Título: El buen hijo.
Autor: Ángeles González-Sinde.
Editorial: Planeta.
Colección: Autores Españoles e
Iberoamericanos
ISBN: 978-84-08-11995-1
Páginas: 320.
Fecha de publicación: 5 de noviembre de 2013.
Precio: 19,50 €
Creo en el rastro que los humanos dejamos en los
objetos que tocamos, creo en la huella que unas personas imprimimos en otras, a
veces positiva, a veces negativa, en ocasiones porque nos conocemos y otras sin
conocernos de nada a través de una canción o un libro o una pluma bien diseñada
y grata a la mano.
(El buen hijo. Ángeles González-Sinde)
“Imagina lo que quieras y encontrarás el camino que
te lleve”
(El buen hijo. Ángeles González-Sinde)
Después de la
tremenda desilusión que me llevé tras la lectura de “El cielo ha vuelto” de
Clara Sánchez (pinchar en el título para leer la reseña), novela que resultó
ganadora del Premio Planeta, en su edición del año 2013, no os voy a ocultar
que he tenido una cierta “prevención” a la hora de traer a este blog literario la
crítica y el análisis de la novela “El buen hijo”, de la escritora madrileña
Ángeles González-Sinde, que fue declarada finalista en dicho certamen
literario. Sin embargo tengo que confesaros que, sin ser una obra maestra, es
un libro que resulta entretenido y de una lectura fácil, eso sí, que permite
una segunda lectura de un calado mucho más profundo de lo que puede sugerir,
aparentemente, en una primera lectura. Es indudable que Ángeles González-Sinde
es una escritora de oficio y que en su obra abundan los recursos técnicos y el
talento natural para dotar a sus textos de “vida”. Es también fácilmente
reconocible, cuando se analiza sus obra literaria, la importante influencia del
lenguaje cinematográfico en sus libros y, particularmente, en “El buen hijo”
(como por otra parte ocurre a tantos autores en la actualidad). Ángeles
González-Sinde es una de los grandes guionistas del cine español. Sirva, como
ejemplo de su trabajo, el guión de la magnífica película “La buena estrella” de
Ricardo Franco con el que ganó un merecidísimo Premio Goya. A lo largo de este
análisis, y como suele ser habitual, intentaré incidir y destacar los aspectos
fundamentales de esta novela y de los “recursos literarios” de que la autora se
vale para narrarnos esta historia. Antes de entrar propiamente en el estudio sí
me gustaría comentar que, en mi opinión, González-Sinde es una gran “contadora
de historias” y veremos cómo, tratándose incluso, y a priori, de una historia
poco relevante, la autora conseguirá sacarle todo el provecho posible. Sirva
esto último para enfatizar ese oficio y esa facilidad, de que hace gala la
autora, para contar historias, ese arte tan “fácil” pero a su vez tan “difícil”
que llamamos literatura.
Al principio
de esta reseña advertía de la prevención con la que leí esta novela, pero mi
responsabilidad ante los centenares de lectores que siguen este blog me impulsó
a su lectura y análisis ya que, por su repercusión mediática, es una novela que
interesa a los lectores, por lo que no sería pertinente hurtarles esta reseña.
Puedo decir, sin la menor duda, y al menos esa es mi opinión, que “El buen hijo”
es un texto netamente superior al de “El cielo ha vuelto”, a la postre ganador
del Premio Planeta. No es mi intención, en modo alguno, establecer una rigurosa
comparativa entre ambas obras, labor que excedería las competencias de esta
crítica. Ignoro los méritos que ha apreciado y valorado el Jurado, formado, por
otra parte, por personalidades de un indubitable prestigio y acreditada
solvencia en el ámbito de las letras.
Por seguir el
habitual orden expositivo y por mantener una cierta coherencia metodológica en
la estructura de este análisis literario, lo más adecuado será empezar por
pergeñar, someramente, la sinopsis argumental de los hechos que acaecen en la
novela. La razón de ser de este resumen es situar al eventual lector en el
texto objeto de nuestro análisis. Para tal fin me limitaré a transcribir,
literalmente, la reseña que ha publicado la propia editorial Planeta.
“Finalista Premio Planeta de Novela 2013 El
brillante debut literario de la cineasta Ángeles González-Sinde es una gran
comedia de sentimientos, perplejidad y desconcierto frente al mundo que nos ha
tocado vivir. A sus 37 años Vicente sigue compartiendo vida y negocio con su
madre. Quiere que todo cambie pero no sabe cómo
Al principio
de este análisis ya avanzaba que Ángeles González-Sinde es una escritora, una
buena escritora, que, por así decirlo y por razones obvias, está muy influida
por la escritura cinematográfica. Y “El buen hijo” es un ejemplo de ello. Si
analizamos la propia estructura externa de la novela podremos observar que ya
desde su propia estructuración en capítulos, encabezados por una frase, la
autora va a acotar esa acción narrativa en secuencias, en el sentido más
cinematográfico. Por ejemplo: en los capítulos “Domingo paella” o “Cazafantasmas”
toda la acción dramática se va a articular alrededor de un “hecho” concreto
dotándole al capítulo de una cierta entidad narrativa, de una cierta autonomía
argumental. Estos capítulos “cerrados” están concebidos de un modo muy visual.
