domingo, 31 de marzo de 2013

El cumpleaños secreto. Kate Morton


Título original: The secret keeper.
Autor: Kate Morton.
Traducción: Máximo Sáez.
Editorial: Suma de letras.
Fecha de publicación: Marzo de 2013.
ISBN: 9788483654804.
Páginas: 690.





“Pero el secreto de actuar no reside en llamar la atención o en lucirse, sino en la observación” (El cumpleaños secreto. Kate Morton).





La escritora australiana Kate Morton, sobre todo desde su segunda novela “El jardín prohibido” se ha convertido, por méritos propios, en una sólida autora con una carrera literaria más que aceptable y que cuenta con una legión de seguidores y admiradores tanto entre lectores como entre un sector de la crítica especializada. Tengo que reconocer, desde el primer momento, que he leído completa toda su bibliografía, de hecho he reseñado para esta blog literario sus novelas “El jardín prohibido” y “Las horas distantes” (pulsando sobre los títulos el lector interesado podrá acceder a sus respectivas reseñas) Y precisamente por eso, y creo que por primera vez, voy a contextualizar el análisis de esta novela dentro de la producción narrativa de Kate Morton. Esta decisión, como intentaré explicar a lo largo del análisis no es gratuita, todo lo contrario, y, en mi opinión, necesaria a la hora de valorar y analizar “El cumpleaños secreto”. Aprovecho para rogar al amable lector de estas líneas que, para completar del modo más satisfactorio este análisis, leyese igualmente las reseñas publicadas de sus anteriores novelas, con el loable objeto de ayudar a la comprensión de esta novela dentro de su ya estimable obra narrativa.




Como suele ser habitual y con la laudable intención de enmarcar el carácter de la crítica, me gustaría avanzar, en líneas generales, que “El cumpleaños secreto” de Kate Morton me ha gustado. Me ha parecido, y al menos esa es mi opinión, desde un punto de vista literario, probablemente, la mejor de todas sus novelas. Un texto rico en matices y con esa prosa de una belleza descriptiva apabullante, como más adelante mostraré en algunos ejemplos paradigmáticos. Sin embargo, por eso comentaba la necesidad de contextualizarla dentro de su producción, bajo ese prisma la novela pierde muchos enteros, como intentaré aclarar más adelante.




Antes de profundizar en el análisis propiamente dicho lo más adecuado, en este momento, sería pergeñar una somera sinopsis argumental de los hechos que acaecen en “El cumpleaños secreto” de Kate Morton. Para este fin me parece muy adecuado a este propósito la recensión que proporciona la editorial Suma de letras, por lo que únicamente me limitaré a reproducirla textualmente.




“1959

En un caluroso día de verano, mientras su familia se va de picnic al arroyo de su granja en Suffolk, la adolescente Laurel se esconde en la casa del árbol de su infancia, fantaseando con un muchacho llamado Billy, una huida a Londres y un futuro grandioso que aguarda con impaciencia. Sin embargo, antes de que esa tarde idílica toque a su fin, Laurel presenciará un crimen aterrador que lo cambiará todo.

2011
Siendo ya una actriz célebre, Laurel se ve abrumada por las sombras de su pasado. Acechada por los recuerdos y el misterio de lo que vio ese día, vuelve al hogar familiar y comienza a desenmarañar cada rincón de su memoria en busca de aquella historia. Una historia de tres desconocidos procedentes de mundos muy diferentes —Dorothy, Vivien y Jimmy— que coinciden en el Londres de los años de la Segunda Guerra Mundial y cuyas vidas quedarán unidas de forma funesta e inexorable.

Alternando los años treinta, los cincuenta y el presente, El cumpleaños secreto es un relato fascinante de misterios y secretos, teatro y farsa, de un asesinato y de un amor imperecedero”.




Sin duda alguna, y en “El cumpleaños secreto” se aprecia con meridiana claridad, Kate Morton es una escritora con una prosa tersa, eufónica y ricas en imágenes, con una sensualidad desbordante, que hace de la lectura de sus novelas todo un placer estético y formal. Que duda cabe que una gran parte de este mérito es de la magnífica traducción al castellano de Máximo Sáez. Y es, precisamente, en esta voluntad de estilo, de cuidado y de perfección formal de la escritora australiana donde se muestra un interés literario a la hora de concebir sus obras narrativas. No puedo sustraerme a transcribir un par de ejemplos, de los muchos que pueblan el texto, para ilustrar este uso tan hermoso y ubérrimo de la prosa.




“Pasado el mediodía, el sol había comenzado su descenso y un rayo de calor entró por la ventana de la casa del árbol, coloreando el interior de los párpados de Laurel de color cereza. Se sentó, pero no hizo movimiento alguno para salir de su escondite. Era una amenaza poderosa (la debilidad de Laurel por la tarta de su madre era legendaria), pero vacía. Laurel sabía muy bien que el cuchillo de las tartas yacía olvidado en la mesa de la cocina, extraviado en medio del caos de la familia al reunir cestas de picnic, mantas, limonada con burbujas, toallas de baño, el nuevo transistor y salir a toda prisa de la casa. Lo sabía porque, cuando volvió sobre sus pasos y, con el pretexto de jugar al escondite, se coló dentro de la casa fresca y en penumbra para ir a buscar el paquete, había visto el cuchillo junto al frutero, el lazo rojo en el mango”





“Al fondo de los sótanos, al lado de donde antes se hallaba el teatro Alhambra, en Leicester Square, reinaba el rojo oscuro, íntimo y profundo hasta donde alcanzaba la vista: la seda en las paredes, los lujosos bancos con una única vela encendida, las cortinas de terciopelo que se derramaban como vino hasta la alfombra escarlata”




Desde un punto de vista de su estructura narrativa “El cumpleaños secreto”, al igual que en todas sus novelas, funciona con la precisión de mecanismo de relojería. Incluso me atrevería a decir que en esta novela aún su perfeccionamiento está más conseguido. Para ello utilizará algunas técnicas narrativas que, a pesar de no ser, ni mucho menos, una novedad, si funcionan de modo eficaz. Sin duda alguna, dado el enfoque con que la autora nos plantea el relato, es el de la evocación. A continuación voy a referir un elegante ejemplo de evocación que nos plantea la autora.




“Mitch sonrió y garabateó en el cuaderno que tenía en la rodilla. Su pluma rasgaba la superficie del papel y, al verlo, a Laurel le asaltó un recuerdo. Tenía dieciséis años y estaba sentada en la sala de estar de Greenacres mientras un policía anotaba sus palabras…”




Es indudable que “El cumpleaños secreto” desde un punto de vista técnico, sea probablemente la mejor novela de todas. Tanto su planteamiento como el eficaz hilvanado de las diversas tramas temporales producen un interesante efecto dramático con una resolución técnica más que aceptable. Por otra parte Kate Morton consigue rematar, más que aceptablemente la novela, con un final cerrado que hasta la última línea no deja de sorprendernos.




