sábado, 14 de septiembre de 2013

Circo Máximo. Santiago Posteguillo.



Título: Circo Máximo (La ira de Trajano).
Autor: Santiago Posteguillo
ISBN: 978-84-08-11711-7
Editorial: Planeta
Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos
Fecha de publicación:29 de agosto de 2013.
Páginas: 1.200.
Precio: 22,90 €



Nullum bellum suscipi a civitate optima,
nisiaut pro fide,aut pro salute.
(Una guerra nunca es iniciada por un Estado ideal,
excepto en defensa de su honor o su seguridad.)
CicerónDe República, III, 23, 34



“Los accidentes ocurren siempre así: no por un solo error sino por varios errores de diferentes personas que tienen lugar en el mismo momento, en el mismo lugar”.
(Circo Máximo. Santiago Posteguillo)


“Gracias a Trajano y su mundo, convulso con frecuencia, esperanzador en ocasiones. Incluso gracias a Mario Prisco o Pompeyo Colega o Carpophorus y tantos otros ruines, porque si bien la vida sería infinitamente mejor sin la perversión de los malvados, la literatura, sin ellos, sería aburrida.
(Agradecimientos en Circo Máximo. Santiago Posteguillo)




Me gustaría, antes de empezar este análisis literario, confesaros que he tenido que dejar pasar casi dos días antes de reunir el “valor” suficiente para sentarme al ordenador para escribir esta crítica. Después de tres días de frenética y apasionada lectura en los que devoré, casi literalmente, este segundo libro de la trilogía (el primero es “Los asesinos del Emperador”)que el gran escritor valenciano Santiago Posteguillo ha dedicado a la vida y andanzas del Emperador Trajano y de llenar mi cuaderno de notas con más de treinta páginas de notas y comentarios tengo que, con toda honestidad, reconocer me sentí absolutamente perplejo ante el libro que acababa de leer.Durante estos dos días que he dedicado a la reflexión y a intentar analizar el por qué de la maestría de esta novela, he releído multitud de fragmentos de la novela intentando desbrozar, con el mayor desapasionamiento posible, y dentro de este frondoso “bosque” literario, que parece sacado de la misma Dacia, los recursos técnicos que el autor ha empleado para envolvernos en este apasionante relato, magistralmente escrito. Dicho lo cual es evidente que “Circo Máximo (la ira de Trajano), segundo libro de la trilogía de Trajano, me ha encantado. A lo largo de esta reseña literaria intentaré desgranar y desmenuzar un libro tan complejo y, a su vez, tan interesante, desde un punto de vista analítico. Antes de empezar soy ya consciente que, en su ubérrima riqueza, será inabarcable dentro de los modestos límites que impone una reseña que, en justicia, pediría, más bien, un profundo y exhaustivo estudio.



A lo largo de estas páginas intentaré acercar, al eventual lector de estas líneas, las columnas basales sobre las que Santiago Posteguillo ha erigido esta monumental y ambiciosa novela histórica que, sin duda alguna, hará las delicias de los lectores en general y, en particular, de los amantes de la Historia. Porque, y lo diré desde el primer momento, el autor demuestra ser todo un erudito en Historia Antigua, documentando la novela con un extremo rigor hasta en los detalles, aparentemente, más nimios e intrascendentes, demostración evidente de la perfección, la paciencia  y la laboriosidad, casi de orfebre, con la que el autor escribe su obra. Todo esto y muchas cosas más nos referirá el autor en “la nota histórica” del apéndice de la novela que, sin duda alguna, resulta imprescindible y de obligada lectura. Pero, dicho lo cual, voy a intentar ser lo más sistemático posible a la hora de acercarnos al análisis de “Circo Máximo” con la intención de no “perdernos” en la inmensidad de este amplio y profundo “mare nostrum” literario.



Como ya es habitual en estos análisis literarios, y por seguir un cierto orden, creo que lo más oportuno sería, llegados a este punto, pergeñar una breve sinopsis argumental de los hechos que acaecen en esta monumental novela (no sólo por su extensión 1200 páginas, sino también por su complejidad narrativa y temática). Para este fin creo que puede resulta adecuada la sucinta recensión que, con motivo de su publicación, ha editado la propia editorial Planeta, por lo cual paso, a continuación, a transcribirla literalmente.



