Este Blog ha sido creado como un rincón literario, como una tertulia sobre libros y sobre literatura. En estos tiempos de crisis, siempre nos quedarán las artes... y cómo no los libros...
Querid@s amig@s, cuando termina un
año siempre es momento de valorar y resumir lo acontecido en el año.
Además si tenemos en cuenta que Sus Majestades de Oriente están a punto
de llegar, creo que nunca debería
faltar entre los regalos un libro. Un libro siempre es el mejor regalo
que podemos hacer. Me han escrito bastantes correos muchos seguidores de
este blog pidiendome consejo a la hora de hacer la carta para los Reyes
Magos. Así es que he confeccionado una pequeña lista con las novelas
que más me han gustado durante este año 2013 . Todas y cada una de ellas
son muy recomendables. Así como las novelas que vienen en la página de
este blog: Top 10 de los mejores libros de "Las bizarrías de Belisa" http://www.bizarriasdebelisa.com/p/top-10-mejores-libros-de-las-bizarrias_2.html
También
quiero aprovechar para daros las gracias a tod@s por vuestro fantástico
seguimiento de mi trabajo así como desearos UN FELIZ AÑO 2014 que nos
traiga mucha felicidad, salud y trabajo y que, además, sea una excelente
cosecha literaria. Un abrazo
LOS 10 MEJORES LIBROS DEL AÑO 2013
(Pulsando la portada enlaza con la reseña)
1.- LA VERDAD SOBRE EL CASO HARRY QUEBERT. JOEL DICKËR.
2.- LOS AÑOS DE PEREGRINAJE DEL CHICO SIN COLOR. HARUKI MURAKAMI.
como francotiradores agazapados con un ojo en el visor
y un dedo en el gatillo, esperando el momento idóneo”.
“Si es legal no es grafiti”
(El francotirador paciente. Arturo Pérez-Reverte)
“Una vez es casualidad, dos puede ser coincidencia,
tres significa enemigo en acción”
(Película Goldfinger)
“El francotirador paciente” es la última novela publicada en España por el gran escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte. Y os tengo que confesar, como no podía ser menos, que tenía muchísimo interés por leerla después de su magnífica y extraordinaria novela anterior: “El tango de la guardia vieja” (Pulsa eltítulo para leer la reseña publicada en este blog). Una novela que consiguió desatar mi entusiasmo como crítico y como lector ante un texto que brillaba a una altura literaria tan alta. Sin embargo, ese interés y esas expectativas tan grandes ante “El francotirador paciente” han quedado ampliamente defraudadas ante una novela (que a pesar de no ser excesivamente larga, en mi opinión, le sobran bastantes páginas) que dista mucho del nivel del mejor Arturo Pérez-Reverte. Esto no quita para que sea una novela aceptable pero, y tengo que insistir en ello, impropia del talento de su autor y muy alejada de sus mejores novelas, como analizaré a lo largo de este estudio. Y como crítico literario, y por respeto a todos mis lectores, tengo que ser fiel a mi conciencia y dar, con toda honestidad, mi opinión sobre esta novela. Por así decirlo “El francotirador paciente” sería un “tropiezo”, una novela de muy segunda fila en su, por otra parte, más que notable carrera literaria. En cualquier caso, a lo largo de este análisis literario intentaré exponer, con el mayor rigor posible, las razones que sustentan, y sostienen, la decepción que he sentido tras su lectura. Tengo que confesaros que he leído varias veces el libro (no es un libro muy largo) con mucho detenimiento y con el mayor rigor posible, para escribir esta crítica con la mayor objetividad posible e intentando ser lo más didáctico posible a la hora argumentar y sustentar mi opinión.
Dicho todo lo cual, y a modo de pórtico inicial, creo que llegado este momento lo más oportuno, con una finalidad lo más pedagógica y sistemática posible, sería pergeñar, someramente, los hechos que acaecen en “El francotirador paciente” para, de este modo, situar al eventual lector de estas líneas en la materia objeto de análisis. Para este fin, me ha parecido bastante adecuada la breve reseña que ha publicado la propia editorial Alfaguara, por lo que paso a transcribirla textualmente.