Como ya es habitual en la autora sus personajes tienen un hermoso trazo y, en todo momento, se les siente “carnales”- “vida hecha de vida” como diría el clásico- y con profundidad. Indudablemente uno de los grandes personajes de esta novela es el de Laurel, pero si tuviese que elegir alguno, cosa bastante difícil, por otra parte, me quedaría con el personaje de Dorothy. Personaje éste en el que se aprecia, con mayor claridad, esos caracteres complejos y que van evolucionando a lo largo de su vida... Insisto en que Kate Morton es una autora con una gran penetración psicológica y de caracterización para dar vida a sus personajes. Sin embargo, veremos la sideral distancia entre sus personajes femeninos y masculinos. Aquellos densos, profundos, llenos de vida mientras que estos resultan, a su lado, sosos y desvaídos, meros comparsas del relato.





Al principio de la presente reseñe indicaba la necesidad, en mi opinión, de contextualizar esta novela en el conjunto de la producción de Kate Morton. La razón para este planteamiento es el evidente paralelismo e identidad entre estas novelas. Si profundizamos en el análisis de sus todas sus novelas observaremos que en todas subyacen diferentes estructuras (tanto en la construcción de personajes, como en su construcción narrativa e, incluso, en múltiples estructuras morfosintácticas, cuya enumeración con toda seguridad resultaría prolija e incluso aburrida para muchos lectores, que se repiten, mejor se podría decir que se calcan, constantemente. Y esta sería mi principal “crítica” hacia Kate Morton. Es indudable que la escritora australiana se encuentra muy cómoda en este registro narrativo en el que tanto “pesa” el pasado y que ese lastre esconde algún “secreto” familiar. Pero, en mi opinión, me siento un poco desilusionado a este encasillamiento al que la autora se ha constreñido. Sin duda alguna con estas novelas conseguirá unos grandes réditos pecuniarios pero, sin embargo, el arte es otra cosa. Kate Morton es una artista de talento y sensibilidad y no debería auto encasillarse en este tipo de literatura en la que, por cierto, cada día va teniendo menos posibilidades de aportar algo nuevo a ese esquema tan manido ya por su parte. Llegado a este punto me gustaría citar un ejemplo de alguien que abandonó un camino de éxito seguro para abordar otros géneros y otros caminos artísticos. Me estoy refiriendo a la escritora británica J.K. Rowling que después de conseguir toda la fama y todos los records de ventas de libros por su famosísima saga de Harry Potter, decidió dar un vuelco a su carrera y escribió la magnífica novela “Una vacante imprevista” (pulsar título para leer la reseña). Y es, precisamente, con este salto al vacío cuando ha conseguido, por lo menos para mí, mostrarme que es una grandísima escritora y que, como tal, puede abordar cualquier género literario.




Por lo tanto, según lo ya referido tanto en esta reseña como en las anteriores que he publicado sobre las obras de Kate Morton, me gustaría, a modo de resumen, añadir que probablemente, y al menos esa es mi opinión, “El cumpleaños secreto” es la mejor novela, hasta el presente, de esta autora. Y, como crítico literario, tengo que lamentar profundamente que aún siga anclada en este tipo de novelas y no se haya atrevido a dar el salto a otro tipo de relatos (tanto desde un punto de vista temático como, sobre todo, desde un punto de vista técnico y formal) que le permitan lucir su talento y desasirse de este corsé que cada día le revienta más por las costuras.


Dicho todo lo cual y teniendo en cuenta todo lo aportado y expresado en esta reseña, y según mi manera de entender el arte de la literatura,  creo que la puntuación que más haría justicia a la novela “El cumpleaños secreto” de la escritora australiana Kate Morton, sobre todo teniendo en cuenta que su carrera pide a voces un paso más en su progresión literaria sería de un 8,25/10.

© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar esta reseña os dejo una entrevista que Kate Morton concedió con motivo de la publicación de su novela “El cumpleaños secreto”)



miércoles, 20 de marzo de 2013

La reina descalza. Ildefonso Falcones.


Título: La reina descalza.
Autor: Ildefonso Falcones
ISBN: 9788425350528
Editorial: Grijalbo
Colección: Novela histórica Grijalbo
Encuadernación: Tapa dura
Fecha de publicación: 6 de noviembre de 2012.
Páginas: 752.
Precio: 22,90 €.





“Y ser flamenco es cosa: es tener otra carne alma, pasiones, piel, instintos y deseos; es otro ver el mundo, con el sentido grande; el sino de la conciencia, la música en los nervios, fiereza independiente, alegría con lágrimas, y la pena, la vida y el amor ensombreciendo; odiar lo rutinario, el método que castra; embeberse en el cante, en el vino y los besos; convertir en un arte sutil, y de capricho y libertad, la vida; sin aceptar el hierro de la mediocridad; poner todo a un envite; saborearse, darse, sentirse, ¡vivir!”
TOMÁS BORRÁS, «Elegía del cantaor»



“ Una orden que ese miércoles 31 de julio de 1749 se gritó a lo largo y ancho de toda España en una minuciosa y secreta operación militar ideada por el obispo de Oviedo y presidente del Consejo de Castilla, don Gaspar Vázquez Tablada, y el marqués de la Ensenada, quien pocos años antes había endurecido las penas para los gitanos hechos presos fuera de sus lugares de origen: la muerte” (La reina descalza.Ildefonso Falcones)





A veces, por desgracia en contadas ocasiones, tiene uno la fortuna de cruzarse en su camino, como crítico literario, con libros que te permiten DISFRUTAR (con mayúsculas) de una buena lectura y no sólo como profesional sino como un mero amante de la literatura, leyendo un libro.  Y sin duda alguna “La reina descalza” la última novela de Ildefonso Falcones, es uno de esos libros que satisfacen sobradamente, en mi opinión, las expectativas de los “paladares” literarios más exigentes. Sin embargo, a la hora de enfrentarme a un riguroso análisis literario, tengo que abandonar esa euforia inicial, para sosegar y aquilatar mi opinión pasándola por el tamiz del estudio, de la reflexión desapasionada y de la técnica, a la hora de abordar el estudio de un texto literario. Como ya conocéis todos los seguidores habituales de este blog literario he dejado “en cuarentena” toda la pléyade de sensaciones que me invadieron tras cerrar el libro. Ya puedo avanzaros que, en esta ocasión, mi cuaderno de apuntes, está repleto de anotaciones e impresiones que la lectura de esta magnífica novela me ha suscitado. A lo largo de esta reseña, que por desgracia se me va a hacer muy corta para desgranar, analizar y comentar, tanto técnica como artísticamente esta novela que, desde las primeras líneas, conseguirá “amarrarnos” al libro porque, como desarrollaré posteriormente, durante toda la novela no dejarán de ocurrir todo tipos de avatares y peripecias a los protagonistas de “La reina descalza”.



