Título original: Handen.
Autora: Henning Mankell.
Traducción: Carmen Montes Cano.
Editorial: Tusquets Editores
Colección: Andanzas.
ISBN: 978-84-8383-745-0
Fecha de publicación: Octubre de 2013.
Páginas: 192.
Precio: 17 €
“El amor y el asesinato es lo único
sobre lo que merece la pena escribir”.
(Aksel Sanderose)
“«Me estoy haciendo demasiado viejo
hasta para mí mismo»,
pensó. «Demasiado viejo para mí, y también
para mi profesión.»”
(Huesos en el jardín. Henning
Mankell)
Puedo afirmar, casi con toda certeza, que he leído en su totalidad toda la
obra narrativa, que ha sido traducida al castellano, del gran autor sueco
Henning Mankell (1948). A partir de esta afirmación es evidente que soy un gran
admirador de la narrativa de este escritor. Probablemente, aunque evidentemente
esto es opinable, uno de los mejores autores de novela negra escandinava. Sin
embargo, y para situar, de un modo general, las líneas maestras de lo que será esta
reseña tengo que avanzar que “Huesos en el jardín” me ha decepcionado
profundamente. En mi opinión estamos ante la novela más floja de toda la serie
Wallander, especialmente si atendemos a su arquitectura narrativa y a toda la “trama”
de la resolución de los crímenes. Esto no quita que, sin embargo, Mankell siga
perfilando con maestría a su personaje, el comisario Kurt Wallander, asomándose
a la senectud y con un profundo sentido nihilista que, en cierto modo, denota
un insondable hastío vital. Si se me permite la paráfrasis del título de un
magnífico poemario de Cesare Pavese diría que “Vivir cansa”. Y es ahí en donde,
en mi opinión, Mankell consigue “apuntalar” un relato que, por lo demás, se
apoya en una trama y en una resolución extremadamente endeble desde un punto de
vista literario. En el que el lector no podrá evitar quedar con una difusa sensación
de que “algo” no ha funcionado. En cualquier caso lo que sí puedo afirmar, en
mi opinión, es que “Huesos en el jardín” se trata de una novela muy alejada, en
cuanto a inspiración, valor literario y nivel al que el autor nos tiene
acostumbrados (mal acostumbrados) en su magnífica saga dedicada al comisario
Kurt Wallander. Sin duda alguna lo más interesante de este libro, mucho más que
la novela, es el “posfacio” e incluso una interesante relación de los libros
que conforman la saga Wallander, con una breve sinopsis argumental de cada uno
de ellos. Después de este proemio, que creo necesario y obligado, a continuación
voy a entrar en la reseña, propiamente dicha, de “Huesos en el jardín” de
Henning Mankell.
Antes de comenzar con el estudio creo necesario, para la correcta
comprensión y situación de esta novela dentro de la saga Walander transcribir
una anotación que sirve de pórtico al libro y nos da idea de la génesis de este
“relato”: “Nuestro Inspector se queda
observando una casa que tiene un gran jardín y una hermosa vista. Mientras
Wallander camina por el jardín, se tropieza con algo cuando regresa a su
automóvil. Su sorpresa: una mano humana en descomposición.
La
sorpresa es que el protagonista es Kurt Wallander, pero esto tiene un pequeño
truco. No ha vuelto el autor sueco a su Inspector, y si lo está haciendo, no lo
sabemos. En principio es una novela corta de unas noventa páginas y que se
editó para el público de los Países Bajos en el año 2004, como obsequio a los
lectores que adquirieron novelas del autor”.
Siguiendo la línea metodológica y expositiva habitual para abordar estos
análisis literarios, creo que lo más adecuado en este momento será pergeñar,
eso sí, de un modo somero la sinopsis argumental de los hechos que acaecen, con
la loable intención de situar a los eventuales lectores de estas líneas en la
obra objeto de análisis y estudio. Para este fin adoptaré la reseña que ha
compuesto la editorial Tusquets con motivo de su publicación.