“La ciudad se convierte en un campo de batalla. Un artista de la calle lanza retos como si se tratase de bombas. El único arte factible es la venganza.
Un encargo editorial sitúa a Alejandra Varela, experta en arte urbano, tras las huellas de Sniper, un renombrado artista del grafiti, impulsor de acciones callejeras que bordean la legalidad, algunas de ellas de consecuencias funestas, del que poca gente ha visto la cara o sabe por donde anda.
La investigación llevará a la protagonista desde Madrid a Lisboa, y desde allí a Verona y Nápoles en su empeño por averiguar cuál es el objetivo al que señala la mira letal del cazador solitario.
"El francotirador paciente" es una novela de suspense que entusiasma, un excelente duelo de inteligencias, un juego al límite entre perseguidor y perseguido”.
A pesar de las reticencias que ha suscitado en mí “El francotirador impaciente”, de Arturo Pérez-Reverte, y que intentaré analizar a lo largo de esta crítica literaria, sin embargo, tengo que reconocer, desde el principio, que me ha interesado toda esta temática dedicada al mundo de grafiti y de sus “artistas”. Un mundo que, tengo que reconocerlo, desconocía prácticamente en su totalidad y que ha sido, para mí, un interesante descubrimiento. Al hilo de esta cuestión Pérez-Reverte va a tener ocasión de reflexionar acerca del arte y del hecho artístico en la actualidad, su mercantilización e incluso la domesticación del arte. Sin duda alguna este análisis que el autor nos ofrece es, con mucha diferencia, lo mejor de la novela. Pérez-Reverte, de su mano, nos va a introducir en ese interesante mundo….
Pérez-Reverte a la hora de planificar la historia que nos va a narrar ha decidido poner la voz narrativa, en primera persona, en la protagonista de la novela Alejandra Varela, una experta en arte urbano de 34 años de edad. Por otra parte, tengo que añadir que el relato es cronológico y lineal. Esta decisión de narrar la novela desde la voz de la protagonista, en mi opinión, condicionará todo el relato y será, uno de los puntos de la “debilidad” narrativa que tiene esta novela y será una de las causas que hacen de “El francotirador paciente” una novela “tramposa”. Lógicamente, no voy a entrar muy a fondo en esas “trampas” puesto que sería reventar la novela, nada más lejos de mi intención ya que, como siempre digo en mis reseñas y dado que una de las premisas “fundacionales” de este blog literario es el fomento de la lectura, lo importante es que los lectores lean las novelas para después poder opinar. Pérez-Reverte a la hora de plantear esta historia ha recurrido a un esquema bastante simplista. No he podido evitar, ya desde la primera lectura que hice de “El francotirador paciente” que este texto me evocará algunas otras novelas. Entre ellas “Dime quien soy”de Julia Navarro (pinchar en el título para leer la reseña) especialmente por su estructura de articular la narración en torno a una serie de entrevistas en varios lugares del mundo así como un “giro” final de guión… Ya en su momento cuando hice la crítica de la novela de Julia Navarro expresé mi disgusto por esa técnica que, en mi opinión, resulta pobre, forzada y carente de interés narrativo. Tengo que admitir que ha sido uno de los motivos de mi desilusión porque, como lleva demostrando desde hace ya muchísimos años, Pérez-Reverte es un gran escritor, de una acusada solvencia técnica y artística para descender a un texto tan desdibujado y con la utilización de, en mi opinión, un recurso tan pobre. En el caso de ambas novelas, como esbozaba un poco más arriba, toda la trama está sustentada en un “golpe de efecto” final. Precisamente tanto por ese “golpe de efecto” final como por su relato en primera persona no pude evitar que viniese a mi memoria una novela de Agatha Christie, en mi opinión la mejor… (y hasta ahí puedo leer). Eso sí, tengo que advertir al eventual lector de estas líneas que entre ambas novelas media todo un abismo.