Circo Máximo es la historia de Trajano y su gobierno, guerras y traiciones, lealtades insobornables e historias de amor imposibles. Hay una vestal, un juicio, inocentes acusados, un abogado brillante, mensajes cifrados, fortalezas inexpugnables, dos aurigas rivales, gladiadores y tres carreras de cuadrigas. Hay un caballo especial, diferente a todos, leyes antiguas olvidadas, sacrificios humanos, amargura y terror, pero también destellos de nobleza y esperanza, como la llama del Templo de Vesta, que mientras arde, preserva a Roma. Sólo que algunas noches la llama tiembla. La rueda de la Fortuna comienza entonces a girar. En esos momentos, todo es posible y hasta la vida de Trajano puede correr peligro. Y, esto es lo mejor, ocurrió: hubo un complot para asesinar a Marco Ulpio Trajano”.



Durante estos días que he tomado de meditación, por considerarlos imprescindibles antes de escribir este análisis, llegué a la conclusión que debería planificarlo en dos vertientes, con la finalidad de contextualizar mi opinión. En primer lugar considerando “Circo Máximo” como una novela en particular, utilizando todos los recursos que, para este fin, ofrece la filología y, por otra parte, considerando esta obra inserta dentro de toda la producción literaria de Santiago Posteguillo. Creo que metodológicamente y, para la finalidad que persigue este análisis, lo más conveniente será comenzar por el estudio, aislado, de este libro.



Al principio de esta reseña me he referido a “Circo Máximo” como una novela histórica e indudablemente lo es, pero sin embargo, creo que, en cierto modo, se trata de una novela épica deudora de la tradición de la novela épica castellana. Fundamentalmente he encontrado, salvando las obvias distancias artístico-temporales, algunas interesantes similitudes entre el Cantar del Mio Cid (como singular ejemplo de la épica castellana) y este ciclo novelístico. Esta aseveración ya de por sí requeriría todo un estudio crítico pero, sin embargo, voy a intentar esbozar algunas razones para mantener esta opinión. Fundamentalmente serían dos, entre las muchas que se podrían citar. Por una parte el tratamiento que dan los autores a la figura de los protagonistas, ya sea “El Cid” o el Emperador Trajano y las cualidades que los adornan: sentido de la justicia, magnanimidad, fidelidad, honor, hombres de palabra…, así como el trazo con el que son caracterizados y tratados. Por otra parte por la narración tan cinematográfica y tan plástica con las que los autores, en ambos casos, describen las escenas. Mientras que el autor del Cantar agrupará estas escenas en “tiradas” Santiago Posteguillo las agrupará gracias a unas llamadas al lector que anteceden la escena marcándonos en qué lugar y en qué momento acontece la escena que nos está narrando. Por ejemplo para narrar la carrera de cuadrigas en el Circo Máximo utiliza algunas de estas escenas: En el palco imperial, En el palco de la vestales, Posición de salida, En la arena del Circo Máximo, En las gradas, etc, etc. Esta técnica tan visual resulta muy cercana a la gramática cinematográfica dotando a la narración de una poderosa fuerza, así como de una gran agilidad. El autor demuestra un gran conocimiento técnico y de los resortes necesarios para despertar y fijar la atención del lector a la hora de ir imbricando las tramas y las escenas. Profundizando en el examen particular de este aspecto resulta sorprenderte comprobar la perfección con la que Santiago Posteguillo sucede las escenas para dotarles de mayor efecto artístico. Resulta apabullante comprobar que, a modo de un castillo de naipes, su arquitectura es tan delicada y precisa que mover una sola escena de su lugar daría la sensación de desbaratar esa perfección de mecanismo de relojería suizo (helvético si se me permite la broma) y perjudicar el efecto final del relato.