En primer lugar, y con la sana intención de situar a los lectores, me gustaría comentar algo sobre su autor, Ildefonso Falcones. “La reina descalza” es la tercera novela publicada por este gran novelista barcelonés que ya saltó a la fama con su primera novela “La catedral del mar” que fue todo un éxito tanto de crítica como de público. Ya desde esta primera novela observamos el germen del estilo y de su técnica narrativa, aunque desborda claramente la finalidad de esta reseña, resulta interesante y curioso hacer una comparativa en el que se aprecia, ostensiblemente, la progresión en su técnica literaria, tanto en el tratamiento de los personajes, como en su economía lingüística como en su capacidad de “enhebrar” y resolver las diferentes subtramas que tejen el relato. Posteriormente publicó “La mano de Fátima” que, al menos esa es mi opinión, fue claramente inferior a su primera novela deslizándose por caminos más trillados y manidos… En aquellos momentos, lo recuerdo perfectamente, pensé que Ildefonso Falcones sería autor de una única gran novela… pero afortunadamente me equivoqué porque en “La reina descalza” el autor brilla, incluso, a un nivel artístico y literario superior a “La catedral del mar”.



Ya, sin más dilación, vamos a entrar en el análisis,  lo más riguroso y  minucioso posible que nos permita la reseña, de “La reina descalza”. Como suele ser habitual, y por seguir un orden lógico, creo que lo más conveniente, llegados a este punto, sería bosquejar, aunque sea someramente, una sinopsis argumental de los sucesos que acaecen en esta novela que, como ya apunté un poco más arriba, si por algo se destaca es por su dinamismo y la cantidad de cosas que suceden constantemente y que, en ningún momento, da tregua al lector. Pienso que la recensión que ha publicado la propia editorial Grijalbo satisface plenamente la finalidad que se busca, por lo que me limitaré a transcribirla literalmente.



“En la España del siglo XVIII, una conmovedora historia de amistad, pasión y venganza une dos voces de mujer en un canto desgarrado por la libertad.

Cuando Milagros, joven gitana, conoce a Caridad, antigua esclava procedente de Cuba, está lejos de intuir lo importante que será esa amistad a lo largo de unos años marcados por la persecución contra los de su raza. Pero será su don para el baile y el cante que la llevarán del bullicioso barrio de Triana al floreciente Madrid de los teatros señoriales.

«Canta hasta que la boca te sepa a sangre...»

En enero de 1748, una mujer negra deambula por las calles de Sevilla. Atrás ha dejado un pasado esclavo en la lejana Cuba, el hijo al que nunca volverá a ver y un largo viaje en barco hasta las costas españolas. Caridad ya no tiene un amo que le dé órdenes, pero tampoco un lugar donde cobijarse cuando se cruza en su camino Milagros Carmona, una joven gitana de Triana por cuyas venas corre la sangre de la rebeldía y el arte de los de su raza.

Las dos mujeres se convierten en inseparables y, entre zarabandas y fandangos, la gitana confiesa a su nueva amiga su amor por el apuesto y arrogante Pedro García, de quien la separan antiguos odios entre ambas familias. Por su parte, Caridad se esfuerza por acallar el sentimiento que está naciendo en su corazón hacia Melchor Vega, el abuelo de Milagros, un hombre desafiante, bribón y seductor aunque también firme defensor del honor y la lealtad para con los suyos.

Pero cuando un mandato real convierte a todos los gitanos en proscritos, la vida de Milagros y Caridad da un trágico vuelco. Aunque sus caminos se separan, el destino volverá a unirlas en un Madrid donde confluyen contrabandistas y cómicos, nobles y villanos; un Madrid que se rinde a la pasión que emana de las voces y bailes de esa raza de príncipes descalzos.

Ildefonso Falcones nos propone un viaje a una época apasionante, teñida por los prejuicios y la intolerancia.

Desde Sevilla hasta Madrid, desde el tumultuoso bullicio de la gitanería hasta los teatros señoriales de la capital, los lectores disfrutarán de un fresco histórico poblado por personajes que viven, aman, sufren y pelean por lo que creen justo. Fiel reflejo de unos hombres y mujeres que no agacharon la cabeza y que alzaron la voz para enfrentarse al orden establecido”.



Si tuviese que empezar este análisis por circunscribir “La reina descalza” dentro de un género literario, sin duda alguna me decantaría por el Folletín. Pero no en ese sentido despectivo e ignorante con el que muchas veces se utiliza esa palabra, sino con su acepción y sentido más noble, que bebe en las aguas del XIX con grandísimos autores como Dickens, Balzac e incluso Dumas o, por supuesto, autores españoles de la talla de un Pérez Galdós. La novela está escrita y estructurada conforme a un folletín clásico e iremos viendo que tanto por su estructura formal como narrativa se postula como firme partidaria de este genero. La novela está estructurada es seis partes que, de algún modo y cada una a su manera, mantienen una coherencia temática y de estructura interna. Por lo tanto tenemos que tener en cuenta que estamos ante una novela “clásica”. Clásica tanto por el empleo de la técnica compositiva, como por la dosificación y diversificación de las tramas y subtramas que conforman este universo narrativo en el que Ildefonso Falcones sabe moverse como pez en el agua. Por lo ya apuntado anteriormente se puede, obviamente, colegir que estamos ante una novela fácil de leer (¡ojo que no de escribir, que no es lo mismo!) que no supondrá grandes complicaciones para el lector, (dígase, por ejemplo, narraciones fractales, uso de saltos temporales, complejas elipsis, etc...). 

Otro de los detalles que nos hablan de la inteligencia literaria del autor es, en mi opinión, la economía de la ambientación histórica. Me explico. Ildefonso Falcones en “La reina descalza” nos está proponiendo una novela ambientada en unas coordenadas histórico-temporales muy concretas, en este caso el siglo XVIII, pero no pretende escribir una novela histórica. En su narrativa el autor prioriza y ensalza el relato, la amenidad de la historia que nos está contando a un exegético, y en muchos casos engorroso y antiliterario, estudio histórico que, lo hemos visto en otras novelas históricas, hace naufragar la novela en un mar de datos y eruditas notas a pie de página que, sin embargo, desde un punto de vista artístico poco o nada nos aportan. Esta, por lo general, falta de concreción, da al autor libertad para poder fantasear y dar vida a sus personajes sin encorsetarlos bajo un exceso de historicidad. Esto no quiere decir que el autor no nos deje algunos esbozos de la ambientación histórica de la época. De hecho la ambientación de toda la peripecia que transcurre en Madrid es absolutamente deliciosa. Pero dado que estamos haciendo una análisis literario, me gustaría hacer hincapié en cómo consigue el autor caracterizar la época desde un punto de vista meramente lingüístico. Voy a transcribir, entre las decenas de ejemplos que hay un par de expresiones  rescatadas por el autor del olvido de los siglos.



“Mientras tanto, nosotras tenemos que aprender o recordar a uña de caballo las nuevas obras, los entremeses, sainetes y tonadillas”.



