jueves, 17 de octubre de 2013

Lo que escondían sus ojos. Nieves Herrero.



Título: Lo que escondían sus ojos.
Autor: Nieves Herrero.
ISBN: 9788499708898
Editorial: La esfera de los libros
Colección: Novela Histórica.
Fecha de publicación:26 de agosto de 2013.
Páginas: 672.
Precio: 19,90 €





“—No importa dedicarse a muchas mujeres —le respondió el conde—.
Lo grave y escandaloso, lo que perjudica realmente, es dedicarse
asiduamente a una, y este es el caso de Mussolini”.
(Lo que escondía sus ojos. Nieves Herrero)


“No es la más elegante la que centra todas las miradas de la fiesta al entrar en ella,
sino la que va haciéndose con la admiración de todos según pasan las horas”.
(Frase puesta en boca del personaje de Cristóbal Balenciaga.
Lo que escondía sus ojos. Nieves Herrero)


“No conozco otra razón para amar que amarte”
(Fernando Pessoa)



Tengo que encabezar esta crítica sobre la novela “Lo que escondían sus ojos” de la periodista y comunicadora madrileña Nieves Herrero, a modo de proemio, mostrando, forzosamente, mi sorpresa tras su lectura. No tuve conocimiento, hasta después de haber terminado su lectura, de que la autora había publicado, con anterioridad, tres novelas y, os tengo que confesar, que me resultó extremadamente “sospechoso” que una autora, que yo pensaba novel y, por otra parte, tan conocida en toda España, hubiese publicado una primera novela tan bien escrita, narrada y estructurada. Sin embargo ese bagaje de tres novelas anteriores sí me concuerda más con el oficio y la destreza narrativa del que la autora hace gala en esta novela (Sus novelas anteriores son: Esa luna rota (2002), Todo fue nada (2005) y Corazón indio (2010)). En primer lugar tengo que advertir al lector que “Lo que escondía sus ojos”, desde un punto literario, es una novela de una factura tremendamente clásica tanto en su desarrollo como en su planteamiento narrativo. A excepción hecha del primer y último capítulo, se observa una linealidad tanto narrativa, como temporal, con breves excepciones. A pesar de este planteamiento tan poco innovador (llamémosle conservador) este libro, sin embargo, me ha resultado bastante interesante como posteriormente iré desgranando y analizando, con todo lujo de detalle, a lo largo de esta crítica literaria. El estudio de este texto requerirá una línea metodológica en la que intentaré ser, en su exposición, lo más claro y pedagógico posible para poder exponer las columnas miliares sobre las que se sustenta esta interesante novela que, en el uso de su aparente sencillez estructural encuentra, desde un punto de vista formal, uno de sus mayores atractivos expresivos.



Como ya es habitual, para situar al eventual lector de este análisis en la novela objeto de nuestros análisis y, con el loable fin de seguir un orden expositivo, creo que lo más adecuada, llegados a este punto, sería pergeñar un somera sinopsis argumental de los hechos que acaecen a lo largo de la novela. Para este fin, creo que colma sobradamente nuestras expectativas la recensión que nos ofrece la propia editorial “La esfera de los libros” que me voy a permitir transcribir literalmente.



Una noche otoñal de 1940, la alta sociedad se divierte en una brillante fiesta en el hotel Ritz de Madrid. Hace más de un año que ha terminado la guerra y aristócratas y nuevos jerarcas del régimen ansían distraerse y lucir sus mejores galas, ajenos a las penurias del resto de los españoles. Una mujer destaca por encima de todas: alta, rubia y con un vestido de su modisto y amigo Balenciaga, su belleza no tiene rival; es Sonsoles de Icaza, esposa del marqués de Llanzol. De pronto, su mirada se cruza con la del hombre del momento: el flamante nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer. Ambos destacan como faros entre la multitud que les rodea y su irresistible atracción será, desde ese momento, inevitable.

