domingo, 20 de octubre de 2013

Lo que encontré bajo el sofá. Eloy Moreno



Titulo: Lo que encontré bajo el sofá.
Autor: Eloy Moreno.
Editorial: Espasa Calpe.
ISBN: 978-84-670-3502-5
Fecha de publicación:  25 de septiembre de 2013.
Páginas: 314.
Precio: 19,90 €.




“Despertar no es simplemente dejar de dormir, a veces
despertar es nacer o es morir”
(Lo que encontré bajo el sofá. Eloy Moreno)


“En realidad – continuó -, muchas veces nos pasa eso, lo que nos paraliza
no es que ocurra algo, sino el miedo a que pueda ocurrir”
(Lo que encontré bajo el sofá. Eloy Moreno)


“-¿Por qué las cosas son tan complicadas?
-Ay, hija mía, las cosas son sencillas, nosotros las hacemos complicadas
(Lo que encontré bajo el sofá. Eloy Moreno)




“Lo que encontré debajo del sofá” es la segunda novela del escritor castellonense Eloy Moreno. Autor que debutó en el panorama literario con una novela que resultó ser todo un éxito editorial titulado “El bolígrafo de gel verde” (pulsar el título para leer la reseña en este blog). Tengo que empezar esta reseña sincerándome con todos vosotros reconociendo que tenía muchas dudas con respecto a esta novela. Me explico. Lo difícil no es debutar con una novela que sea un bombazo editorial, apreciada por el público en general e, incluso, por un sector de la crítica especializada; lo realmente difícil es escribir una segunda novela que no decepcione las expectativas previas. Por ese motivo me sentía, en cierto modo, inquieto ante esta segunda novela de Eloy Moreno porque soy consciente de toda la ilusión y todo el trabajo que habrá puesto el autor, así como la gran responsabilidad y las dudas que, probablemente, le habrán “torturado” durante todo su proceso creativo. A modo de marco general en el que circunscribir esta crítica literaria, sin perjuicio de su ulterior y detallado desarrollo, sí me gustaría decir que “Lo que encontré debajo del sofá” es una novela que me ha sorprendido muy gratamente. En primer lugar porque se trata de una novela valiente, muy valiente me atrevería a decir, tanto por su temática, como por los avances técnicos y formales en la escritura narrativa de Eloy Moreno respecto a su anterior novela: “El bolígrafo de gel verde”. A lo largo de este análisis intentaré ir “diseccionando” algunas de las columnas basales sobre las que se sustenta toda la arquitectura de esta, por lo demás, compleja novela (que estoy seguro que requerirá un “plus” de atención por parte de los lectores acostumbrados a otro tipo de textos más “lineales” y menos ambiciosos artísticamente). Antes de entrar propiamente en su minucioso análisis sí me gustaría comentar que Eloy Moreno, en esta novela, en mi opinión, cumplirá una de las premisas básicas, que tanto echo de menos en los escritores actuales: el compromiso y la denuncia ante las injusticias sociales. El escritor, como los intelectuales, nunca deberían abjurar de esa responsabilidad de ser un faro, un reducto de libertad, que ilumine a la sociedad y Eloy Moreno asume esa responsabilidad. Lo único que siento es que al comienzo de la novela se haya curado en salud poniendo en un aviso al comienzo de la novela: “Todos los hechos relatados son completamente ficticios. El autor no se hace responsable de las opiniones de sus personajes”. Creo que, en mi opinión, la segunda frase hubiera sobrado…



Por seguir la línea metodológica habitual en todas las reseñas, y con la loable intención de situar al eventual lector de estas líneas, creo que lo más conveniente sería pergeñar, someramente, una sinopsis argumental de la novela. Realmente es una novela en la que resulta muy difícil resumir, en pocas palabras su argumento. Tomaré la recensión que ha publicado la editorial Espasa y, por cierto, felicito al empleado de la editorial encargado de escribir las recensiones de la novela porque, realmente, ha conseguido salir airoso de una labor realmente difícil. Sin más paso a transcribir, textualmente, dicha recensión:



“¿Qué ocurre al mover un sofá? ¿Y al mover una vida? Quizás encuentres objetos -o personas- que ya habías olvidado, un calcetín que se quedó sin pareja o una pareja a la espera, esquirlas de otra vida... o uno de esos secretos que te obliga a pronunciar la frase que lo cambia todo: “tenemos que hablar”.

¿Y si movemos una sociedad? Entonces uno se da cuenta de que vive en un lugar con demasiados gusanos para tan poca manzana. Pero también un lugar donde, al observarnos, descubrimos que somos los primeros en hacer aquello que tanto criticamos.