«Media con limpio» —Caridad ignoraba el significado y Melchor tampoco se lo explicó antes de andar escaleras abajo— era una expresión acuñada en el Madrid de los suplicantes, de los mendigos y holgazanes, malhechores y todo tipo de gentes que, sin recursos económicos, vagabundeaban por la gran ciudad, unos a la espera de alguna merced real —una renta, un empleo en la administración, el resultado de un pleito—, otros pendientes del azaroso negocio que los tenía que enriquecer en aquella magnífica corte y los más, atentos al rateo y al chamarileo, cuando no al robo. Muchos de ellos, llegada la noche, acudían a algunas casas donde por dos cuartos se les alquilaba una cama que tenían que compartir con un compañero, siempre que este fuese limpio, es decir, que no tuviese piojos, sarna o tiña”



Ildefonso Falcones nos propone en su novela “La reina descalza” un relato sostenido por varias subtramas que el autor irá tejiendo con gran habilidad y conocimiento del oficio. Y en este punto es donde el autor demuestra su maestría y su conocimiento del uso del efecto dramático, de la dosificación y utilización de las subtramas con un evidente interés literario y artístico. Aunque, como decía anteriormente es algo propio del genero folletinesco. No voy (ni debo) entrar en detalles para no “destripar” la novela pero en varios puntos clave del relato se aprecia con toda claridad.



Estilísticamente “La reina descaza” está escrita con una prosa ágil que funciona como dócil vehículo del relato, sin que prácticamente en ningún momento estorbe o aparte la atención del lector. En ese aspecto podríamos hablar de una prosa funcional, pero en ninguna caso de una prosa descuidada o tosca. Las frases suelen ser breves huyendo de las yuxtaposiciones, como queriendo únicamente realzar el relato. En cuanto a la aparición del narrador suele quedarse en un segundo plano e interviene muy poco directamente dejando el peso de la narración a los propios personajes. Todo esto, evidentemente, ayuda a que la novela mantenga un ritmo trepidante. Sin embargo, en algunos momentos el autor se deja llevar por la fuerza lírica de las imágenes que contagian de belleza su prosa haciéndola sensual, carnal:



“En la noche, con las aguas del Guadalquivir rielando en plata, a la luz de los hachones dispuestos en el jardín trianero, entre madreselvas y dondiegos, naranjos y limoneros, las guitarras trataron de adaptar su ritmo al frenesí que imponían las mujeres; las palmas resonaron con ímpetu y los bailaores se vieron desbordados por la sensualidad y el atrevimiento con los que madre e hija danzaron la zarabanda”.



Antes de entrar en el análisis detallado de los personajes, al menos de los principales, sí me gustaría comentar el exquisito pudor con el que al autor nos va a hablar de los sentimientos de los personajes. Un exquisito pudor que realza y vigoriza, dramáticamente, algunos momentos que, tengo que confesarlo, me emocionaron profundamente en su sencillez y hermosura. Algunos de esos momentos de intensa emoción están rematados con una elegantísimas elipsis narrativas que, con su gran capacidad de evocación y sugestión, quedan indelebles en el ánimo y en la memoria del lector. Tengo que confesaros que, en aras a no “reventar” la novela, cosa que de ningún modo haría, todo lo contrario, os aconsejo vivamente su lectura, me resisto a citaros algunos fragmentos hermosísimos llenos de contención narrativa, de sensibilidad artística y de belleza literaria.



Después de haber leído todas las novelas publicadas por Ildefonso Falcones creo que, entre otras muchas virtudes, el autor es un gran creador de personajes, con un gran talento para darles vida y dotarles de profundidad psicológica. En “La reina descalza” hay, por lo menos media docena de personajes inolvidables: Caridad, Melchor, Milagros, Ana, Fray Joaquín, la vieja María, Pedro García.... Personajes a los que la fuerza de los acontecimientos los vapuleará pero que, a pesar de todo, mantendrán su coherencia y, especialmente, su acendrado sentido del honor y la libertad. Veremos cómo a lo largo de la novela los personajes crecen y van enriqueciéndose y madurando y adquiriendo profundidad. Insisto en que merece la pena detenerse en detalle para ver esos cientos de pequeños detalles con los que Falcones nos sugiere ese cambio que, poco a poco, van sufriendo los personajes. Detalles que nos sugieren que estamos hablando de una novela de una gran calidad literaria.



Toda la parte del relato del decreto que proscribe a los gitanos, totalmente histórico, por cierto, así como el estudio que hace Falcones de la idiosincrasia de la etnia gitana resulta fascinante. Y nos permite acercarnos a la realidad de esta etnia milenaria y a su cosmogonía y su modo de entender la vida, tan alejada de los payos en muchos aspectos, pero tan honda y tan profunda. Voy a transcribiros un fragmento que me parece especialmente ilustrativo de ese choque de maneras de entender el mundo y la sociedad.



“—Es bueno este hombre —comentó para sí, sin buscar la atención de su oyente—. Me debe muchos favores. Sí, es bueno. ¡El mejor! —añadió con una risotada—. ¿Sabes, morena? Los escribanos públicos se ganan la vida con las tasas que cobran por los papeles de los juicios, a tanto por hoja, a tanto por letra. ¡Salen caras las malditas letras! Y como cobran por garabatear en los papeles, son muchos los escribanos que promueven pleitos, rencillas y querellas entre la gente. Así se hacen juicios y ellos obtienen beneficios por escribir los papeles. Siempre que pasaba por su partido, Eulogio me encargaba que organizase algún altercado: denunciar a uno; robar a otro y esconder el botín en casa de un tercero... En una ocasión me indicó el domicilio de un rufián que explotaba los encantos de su esposa. ¡Magnífica hembra! —exclamó después de detenerse, alzar la cabeza y agitar el aire con el mentón—. Si hubiera sido mía...”



“La reina descalza” es todo un alegato a favor de la dignidad de la mujer. De una mujer secularmente despreciada y apartada y muy especialmente en una cultura tan machista como la del pueblo gitano, en el que la mujer pasa de pertenecer al padre a pertenecer al marido. Sin embargo las mujeres terminarán por dar una lección de coherencia, coraje y honradez a todos los hombres...



“Las mujeres hemos venido a este mundo para parir con dolor, para trabajar y para sufrir la perversión de los hombres. Calle —le instó ante su ademán por replicar—. Ellos... ustedes se revuelven, luchan y pelean ante la infamia. A veces ganan y se convierten en el macho victorioso; otras muchas pierden y entonces se ensañan con los débiles para engañarse y vivir con la venganza como único objetivo. Nosotras tenemos que callar y obedecer, siempre ha sido así. He terminado aprendiéndolo y me ha costado la juventud.”



Otro de los resortes que utiliza Falcones en esta, en algunos aspectos, “roman-fleuve” es la aparición “deus ex machina” de algunos personajes que ya dábamos por desaparecidos y que reaparecen en momentos culminantes de la narración y que su “aparición” resulta fundamental y determinante. Este recurso, claramente deudor de los folletines, es utilizado por el autor con una gran maestría.