A pesar de todo es indudable que Arturo Pérez-Reverte es un escritor elegante que en todas sus obras nos muestra una prosa ciertamente hermosa. Especialmente acertado en algunas imágenes muy visuales y descritas con belleza, me atrevería a decir con un cierto lirismo. En el caso de esta novela, y ya que entramos en el análisis más lingüístico de su prosa, tengo que decir que he encontrado algunos "gazapos". Ya resulta ocioso, a estas alturas, deciros cuanto me molestan y distraen cuando estoy leyendo un libro. He encontrado una construcción, por así llamarla “extraña", "cacofónica" (lato sensu), como en el ejemplo siguiente: “Era grande, atractiva, hermosa de formas, muy clásicamente napolitana”.
El personaje central de “El francotirador paciente”, Alejandra Varela, es un típico personaje del universo de Arturo Pérez-Reverte. Un personaje desencantado del mundo, de vuelta de todo y que destila amargura y desengaño… De hecho en algunos momentos me parecía estar “oyendo” hablar, en su lugar, a Max Costa, el protagonista de la magnífica novela, probablemente una de sus mejores, “El tango de la guardia vieja” o, incluso, al propio Capitán Diego Alatriste. Este arquetipo está prácticamente omnipresente en toda la obra narrativa del escritor cartagenero.
En lo que se refiere al estudio de los personajes que pueblan la novela me gustaría precisar que, en mi opinión, resultan desiguales en su dibujo y en su función narrativa. Esta indefinición va a provocar una cierta inestabilidad en la narración que dejará multitud de hilos sueltos, de preguntas sin respuestas a las que se enfrentará el lector después de cerrar el libro. Un ejemplo palmario de este tipo de personajes, en la novela, sería el caso de “Bigote rubio” o “Cara flaca”. En ambos casos su intervención en la novela me ha suscitado muchas preguntas que han quedado huérfanas de respuesta. Por ese motivo, entre otros, me da la sensación de que “El francotirador paciente” es una novela que no ha quedado “redonda” y que el autor no ha conseguido rematar bien. Esto resulta especialmente evidente cuando se trata, como es el caso que estamos estudiando, de una novela que, de alguna manera, puede quedar inscrita dentro del género “negro” (dicho esto con todas las prevenciones).
En esta novela Arturo Pérez-Reverte ha sabido plasmar con mucha veracidad todo ese ambiente de la marginalidad de ese inframundo que nos describe de un modo tan realista, tan descarnado.
“Cruzamos otra vez las vías, de regreso a la orilla del río. Otro tren pasó con estruendo a nuestra espalda mientras nos alejábamos.
—Siempre recuerdo lo que Sniper dijo mientras escribía eso: «En un museo compites con Picasso, que está muerto, mientras que en la calle compites con los cubos de la basura y con el policía que te persigue»”
“ - Yo no hago arte conceptual, ni arte convencial- añadió- . Yo hago guerrilla urbana”
Arturo Pérez-Reverte, una vez más, en esta novela, nos muestra que es un escritor “social”. Esto es, un autor preocupado por la realidad de su tiempo y por la sociedad en la que está inserto. En la mayoría de sus obras lanzará una mirada, generalmente crítica y lúcida a los males que aquejan a la sociedad de este momento histórico que nos ha tocado vivir.En “El francotirador paciente” Pérez-Reverte vuelve a diseccionar y, en algunos momentos, fustigar abiertamente a esta “feria de las vanidades”. Por eso creo que este escritor siempre merecerá una vitola de autor valiente y comprometido. Dicho todo lo cual, y sin embargo, mi honestidad como crítico y mi respeto hacia los lectores que siguen este blog literario, no me permite dejar de dar mi opinión, con toda la objetividad de que soy capaz. Siempre, al menos eso me pasa a mí, lo paso mal cuando tengo que emitir un juicio sobre una novela y éste no resulta “especialmente positivo”. En este caso que nos ocupa, le he dado muchas vueltas antes de sentarme ante el ordenador para escribir este análisis literario. En mi opinión, y ya entrando en la parte del resumen final, “El francotirador paciente” es un texto muy de segunda fila dentro de la, por otra, sobresaliente producción literaria del escritor cartagenero. Y esto se hace especialmente patente si lo comparamos con su anterior novela, “El tango de la vieja guardia” que, dicho con toda honestidad, roza la obra maestra. De hecho es una de las mejores novelas que, desde sus comienzos, ha desfilado por este blog literario. Sin embargo “El francotirador paciente” es un libro bastante plano, con una construcción manida, plana y de escaso interés desde un punto de vista del análisis literario. Honestamente pienso que, a pesar de no ser muy largo, es un libro al que le sobran bastantes páginas. Seguramente hubiese funcionado mucho mejor como un relato corto que como una novela. No me voy a resistir a comentaros que, curiosamente, Pérez-Reverte vuelve a ambientar una novela en Nápoles. Si tuviese la oportunidad de hablar con el autor me encantaría conocer el porqué de esta atracción por esa, por otra parte, maravillosa ciudad de la Campania (en donde se ambienta parte de su novela “El tango de la guardia vieja”) o en general de Italia (que aparece, por citar sus dos anteriores novelas “El puente de los asesinos”).