González-Sinde
acierta plenamente a la hora de dar la voz narrativa al personaje principal en
primera persona. La autora consigue que el lector empatice inmediatamente con
el personaje de Vicente: el buen hijo. A lo largo del texto resulta difícil no
tomarle cierto cariño por su bondad, por sus dudas en la vida, por esa
incesante búsqueda de su lugar en el mundo y de la felicidad. La autora dotará,
con mucha inteligencia, en algunos momentos “puntuales” del texto, de omnisciencia
al narrador, esto es al protagonista. Pondré un ejemplo, de los varios que se
diseminan a lo largo de la novela, de esa omnisciencia y de su importancia, desde
un punto de dosificación del caudal narrativo, en el desarrollo del texto.
“Sea como fuere, la noche anterior al batacazo de mi
madre había tenido un sueño inusualmente largo e intenso. Como ya he
mencionado, mi padre está muerto. Murió hace muchísimo tiempo. Todavía me
cuesta decir estas palabras, son grandes, monumentales y pesadas, mientras que
su muerte es algo bastante invisible, es como la sombra, te cubre enteramente
pero no se puede asir, ni palpar. Es infrecuente que sueñe con él, en veinte
años me habrá pasado tres o cuatro veces, pero aquella noche fue una de ellas,
y sin duda fue la trascendente, la más importante, el germen que, junto con la
caída, cambiaría las cosas”.
Como se puede
observar al final del ejemplo, el narrador nos “proyecta” hacia el futuro para
explicarnos que aquel hecho sería trascendente para que “las cosas cambiasen”.
Con lo que, en ese momento, el narrador abandona el plano temporal en el que se
mueve para explicar o avanzar al lector la transcendencia, o las consecuencias,
de un hecho en el futuro narrativo.
Ángeles González-Sinde,
como esbozaba al principio de este análisis, nos ofrece un libro que, tras la
apariencia de una novela “amable” y divertida, esconde una novela que, si se
tiene la adecuada predisposición, dará muchos motivos para la reflexión del
lector. De hecho, a lo largo del desarrollo de “El buen hijo”, la autora
recorrerá un amplio arco que va desde la comedia hasta, me atrevería a decir,
el drama. El lector asistirá a un profundo análisis de introspección
psicológica del protagonista, pero escrito con tanto oficio y conocimiento que,
al igual que sucede con los buenos magos, no vamos a ser conscientes del “truco”
de decir tantas verdades en un texto tan aparentemente desenfadado e, incluso,
aparentemente banal. Voy a transcribir un par de ejemplos, pido disculpas si
son un poco largos pero creo que, en mi opinión, necesarios e ilustrativos de
este aspecto de la novela. En ambos la autora nos va a decir cosas muy profundas
pero, insertas en la novela, de un modo, no me atrevería a decir jocoso, pero sí
desenfadado
“Al parecer, aquel pastor de almas les hablaba mucho
del miedo y las distintas maneras en que se manifiesta y nos bloquea. El tipo
decía, y ella estaba de acuerdo, que el miedo estaba conectado con el deseo,
que eran extremos de una misma soga. Utilizó esa palabra, soga, cosa que me
extrañó porque su español, ya digo, es bastante deficiente, pero se ve que era
un término del párroco. Cuanto más tiras del cabo del deseo, sea de una cosa o
de una persona, más tiras del miedo, y sin darte cuenta te pasas al otro lado,
al horror a perderlo. Y por eso hay que tener vigilada la soga, me decía. Manejarla
con cuidado, desear, pero no demasiado, a ser posible nada, porque el miedo es
un bicho, por lo visto, y según lo alimentes crecerá más o menos, como una de
esas tortuguitas que se regalan a los niños y que al principio son diminutas,
pero como les eches de comer crecen y crecen”.
“Bueno, por lo menos en el puzzle que intento
recomponer, creo que cada fragmento, cada pormenor, es significativo, porque
las vidas pequeñas, corrientes, no se construyen a base de actos
extraordinarios y fácilmente aislables, sino de una amalgama de minucias que
por sí mismas pasarían desapercibidas y únicamente sumadas adquieren sentido”.
Respecto al
análisis de los personajes que pueblan la novela, me gustaría precisar que, tal
vez, su diseño no sea especialmente minucioso, en algunos casos simplemente
esbozados, pero que, en el conjunto de la novela, resultan correctos y cumplen
con su “función”. Por así decirlo cada cual tiene su “función dramática” (conformando
el “dramatic personae”) dentro de la novela y la cumplen. Esto, obviamente,
conlleva una cierta simplificación dado que adoptan unos “roles” con un
carácter bastante primario en su trazo que les dota de un perfil bastante plano
y maniqueo. Lógicamente un autor cuando nos narra una historia utiliza como
materia prima fundamental el lenguaje, la prosa. Analizando este aspecto
particular resulta evidente que la autora ha utilizado una prosa actual
alejada, tanto en la parte meramente narrativa, como, por supuesto, en las
partes dialogadas, de cualquier virtuosismo o “barroquismo” estilístico.