Un poco más arriba comenté que uno de los momentos más interesantes, desde el punto de vista de su caracterización histórica, es la parte de la novela que se desarrolla en Madrid. El autor nos llevará de la mano por sus callejuelas, repletas de “manolos” y “chisperos”, por sus tabernas, sus iglesias, sus hospitales e incluso hasta su recién inaugurada plaza de toros. Pero fundamentalmente conoceremos el ambiente de los teatros de Madrid, especialmente el Coliseo del Príncipe (en la actualidad del Teatro Español en la plaza de Santa Ana). Todo ese ambiente de los actores y comediantes, tradicionalmente considerados gentes libertinas y de moral “relajada” está magníficamente retratado. Reconozco que, no sé porque tipo de asociación, me recordaba a la obra de teatro “La comedia nueva o el café” de D. Leandro Fernández de Moratín, casi contemporáneo de los hechos que se narran en la novela, por cierto curiosamente esta obra se estreno precisamente en el mismo teatro. No me resisto, ya casi para terminar, porque me está saliendo una reseña extremadamente larga, a citar este hermoso fragmento que nos habla de cómo era una compañía teatral de la época.



“Serían cerca de una treintena; miembros de la compañía: damas y galanes, los sobresalientes de todos ellos, el guardarropa, el «barbas», el supernumerario y los «graciosos», el que hacía de viejo, el apuntador, los cobradores y el maestro de música. A ellos había que sumar a los músicos de la orquesta, a quienes no se consideraba parte de las compañías, al tramoyista y al personal del teatro que se había apresurado a curiosear en el escenario al aviso de que había llegado la nueva”



A modo de resumen final (no puedo evitar sentir una gran impotencia al ver la ingente cantidad de notas y detalles técnicos que quedan aún en mi cuaderno de apuntes y que, lamentablemente, van a quedar inéditos) me gustaría recomendar vivamente la lectura de esta magnífica novela que nos va a garantizar emoción, pasión, aventura y todo esto narrado con una inteligencia y con un dominio de la técnica literaria que convierte “La reina descalza” en un libro de lectura obligada. Novela que tiene el aroma de la buena literatura, ese aroma a folletín del siglo XIX que ya a nuestros ancestros les hacía seguir, con pasión, cada una de las entregas.



Dicho todo lo cual, y tomando en consideración todo lo referido con anterioridad, así como intentando ser lo más fiel posible a mi conciencia y a manera de entender el arte literario, creo que la puntuación que haría más justicia, a la hora de valorar y juzgar la novela “La reina descalza” del escritor barcelonés Ildefonso Falcones sería de un 8,75/10.

© Luis Alberto Cao
  
(Para ilustrar esta reseña os dejo una entrevista que concedió Ildefonso Falcones con motivo de la publicación de su novela "La reina descalza")



miércoles, 13 de marzo de 2013

El maestro del Prado y las pinturas proféticas. Javier Sierra


Título: El maestro del Prado y las pinturas proféticas.
Autor: Javier Sierra
ISBN: 978-84-08-03069-0
Editorial: Planeta
Fecha de publicación: 5 de febrero de 2013.
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta.
Páginas: 328.



“El buen maestro llega sólo cuando el discípulo está preparado”.
(Proverbio sufí)


Lo que la lectura enseña al lector, las imágenes lo enseñan a los iletrados,
 a quienes sólo pueden percibir con la vista, puesto que en los dibujos
 los ignorantes ven la historia que deberían leer,
y quienes no conocen de letras descubren que, en cierta forma, pueden leer.
(Gregorio  Magno, Papa, siglo VI)





Ayer terminé de leer la última novela del escritor turolense Javier Sierra titulada “El maestro del Prado y las pinturas proféticas”. Antes de entrar propiamente en el análisis crítico de esta novela me gustaría desahogarme con vosotros y me voy a permitir haceros, previamente,  una confesión. Tengo la suerte de dedicarme a la crítica literaria desde hace ya bastantes años y me considero una  persona afortunada, me atrevería a decir, en este aspecto, un privilegiado, por disfrutar de una de las profesiones más hermosas que existen, al menos esa es mi opinión, y que, en la mayoría de los casos, tanto deleite y placer me proporciona. Y sin embargo, a pesar de tantos momentos gratos y placenteros, que esta actividad me reporta, tengo que reconocer en algunos momentos me produce una desazón y un sufrimiento que resulta difícil expresar con palabras. Y precisamente en este mismo momentos, cuando me dispongo a escribir esta reseña,  me hallo en uno de esos “terribles” , indeseables y, muchas veces,  desalentadores momentos: escribir una crítica negativa de una novela. Honestamente tengo que reconocer que, incluso, me he planteado no escribir esta reseña tan negativa. Pero después de meditarlo y dado que es una novela que está en el nº 1 en ventas y que muchos de los seguidores de este blog tienen derecho a conocer mi opinión, al respecto de esta novela, me he decidido a escribir esta crítica literaria y, por honestidad personal y profesional, publicarla.



Creo que ya todos los seguidores de este modesto blog literario sabéis que uno de sus principios inmutables e irrenunciables se basa en el máximo respeto y educación hacía los autores a la hora de abordar y expresar el enfoque de mis reseñas. Siempre, cuando me veo en la tesitura de tener que hacer una crítica negativa de una novela, recuerdo aquella famosa anécdota de Aristóteles, cuando sus discípulos se quedaron anonadados al escuchar al gran filósofo que discrepaba abiertamente con las enseñanzas de su maestro Platón. Sus discípulos le dijeron: Maestro ¿cómo dice eso si Platón es su Maestro?. A lo que Aristóteles replicó con la celebérrima frase: “Amicus Plato sed magis amica veritas” (Claro que soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad). Salvando las infinitas distancias, tengo que reconocer que esta frase siempre me ayuda y es un punto de referencia a la hora de enjuiciar algunas novelas. Evidentemente en una materia tan subjetiva y tan propicia a las controversias, de ninguna manera puedo arrogarme el término de ostentar la verdad (sería presuntuoso y totalmente inaceptable), pero lo que sí que voy a hacer es dar mi opinión más sincera conforme a mi conciencia y a modo de entender el arte de la literatura. Por respeto, fundamentalmente a mis lectores que me consta que me siguen con mucho interés, pero también por respeto a mí mismo y todos y cada uno de los autores cuyas obras ya han sido reseñadas en este blog. Por último, y ya para poner fin a este largo preámbulo a esta reseña que, en mi opinión, resultaba tan necesaria, me gustaría añadir que en esta crítica únicamente, como no podía ser de otra manera, me voy a ceñir única y exclusivamente al análisis de “El maestro del Prado”quedando al margen cualquier otra obra de este autor.