Cuando en 2011 Espasa publicó El bolígrafo de gel verde , los lectores se encontraron con un libro que ya empezaba a triunfar en las redes sociales pero cuyo contenido era un misterio. Dos años después, Eloy Moreno publica su segunda y esperadísima novela. De nuevo, el ¿de qué trata? es lo de menos, porque hay historias que no pueden resumirse en unas líneas”.



En aras a ser lo más sistemático y ordenado posible a la hora de escribir esta compleja crítica literaria voy a estructurarla en dos grandes partes. En una primera parte, más técnica, desde un punto de vista crítico y filológico, analizaré la novela literariamente, abordando la técnica que ha utilizado el autor para narrarnos esta historia, mientras que en la segunda, más cercana al comentario reflexionaré, en voz alta, sobre todas la sugerencias que me ha motivado su, por otra parte, interesante y enjundiosa lectura. “Lo que encontré bajo el sofá” es una novela con inquietudes y que pretende ir mucho más allá que sólo ser una novela de entretenimiento. Es una de esas novelas, por desgracia cada día hay menos, que pretende hacernos reflexionar tras su lectura y que, sin duda, se presta a un “libro fórum” posterior.



Al principio de este análisis ya avanzaba que estamos ante una novela de una lectura exigente, atenta  y “activa” por parte del lector. Esa complejidad nace ya desde su propia concepción narrativa. Se trata de un texto estructurado sobre dos voces narrativas diferentes. Por un lado la voz narrativa de la protagonista, Alicia, contrapunteada con la voz de un narrador omnisciente en tercera persona. Ya este planteamiento puede resultar para algunos lectores “desorientador”; sin embargo, Eloy Moreno consigue diferenciar dichas voces, y es un mérito suyo, con apreciable claridad. La novela empieza con un “flasback” en el que ocurre un suceso extraño que descolocará al lector, pero a lo largo de la novela el autor conseguirá ir ensamblando las piezas y dotando de sentido a esa primera escena que resulta tan impactante. “Lo que encontré debajo del sofá” es un novela redonda con una estructura “circular” (mucho más no puedo decir para no reventarla). La novela, por así decirlo, tiene una estructura bimembre. Por una parte asistimos al relato, en primera persona, de Alicia que es una narración lineal más “clásica” y que poco aporta a este análisis literario. Sin embargo, alterna con una narración escrita desde un punto de vista multiperspectivista que ese sí me ha resultado interesante, tanto por lo “novedoso” de la idea como por el efectismo estético y funcional que produce. He entrecomillado el adjetivo novedoso porque, ya en nuestro Siglo de Oro Luis Vélez de Guevara, en su novela “El diablo cojuelo”, ya va a hacer uso de esta misma técnica, cuando el diablo levanta los tejados de las casa de Madrid para poder contemplar las miserias que acaecen bajo ellos. En esta novela Toledo, uno de los personajes principales de la novela, que aparece casi “personificado”, simulará ser una gran “colmena” (en homenaje a la inmortal obra de D. Camilo José Cela) en la que el autor, a modo de entomólogo, estudiará cada celdilla. Transcribiré un fragmento de la novela “Lo que encontré bajo el sofá” para ejemplificar este particular (tal vez sea un poco largo pero creo que es necesario para entender esta técnica multiperspectivista)



“La noche de un viernes va desapareciendo a través de la madrugada mientras una pareja acaba de saber que, tras muchos meses de espera, por fin serán padres; ella, con el Predictor aún en la mano, sale del baño entre lágrimas de alegría y los dos se abrazan mientras sus cuerpos tiemblan.

En la casa de al lado, pared con pared, un marido, avergonzado, espera a que toda la familia esté durmiendo para acercarse al ordenador y comenzar a masturbarse; su mujer hace tiempo que no tiene ganas de nada y él prefiere internet a estar cada noche acumulando rechazos. Existe otra opción, más física, más clandestina, pero de momento aún no la contempla.

En el edificio de enfrente, en un tercero, la luz de una habitación se enciende cada pocos minutos. Unos padres deambulan inquietos porque no saben qué hacer para paliar la tos que su bebé tiene desde hace horas. Le acaban de dar el jarabe, y aun así, hay momentos en los que parece que se le va la vida en un ahogo. Lo abrazan sin saber si ir al hospital o esperar un poco más.

En el piso de arriba, ya en la cama y con la luz apagada, una mujer revisa los mensajes del móvil mientras su marido duerme; el último es de su compañero de trabajo: «El lunes te follo otra vez en el baño ;)». Sonríe y lo borra.