Obviamente González-Sinde ha moldeado su prosa al contexto en el que se
desarrolla su novela. En muchos casos resulta bochornoso comprobar que algunos
escritores provocan unas “bochornosas” disimilitudes entre su expresión
literaria (lingüística) y el contexto (cultural, social, etc) de la trama que
narran.
“El buen hijo”
es un libro bastante bien editado y se nota que estaba bastante cuidado en su
corrección y supervisión. Lo cual, siempre, es un verdadero placer. Únicamente
he encontrado un párrafo que, en mi opinión, resulta bastante desagradable, desde
un punto de vista lingüistico. En este fragmento se acumulan, en mi opinión,
dos errores. Por una parte un hipérbaton muy forzado, al que no veo ningún
valor estilístico y una frase desagradablemente cacofónica. Transcribiré literalmente
el texto y destacaré, en negrita, ambos errores. El primero hará referencia al
hipérbaton y el segundo a la cacofonía.
“Aunque había dormido poco, llegué a la tienda más
temprano que nunca y me puse a limpiarla de arriba abajo. Iba a ser una
sorpresa para ella. Con la improvisación del día anterior, Corina no había
fregado los platos de la tarta ni las tazas del café, y el office andaba un
poco manga por hombro. Como una patena
lo dejé. Hasta la fregona pasé, cosa
que me di cuenta de que, salvo en casa de mi hermana cuando estoy de
canguro, había hecho muy pocas veces en mi vida y que tiene su gracia. Cuando
llegó, un pelín tarde, se quedó asombrada”.
Ese hipérbaton,
tan forzado, sería mucho más correcto si dijésemos: “Lo dejé como una patena”,
ya que no encuentro un motivo estilístico que justifique el “osado” de esta
figura retórica. Pido disculpas a los lectores si, tal vez, sean excesivamente
filológicos estos incisos pero, me consta, que muchos de los habituales
seguidores de este blog, que me escriben a propósito de este tema, me piden
que, con una vocación y un interés pedagógico, los incluya para así poder
disfrutar más de la literatura.
“El buen hijo”
es una novela escrita con mucha sensibilidad, que no “sensiblería”, que quede
claro, travestida bajo el sentido del humor y la comedia y me ha parecido especialmente
interesante cómo González-Sinde remata la novela. Ruego a los lectores que
reparen en la belleza, tanto formal como en su construcción narrativa, con la
que la autora cierra la novela en el último capítulo titulado “La puerta verde”.
Lamentablemente
creo que ya, para ser consecuentes con la propia naturaleza de una reseña
literaria, no debo alargarme mucho más en este análisis. En mi cuaderno de
apuntes que, al menos para mí, resulta indispensable a la hora de analizar una
novela, quedan multitud de detalles técnicos y apuntes que me ha sugerido la
lectura de “El buen hijo”. Sin duda alguna y considerando que estamos hablando,
a pesar de su dilatada experiencia como guionista de cine, de la primera novela
de Ángeles González-Sinde, considero que se trata de una autora interesante y
que, en mi ficha de autores, etiquetaré con la reseña de “autora a seguir”.
A modo de
resumen final me gustaría comentar algunos aspectos que, en mi opinión,
resultan de obligada consignación. “El buen hijo” es una novela fresca,
divertida, ingeniosa que, como comentaba con anterioridad, con ese barniz
oculta una novela con un trasfondo profundo, de análisis de “temas serios”. Una
novela que resulta entretenida de leer pero que requiere que el lector
profundice en ese segundo nivel de lectura, imprescindible, para apreciar y
degustar su valor literario. Muy interesante, también, la hermosa gradación de
la comedia al drama que la autora plantea a lo largo de la novela. Y, por
supuesto, el tratamiento que la González-Sinde da a Vicente, el personaje
principal. A lo largo del libro comprobamos que el protagonista odia su nombre,
Vicente, sin embargo en un momento dado de la novela ese mismo nombre le sonará
a “música celestial” ( y hasta ahí puedo leer…). En este detalle se ejemplifica
la elegancia y el oficio de Ángeles González-Sinde. Insisto que “El buen hijo”
no es, ni muchísimo menos, una obra maestra de la literatura pero creo que es
una novela más que correcta, escrita con oficio y conocimiento y, más aún,
considerando que es el debut dentro del género novelístico de su autora.
Dicho
todo lo cual y teniendo en cuenta todo lo expuesto más arriba e intentando ser
lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte de la
literatura, creo que la puntuación que más justicia haría a “El buen hijo” novela
acreedora del premio de Finalista en la edición de los Premios Planeta
correspondiente al año 2013, de la escritora madrileña Ángeles González-Sinde
sería de un 7,00/10.
© Luis Alberto Cao
(Para ilustrar esta reseña os dejo una entrevista que concedió Ángeles González-Sinde con motivo de la publicación de esta novela)