A modo de marco general del tenor en el que, posteriormente, se desarrollará este análisis literario, tengo que reconocer que “El maestro del Prado…” de Javier Sierra me ha decepcionado profundamente. Me ha parecido y tengo que decirlo, sin ambages, desde el principio, una auténtica “tomadura de pelo” literaria. Y a lo largo de estar reseña intentaré exponer del modo más sistemático y riguroso posible los motivos que me impulsan a mantener y proferir una aseveración de este calibre. Creo que el crítico literario no tiene, ni mucho menos, que pontificar sino, más bien, argumentar y cimentar firmemente las columnas sobre las que se apoya su análisis crítico. Y amparándome en esta premisa fundamental es lo que pretendo hacer. Pero, como ya es habitual, y por seguir un orden lógico-expositivo en el análisis de “El Maestro del Prado” de Javier Sierra, creo que lo más adecuado y pertinente sería, sobre todo con la intención de situar al eventual lector de estas líneas, pergeñar un breve y somero bosquejo sobre la sinopsis argumental. En esta ocasión me limitaré a transcribir la recensión, obviamente laudatoria, que al efecto publica la editorial Planeta.



“Al más puro estilo de los relatos de enigmas de Javier Sierra. El maestro del Prado presenta un apasionante recorrido por las historias más desconocidas y secretas de una de las pinacotecas más importantes del mundo, el Museo del Prado.


Una historia fascinante de cómo un aprendiz de escritor aprendió a mirar cuadros y a entender unos mensajes ocultos que difieren de la ortodoxia de la Iglesia católica, una institución que en el Renacimiento era visto más como opresores que como espiritual.


Una nueva obra que entusiasmará a los miles de seguidores de Javier Sierra”.




Tengo que hacer un arduo esfuerzo memorístico para recordar un libro tan pésimo y tan carente de interés literario, como éste. Y, en honor a la verdad me apena. Creo que Javier Sierra no tenía ninguna necesidad de perpetrar, sí, de perpetrar, este libro en el que, al menos eso me parece a mí, se percibe que ni el propio autor se cree lo que está contando y es el primero que lo sabe, tal y como dice él mismo al principio de “El maestro del Prado”: “He dudado mucho, muchísimo, sobre la conveniencia de publicarlo, sobre todo porque se trata de una aventura de fuertes connotaciones personales” y no me extraña que tuviese tantas dudas....lo que siento, por él y por los lectores, es que no hubiese tomado la sabia elección de no haberlo publicado, porque este pastiche infumable resulta indigno de él. Ignoro las razones que “forzaron” su escritura y publicación pero me las puedo imaginar y prefiero guardármelas para mí.

 
Pero creo que lo mejor será empezar, sin más dilación, con  el minucioso análisis de esta novela. Lo haré del modo más sistemático posible para intentar no dejar fuera las columnas miliares que jalonarán el camino de esta reseña. “El maestro del Prado” es una novela con una trama endeble, pobre y, literariamente, insostenible cuya única finalidad es mostrarnos, deslavazadamente, una serie de “cuadros” y sus implicaciones más o menos esotéricas (ocultas en un evidente exoterismo). Me ha dado la sensación, conforme avanzaba en su lectura, que se trataba de una especie de “corta y pega”  sobre los más variopintos temas: la historia de los dos Jesús, Rafael, Botticelli, la lanza de Longinos y Carlos V, el Bosco, los rosacruces, El Santo Grial de Valencia, los Hermanos del Espíritu libre, la Familia Charitatis, etc, etc.... En definitiva un “totum revolutum”, un pastiche, de imposible digestión que, y así tengo que reconocerlo, conforme avanzaba en su lectura me recordaba la historia del monstruo de Frankenstein, una aberración, un engendro hecho a retazos. El gran problema de “El maestro del Prado” es que Javier Sierra se muestra incapaz de darle una mínima coherencia al relato que, por así decirlo, carece de “argamasa”, de ese aglutinante necesario para dar vida, de ese hilo argumental que hace creíble una creación literaria.




Conforme se avanza en su lectura los dislates van “in crescendo”. Obviamente y como es habitual en todas mis reseñas no voy a reventar la novela, porque siempre creo que es aconsejable leer. Pero no me resisto a comentar que conforme avanzaba la novela (tengo que decir que dentro de todo lo malo el prólogo sería lo mejor) los despropósitos alcanzan su clímax al final de la novela cuando Javier Sierra perpetra una de las mayores “tomadoras de pelo” literarias que recuerdo. Un digno final a una novela claramente fallida y, como comentaba más arriba, escrita de un modo que parece más fruto de “la obligación” que de “la devoción”. E insisto que me duele muchísimo tener que decir todo esto porque algunas obras en la producción de Javier Sierra, cuanto menos, me han resultado interesantes.




Otro de los puntos en los que creo necesario detenerme, aunque sea un instante, sería el estudio de los personajes de la novela. Dentro del despropósito general los personajes resultan planos, acartonados e inverosímiles, por ejemplo: Marina, Santi Jiménez, D. Julián y una larga “panoplia” de personajes de cartón piedra de infausto recuerdo. Y que decir del sonrojante “cameo” de Lucía Bosé... (sin palabras).




Tampoco sería justo si no destacase algunas cosas que me han parecido positivas. Fundamentalmente la publicidad que el autor hace del Museo del Prado y que, espero y deseo, que haga visitar nuestra magnífica pinacoteca a muchos lectores. Sin duda es de agradecer y desde aquí yo lo hago, que suscite el interés por conocer y disfrutar de este magnífico e interesantísimo museo. También me han gustado las múltiples notas a pie de página que aclaran muchos aspectos para las personas que quieran profundizar en los temas tratados en la novela. Pero también tengo que reconocer que, de un modo aleatorio, hice esta mañana algunas búsquedas en Internet y, para sorpresa mía, encontré, en poco más de dos horas que le dediqué, todos los “supuestos” descubrimientos que el doctor Fovel le confió al joven Javier Sierra. Lo que me desilusionó profundamente porque lo que suponía un ímprobo trabajo de investigación por parte del autor no ha resultado para tanto...




En esta ocasión esta reseña va a ser mucho más breve de lo normal, la razón es que, honestamente, esta novela, en mi modesta opinión, no da para más... Por lo que creo que, lo más razonable, es no alargarla artificialmente mucho más, porque sería una perdida de tiempo (y de espacio) para mí y para todos vosotros que con tanta amabilidad seguís este blog literario. Por último me gustaría desearle a Javier Sierra todo lo mejor y, si leyese estas líneas, decirle que deseo ardientemente que remonte en su carrera literaria y que esto, como él sugiere en su novela, sólo haya sido un “mal sueño”.




Dicho lo cual y atendiendo a todo lo ya referido con anterioridad, e intentando ser lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte de la literatura, creo que la puntuación más fiel y ajustada para juzgar la novela “El maestro del Prado y las pinturas proféticas” del escritor turolense Javier Sierra, sería de un 2,50/10.

© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar la reseña os dejo el booktrailer de la novela)


domingo, 10 de marzo de 2013

Estaba en el aire. Sergio Vila-Sanjuán


Título: Estaba en el aire.
Autor: Sergio Vila-Sanjuán.
ISBN: 9788423346240.
Editorial: Destino.
Encuadernación: Tapa dura.
Fecha de publicación: Febrero de 2013.
Páginas: 240.
Ganadora del Premio Nadal de novela 2013.






“Si quieres recoger miel, no des puntapiés a la colmena” (Dale Carneggie)


“Un hombre puede pasar toda su existencia sin entender la simple lección de que sólo tiene una vida, y que si él mismo no consigue hacer con ella lo que quiere, a nadie va a importarle”.
Louis Auchincloss,
A writer’s capital


“Rinomicina le busca está siendo un éxito. ESTÁ CAMBIANDO LA SOCIEDAD.
Todo el mundo se lo dice, ha conseguido crear conciencia de un problema y
brindar una ayuda real a personas que sin el programa no se hubieran
reencontrado nunca con los suyos. La idea le pertenece, así que puede estar
orgulloso, con una excusa comercial ha llevado a cabo una labor social”.
(Estaba en el aire. Sergio Vila-Sanjuán)





“Estaba en el aire” del escritor barcelonés Sergio Vila-Sanjuán ha sido la última novela galardonada con el prestigioso Premio Nadal en su edición de 2013. Una novela digna merecedora de este certamen literario. Y así lo creo puesto que, conforme avancemos en su análisis, iremos comprobando que, desde un punto de vista literario, nos ofrece motivos y recursos técnicos muy interesantes que aportan unos elementos que, obviamente, no pueden quedar al margen de un riguroso análisis de esta novela. Sergio Vila-Sanjuán nos muestra en esta obra su amplio conocimiento de la literatura y de los resortes fundamentales de lo que debe ser la “genuina” creación literaria. A modo de marco inicial, sobre el que posteriormente desarrollaré y cimentaré el análisis de  “Estaba en el aire”, me gustaría avanzar que, lejos de los patrones estéticos y mercantilistas de muchas novelas que en la actualidad colonizan las listas de los libros más vendidos, el libro de Sergio Vila-Sanjuán es un canto a la escritura, a la belleza formal de un texto literario, más allá del interés, más o menos subjetivo, que pueda despertar la historia que el autor nos narra.



Dicho todo lo cual y antes de adentrarnos en el estudio de “Estaba en el aire” de Sergio Vila-Sanjuán, creo que lo más procedente y adecuado sería pergeñar, someramente, eso sí, una breve descripción de la sinopsis argumental de los hechos que acontecen en la novela. Para este fin pienso que la recensión publicada por la editorial “Destino” cumple sobradamente con estas expectativas, por lo que me limitaré a transcribirla literalmente.




Una mujer de la alta sociedad, muy bella y muy desgraciada. Un publicitario embarcado en un programa radiofónico que busca a personas desaparecidas. Un magnate con buenos contactos políticos dispuesto a consolidar su imperio. Un joven del Norte que rastrea sus orígenes.

En la Barcelona de 1960, las trayectorias de todos ellos se cruzan iluminando ambientes contrapuestos. Estaba en el aire es una historia de sentimientos y búsqueda personal, de periodismo e intrigas empresariales, que transcurre en un momento histórico poco abordado por la narrativa actual. Un momento en el que España empezaba a salir de la negrura de posguerra para convertirse en una sociedad de consumo, animada por promociones televisivas y elegantes fiestas veraniegas a la luz de la luna, como las que frecuentan los protagonistas de esta novela”.



Por intentar contextualizar el objeto del análisis, en primer lugar me gustaría poner el foco del estudio sobre la ambientación que el autor nos propone de aquella “oscura” y realmente poco tratada, de la época del tardo-franquismo de los años 60, en nuestra literatura actual. Últimamente la única novela reseñada en este blog literario que se aproxima a este momento histórico (y no con exactitud) sería la magnífica novela “Las leyes de la frontera” de Javier Cercas. En este caso Sergio Vila-Sanjuán nos va a ofrecer otra perspectiva, otro plano social de aquella realidad. La novela está impecablemente ambientada y el autor ha cuidado hasta los detalles más nimios y aparentemente intrascendentes pero que, sin embargo, son presentados con un extremo rigor documental. Al hilo de la lectura de la novela he ido haciendo diferentes búsquedas en Internet que me han corroborado el celo del autor en la ambientación histórica de los hechos narrados.



Sin embargo el autor se va a permitir hacer un uso flexible del tiempo real, llamémoslo “tiempo histórico” para compactarlo, moldearlo y adecuarlo al “tiempo narrativo” en función del interés técnico y artístico de la novela. Si profundizamos en el análisis de esa sucesión de acontecimientos, se puede observar que las diferentes escenas que se van entrecruzando para dotar de urdimbre y “armazón” a la novela, están engastadas con una precisión y un virtuosismo propio de un orfebre de la literatura. Es evidente que Sergio Vila-Sanjuán es un autor muy “leído”, con un gran conocimiento de la literatura y es algo que subyace inevitablemente en su modo escribir.


Como bien saben los amables seguidores de este blog literario, siempre hago hincapié en lo importante que es el “arranque” de una novela. En “Estaba en el aire” el autor nos propone un comienzo que, de alguna manera, ya prende el interés del lector y, por así decirlo consigue excitarle para que continúe la lectura. Voy a permitirme citar ese comienzo para ayudar a la comprensión de lo que quiero decir


“El teléfono suena cuando ya llevan un buen rato durmiendo. Juan Ignacio se remueve en la cama sin hacer ademán de levantarse. El vino de la cena y el coñac que se bebió después le han dejado catatónico. Elena, inquieta, le da un codazo.
—Ve tú, ¿quién puede ser a estas horas?
Se arrastra pesadamente hasta el pasillo, donde está el teléfono, maldiciendo al autor de la llamada. Ojalá los niños y la tata no se hayan despertado. Enciende la lamparita antes de descolgar.
—¿Qué ocurre? —masculla.
Del otro lado de la línea, una voz pastosa intenta hilvanar entre sollozos un discurso que a Juan Ignacio le resulta incomprensible.
—Vale, vale, lo intento, explícame mejor dónde estás, pero sobre todo cálmate —dice procurando no levantar excesivamente la voz”



A lo largo de la novela aparece un voz narrativa omnisciente e intemporal que servirá para vertebral, articular y dar coherencia a todas las escenas yuxtapuestas que conforman el relato.  En el siguiente fragmento que propongo, a modo ejemplificador, se observa la, evidente, omnisciencia e intemporalidad con la que Vila-sanjúan dota la voz del narrador.



“Las hermanas Catequistas figuran entre los elementos activos de la ciudad que Luisa Mateu ha decidido tutelar. Cuentan con una espaciosa sede en la Vía Augusta, que dentro de unos años acabarán vendiendo a buen precio a cierta constructora para que edifique allí pisos de lujo”.