En un país devastado y en un ambiente de falsa neutralidad, con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, y los nazis y aliados buscando el apoyo de España y del todopoderoso «cuñadísimo» de Franco, la marquesa y Serrano Súñer vivieron una pasión clandestina. Un amor prohibido que dio su fruto con el nacimiento de una niña: Carmen Díez de Rivera, figura de enorme trascendencia treinta años después durante la Transición. Aunque su padre nunca la reconoció legalmente, el escándalo fue tal que le apartó del gobierno para siempre y ambas familias ocultaron el asunto como si nunca hubiera existido.

Lo que escondían sus ojos encierra el secreto mejor guardado por la alta sociedad española. Hoy sus protagonistas vuelven a cobrar vida de forma novelada gracias a Nieves Herrero, una escritora capaz de adentrarse como nadie en el alma y la ambición de un hombre y una mujer, y que no podía permitir que el paso del tiempo los olvidara para siempre”



Me gustaría comenzar este análisis por el final de la novela, en concreto citando una frase de la autora que, en la “Nota de la autora”, nos ofrece una de las claves a la hora de estudiar “Lo que escondía sus ojos”.



“Para novelar su vida y la de Ramón Serrano Súñer, me he basado sobre todo en lo que contaron a sus biógrafos el propio Serrano y su hija Carmen Díez de Rivera. Sonsoles nunca dejó nada por escrito. Pero, por supuesto, he tenido que recrear todos sus encuentros y todos sus diálogos, por lo que, seguramente, entre mi novela y la realidad de la pasión que ambos personajes vivieron, cualquier parecido será pura coincidencia”.



He citado este fragmento porque, en mi opinión, resulta fundamental a la hora de profundizar en el análisis de la novela, donde, insisto, en mi opinión, subyace uno de los “talones de Aquiles” de ésta, por lo demás, interesante novela. Uno de los mayores aciertos en el planteamiento que hace Nieves Herrero no es otro que haber adoptado esa narración lineal y “clásica”. Esta linealidad argumental facilita el seguimiento por parte del lector así como el efecto del “in crescendo” temático y de mantener la tensión narrativa. La novela está estructurada formalmente en dos breves capítulos al principio  al final, a modo de prólogo y epílogo que funcionan como arranque y final de un “flashback” que abarca toda la novela y 70 capítulos, generalmente breves. Durante la atenta y metódica lectura que he llevado a cabo de “Lo que escondían los ojos”, he dedicada una especial atención a la disposición temática de los capítulos y, cuando he repasado los apuntes que me ha sugerido su estudio, he reparado en la disposición tan “cíclica” de la narración. Ruego al lector que repare en este detalle que, en mi opinión, resulta determinante para equilibrar la arquitectura de la novela. Por otra parte, como ocurre en la literatura actual, estamos ante una novela narrada con un lenguaje profundamente cinematográfico en el que la plasticidad de las imágenes resulta especialmente relevante en el relato. Por ejemplo veremos la importancia de las descripciones de los vestuarios y cómo, de alguna manera, sirven para caracterizar los estados anímicos de los personajes (una técnica muy propia del lenguaje plástico, en nuestro caso cinematográfico). Llamo la atención del lector de la novela sobre los disfraces que utilizan en un baile de disfraces y la intención que la autora pone en ellos (y no puedo decir más…).