Dicho todo lo cual, e intentando ser fiel a mi conciencia y modo de entender este maravilloso arte que es la literatura, creo que la puntuación más adecuada, visto todo lo ya expuesto con anterioridad en este análisis literario, a la hora de valorar “El francotirador paciente” última novela de gran escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte sería de un 6,00/10.
Creo en el rastro que los humanos dejamos en los
objetos que tocamos, creo en la huella que unas personas imprimimos en otras, a
veces positiva, a veces negativa, en ocasiones porque nos conocemos y otras sin
conocernos de nada a través de una canción o un libro o una pluma bien diseñada
y grata a la mano.
(El buen hijo. Ángeles González-Sinde)
“Imagina lo que quieras y encontrarás el camino que
te lleve”
(El buen hijo. Ángeles González-Sinde)
Después de la
tremenda desilusión que me llevé tras la lectura de “El cielo ha vuelto” de
Clara Sánchez (pinchar en el título para leer la reseña), novela que resultó
ganadora del Premio Planeta, en su edición del año 2013, no os voy a ocultar
que he tenido una cierta “prevención” a la hora de traer a este blog literario la
crítica y el análisis de la novela “El buen hijo”, de la escritora madrileña
Ángeles González-Sinde, que fue declarada finalista en dicho certamen
literario. Sin embargo tengo que confesaros que, sin ser una obra maestra, es
un libro que resulta entretenido y de una lectura fácil, eso sí, que permite
una segunda lectura de un calado mucho más profundo de lo que puede sugerir,
aparentemente, en una primera lectura. Es indudable que Ángeles González-Sinde
es una escritora de oficio y que en su obra abundan los recursos técnicos y el
talento natural para dotar a sus textos de “vida”. Es también fácilmente
reconocible, cuando se analiza sus obra literaria, la importante influencia del
lenguaje cinematográfico en sus libros y, particularmente, en “El buen hijo”
(como por otra parte ocurre a tantos autores en la actualidad). Ángeles
González-Sinde es una de los grandes guionistas del cine español. Sirva, como
ejemplo de su trabajo, el guión de la magnífica película “La buena estrella” de
Ricardo Franco con el que ganó un merecidísimo Premio Goya. A lo largo de este
análisis, y como suele ser habitual, intentaré incidir y destacar los aspectos
fundamentales de esta novela y de los “recursos literarios” de que la autora se
vale para narrarnos esta historia. Antes de entrar propiamente en el estudio sí
me gustaría comentar que, en mi opinión, González-Sinde es una gran “contadora
de historias” y veremos cómo, tratándose incluso, y a priori, de una historia
poco relevante, la autora conseguirá sacarle todo el provecho posible. Sirva
esto último para enfatizar ese oficio y esa facilidad, de que hace gala la
autora, para contar historias, ese arte tan “fácil” pero a su vez tan “difícil”
que llamamos literatura.
Al principio
de esta reseña advertía de la prevención con la que leí esta novela, pero mi
responsabilidad ante los centenares de lectores que siguen este blog me impulsó
a su lectura y análisis ya que, por su repercusión mediática, es una novela que
interesa a los lectores, por lo que no sería pertinente hurtarles esta reseña.
