domingo, 24 de noviembre de 2013

El buen hijo. Ángeles González-Sinde.




Título: El buen hijo.

Autor: Ángeles González-Sinde.
Editorial: Planeta.

Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos

ISBN: 978-84-08-11995-1
Páginas: 320. 
Fecha de publicación: 5 de noviembre de 2013.
Precio: 19,50 €




Creo en el rastro que los humanos dejamos en los objetos que tocamos, creo en la huella que unas personas imprimimos en otras, a veces positiva, a veces negativa, en ocasiones porque nos conocemos y otras sin conocernos de nada a través de una canción o un libro o una pluma bien diseñada y grata a la mano.
(El buen hijo. Ángeles González-Sinde)



“Imagina lo que quieras y encontrarás el camino que te lleve”
(El buen hijo. Ángeles González-Sinde)



Después de la tremenda desilusión que me llevé tras la lectura de “El cielo ha vuelto” de Clara Sánchez (pinchar en el título para leer la reseña), novela que resultó ganadora del Premio Planeta, en su edición del año 2013, no os voy a ocultar que he tenido una cierta “prevención” a la hora de traer a este blog literario la crítica y el análisis de la novela “El buen hijo”, de la escritora madrileña Ángeles González-Sinde, que fue declarada finalista en dicho certamen literario. Sin embargo tengo que confesaros que, sin ser una obra maestra, es un libro que resulta entretenido y de una lectura fácil, eso sí, que permite una segunda lectura de un calado mucho más profundo de lo que puede sugerir, aparentemente, en una primera lectura. Es indudable que Ángeles González-Sinde es una escritora de oficio y que en su obra abundan los recursos técnicos y el talento natural para dotar a sus textos de “vida”. Es también fácilmente reconocible, cuando se analiza sus obra literaria, la importante influencia del lenguaje cinematográfico en sus libros y, particularmente, en “El buen hijo” (como por otra parte ocurre a tantos autores en la actualidad). Ángeles González-Sinde es una de los grandes guionistas del cine español. Sirva, como ejemplo de su trabajo, el guión de la magnífica película “La buena estrella” de Ricardo Franco con el que ganó un merecidísimo Premio Goya. A lo largo de este análisis, y como suele ser habitual, intentaré incidir y destacar los aspectos fundamentales de esta novela y de los “recursos literarios” de que la autora se vale para narrarnos esta historia. Antes de entrar propiamente en el estudio sí me gustaría comentar que, en mi opinión, González-Sinde es una gran “contadora de historias” y veremos cómo, tratándose incluso, y a priori, de una historia poco relevante, la autora conseguirá sacarle todo el provecho posible. Sirva esto último para enfatizar ese oficio y esa facilidad, de que hace gala la autora, para contar historias, ese arte tan “fácil” pero a su vez tan “difícil” que llamamos literatura.



Al principio de esta reseña advertía de la prevención con la que leí esta novela, pero mi responsabilidad ante los centenares de lectores que siguen este blog me impulsó a su lectura y análisis ya que, por su repercusión mediática, es una novela que interesa a los lectores, por lo que no sería pertinente hurtarles esta reseña. Puedo decir, sin la menor duda, y al menos esa es mi opinión, que “El buen hijo” es un texto netamente superior al de “El cielo ha vuelto”, a la postre ganador del Premio Planeta. No es mi intención, en modo alguno, establecer una rigurosa comparativa entre ambas obras, labor que excedería las competencias de esta crítica. Ignoro los méritos que ha apreciado y valorado el Jurado, formado, por otra parte, por personalidades de un indubitable prestigio y acreditada solvencia en el ámbito de las letras.



Por seguir el habitual orden expositivo y por mantener una cierta coherencia metodológica en la estructura de este análisis literario, lo más adecuado será empezar por pergeñar, someramente, la sinopsis argumental de los hechos que acaecen en la novela. La razón de ser de este resumen es situar al eventual lector en el texto objeto de nuestro análisis. Para tal fin me limitaré a transcribir, literalmente, la reseña que ha publicado la propia editorial Planeta.