Uno de los puntos más interesantes de esta novela es, cómo la propia Nieves Herrero nos confiesa en el párrafo que he transcrito un poco más arriba, su habilidad para fundir la realidad con la ficción con la suficiente maestría para que ambas queden fundidas de un modo indisoluble y, prácticamente, irreconocibles. Y efectivamente tal vez sea ése, en mi opinión, uno de los mayores méritos de “Lo que escondía sus ojos”. Para conseguir esta fusión Nieves Herrero hará uso de la técnica literaria e intentaré analizar algunas de las claves “técnicas” en los que se apoya para erigir esta “efectista” estructura narrativa que en su “aparente” sencillez resulta ser el vehículo idóneo para narrar esta historia. Uno de los puntos más importantes a la hora de planificar la estructura de una novela, como ya he comentado en varias ocasiones, con motivo de otros análisis literarios, es la definición de la figura del narrador. La autora elige para vertebrar el relato un narrador en tercera persona omnisciente (esta omnisciencia se puede apreciar en algunas anticipaciones) pero, por lo general, se va a limitar a acompañar la acción dramática. Esta elección en la persona narrativa será fundamental para poder penetrar en los sentimientos y la acciones de todos los personajes, ora conociendo de primera mano sus pensamientos e inquietudes, ora obteniendo información sobre ellos a partir de otros personajes. Ruego al lector que repare en que si la autora hubiese puesto la voz narrativa, por ejemplo, en el personaje de Sonsoles de Icaza el relato hubiese perdido mucho interés al haber sido un relato muy subjetivo y parcial y poco adecuado para esta narración.



Nieves Herrero ha sabido transmitir y plasmar esa alta sociedad madrileña de los años inmediatamente posteriores a nuestra guerra civil, así como todo ese ambiente de intrigas políticas por conseguir el poder. Los personajes, tanto históricos, la gran mayoría, como ficticios están dibujados con precisión y con veracidad. Excepcional el tratamiento de los personajes protagonistas de la novela, aunque tal vez, sobretodo en personajes más secundarios, y en algunos casos, excesivamente planos. El personaje de Sonsoles de Icaza, tanto como el de Ramón Serrano Súñer están resueltos con corrección y solvencia. Aunque en mi opinión, os tengo que confesar que he quedado prendado tanto del personaje de Francisco de Paula Díez de Rivera, Marques de Llanzol, como por la belleza, por el cariño que pone la autora al dibujarle. Sin duda el personaje más logrado de toda la novela.



Nieves Herrero a lo largo de la novela nos va a plantear como uno de los motivos cohesionadores de la trama argumental, la desaparición de un pendiente. No pude evitar encontrar similitudes, con la “peripecia” del collar de la reina en la inmortal obra de Alejandro Dumas. En ambos casos estas joyas tienen un función narrativa muy similar (y hasta ahí puedo leer…).



Cuando empecé a preparar y ordenar todo el “arsenal” de notas que abarrotan mi cuaderno y meditar, con el máximo desapasionamiento posible, condición “sine qua non” para abordar un riguroso y metódico análisis literario, al respecto de en qué género se podría encuadrar esta novela, dado que muchos lectores me piden que, a modo de orientación, indique a qué género pertenecen las novelas. Sin duda alguna esta novela se podría inscribir dentro del género de la novela histórica, puesto que, independientemente de la trama principal de la novela, está inscrita en unos hechos y en un momento histórico claramente determinado y definido. Este libro, gracias al mérito de la autora y su capacidad de fundir la realidad con la ficción narrativa, a muchas personas que hayan vivido aquella época y, en general, a todos los aficionados a la Historia les obligará a replantearse muchos planteamientos “preconcebidos” respecto a determinados acontecimientos o personajes históricos.



En “Lo que escondían sus ojos” Nieves Herrero utilizará una prosa que se irá “adaptando” a los hechos narrados. Desde una prosa funcional y “casi” periodística a momentos de una prosa ubérrima en su belleza y realmente cuidada. En ella la autora no escatimará recursos literarios algunos, en la actualidad francamente poco utilizados como por ejemplo el quiasmo. Por lo tanto, cabe destacar que en algunos momentos, con carácter enfático, reforzando estilísticamente la acción narrada, su escritura alcanza unas cotas nada desdeñables. Por desgracia he detectado algunos errores más achacables, en mi opinión, a la edición de la novela que a la propia autora. Insisto en que me apena detectar estos errores que dan la sensación de una cierta dejadez, de una cierta desidia en la edición. A continuación voy a transcribir un ejemplo al respecto:



“Mandó pasar a su secretaria…
—Ahora mismo quiero que pongan un cerrojo en cada una de estas puertas de mi despacho. Cuando digo ahora mismo es ¡ya! —Era evidente que estaba de un humor de perros.
La secretaria se limitó a dar la orden. A la media hora, un cerrajero estaba instalando dos cerrojos para cada una de las puertas”.