La prosa que sirve de vehículo para narra esta novela y que emplea el autor es, por así decirlo, funcional. Esto es, el autor no va a pretender desviar la atención y el interés del autor con una prosa especialmente recargada, tanto en la propia estructura de las frases como en el uso del léxico empleado. En mi opinión la finalidad de esta aparente simplicidad de recursos tiene una clara finalidad de no “estorbar” la atención del lector de lo que el autor considera realmente importante que es, propiamente, el relato. Sin embargo no puedo obviar que he encontrado bastantes errores sobretodo, y en mi opinión, en la puntuación de las frases. Errores que, personalmente, siempre me molestan y me distancian porque me parece inexplicable que en grandes y excelentes editoriales, como indudablemente lo es la Editorial Planeta, se produzcan así como también algunos errores fruto de una cierta “desidia”.Y me duele especialmente porque son fácilmente subsanables y perjudican, al fin a y la postre, a la totalidad de la novela. Pondré simplemente un par de ejemplo al respecto



“Una vez en Densus hay que buscar la colina más elevada y allí, en lo alto, se vislumbrará la silueta de la iglesia medieval, el santuario cristiano más antiguo de Rumanía. Su fecha de construcción oscila entre el siglo III y el XIII, aunque todo parece indicar que, probablemente, se levantara en la época de los gépidos o quizá los avaros en la Alta Edad Media, aunque se concluyera definitivamente en el siglo XIII”.



“Las sármatas vaciaron los carros de cestos y cántaros vacíos e instalaron a los niños en el interior. Luego despojaron de todas las armas a los caballeros romanos abatidos. Tomaron los caballos y emprendieron el largo viaje hacia el norte”.



En el primer ejemplo he escogido este párrafo porque muestra un claro ejemplo de esta desidia que, por desgracia tanto abunda en infinidad de libros. Dado que Santiago Posteguillo nos habla de los gépidos, que fue un pueblo germánico que se asentó en la zona de Transilvania, resulta evidente que no se puede referir a los “avaros” sino a los ávaros, que fue un pueblo nómada que emigró hacia la Europa oriental y central en el siglo VI. En tanto que en el segundo ejemplo resulta evidente que los “caballeros romanos” serían más bien los “jinetes romanos”, si bien podía ser admisible esa acepción pero creo que, en nuestro tiempo, ha quedado absolutamente arcaica y puede inducir a error.


En un análisis literario otro de los factores de ineludible estudio es la caracterización de los personajes. Sin embargo, por razones metodológicas dejaré esta parte del análisis para un poco más adelante cuando estudiemos “Circo Máximo” dentro del contexto de toda la obra literaria de Santiago Posteguillo. Creo que el estudio de los personajes, inserto en el contexto de toda su obra, resultará más interesante para nuestro análisis. Aunque lo que sí puedo adelantar, tal y como el autor nos explica en su “nota histórica” del apéndice (que aprovecho para volver a recomendar encarecidamente su lectura), nos muestra su innata capacidad para mezclar los personajes de ficción con los históricos dándoles vida y verosimilitud a partes iguales. De hecho cuesta discernir dónde acaba la realidad y empieza la ficción. El autor, en un ejercicio de honradez intelectual y artística, nos mostrará todas “las cartas” del proceso creativo de su novela. No me puedo resistir, porque me parece de justicia, comentar que Santiago Posteguillo, como, por otra parte, todos los grandes autores, nos muestra su humildad y su bondad cuando nos dice en su “nota histórica” lo siguiente:



“Y no es mi deseo competir con el magnífico Javier Sierra y su maravilloso El maestro del Prado, pero para los que no puedan hacer viajes a lugares tan distantes como los montes Orastie, pueden, si lo desean, entretenerse buscando la escultura del guerrero dacio que se puede encontrar en una de las salas del Museo del Prado; así la Dacia, al fin y al cabo, no nos queda tan lejos”.



Y en este párrafo que acabo de transcribir se ve su grandeza porque, desde un punto de vista literario las diferencias entre ambas novelas y ambos autores resultan abismales y no resisten la comparación a favor del autor de “Circo Máximo” (quien tenga la curiosidad puede consultar la crítica que realicé pinchando el siguiente enlace “crítica de El maestro del Prado”).



Para estructurar un relato tan ambicioso y tan complejo como el de “Circo Máximo” el autor va a hacer uso de un narrador en tercera persona que casi, siempre, va a actuar acompañando la acción. Únicamente, en unos pocos casos, se apoyará en algunos “flashbacks” que retrotraerán la narración puntualmente. Por otra parte el narrador no hará prácticamente uso de la omnisciencia, con una evidente finalidad estética y narrativa. Una de las pocas veces que el autor muestra su omnisciencia sería la siguiente: “Necesitaron semanas para extraer todo el oro y la plata de aquella caverna, pero merecieron la pena”.