“Finalista Premio Planeta de Novela 2013 El brillante debut literario de la cineasta Ángeles González-Sinde es una gran comedia de sentimientos, perplejidad y desconcierto frente al mundo que nos ha tocado vivir. A sus 37 años Vicente sigue compartiendo vida y negocio con su madre. Quiere que todo cambie pero no sabe cómo o hacerlo. ¿Quién te enseña lo que no sabes? ¿Dónde se aprende a vivir mejor? A pesar de ser un tipo al que todos aprecian, tiene un importante talón de Aquiles: su indecisión y su afán por complacer a todos, lo que le lleva a enmarañarse en relaciones afectivas confusas. Un accidente doméstico deja a su progenitora impedida temporalmente, momento que Vicente aprovecha para revolucionar su vida de la manera menos inteligente posible: enamorándose de Corina, la asistenta, cuya personalidad no es tan clara como parece. Una novela de perplejidades vitales construida con tanto sentido del humor como verdad, en la que Ángeles González-Sinde nos demuestra la gran narradora de historias que es”.



Al principio de este análisis ya avanzaba que Ángeles González-Sinde es una escritora, una buena escritora, que, por así decirlo y por razones obvias, está muy influida por la escritura cinematográfica. Y “El buen hijo” es un ejemplo de ello. Si analizamos la propia estructura externa de la novela podremos observar que ya desde su propia estructuración en capítulos, encabezados por una frase, la autora va a acotar esa acción narrativa en secuencias, en el sentido más cinematográfico. Por ejemplo: en los capítulos “Domingo paella” o “Cazafantasmas” toda la acción dramática se va a articular alrededor de un “hecho” concreto dotándole al capítulo de una cierta entidad narrativa, de una cierta autonomía argumental. Estos capítulos “cerrados” están concebidos de un modo muy visual.



González-Sinde acierta plenamente a la hora de dar la voz narrativa al personaje principal en primera persona. La autora consigue que el lector empatice inmediatamente con el personaje de Vicente: el buen hijo. A lo largo del texto resulta difícil no tomarle cierto cariño por su bondad, por sus dudas en la vida, por esa incesante búsqueda de su lugar en el mundo y de la felicidad. La autora dotará, con mucha inteligencia, en algunos momentos “puntuales” del texto, de omnisciencia al narrador, esto es al protagonista. Pondré un ejemplo, de los varios que se diseminan a lo largo de la novela, de esa omnisciencia y de su importancia, desde un punto de dosificación del caudal narrativo, en el desarrollo del texto.



“Sea como fuere, la noche anterior al batacazo de mi madre había tenido un sueño inusualmente largo e intenso. Como ya he mencionado, mi padre está muerto. Murió hace muchísimo tiempo. Todavía me cuesta decir estas palabras, son grandes, monumentales y pesadas, mientras que su muerte es algo bastante invisible, es como la sombra, te cubre enteramente pero no se puede asir, ni palpar. Es infrecuente que sueñe con él, en veinte años me habrá pasado tres o cuatro veces, pero aquella noche fue una de ellas, y sin duda fue la trascendente, la más importante, el germen que, junto con la caída, cambiaría las cosas”.



Como se puede observar al final del ejemplo, el narrador nos “proyecta” hacia el futuro para explicarnos que aquel hecho sería trascendente para que “las cosas cambiasen”. Con lo que, en ese momento, el narrador abandona el plano temporal en el que se mueve para explicar o avanzar al lector la transcendencia, o las consecuencias, de un hecho en el futuro narrativo. 



Ángeles González-Sinde, como esbozaba al principio de este análisis, nos ofrece un libro que, tras la apariencia de una novela “amable” y divertida, esconde una novela que, si se tiene la adecuada predisposición, dará muchos motivos para la reflexión del lector. De hecho, a lo largo del desarrollo de “El buen hijo”, la autora recorrerá un amplio arco que va desde la comedia hasta, me atrevería a decir, el drama. El lector asistirá a un profundo análisis de introspección psicológica del protagonista, pero escrito con tanto oficio y conocimiento que, al igual que sucede con los buenos magos, no vamos a ser conscientes del “truco” de decir tantas verdades en un texto tan aparentemente desenfadado e, incluso, aparentemente banal. Voy a transcribir un par de ejemplos, pido disculpas si son un poco largos pero creo que, en mi opinión, necesarios e ilustrativos de este aspecto de la novela. En ambos la autora nos va a decir cosas muy profundas pero, insertas en la novela, de un modo, no me atrevería a decir jocoso, pero sí desenfadado



“Al parecer, aquel pastor de almas les hablaba mucho del miedo y las distintas maneras en que se manifiesta y nos bloquea. El tipo decía, y ella estaba de acuerdo, que el miedo estaba conectado con el deseo, que eran extremos de una misma soga. Utilizó esa palabra, soga, cosa que me extrañó porque su español, ya digo, es bastante deficiente, pero se ve que era un término del párroco. Cuanto más tiras del cabo del deseo, sea de una cosa o de una persona, más tiras del miedo, y sin darte cuenta te pasas al otro lado, al horror a perderlo. Y por eso hay que tener vigilada la soga, me decía. Manejarla con cuidado, desear, pero no demasiado, a ser posible nada, porque el miedo es un bicho, por lo visto, y según lo alimentes crecerá más o menos, como una de esas tortuguitas que se regalan a los niños y que al principio son diminutas, pero como les eches de comer crecen y crecen”.