“Un
domingo de octubre de 2002, un Kurt Wallander agotado después de una intensa
semana de trabajo va a visitar la que podría ser la casa de sus sueños, en las
afueras de .Löderup. Mientras deambula a solas por el jardín de la finca,
rumiando si comprarla o no, tropieza con algo semioculto entre la hierba. Para
su sorpresa, son los huesos de una mano. Esa misma noche, cuando los técnicos
encienden sus focos y cavan alrededor, sale a la luz un cadáver que, según los
forenses, lleva más de cincuenta años bajo tierra. Poco antes de Navidad, y
pese a los recortes presupuestarios en la policía de Escania, el inspector
Wallander, junto con sus colegas Martinsson y Stefan Lindman (el protagonista
de El retorno del profesor de baile), sigue investigando lo que parece ser un asesinato
muy antiguo. Pero ¿es posible esclarecer un crimen cometido tanto tiempo atrás?
Cuando ya está a punto de darse por vencido, Wallander regresa al jardín de la
que pudo haber sido su casa. Y algo despierta en él nuevas sospechas que se
convertirán en un nuevo hallazgo”.
“Huesos en el
jardín” como refería al principio de esta reseña es una novela muy de segunda
fila dentro de la producción narrativa de Henning Mankell. Especialmente en lo
relativo al “caso”, a la trama policial que se investiga que, en mi opinión,
resulta poco creíble y mal resuelta. Tal vez para Mankell en esta novela lo
menos importante sea la parte de género “negro” y dé más prioridad a ese “quirúrgico”
análisis de un Kurt Wallander que, cada vez, se siente más viejo y más desencantado
con todo. En este blog literario ya escribí un crítica sobre otra de las
novelas de este autor sueco: “Zapatos italianos” (pinchar en el título paraleer la reseña). Novela ésta última más próxima a los planteamientos y a ese
estudio “introspectivo” que hace Mankell de los personajes más alejada del
resto de los otros libros de la saga. Tal vez sea por este motivo por lo que da
la sensación que esta novela no “casa” con el resto. Como bien sabéis los
lectores habituales de este blog literario me confieso un enamorado y, me
atrevería a decir, un estudioso del género “negro”. Sin duda alguna uno de los
más difíciles, desde un punto de vista técnico, que puede abordar un escritor. Pues
bien en mi condición de gran aficionado a este género, y si nos atenemos a este
particular, tengo que decir, con toda honestidad, que “Huesos en el jardín” me
ha decepcionado. Evidentemente no voy a entrar a analizar los errores que
aparecen en la novela que me permiten sostener esta opinión porque sería
reventar la novela (nada más lejos de mi intención).Únicamente le sugeriría al
lector que reparase en el tema de los dietarios (y hasta ahí puedo decir…)
Sin embargo sí
puedo decir que hay algo que merece mucho la pena en este libro, especialmente
para todos los “fans” que sean lectores habituales de la novelas de Wallander,
y que ya por eso merece la pena leerse. Al final de la novela, propiamente
dicha, Mankell añade un posfacio (sic). En este punto me gustaría abrir un
inciso de carácter filológico. Me ha llamado la atención este neologismo (por llamarle
de alguna manera) que ha “creado” la traductora de la novela, Carmen Montes
Cano. Esta palabra no existe en castellano. En todo caso, creo que sería más
correcto haberlo llamado epílogo. También me ha llamado la atención un uso un
tanto peculiar que hace de una palabra en este ejemplo: “El Báltico les traía la tristura de las borrascas”. Y me ha alegrado leer esa hermosa palabra
que, por desgracia, está prácticamente en desuso. Por lo demás tengo que
reconocer que Carmen Montes Cano ha hecho una buena traducción, con oficio y
profesionalidad, y que, por lo demás, la edición del libro es bastante
correcta.
Pues bien,
después de este breve inciso de carácter filológico, comentaré que lo más
interesante de este libro es su epílogo. Como crítico literario y filólogo
dedicado desde hace muchos años a esta bellísima profesión, tengo que reconocer
que siempre me ha interesado el hecho de la creación literaria y sus mecanismos
(llamémosle la “metaliteratura”). Me atrevería a decir que en esta parte
Mankell nos hará un pequeño ensayo sobre la creación literaria (su creación
literaria). En este ensayo, realmente inspirado, el autor, con bastante sentido
del humor, nos va a hablar de literatura y de su relación con su “inmortal”
criatura: el comisario Wallander. Voy a permitirme transcribir un fragmento,
literalmente, para así ofrecer un ejemplo al lector:
“En el mundo de la literatura y del arte se hacen
amigos. Sherlock Holmes sigue recibiendo cartas en Baker Street. Yo también
recibo cartas, correos electrónicos y llamadas telefónicas de muchos países. La
gente me para por la calle, tanto en Gotemburgo como en Hamburgo, es muy amable
y me hace preguntas que yo trato de responder lo mejor que puedo.