La lectura de “Circo Máximo” es todo un placer para los amantes de la Historia y también de la filología. De hecho nuestra filología, como es obvio, es claramente deudora de la lengua latina. Santiago Posteguillo nos muestran un nivel de conocimiento apabullante. Para las personas interesadas en esta época de la Historia Antigua es de obligada lectura los magníficos y documentadísimos apéndices que acompañan la novela: los glosarios de términos romanos y dacios, así como la monumental y erudita bibliografía que les acompaña. Si tuviese la fortuna de que Santiago Posteguillo pudiese leer este análisis literario me encantaría preguntarle, dado el rigor filológico con el que ha escrito el libro, una curiosidad. Me gustaría que me dijese por qué, después del uso tan esmerado de multitud de palabras latinas, sin embargo ha traducido al castellano los meses del año latino cuando, en mi opinión, hubiese sido más coherente haber respetado su denominación en la lengua latina.



Santiago Posteguillo se va a servir de la narración de una novela histórica de hace casi 2000 años, para fustigar y criticar los desmanes de nuestra sociedad actual y la crisis que, estamos padeciendo (y nunca mejor dicho). El intelectual, como es en nuestro caso el autor, no puede (ni debe) quedar impasible ante los problemas que asaltan las sociedades actuales. En estos momentos, más que nunca, de una total desorientación y crisis las gentes necesitan a los intelectuales como un claro referente. Voy a transcribir un párrafo en el que, como veremos, seguimos arrastrando los mismos problemas que ya tenían en el Imperio Romano y que, mientras el hombre pueble la faz de la tierra, seguirán existiendo.



“El puente que había ordenado construir sobre el Danubio también consumía muchos recursos. Quizá su esposa tuviera razón y su idea de Roma era demasiado... grande. Subir los impuestos parecía ser el único camino para disponer del suficiente dinero con el que acometer todos sus proyectos, pero aún dudaba. Si en efecto subía los impuestos al final el pueblo gastaba menos o buscaban subterfugios con los que eludirlos. Trajano no necesitaba de consejeros imperiales para saber eso. No había que ser ni un genio ni un filósofo griego para saber que a más impuestos menos gastaba la gente y la economía del Imperio terminaría en un colapso absoluto que no interesaba a nadie. Sólo los imbéciles eran incapaces de no ver algo tan sumamente simple”



En un análisis riguroso de esta novela no se debe pasar por alto una mención a cómo el autor narra las múltiples batallas que acontecen a lo largo de la novela. En este aspecto tengo que reconocer, sin ambages, que desde un punto de vista literario Santiago Posteguillo es, sin duda alguna, uno de los grandes narradores de estas escenas bélicas. Si intentamos profundizar en el análisis, con una lectura atenta, veremos cómo funciona el multiperspectivismo y cómo dota de profundidad narrativa a la acción. Sin duda alguna Posteguillo es, hoy por hoy, uno de los grandes autores en el dominio de esta faceta tan compleja y exigente de la narración. Sus relatos bélicos (y en general “de acción”) resultan impactantes y de un verismo que da la sensación de estar asistiendo a esos cruentos combates. Sin embargo, no debemos engañarnos, en su novela junto a estas escenas de acción trepidante hay algunas de un lirismo y de una belleza sorprendentes.



“Y el emperador cerró los ojos y lanzó aquella súplica a los dioses de la forma más humilde que pudo. Lo imploró con un fervor tal que en el cielo sus lágrimas silenciosas causaron emoción incluso entre las divinidades más gélidas”.



Especialmente me gustaría recomendar al lector que reparase en una escena que, en mi opinión, es magistral. Obviamente no daré muchas pistas para no reventar la novela porque lo que aconsejo es, sin duda alguna, su lectura. Cuando el autor narra el desfile triunfal del Emperador Trajano y de sus huestes a su llegada a Roma va a “contrapuntear” este relato, alternativamente, con fragmentos de la carta que le ha escrito la vestal Menenia… y no puedo decir más. Ruego al lector que repare en la técnica del autor y del “devastador” efecto literario y dramático que provoca en el lector.