“Bueno, por lo menos en el puzzle que intento recomponer, creo que cada fragmento, cada pormenor, es significativo, porque las vidas pequeñas, corrientes, no se construyen a base de actos extraordinarios y fácilmente aislables, sino de una amalgama de minucias que por sí mismas pasarían desapercibidas y únicamente sumadas adquieren sentido”.



Respecto al análisis de los personajes que pueblan la novela, me gustaría precisar que, tal vez, su diseño no sea especialmente minucioso, en algunos casos simplemente esbozados, pero que, en el conjunto de la novela, resultan correctos y cumplen con su “función”. Por así decirlo cada cual tiene su “función dramática” (conformando el “dramatic personae”) dentro de la novela y la cumplen. Esto, obviamente, conlleva una cierta simplificación dado que adoptan unos “roles” con un carácter bastante primario en su trazo que les dota de un perfil bastante plano y maniqueo. Lógicamente un autor cuando nos narra una historia utiliza como materia prima fundamental el lenguaje, la prosa. Analizando este aspecto particular resulta evidente que la autora ha utilizado una prosa actual alejada, tanto en la parte meramente narrativa, como, por supuesto, en las partes dialogadas, de cualquier virtuosismo o “barroquismo” estilístico. Obviamente González-Sinde ha moldeado su prosa al contexto en el que se desarrolla su novela. En muchos casos resulta bochornoso comprobar que algunos escritores provocan unas “bochornosas” disimilitudes entre su expresión literaria (lingüística) y el contexto (cultural, social, etc) de la trama que narran.



“El buen hijo” es un libro bastante bien editado y se nota que estaba bastante cuidado en su corrección y supervisión. Lo cual, siempre, es un verdadero placer. Únicamente he encontrado un párrafo que, en mi opinión, resulta bastante desagradable, desde un punto de vista lingüistico. En este fragmento se acumulan, en mi opinión, dos errores. Por una parte un hipérbaton muy forzado, al que no veo ningún valor estilístico y una frase desagradablemente cacofónica. Transcribiré literalmente el texto y destacaré, en negrita, ambos errores. El primero hará referencia al hipérbaton y el segundo a la cacofonía.



“Aunque había dormido poco, llegué a la tienda más temprano que nunca y me puse a limpiarla de arriba abajo. Iba a ser una sorpresa para ella. Con la improvisación del día anterior, Corina no había fregado los platos de la tarta ni las tazas del café, y el office andaba un poco manga por hombro. Como una patena lo dejé. Hasta la fregona pasé, cosa que me di cuenta de que, salvo en casa de mi hermana cuando estoy de canguro, había hecho muy pocas veces en mi vida y que tiene su gracia. Cuando llegó, un pelín tarde, se quedó asombrada”.



Ese hipérbaton, tan forzado, sería mucho más correcto si dijésemos: “Lo dejé como una patena”, ya que no encuentro un motivo estilístico que justifique el “osado” de esta figura retórica. Pido disculpas a los lectores si, tal vez, sean excesivamente filológicos estos incisos pero, me consta, que muchos de los habituales seguidores de este blog, que me escriben a propósito de este tema, me piden que, con una vocación y un interés pedagógico, los incluya para así poder disfrutar más de la literatura.



“El buen hijo” es una novela escrita con mucha sensibilidad, que no “sensiblería”, que quede claro, travestida bajo el sentido del humor y la comedia y me ha parecido especialmente interesante cómo González-Sinde remata la novela. Ruego a los lectores que reparen en la belleza, tanto formal como en su construcción narrativa, con la que la autora cierra la novela en el último capítulo titulado “La puerta verde”.