En la misma calle, a diez portales de distancia, dos ancianos se duermen cogidos de la mano: ella en su mecedora y él, al lado, en el sofá; ambos saben que les queda poco tiempo y que cuando uno muera, para el otro habrá acabado la vida. En la casa de al lado, un adolescente levita en su cama: el miércoles la conoció, se dieron dos besos y al acariciar aquellas mejillas notó cómo ella también se separaba del suelo. Rubia, con los ojos azul cielo y una sonrisa capaz de dejarte indefenso. Le dijeron que se llamaba Marta, y esas letras se le han quedado grabadas en el corazón. En el mismo edificio, dos pisos más arriba, una niña acaba de esconderse bajo las sábanas porque tiene miedo a los monstruos, sobre todo al que está ahora mismo en el salón gritándole a su madre.

A dos calles de distancia, en un ático, una pareja acaba dormida en una bañera, entre espuma, velas y olor a canela; saben que no es el agua lo que los hace flotar. A la izquierda, en la pared contigua, una chica recién entrada en la mayoría de edad ha recibido, esa misma tarde, la noticia de que ha aprobado el carné de conducir. Se duerme mientras se imagina llevando a sus amigos por carreteras infinitas, hacia aventuras que escribirá con fotos en decorados álbumes de papel. Dos pisos más abajo, una niña ya casi adolescente se duerme junto a un papel que ha encontrado por sorpresa en su cartera. Lo lee de nuevo y sonríe: «¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... Eres tú».

A tres calles de allí, un niño sueña que será actor porque esa misma tarde le han hecho unas fotos desnudo en el vestuario de la piscina; le han pagado diez euros, pero con la condición de guardar el secreto. Dos pisos más abajo, un hombre cercano a los sesenta años, sin hijos y viudo hace apenas unos meses, cuenta los días para que amanezca y la policía se presente en su casa para desahuciarlo, como si fuera un vulgar delincuente. Coge una vieja escopeta que guarda bajo el sofá e introduce dos cartuchos”



Pido disculpas por esta cita, tal vez, demasiado larga, pero creo que necesaria puesto que ejemplifica a la perfección, este afán estético del autor por narrarnos, en un mismo ámbito temporal de la narración, varias escenas simultáneas y el “devastador” efecto dramático que provoca en el lector. A lo largo de “Lo que encontré en el sofá” el autor se asomará en varias ocasiones a las vidas privadas de todos esos personajes y comprobaremos cómo van evolucionando sus circunstancias vitales. Es indudable que Eloy Moreno ha mejorado muchísimo como escritor. Entiendo que habrá lectores que les guste más esta novela o tal vez la anterior. Sin embargo cuando hago esta aseveración no estoy valorando o entrando en el fondo de la novela sino en la forma, en la técnica literaria utilizada. Incluso en la prosa, que sigue siendo funcional porque, tal vez, el autor no busca distraer a lector con ella sino que prioriza la “acción” sobre la “estética formal” de la prosa. Eso no es óbice para que, en algunos momentos, utilice algunas frases con una auténtica intención artística, por ejemplo me ha llamado la atención la utilización de una hermosa paronomasia: “Y ella cayó, y calló para siempre”.



Respecto a la caracterización y al dibujo de los personajes “Lo que encontré bajo el sofá” es una novela correcta aunque, en mi opinión, dentro de su corrección, sea uno de los puntos “menos fuertes” de la novela, ya que en algunos casos aparecen personajes apenas esbozados de un modo excesivamente simplista y maniqueo. La novela, como comenté más arriba, es un texto redondo y el autor enlazará el principio con el final en un hermoso paralelismo, incluso sintáctico, entre ambas partes produciendo un interesante efecto de paramnesia en el lector. Me gustaría también profundizar en este análisis sobre el efecto dinámico en la narración del uso de los tiempos verbales pero, por desgracia, creo que sería excesivo e inapropiado y tal vez carente de interés para muchos lectores de este análisis. Sin embargo, a aquellas personas interesadas en este aspecto filológico les rogaría que prestasen atención en el uso de los aspectos perfectivos e imperfectivos de los verbos y la interesante dinámica interna y la tensión artística que provocan en el relato.