La  novela “Estaba en el aire” está cimentada sobre la existencia real del programa radiofónico “Rinomicina le busca”que durante los años 60 supuso toda una revolución en la radiodifusión española. Precisamente será este programa el motivo vertebrador sobre el que orbitarán todas las tramas de la novela. Vila-sanjuán consigue crear un relato fresco y con algunos momentos de humor que no pueden, por menos, de provocar la hilaridad del lector. Incluso se permite contar chistes. Ruego al lector que repare en el chiste de “la hija prostituta”. El humor que aparece en “Estaba en el aire” es fino, inteligente e irónico y, precisamente, a través de ese humor el autor nos va a ir mostrando todas esas incoherencias, que actualmente nos resultan tan absurdas y descacharrantes, que aquejaban a aquella sociedad bajo el peso de la dictadura.

 
Si centramos la atención de nuestro análisis en los personajes, podemos observar en la finura y el detalle con el que Vila-sanjuán dibuja el trazo de los personajes. Fundamentalmente veremos esa evolución y esa riqueza en la caracterización del personaje de Tona que, dentro de esta novela coral, pasa por ser una de las indiscutibles protagonistas. Mucho más no puedo decir para no reventar la novela, pero, como apreciará el lector, su devenir será muy importante en el relato. Interesante también, cómo no, el personaje de Juan Ignacio Varela. Pero sin duda alguna el personaje omnisciente que sobrevuela toda la novela es Barcelona. Esa Barcelona cosmopolita que intenta salir de la postración de la posguerra asomándose a la modernidad de al otro lado de los pirineos.



Al principio de esta reseña destacaba que la novela nos ofrecía algunos motivos y recursos técnicos que me han resultado muy interesantes y que nos dan idea de la pretensión literaria y artística con la que el autor se enfrenta a la hora de su redacción. Hay muchos ejemplos muy interesantes, cuya cita y estudio filológico desbordarían ampliamente la propia identidad de una reseña literaria. Sin embargo, no me voy a resistir a citar un fragmento que resulta especialmente revelador de esta “elegancia” literaria que muestra “Estaba en el aire”. En este fragmento vamos a ver cómo Vila-Sanjuán nos propone una elegantísima elipsis narrativa, con una economía de medios y una eficacia narrativa sorprendente.



      - ....Luego se encerró en el lavabo y no salía, creo que se quedó dormida dentro. Los chicos que iban con ella la abandonaron y se fueron sin pagar... Al final, después de que aporreáramos la puerta un buen rato, salió, estaba que se caía. Le dije que se sentara un rato pero no quiso, se fue dando tumbos...
- ¿Hacia dónde?
Enfila un callejón que da a la calle Ancha. A la luz de las farolas, los adoquines desprenden un brillo apagado; están húmedos por la llovizna de la tarde y hay que moverse con cuidado para no resbalar. Oye unas voces: un sereno y algunos noctámbulos discuten algo. Se acerca al corrillo; varios de ellos están en cuclillas en torno a un cuerpo estirado sobre la acera”. 



Ruego al amable lector, que ha llegado a este punto de la reseña, que repare en la transición tan brusca que se produce después de la pregunta ¿Hacía dónde?. Y cómo con esta atrevida elipsis narrativa el autor nos ha ahorrado una larga y estéril descripción, para explicar esa transición, que nada hubiese aportado al relato. Es, precisamente, en estos pequeños detalles en dónde se aprecia el oficio y el dominio de un buen narrador. Por el contrario he encontrado algunas frases que no me han gustado, que no me han resultado especialmente afortunadas, aunque en un libro tan cuidado como este intuyó que ha sido con la plena aquiescencia del autor. Pondré un par de ejemplos que, en mi modesta opinión, me han resultado “chirriantes”.



“Tras los cafés, la orquesta tocó en un ángulo del patio de armas, bajo las torres iluminadas, y se abrió el baile; en la bodega del sótano habían instalado un tablao flamenco”.



“Marineros americanos, grupos juveniles cantando a pleno pulmón, borrachos solitarios y un enjambre de prostitutas postulando su propia mercancía”.



En el primer ejemplo me resulta algo chocante el uso de la palabras “ángulo” en ese contexto, con eso no quiero decir, ni mucho menos, que no sea correcto. Simplemente que en el uso habitual del castellano me parecería más adecuado utilizar esquina, o incluso, rincón. De hecho si este libro hubiese sido una traducción al castellano habría pensado que era una mala traducción.  En cuanto al segundo ejemplo nos encontramos con un uso errado del verbo postular, como sinónimo de “ofrecer” cuando el significado de postular es, más bien, pedir. O sea todo lo contrario. La verdad es que me ha sorprendido bastante este error en esta novela, por lo demás, cuidadísima y magníficamente editada. No me gustaría dejar en el “tintero” que en estos tiempos de auténticos “tochos” literarios, engordados de un modo absurdo y artificial por espurios intereses editoriales. “Estaba en el aire” es una novela breve que, incluso, me atrevería decir que admitiría en el desarrollo de la novela algunas páginas más. Y esto lo digo como todo un elogio, vista la tendencia actual.



Un poco más arriba elogié el comienzo de la novela, también es justo que diga algunas palabras sobre el epílogo con el que se cierra la novela. Sin entrar mucho en el fondo, por razones obvias, creo que resulta tremendamente interesante y esclarecedor y, sin duda alguna, necesario para la total comprensión de la novela. Me gustaría destacar, por su valor histórico y simbólico, toda la parte dedicada al divorcio en tiempos de Franco....



Como, por desgracia suele ocurrir en las novelas “importantes” no puedo evitar la desolación al comprobar la cantidad de notas y comentarios que quedan aún por reseñar en mi cuaderno de notas.  Pero, como siempre digo, eso es buena señal. Lo malo es cuando después de leer una novela me encuentro mi cuaderno de apuntes queda inmaculado.




A modo de resumen final y para no alargarme ya mucho más, creo que, en mi opinión, “Estaba en el aire” es una buena novela que deja algunos detalles de calidad y de buen hacer literarios que, en estos tiempos, se agradecen especialmente. Sin duda alguna digna ganadora del Premio Nadal 2013 y muy en la línea de las novelas ganadoras de este galardón en la que más que sus virtudes comerciales se premian su “calidad e innovación” literaria aunque, a veces, no sea comprendida por el gran público.




Dicho todo lo cual y teniendo en cuenta todos los argumentos aquí expuestos y conforme a mi conciencia y modo de entender el arte literario, creo que la puntuación que haría más justicia a la novela “Estaba en el aire”  del escritor barcelonés Sergio Vila-Sanjuán, galardonada con el prestigioso Premio Nadal en su edición correspondiente al año 2013, sería de un 8,25/10.

© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar la reseña os dejo el video del Booktrailer de la novela)