Lamentablemente creo que ya, para ser consecuentes con la propia naturaleza de una reseña literaria, no debo alargarme mucho más en este análisis. En mi cuaderno de apuntes que, al menos para mí, resulta indispensable a la hora de analizar una novela, quedan multitud de detalles técnicos y apuntes que me ha sugerido la lectura de “El buen hijo”. Sin duda alguna y considerando que estamos hablando, a pesar de su dilatada experiencia como guionista de cine, de la primera novela de Ángeles González-Sinde, considero que se trata de una autora interesante y que, en mi ficha de autores, etiquetaré con la reseña de “autora a seguir”.



A modo de resumen final me gustaría comentar algunos aspectos que, en mi opinión, resultan de obligada consignación. “El buen hijo” es una novela fresca, divertida, ingeniosa que, como comentaba con anterioridad, con ese barniz oculta una novela con un trasfondo profundo, de análisis de “temas serios”. Una novela que resulta entretenida de leer pero que requiere que el lector profundice en ese segundo nivel de lectura, imprescindible, para apreciar y degustar su valor literario. Muy interesante, también, la hermosa gradación de la comedia al drama que la autora plantea a lo largo de la novela. Y, por supuesto, el tratamiento que la González-Sinde da a Vicente, el personaje principal. A lo largo del libro comprobamos que el protagonista odia su nombre, Vicente, sin embargo en un momento dado de la novela ese mismo nombre le sonará a “música celestial” ( y hasta ahí puedo leer…). En este detalle se ejemplifica la elegancia y el oficio de Ángeles González-Sinde. Insisto que “El buen hijo” no es, ni muchísimo menos, una obra maestra de la literatura pero creo que es una novela más que correcta, escrita con oficio y conocimiento y, más aún, considerando que es el debut dentro del género novelístico de su autora.



Dicho todo lo cual y teniendo en cuenta todo lo expuesto más arriba e intentando ser lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte de la literatura, creo que la puntuación que más justicia haría a “El buen hijo” novela acreedora del premio de Finalista en la edición de los Premios Planeta correspondiente al año 2013, de la escritora madrileña Ángeles González-Sinde sería de un 7,00/10.


© Luis Alberto Cao


(Para ilustrar esta reseña os dejo una entrevista que concedió Ángeles González-Sinde con motivo de la publicación de esta novela)


9 comentarios:

  1. Parece una lectura cuando menos interesante. Tomaré nota.

    Un saludo

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  2. Ostras, pues yo tengo que ser muy mal lector, porque a mí me ha parecido un tremendo "truño", anodina y carente de estilo, carácter y profundidad. Vamos, lo que viene siendo una mala novela.
    Con todos mis respetos al reseñador... por supuesto.

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    1. No la he terminado aún, no me esta pareciendo una mala novela porque me gusta cómo esta escrita, el estilo que tiene de contar las cosas pero qué poco enganche con la historia que cuenta!!! me esta pasando un poco como a ti, algo insulsa pero al leer al reseñador me he animado a continuarla (de todas formas lo iba hacer pero me ha animado a intentar sacarle un poco más de punta)

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  3. Pero si este libro se lo ha escrito el de grijalbo!

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  4. Es novela de peluquería pero sorprendentemente no está mal del todo. Alguien capaz de dirigir La suerte dormida con la impresionante discusión entre Ozores y Pepe soriano, tiene q ser buena escritora, aunque haya sido ministra.
    Bueno espero hoy pasar la censura, q el día de Castan no lo logré.

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  5. Me gustaría saber a qué tipo de lector va dirigido y a partir de qué edad está recomendado. Muchas gracias

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  6. Y sobre el final qué dirías... Yo coincido contigo en el análisis que realizas pero creo que no sabe cómo concluirlo y de repente zas lo hace a todo correr, como que la fecha de entrega se le acercaba jeje... Crea un personaje muy interesante, con el que como dices, empatizas bien; pero no acaba de redondear la historia... el personaje, sí, se da cuenta de que su vida se detuvo en ese momento y la reinicia de nuevo haciendo lo que debería haber hecho con 17 pero no sé yo, a partir de ahí qué... solo quería decirnos eso... ya te digo que a mí el final me ha tirado abajo la novela es una historia interrumpida

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  7. Hola, me gustó mucho este libro, era como si estuviera viendo una película en mi mente. El final a mi tampoco me gustó mucho, me pareció un cambio drástico de un país a otro pero disfruté del libro.

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  8. Yo no lo he terminado aún (voy por un 68%) pero os voy a comentar que a mi me esta gustando la forma y el estilo de escribir de la autora pero qué poco me engancha lo que me esta contando.
    Al leer la reseña del libro en este post me he animado a seguir leyendo, intentaré verle la punta a todo esto y sacarle algo más de partido.

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