Título: El impostor.
Autor: Javier Cercas.
Editorial: Literatura Random House.
ISBN:9788439729723.
Páginas: 432.
Fecha de publicación: 11 de noviembre de 2014.
Autor: Javier Cercas.
Editorial: Literatura Random House.
ISBN:9788439729723.
Páginas: 432.
Fecha de publicación: 11 de noviembre de 2014.
Precio: 22,90 €.
«Una mentira es un vicio
sólo cuando hace el mal;
es una gran virtud cuando hace el bien»
(Voltaire en una carta a su
amigo Nicolas-ClaudeThieriot)
«La poesía [es decir, la ficción] es un
engaño, en el que quien engaña es
más honesto que quien no engaña, y quien se
deja engañar
más sabio que quien no se
deja engañar»
(Gorgías. S. IV a.C)
«La verdad es insoportable.
Lo espantoso no es la mentira: Lo espantoso es la verdad»
(El impostor. Javier
Cercas)
Creo que es
indispensable, en un necesario acto de honestidad profesional con todos
vosotros que os confiese que, probablemente, ésta sea una de las reseñas más
atípicas de las que he escrito hasta ahora, después de más de tres años dedicado
a este blog literario. Más atípica, en tanto en cuanto, voy a detenerme menos,
de un modo menos exhaustivo de lo habitual, en el análisis literario de la
novela para poder profundizar en el comentario de esta interesante y, en
algunos momentos, magnífica novela que obligará al lector a reflexionar y, con
toda seguridad, a replantearse algunos presupuestos que creía inamovibles. “El
impostor” del escritor Javier Cercas, es un apabullante ejercicio de
virtuosismo, honestidad y erudición que ella sola ya daría pie para un sesudo estudio
de carácter filológico. El autor en esta novela, (la llamaré así, para utilizar
una denominación más convencional, aunque a veces se aproxima más a un ensayo,
aunque, eso sí, travestido de novela) va a desnudarse “impúdicamente” ante el
lector, en un ejercicio inusual, por parte de un escritor, en estos tiempos. Sé
que es probable que muchos lectores no estarán de acuerdo con esta opinión
pero, para mí, de hecho, el protagonista de esta novela no es Enric Marco, como
pudiera parecer ante una lectura superficial, el auténtico protagonista (el
único) es Javier Cercas que bajo la excusa de Marco va a hablarnos de sus
miedos, sus inseguridades, sus angustias. Esos temas que, por otra parte, son
recurrentes a lo largo de su más que notable bibliografía. Y Cercas gracias a su
talento y a esa capacidad transformadora y redentora que tienen las artes y,
por supuesto, también la literatura consigue sublimarlos. En cierto modo Javier
Cercas siempre nos suele narrar bajo diferentes prismas, diferentes ropajes y
personajes, una misma historia: la suya. Con todo mi respeto y mi cariño a
Javier Cercas creo que sería el Woody
Allen de la literatura española (dicho esto con el máximo respeto y
admiración puesto que para mí Woody Allen es un auténtico genio).
Sirva como pórtico
central a esta reseña que,“El impostor” es una novela interesantísima que me ha
entusiasmado por momentos; sin embargo, soy consciente de que se trata de un
texto muy “exigente” y que, ojalá me equivoque, creo que no será entendido y
apreciado lo suficientemente por una gran parte de los lectores. A muchos
lectores les puede resultar un libro demasiado denso, con demasiadas
digresiones (fundamentales en mi opinión) que parecen apartarse de la historia
central de Enric Marco. Y creo que ese es uno de los errores a la hora de
analizar esta novela, porque el relato central (o principal) del libro no es la
peripecia de Enric Marco, sino esa lucha interior que la historia de Marco va a
desencadenar en la conciencia más profunda del autor y cómo, el enfrentamiento
con este libro, consigue desatar, dentro de él, todos esos “fantasmas” que
siempre habían vivido más o menos larvados en su interior, en un valentísimo
ejercicio de circunspección. En cualquier caso tiempo habrá, más adelante, a lo
largo de esta reseña de profundizar, con más detenimiento, en todos estos
temas.
Por seguir la
metodología habitual, aunque, como ya comenté más arriba, estemos ante una
reseña bastante diferente a las anteriores, lo mejor será comenzar por
pergeñar, con una breve sinopsis argumental, los puntos principales, desde el
punto de vista argumental, que suceden en la novela con la loable intención de
situar y contextualizar la novela objeto de estudio.
