hecho crujir sus anquilosadas estructuras. Y veremos cómo los poderes absolutistas que aún mantenían algunas monarquías europeas (como por ejemplo la española en la figura del rey Fernando VII) se aferraban a sus privilegios luchando contra la libertad. De hecho el emperador Pedro I fue, avant la lettre, un monarca liberal. De hecho la constitución brasileña fue la más liberal del mundo en su época y de hecho se mantuvo desde el año 1824 hasta el 1889.


Personalmente desconocía bastante la historia del emperador de Brasil y está novela me ha resultado muy interesante y muy ilustrativa. Creo que la figura de Pedro de Braganza y Borbón resulta muy desconocida, al menos para los españoles, y es un gran mérito por parte de Javier Moro habernos permitido descubrir a este personaje.


También me gustaría destacar otro aspecto de esta novela. Me refiero a su destacable trabajo de documentación e investigación histórica a la hora de escribir la novela. Es evidente que es una novela muy trabajada y muy documentada, pero sin embargo no resulta apabullante o aburrida por todos los datos que el autor nos suministra. Javier Moro no pretende, en mi opinión, en esta novela escribir un tratado de historia, pero sin embargo saber darnos una gran lección de historia sin casi darnos cuenta. El autor conseguirá fascinarnos y subyugarnos con su relato.


Otro de los grandes méritos del autor es que ha sabido mantener la equidistancia con el personaje principal O sea Javier Moro no toma un partido abiertamente por él, ni le critica ni le alaba, dejándolo en la opinión del lector. En un personaje tan poliédrico y tan complicado que podría prestarse, con mucha facilidad a ser ensalzado o criticado.


Por último no me voy a resistir a citar uno de los momentos más importantes de la novela, que es cuando se presenta en palacio Pedro y su amante Domitila ante Leopoldina, su mujer a la postre, que está embarazada. Esa escena, no la contaré para no reventarla, está perfectamente construida y narrada por el autor. Así como la subsiguiente escena de la muerte de Leopoldina. Podría extenderme muchísimo más en el análisis de esta interesantísima novela, pero creo que excedería la finalidad de esta reseña.



Como resumen final, me gustaría comentar que “El imperio eres tú” es una magnífica novela, un texto que resulta una auténtica delicia. La perfección técnica y narrativa de Javier Moro demuestran que es un artista maduro en un gran momento de plenitud. Como refería al principio de esta reseña, creo que es uno de los mejores Premios Planeta desde hace muchísimos años. No me queda más que animar a los lectores a que lean esta novela, que sin duda alguna me lo agradecerán.



Dicho todo lo cual creo que, en conciencia, la puntuación más ajustada a los méritos de la novela “El imperio eres tú” de Javier Moro sería de un 8,75/10.

© Luis Alberto Cao