Puedo decir, sin la menor duda, y al menos esa es mi opinión, que “El buen hijo”
es un texto netamente superior al de “El cielo ha vuelto”, a la postre ganador
del Premio Planeta. No es mi intención, en modo alguno, establecer una rigurosa
comparativa entre ambas obras, labor que excedería las competencias de esta
crítica. Ignoro los méritos que ha apreciado y valorado el Jurado, formado, por
otra parte, por personalidades de un indubitable prestigio y acreditada
solvencia en el ámbito de las letras.
Por seguir el
habitual orden expositivo y por mantener una cierta coherencia metodológica en
la estructura de este análisis literario, lo más adecuado será empezar por
pergeñar, someramente, la sinopsis argumental de los hechos que acaecen en la
novela. La razón de ser de este resumen es situar al eventual lector en el
texto objeto de nuestro análisis. Para tal fin me limitaré a transcribir,
literalmente, la reseña que ha publicado la propia editorial Planeta.
“Finalista Premio Planeta de Novela 2013 El
brillante debut literario de la cineasta Ángeles González-Sinde es una gran
comedia de sentimientos, perplejidad y desconcierto frente al mundo que nos ha
tocado vivir. A sus 37 años Vicente sigue compartiendo vida y negocio con su
madre. Quiere que todo cambie pero no sabe cómo o hacerlo. ¿Quién te enseña lo que no sabes? ¿Dónde se aprende a
vivir mejor? A pesar de ser un tipo al que todos aprecian, tiene un importante
talón de Aquiles: su indecisión y su afán por complacer a todos, lo que le
lleva a enmarañarse en relaciones afectivas confusas. Un accidente doméstico
deja a su progenitora impedida temporalmente, momento que Vicente aprovecha
para revolucionar su vida de la manera menos inteligente posible: enamorándose
de Corina, la asistenta, cuya personalidad no es tan clara como parece. Una
novela de perplejidades vitales construida con tanto sentido del humor como
verdad, en la que Ángeles González-Sinde nos demuestra la gran narradora de
historias que es”.
Al principio
de este análisis ya avanzaba que Ángeles González-Sinde es una escritora, una
buena escritora, que, por así decirlo y por razones obvias, está muy influida
por la escritura cinematográfica. Y “El buen hijo” es un ejemplo de ello. Si
analizamos la propia estructura externa de la novela podremos observar que ya
desde su propia estructuración en capítulos, encabezados por una frase, la
autora va a acotar esa acción narrativa en secuencias, en el sentido más
cinematográfico. Por ejemplo: en los capítulos “Domingo paella” o “Cazafantasmas”
toda la acción dramática se va a articular alrededor de un “hecho” concreto
dotándole al capítulo de una cierta entidad narrativa, de una cierta autonomía
argumental. Estos capítulos “cerrados” están concebidos de un modo muy visual.
González-Sinde
acierta plenamente a la hora de dar la voz narrativa al personaje principal en
primera persona. La autora consigue que el lector empatice inmediatamente con
el personaje de Vicente: el buen hijo. A lo largo del texto resulta difícil no
tomarle cierto cariño por su bondad, por sus dudas en la vida, por esa
incesante búsqueda de su lugar en el mundo y de la felicidad. La autora dotará,
con mucha inteligencia, en algunos momentos “puntuales” del texto, de omnisciencia
al narrador, esto es al protagonista. Pondré un ejemplo, de los varios que se
diseminan a lo largo de la novela, de esa omnisciencia y de su importancia, desde
un punto de dosificación del caudal narrativo, en el desarrollo del texto.
“Sea como fuere, la noche anterior al batacazo de mi
madre había tenido un sueño inusualmente largo e intenso. Como ya he
mencionado, mi padre está muerto. Murió hace muchísimo tiempo. Todavía me
cuesta decir estas palabras, son grandes, monumentales y pesadas, mientras que
su muerte es algo bastante invisible, es como la sombra, te cubre enteramente
pero no se puede asir, ni palpar. Es infrecuente que sueñe con él, en veinte
años me habrá pasado tres o cuatro veces, pero aquella noche fue una de ellas,
y sin duda fue la trascendente, la más importante, el germen que, junto con la
caída, cambiaría las cosas”.