Me gustaría, como ya avancé al principio de este análisis literario, dedicar esta segunda parte al comentario sobre un texto tan rico y tan valiente, en su crítica social, como es “Lo que encontré bajo el sofá”. En algunas de las reseña ya publicadas en este blog literario ya he hablado de la “literatura de la crisis”. Desgraciadamente en estos turbulentos tiempos en los que nuestras sociedades se encuentran asoladas por la crisis (en mi opinión más estructural, cultural y social que, incluso, económica) echo de menos que los escritores no abunden mucho más sobre este tema. Eloy Moreno sí ha sido valiente a la hora de “coger el toro” por los cuernos y ha escrito esta novela en la que denuncia, sin temblarle el pulso, uno de los síntomas más endémicos de las situaciones de crisis: la corrupción generalizada (política, social, moral…). De hecho el propio autor describe la situación actual de la sociedad como una cleptocracia. Eloy Moreno ha escrito desde un punto de vista moral y de regeneración democrática una novela necesaria, muy necesaria, porque, como ya comenté, la principal razón de ser del artista, del intelectual, del escritor, es denunciar y poner el dedo en la llaga. Un escritor no sólo debe buscar entretener, también dentro de las posibilidades de cada uno debe instruir y así coadyuvar a que el mundo sea un poco mejor de cómo se lo encontró. Voy a transcribir otro ejemplo para que el lector se haga una idea del compromiso que toma el autor al escribir este libro.



“La conversación en la cena pasa del tema de los niños al fútbol, de ahí a la política, a la crisis, de nuevo al fútbol, a alguna noticia reciente y otra vez a la corrupción política. Todos comentan la cantidad de noticias que aparecen en la televisión, se indignan porque nadie va a la cárcel y ni siquiera devuelven el dinero.

Eso es lo que dicen, pero también callan cosas. Una de las chicas, por ejemplo, esconde que se va a presentar a una oposición que ya tiene aprobada. Otra, la futura mamá, oculta que va a saltarse muchas listas de espera, que le harán más pruebas de las habituales y que tendrá una habitación con una cama individual en un hospital público porque la jefa de la planta es amiga de su madre. Y uno de los chicos, el que más ha criticado la corrupción política, no dice que su pequeña empresa ha regalado un caro portátil a un funcionario para poder conseguir un contrato.



A modo de resumen final, puesto que creo que estoy sobrepasando largamente la longitud aconsejable para una reseña literaria, sí me gustaría consignar algunos extremos. En primer lugar tengo que lamentar que queden tantos y tantos detalles inéditos en mi cuaderno de notas, porque esta novela resulta muy interesante desde un punto de vista analítico. Por otra parte, y desde este blog literario, me gustaría felicitar a Eloy Moreno por esta valiente novela y, sobre todo, por sus progresos artísticos con respecto a su anterior libro. Dicho lo cual tengo que reconocer, con toda honestidad, que “Lo que encontré bajo el sofá” a pesar de tratarse de una novela muy interesante adolece de algunos errores, algunos bastante evidentes. Sin embargo creo que, en honor a la verdad, resulta más justo quedarnos con su clara mejoría con respecto a “El bolígrafo de gel verde”. Además, también es justo reconocer que Eloy Moreno ha arriesgado con esta novela, tanto en su temática como en su manera de narrarla y reconocer que, para mí, esto siempre es algo digno de elogio. Los anaqueles de las librerías están repletos de novelas clónicas, por eso siempre es una alegría encontrarse con una novela, cuanto menos, algo diferente.



Dicho todo lo cual, y atendiendo a todo lo referido con anterioridad en este análisis e intentando ser lo más fiel a mi manera de entender el arte literario, creo que la puntuación que más justicia haría a “Lo que encontré bajo el sofá” del escritor castellonense, autor de “El bolígrafo de gel verde”, Eloy Moreno sería de un 7,75/ 10.


© Luis Alberto Cao


 (Para ilustrar esta reseña os dejo el booktrailer de la novela) 



3 comentarios:

  1. Me ha encantado este libro, es de esos que no puedes dejar hasta que lo terminas.
    Me duró dos días y porque tenía cosas que hacer! (ooobviamente)
    Me gustó sobretodo la forma en que está escrito, de hecho la cita que enseñas lo muestra requetebien =)
    Deseando leer lo próximo de este hombre!

    Besotes

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  2. Lo tengo pendiente y por lo que dices, me animo a leerlo. Gracias

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  3. Hola Luis, te cuento que acabo de leer este libro y coincido bastante con tus opiniones, me ha gustado mucho. También quiero contarte que voy a incorporar en mi blog, que es un tanto De todo un poco, algunas reseñas de libros y voy a comenzar con este libro, porque me parece que tiene mucho material como para que yo con los saberes que poseo, pueda desarrollarla. Un saludo Luis, y cuando lo tenga listo me gustaría que la leas y aconsejes. ( Miranda )

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