Es evidente, por el contexto de este párrafo que no puede ser que “A la media hora, un cerrajero estaba instalando dos cerrojos para cada una de las puertas”. Sin duda alguna la autora querría decir: “A la media hora, un cerrajero estaba instalando dos cerrojos uno para cada puerta” (se podía decir de muchas maneras más, pero en cualquiera de los casos sería con mayor propiedad).




“Lo que escondían sus ojos” es una novela que narra una gran pasión, y no creo que con esto haya descubierto nada esencial de la trama puesto que, de hecho, la novela se subtitula “La pasión oculta de la Marquesa de Llanzol”. La autora nos va a narrar esta gran pasión con una gran contención, corriendo una especie de “velo de pureza” de una pudibundez que, en mi opinión, resulta excesiva. La autora evitará entrar en esos momentos de pasión amorosa con diferentes elipsis narrativas. Creo, honestamente, que en la narración de una historia que refleja una pasión tan exacerbada hubiese sido necesario haber dando un paso más… huyendo de esa actitud un tanto “mojigata” (entiéndaseme bien, desprendiendo a este adjetivo de cualquier intención peyorativa). Y, para mí, éste es uno de los lastres más grandes de, por otra parte, esta buena novela. Obviamente no pido, ni mucho menos, que Nieves Herrero hubiese optado por una narración de novela erótica (y aprovecho para denostar la ínfima calidad literaria de la inmensa mayoría de todas las que asolan los anaqueles de las librerías en la actualidad). En arte, y en literatura por supuesto, no es adecuado comparar dos obras, porque sería comparar lo incomparable. Sin embargo, no me voy a sustraer, para intentar aclarar lo que quiero explicar, a hacer una comparativa entre dos novelas que, en sus grandes diferencias, comparten algunos puntos en común. Me refiero a “Lo que escondían sus ojos” y la magistral novela de Arturo Pérez Reverte “El tango de la guardia vieja”(pinchar en el enlace para leer la reseña en este blog literario). Ambas, por diferentes “caminos” literarios y diferentes estilos, van a narrarnos una gran pasión amorosa. Pérez Reverte sí nos va a conducir, con mucha elegancia y magistralmente narrada, a esa culminación, a ese éxtasis de esa desbordante pasión. En definitiva echo de menos esas forzadas elipsis de Nieves Herrero por no “atreverse” a abordar, por supuesto de un modo hermoso y artístico, esos “tórridos” momentos, capitales en este relato. Por otra parte hay una escena que, desde un punto de vista técnico, no me ha gustado mucho ya que da unas explicaciones en boca de los personajes que resultan muy forzadas. En mi opinión esos “insertos” narrativos deberían quedar en boca del narrador (que para eso está). En concreto me refiero al diálogo de la escena “explicativa” que se produce en el teatro Reina Victoria entre Sonsoles y su madre (y no digo más, pero ruego al lector que repare en esta escena y valoren lo inapropiado de su planteamiento).



Es evidente que la autora ha realizado un más que estimable trabajo de documentación y ambientación de la novela. Esta exhaustiva labor no sólo se notará en la ausencia absoluta de cualquier anacronismo, tanto en los hechos como en la ambientación, sino que incluso será patente en el lenguaje empleado por los personajes. Por otra parte, me gustaría sugerir al lector que al final de la novela, propiamente dicha, disfrute con el anexo dedicado a qué fue de los personajes reales de la novela. En “Lo que escondían tus ojos” Nieves Herrero, a través de sus personajes reflexiona, con mucha lucidez, sobre el amor y la pasión. No me resisto a dejaros un fragmento que refleja alguna de estas reflexiones.