Como se puede
observar al final del ejemplo, el narrador nos “proyecta” hacia el futuro para
explicarnos que aquel hecho sería trascendente para que “las cosas cambiasen”.
Con lo que, en ese momento, el narrador abandona el plano temporal en el que se
mueve para explicar o avanzar al lector la transcendencia, o las consecuencias,
de un hecho en el futuro narrativo.
Ángeles González-Sinde,
como esbozaba al principio de este análisis, nos ofrece un libro que, tras la
apariencia de una novela “amable” y divertida, esconde una novela que, si se
tiene la adecuada predisposición, dará muchos motivos para la reflexión del
lector. De hecho, a lo largo del desarrollo de “El buen hijo”, la autora
recorrerá un amplio arco que va desde la comedia hasta, me atrevería a decir,
el drama. El lector asistirá a un profundo análisis de introspección
psicológica del protagonista, pero escrito con tanto oficio y conocimiento que,
al igual que sucede con los buenos magos, no vamos a ser conscientes del “truco”
de decir tantas verdades en un texto tan aparentemente desenfadado e, incluso,
aparentemente banal. Voy a transcribir un par de ejemplos, pido disculpas si
son un poco largos pero creo que, en mi opinión, necesarios e ilustrativos de
este aspecto de la novela. En ambos la autora nos va a decir cosas muy profundas
pero, insertas en la novela, de un modo, no me atrevería a decir jocoso, pero sí
desenfadado
“Al parecer, aquel pastor de almas les hablaba mucho
del miedo y las distintas maneras en que se manifiesta y nos bloquea. El tipo
decía, y ella estaba de acuerdo, que el miedo estaba conectado con el deseo,
que eran extremos de una misma soga. Utilizó esa palabra, soga, cosa que me
extrañó porque su español, ya digo, es bastante deficiente, pero se ve que era
un término del párroco. Cuanto más tiras del cabo del deseo, sea de una cosa o
de una persona, más tiras del miedo, y sin darte cuenta te pasas al otro lado,
al horror a perderlo. Y por eso hay que tener vigilada la soga, me decía. Manejarla
con cuidado, desear, pero no demasiado, a ser posible nada, porque el miedo es
un bicho, por lo visto, y según lo alimentes crecerá más o menos, como una de
esas tortuguitas que se regalan a los niños y que al principio son diminutas,
pero como les eches de comer crecen y crecen”.
“Bueno, por lo menos en el puzzle que intento
recomponer, creo que cada fragmento, cada pormenor, es significativo, porque
las vidas pequeñas, corrientes, no se construyen a base de actos
extraordinarios y fácilmente aislables, sino de una amalgama de minucias que
por sí mismas pasarían desapercibidas y únicamente sumadas adquieren sentido”.
Respecto al
análisis de los personajes que pueblan la novela, me gustaría precisar que, tal
vez, su diseño no sea especialmente minucioso, en algunos casos simplemente
esbozados, pero que, en el conjunto de la novela, resultan correctos y cumplen
con su “función”. Por así decirlo cada cual tiene su “función dramática” (conformando
el “dramatic personae”) dentro de la novela y la cumplen. Esto, obviamente,
conlleva una cierta simplificación dado que adoptan unos “roles” con un
carácter bastante primario en su trazo que les dota de un perfil bastante plano
y maniqueo. Lógicamente un autor cuando nos narra una historia utiliza como
materia prima fundamental el lenguaje, la prosa. Analizando este aspecto
particular resulta evidente que la autora ha utilizado una prosa actual
alejada, tanto en la parte meramente narrativa, como, por supuesto, en las
partes dialogadas, de cualquier virtuosismo o “barroquismo” estilístico.
Obviamente González-Sinde ha moldeado su prosa al contexto en el que se
desarrolla su novela. En muchos casos resulta bochornoso comprobar que algunos
escritores provocan unas “bochornosas” disimilitudes entre su expresión
literaria (lingüística) y el contexto (cultural, social, etc) de la trama que
narran.