“"El
impostor" es una fascinante novela sin ficción saturada de ficción, aunque
no es Javier Cercas quien pone esta ficción, la ficción viene de la mano de
Enric Marco, el nonagenario barcelonés que a lo largo de casi tres décadas se
hizo pasar por superviviente de los campos nazis. Marco fue desenmascarado en
mayo de 2005 después de presidir durante tres años la asociación española de
supervivientes, pronunciar centenares de conferencias y recibir distinciones
oficiales, entre otras cosas. Casi una década después, Javier Cercas indaga en
este thriller hipnótico-donde se pueden encontrar todos los componentes de la
narración, la crónica, la historia, el ensayo, la biografía y la autobiografía-
el enigma del personaje, su verdad y sus falsedades y, a través de esta
indagación, recorre casi un siglo de la historia de España y bucea con una
honestidad desgarradora en lo más profundo de nosotros mismos: en nuestra
infinita capacidad de autoengaño, en nuestra inautenticidad, nuestro
conformismo y nuestras mentiras, en nuestra sed insaciable de afecto y
reconocimiento, y en las zonas más dolorosas de nuestro pasado reciente”.
Para intentar sistematizar y, por lo
tanto, optimizar este análisis voy a dedicar una primera parte al análisis
literario propiamente dicho, de un modo lo más somero posible para así, y en
una segunda parte, poder profundizar en el comentario que me ha sugerido la
minuciosa lectura que he hecho de “El impostor”. Javier Cercas a la hora de
escribir esta historia ha puesto mucho cuidado, especialmente, en el diseño de
su arquitectura narrativa mostrando un gran conocimiento de los resortes narrativos
para contarnos una historia, de la que desde un primer momento sabemos el
final, pero que al final, inesperadamente, consigue sorprendernos. Toda la
novela es llevada, principalmente, por la voz narrativa del propio Cercas, que
en primera persona, nos va llevando de la mano durante todo el libro, excepto
en algunos momentos que, por motivos dramáticos toma el propio Enric Marco ese
papel. “El impostor” está estructurado en tres niveles, bastante claros y
diferenciados desde un punto de vista narrativo: el relato de Javier Cercas y
toda su peripecia para escribir la novela, el relato retrospectivo de la
historia de Enric Marco y el actual. Para dar vida a este relato Cercas se va a
apoyar en una prosa sencilla (aparentemente), sintética me atrevería a decir,
en algunos momentos incluso periodística, que pretende ser un vehículo más que
un fin para narrar esta historia. El autor no pretende distraernos con una
prosa “florida” de su propósito principal que es ceñirse al relato. Cercas, que
es un gran conocedor del oficio literario y, por supuesto de la literatura, no
en vano es doctor en filología hispánica, nos va a dar una lección magistral de
cómo escribir una novela. Vamos a fijarnos en el comienzo de la novela y cómo,
desde el primer momento, Cercas consigue fijar nuestra atención e interés en el
relato, “pautando” las claves con las que, más adelante, se desarrollará la
novela
“Yo no quería escribir este libro. No sabía exactamente por qué no
quería escribirlo, o sí lo sabía pero no quería reconocerlo o no me atrevía a
reconocerlo; o no del todo. El caso es que a lo largo de más de siete años me
resistí a escribir este libro. Durante ese tiempo escribí otros dos, aunque
éste no se me olvidó; al revés: a mi modo, mientras escribía esos dos libros,
también escribía éste. O quizás era este libro el que a su modo me escribía a
mí.
Los primeros párrafos de un libro son siempre
los últimos que escribo. Este libro está acabado. Este párrafo es lo último que
escribo. Y, como es lo último, ya sé por qué no quería escribir este libro. No
quería escribirlo porque tenía miedo. Eso es lo que yo sabía desde el principio
pero no quería reconocer o no me atrevía a reconocer; o no del todo. Lo que
sólo ahora sé es que mi miedo estaba justificado”.
Qué duda cabe que uno de los puntos que
más me ha interesado de toda la novela, dada mi condición de filólogo y
enamorado militante de ésta, es cómo Cercas va a profundizar en un tema tan
interesante como es esa inapreciable disolución de la realidad en la ficción, o
tal vez al revés, la subsunción de ésta en aquélla, en una obra literaria.
Resulta delicioso ver cómo un gran conocedor de la literatura nos va a dar una
lección magistral sobre la verdad y la mentira dentro de la literatura y cómo,
en algunos casos, como bien refiere Cercas, algunos grandes autores han
encontrado su salvación narrando obras con personajes perversos, como Truman
Capote en “A sangre Fría” o Emmanuel Carrère en “El adversario”. A pesar de ser
un párrafo muy largo, por lo que pido disculpas, voy a transcribir,
literalmente, un fragmento de “El impostor” en el que Cercas, de un modo
magistral, nos lo va a narrar.
“No es ésta la única conclusión que saca Carrère de las dos historias
simétricas y opuestas que acabo de contar; tampoco la que más me interesa.
Cuenta Carrère que, al empezar a escribir “El adversario”, quiso imitar “A
sangre fría”, la impasibilidad y el desapego flaubertianos de “A sangre fría”,
la decisión de Capote de contar la historia de Dick Hickock y Perry Smith como
si no hubiera participado en ella, excluyendo su intervención amistosa y
perversa y los dilemas morales que le acosaron mientras tenía lugar; sin
embargo, cuenta asimismo Carrère, al final optó por no hacerlo: decidió contar
su historia sin ausentarse de ella, no en tercera sino en primera persona,
revelando también sus perplejidades morales y su relación con el impostor
asesino. Y concluye: «Pienso sin exagerar que esa elección me ha salvado la
vida».