“—¿Y el amor?
—El amor surge un día y te pone la vida del revés. No puedes hacer nada por evitarlo. Es más fuerte que tu voluntad, y lo malo es que, después de probarlo, ya no te valen sucedáneos. El futuro, por eso, me parece una condena.
—Ahora no debemos pensar más allá de lo que estamos viviendo en este instante. El mañana no existe…”



Finalmente, y ya para no alargarme mucho más en este largo análisis, sí me gustaría resaltar que “Lo que escondían sus ojos” es una novela redonda, tanto “lato sensu” como “stricto sensu”. Como bien conocéis los lectores habituales de este blog para mí, un punto esencial es el “remate” de una novela. Y Nieves Herrero sí consigue rematar bien la novela. De hecho al final de “Lo que escondía sus ojos” nos guarda un interesante “giro de guión” que, obviamente, no voy a desvelar; pero sí recomendar al lector que extreme su atención, para degustar ese final. Finalmente, y como suele ser con las buenas novelas, no tengo más remedio que lamentar las limitaciones de espacio que, por su propia naturaleza impone la reseña porque en mi cuaderno de apuntes quedarán inéditos muchos puntos interesantes, y dignos de señalarse, que ha sugerido su lectura.





Dicho todo lo cual y teniendo en cuenta todo lo expuesto más arriba e intentando ser lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte de la literatura, creo que la puntuación que haría más justicia a “Lo que escondían sus ojos” de la periodista, comunicadora y escritora madrileña Nieves Herrero sería de un 8,25/10.

© Luis Alberto Cao


(Para ilustrar esta reseña os dejo una interesante entrevista que concedió al autora con motivo de la publicación de "Lo que escondían sus ojos")


3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho su reseña. Conocía muy bien la historia por mi familia, así que he echado de menos qué pasó después, entre el nacimiento de la niña y que se enamora del hijo de Serrano (no adelanto nada porque es historia sabida). Para mi gusto, es posible que el amor que retrata sea ñoño, pero por otro lado absorbe tanto a la marquesa que lo refleja bien. Quizá eso se me hace un poco largo, porque insiste mucho en la impresión que causaba cada uno en el otro, pero supongo que es la única manera de explicar lo que arriesgaron por estar juntos. Ella es una frívola y Serrano parece que era un mujeriego, aunque en la novela dan una buena imagen de él (son los demás los que dicen que es mujeriego o que quiere protagonismo o cosas peores, pero parecen acusaciones injustas en el personaje que dibuja. Yo lo conocí ya muy mayor y me pareció que debía haber sido atractivo pero con unos hijos y nietos muy guapos, muy lucidos. Según mi madre, Carmen era igual a la hija de Serrano, así que si ya sae sabía la historia y era igual, solo había que sumar 2 y 2. Lo que no sé, y me da pena que no lo cuente en la novela, es cómo Carmen no se enteró. Ahora me voy a leer el libro de Ana Romero para ver si ahí lo explican.
    Por supuesto lo que más me gusta, y creo que está muy bien resuelto, es la parte histórica. La hace entretenida y muy creíble.
    A mi madre, la que conocía mejor la historia y a los personajes (aunque la Llanzol era mayor que ella), pero vivía muy cerca de ambos, le ha gustado también la novela. Gracias de nuevo por su trabajo

    ResponderEliminar
  2. Amigo Anonimo te agradezco mucho tu comentario tan esclarecedor y tan revelador de la "intrahistoria" de esta novela. Me ha parecido interesantísimo. Muchas gracias por compartirlo con todos nosotros

    ResponderEliminar
  3. A mi entender, la parte histórica adolece de defectos, mi impresión es que la autora sólo ha acudido a las memorias de Serrano Suñer para explicar los hechos históricos, por lo que la visión es bastante parcial.

    ResponderEliminar