La mayoría son mujeres que quieren remediar la
soledad de Wallander. Rara vez respondo a esas cartas. Tampoco creo que quienes
las escriben esperen respuesta. Por lo general, son personas sensatas. No es
posible vivir con un personaje de ficción literaria, por más que a uno le
atraiga la idea. Esos personajes son como amigos imaginarios con los que puedes
contar y a los que puedes recurrir en caso de necesidad. Una de las diversas
misiones del arte y de la literatura consiste en proporcionarnos compañía. Yo
he visto en algún cuadro a personas a las que espero encontrarme un día por la
calle. En los libros y en las películas existen personas que terminan
resultando tan vivas que esperamos verlas aparecer a la vuelta de una esquina.
Wallander es una de esas personas que se esconden a la vuelta de una esquina,
pero que nunca aparecen. Al menos a mí no me ha ocurrido”.
Por último, y
ya al final del libro, Mankell nos incluye una relación de todas las novelas de
la saga, siguiendo un orden cronológico, en el que añade una breve reseña
argumental de cada una. Como he comentado, en mi opinión, estas dos últimas partes
serían lo más interesante de todo el libro.
Antes de
sentarme ante el ordenador para redactar esta reseña he dedicado bastante
tiempo a meditar sobre qué iba a escribir; eso sí, después de haber leído el
libro dos veces. Suele ser habitual que cuando un libro no me ha convencido en
una primera lectura suelo darle una segunda oportunidad y leerlo otra vez. Esta
segunda vez, en la mayoría de los casos por desgracia, suele afianzar la
opinión de la primera lectura pero prefiero darle una segunda vuelta con el fin
de evitar que haya podido perderme algo y errar en su análisis. En este caso
que estamos estudiando esta segunda vuelta no ha cambiado mi primera opinión. “Huesos
en el jardín” sería ese verso blanco que no rima con el resto de sus novelas
del comisario Wallander. Mankell es un escritor que siempre se ha mostrado muy
comprometido en sus libros con temas de denuncia social e incluso en eso esta
novela es diferente. Esto no quita que tenga que reconocer que, a pesar de
todo, tiene algunos momentos interesantes, como no podía ser menos tratándose
de una novela escrita por un artista del talento de Mankell.
Curiosamente,
en este caso que nos ocupa, mi cuaderno de notas no está tan repleto de
comentarios como es habitual. De hecho, como habrá comprobado el atento lector de
este blog literario, en esta crítica he optado más por una reseña que por un riguroso
análisis crítico-literario, como suele ser habitual. Una de las razones que, en
este caso, me ha llevado a cambiar el habitual enfoque crítico de las reseñas
que se publican en el blog es por respeto a su autor, sobre todo considerando
su magnífica y brillante carrera y, por otra parte, porque he considerado que,
en este caso, resulta más interesante comentar tanto el epílogo como la lista
de sus novelas de la serie Wallander que el propio texto de “Huesos en el
jardín”.
Por último y
para no alargarme mucho más, que sería innecesario, me gustaría dar una opinión
personal. Desde hace ya muchos años soy un miembro más de esa gran legión de
seguidores de Mankell y tengo que decir, con toda honestidad pero también con
mucho cariño a ese gran escritor es que yo, en mi opinión, no hubiese publicado
esta novela que no ha aportado nada a su obra. Finalmente me gustaría apuntar
que antes de emitir mi valoración numérica final sobre “Huesos en el jardín” sí
me gustaría añadir que también he tomado en consideración, a la hora de emitir
un juicio crítico, todos los anexos que aparecen en el libro.
Dicho todo lo cual y teniendo en cuenta
todos los méritos aquí expuestos y conforme a mi conciencia y modo de entender
el arte literario, creo que la puntuación que haría más justicia a la novela “Huesos
en el jardín” del gran escritor sueco Henning Mankell sería de un 6,50/10.
© Luis Alberto Cao
(Para ilustrar esta reseña os dejo un bonito video de Smaland que es un provincia limítrofe con Escania donde se desarrolla la acción de la novela)
Hola Luis, gracias por la información, no conocía este nuevo relato sobre Wallender, ya me haré con él y te comentaré. Saludos ( Miranda )
ResponderEliminarMuchas gracias Miranda, como siempre. Es un lujo contar con una amiga como tú. Un besazo.
Eliminar