“El buen hijo”
es un libro bastante bien editado y se nota que estaba bastante cuidado en su
corrección y supervisión. Lo cual, siempre, es un verdadero placer. Únicamente
he encontrado un párrafo que, en mi opinión, resulta bastante desagradable, desde
un punto de vista lingüistico. En este fragmento se acumulan, en mi opinión,
dos errores. Por una parte un hipérbaton muy forzado, al que no veo ningún
valor estilístico y una frase desagradablemente cacofónica. Transcribiré literalmente
el texto y destacaré, en negrita, ambos errores. El primero hará referencia al
hipérbaton y el segundo a la cacofonía.
“Aunque había dormido poco, llegué a la tienda más
temprano que nunca y me puse a limpiarla de arriba abajo. Iba a ser una
sorpresa para ella. Con la improvisación del día anterior, Corina no había
fregado los platos de la tarta ni las tazas del café, y el office andaba un
poco manga por hombro. Como una patena
lo dejé. Hasta la fregona pasé, cosa
que me di cuenta de que, salvo en casa de mi hermana cuando estoy de
canguro, había hecho muy pocas veces en mi vida y que tiene su gracia. Cuando
llegó, un pelín tarde, se quedó asombrada”.
Ese hipérbaton,
tan forzado, sería mucho más correcto si dijésemos: “Lo dejé como una patena”,
ya que no encuentro un motivo estilístico que justifique el “osado” de esta
figura retórica. Pido disculpas a los lectores si, tal vez, sean excesivamente
filológicos estos incisos pero, me consta, que muchos de los habituales
seguidores de este blog, que me escriben a propósito de este tema, me piden
que, con una vocación y un interés pedagógico, los incluya para así poder
disfrutar más de la literatura.
“El buen hijo”
es una novela escrita con mucha sensibilidad, que no “sensiblería”, que quede
claro, travestida bajo el sentido del humor y la comedia y me ha parecido especialmente
interesante cómo González-Sinde remata la novela. Ruego a los lectores que
reparen en la belleza, tanto formal como en su construcción narrativa, con la
que la autora cierra la novela en el último capítulo titulado “La puerta verde”.
Lamentablemente
creo que ya, para ser consecuentes con la propia naturaleza de una reseña
literaria, no debo alargarme mucho más en este análisis. En mi cuaderno de
apuntes que, al menos para mí, resulta indispensable a la hora de analizar una
novela, quedan multitud de detalles técnicos y apuntes que me ha sugerido la
lectura de “El buen hijo”. Sin duda alguna y considerando que estamos hablando,
a pesar de su dilatada experiencia como guionista de cine, de la primera novela
de Ángeles González-Sinde, considero que se trata de una autora interesante y
que, en mi ficha de autores, etiquetaré con la reseña de “autora a seguir”.
A modo de
resumen final me gustaría comentar algunos aspectos que, en mi opinión,
resultan de obligada consignación. “El buen hijo” es una novela fresca,
divertida, ingeniosa que, como comentaba con anterioridad, con ese barniz
oculta una novela con un trasfondo profundo, de análisis de “temas serios”. Una
novela que resulta entretenida de leer pero que requiere que el lector
profundice en ese segundo nivel de lectura, imprescindible, para apreciar y
degustar su valor literario. Muy interesante, también, la hermosa gradación de
la comedia al drama que la autora plantea a lo largo de la novela. Y, por
supuesto, el tratamiento que la González-Sinde da a Vicente, el personaje
principal. A lo largo del libro comprobamos que el protagonista odia su nombre,
Vicente, sin embargo en un momento dado de la novela ese mismo nombre le sonará
a “música celestial” ( y hasta ahí puedo leer…). En este detalle se ejemplifica
la elegancia y el oficio de Ángeles González-Sinde. Insisto que “El buen hijo”
no es, ni muchísimo menos, una obra maestra de la literatura pero creo que es
una novela más que correcta, escrita con oficio y conocimiento y, más aún,
considerando que es el debut dentro del género novelístico de su autora.
Dicho
todo lo cual y teniendo en cuenta todo lo expuesto más arriba e intentando ser
lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte de la
literatura, creo que la puntuación que más justicia haría a “El buen hijo” novela
acreedora del premio de Finalista en la edición de los Premios Planeta
correspondiente al año 2013, de la escritora madrileña Ángeles González-Sinde
sería de un 7,00/10.