Como bien sabéis todos los lectores habituales de este blog literario, uno de mis principios básicos a la hora de enfrentarme a un libro es no pronunciarme hasta haber terminado de leer su última línea. La experiencia de muchos años dedicados al estudio de la literatura me ha demostrado que, a veces, un final bien rematado puede conseguir redimir, en cierto modo, un libro mediocre. Santiago Posteguillo en el capítulo 166 y último de la novela titulado “Entrecruzados”, va a dar un repaso a las vicisitudes de todos los personajes principales de “Circo Máximo”, a modo de cuaderno de bitácoras de esta monumental novela. Por eso tengo que reconocer que me cuesta mucho pronunciarme sobre este libro, dado que se trata del segundo volumen de una trilogía. Esperaré ansiosamente la publicación de la novela que cierre esta trilogía sobre el Emperador Trajano para poder emitir un juicio completo acerca de esta magna obra literaria de Santiago Posteguillo. Sin duda este juicio podrá ser mucho más preciso al contemplar la obra completa en su integridad. Y, como comentaba al principio de este análisis, esto me da pie para hablar y contextualizar esta novela dentro de su producción y especialmente haciendo una analogía con su anterior trilogía completa dedicada a la figura de Publio Cornelio Escipión “El Africano”, compuesta por las novelas Africanus, Las legiones malditas y La traición de Roma. No puedo ocultar que considero al autor como uno de los grandes de la literatura histórica de la actualidad y no solo de la literatura española sino de la universal. Sin embargo, si tuviese que ponerle algún “pero”, a la luz de toda su producción literaria, sería su poca innovación estilística en sus novelas. Me explico. Santiago Posteguillo ha encontrado un esquema narrativo que, sin duda alguna, le ha reportado un gran reconocimiento, tanto por la crítica especializada como por el gran público y de una calidad literaria más que aceptable. Aunque en mi opinión todas sus novelas de tipo histórico mantiene exactamente ese mismo patrón tanto estructural como de personajes. Como comenté un poco más arriba he creído oportuno hablar de los personajes dentro del contexto general de toda su narrativa. A lo largo de su trilogía dedicada a Escipión, como en sus libros dedicados a Trajano veremos que los personajes mantienen multitud de características similares en cuanto a su caracterización y tratamiento, tanto en los personajes “positivos” como en los “negativos”. En mi opinión las similitudes entre el dibujo de “Escipión” y de “Trajano”, por poner un ejemplo palmario, tienen muchísimos puntos en común. Así como el excesivo “maniqueísmo” en los personajes malvados que son un cúmulo de maldades, sin dejar el menor atisbo a una perspectiva más equilibrada. Dicho de otro modo, los malos son malísimos, tremendamente malvados. Esa simplificación tan excesiva, a mi modo de ver, perjudica la credibilidad del relato.



Después de releer este larguísimo análisis literario dedicado a la novela “Circo Máximo” creo que ya no debo alargarme mucho más por haber superado, excesivamente, la extensión aconsejable para una reseña literaria. Y me da mucha pena porque cuando se trata de buenas novelas, como es el caso, siempre quedan multitud de detalles dignos de analizar en el tintero, en este caso en mi cuaderno de notas. Para terminar si me gustaría comentar, en líneas generales, y teniendo en cuenta todo lo ya expuesto con anterioridad, que “Circo Máximo” es una gran novela escrita por un autor que domina los resortes de la narrativa y que sabe insuflar a sus libros de un hálito de vida que, sin duda alguna, consiguen “enganchar” a los lectores. Desde este modesto blog literario me gustaría aprovechar para felicitar a Santiago Posteguillo por toda su obra narrativa que, debo reconocer, he leído completa (incluido su libro “La noche en que Frankenstein leyó El Quijote”) con auténtico placer y fruición.




Dicho todo lo cual y teniendo en cuenta todo lo expuesto más arriba e intentando ser lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte de la literatura y conforme a todo lo expuesto a lo largo de este análisis literario, creo que la puntuación que más justicia haría a “Circo Máximo”, segundo libro de la trilogía dedicada al Emperador de origen hispano Trajano del gran escritor valenciano Santiago Posteguillo sería de un 9,00/10.



© Luis Alberto Cao



(Para ilustrar esta reseña os dejo el booktrailer del libro así como una entrevista que el autor concedió con motivo de la publicación de “Circo Máximo”)