¿Tiene razón Carrère? ¿Se salvó él como
persona, además de salvarse como escritor —“El adversario”es también una obra
maestra—, al incluirse en su relato de la impostura criminal de Jean-Claude
Romand? ¿Iba a salvarme yo, como escritor y como persona, si, ya que no podía
hacer lo mismo que Dickens porque no podía cambiar ni embellecer la historia de
Marco, al menos no hacía como Capote y no contaba en tercera sino en primera
persona mi relación con el protagonista de mi libro, sin repudiar las dudas y
los dilemas morales que enfrentaba al escribirlo, igual que había hecho
Carrère? ¿No era el argumento de Carrère brillante y consolador pero falso, por
no decir tramposo? ¿No era una forma de comprar legitimidad moral para
autorizarse a hacer con Jean-Claude Romand lo que Capote había hecho con Dick
Hickock y Perry Smith y lo que yo pretendía hacer con Enric Marco, y para
hacerlo además con la conciencia limpia y sin perjuicios personales? ¿Bastaba
reconocer la propia vileza para que ésta desapareciese o se convirtiese en
decencia? ¿No había que asumir simplemente, honestamente, que, para escribir “A
sangre fría”o”El adversario”, había que incurrir en algún tipo de aberración
moral y por lo tanto había que condenarse? ¿Estaba yo dispuesto a condenarme a
cambio de escribir una obra maestra, suponiendo que fuese capaz de escribir una
obra maestra? En definitiva: ¿era posible escribir un libro sobre Enric Marco
sin pactar con el diablo?”
Javier Cercas va a moverse, a lo largo
de la novela, en un terreno ambiguo en el que el lector nunca tendrá muy claro
si es “un relato de real o una novela sin
ficción saturada de ficción”. “El
resultado de mezclar una verdad y una mentira es siempre una mentira, excepto
en las novelas donde es una verdad”. Y es en esta calculada ambigüedad donde
Cercas me ha convencido de su maestría y me ha hecho reparar en que “El
impostor” es, entre otros muchos motivos más, una magnífica novela que, así lo
espero, dentro de algunos años pasará a los manuales de literatura
contemporánea. Por otro lado el autor nos va a sugerir un interesantísimo
paralelismo entre el personaje de Enric Marco y D. Quijote y, por ende, entre
D. Miguel de Cervantes y él mismo. La genial figura del Hidalgo Caballero, que
supuso, según algunos autores el nacimiento de la novela moderna, es uno de
esos arquetipos inmortales que era válido en tiempos de Cervantes, lo es en la
actualidad y lo será (si no ocurre ninguna hecatombe) dentro de 500 años.
“En
«Yo soy Enric Marco» (un artículo que Javier Cercas publicó en El País) comparé
a Marco con don Quijote porque ambos son dos grandes mentirosos que «no se
conformaron con la grisura de su vida real y se inventaron y vivieron una
heroica vida ficticia». La comparación sigue pareciéndome válida, pero ahora
creo que hay muchas más razones para hacerla”.
Sin duda alguna uno de los momentos “estelares”
de la novela es el capítulo octavo de la tercera parte. En éste se produce una
escena con un cierto contenido onírico en el que Cercas tiene una conversación
con su personaje, Enric Marco, y éste se enfrenta con su autor en igualdad de
condiciones tachándole de cobarde y de ser tan mentiroso o más que él mismo…. (No
cuento más para no destripar esta magnífica escena en la que Cercas se “desnuda
integralmente” ante la mirada atónita del lector). Este diálogo “fantástico” no
puede, por menos, evocarnos a D. Miguel de Unamuno y su magnífica y visionaria
novela “Niebla”. Al principio de esta
reseña ya advertía que “El impostor” es una novela densa y erudita pero, sin
embargo, es una novela necesaria que permitirá a Cercas analizar y diseccionar
la mentira. Para ello se apoyará en grandes pensadores como Platón, Montaigne,
Voltaire, Kant…, etc.
Una de columnas capitales de la novela
es el fenómeno de la “memoria histórica”, ese fenómeno revisionista que tuvo
tanta importancia en España durante la primera década de este siglo y en cuya
efervescencia abría que circunscribir toda la peripecia de Enric Marco. Cercas,
en su condición de filólogo, nos hace una interesante disquisición sobre la
expresión “memoria histórica”.
“La
expresión «memoria histórica» es equívoca, confusísima. En el fondo entraña una
contradicción: como escribí en «El chantaje del testigo», la historia y la
memoria son opuestas. «La memoria es individual, parcial y subjetiva —escribí—;
en cambio, la historia es colectiva y aspira a ser total y objetiva.» Nadie
aprovechó mejor que Marco esa antítesis insalvable. Maurice Halbwachs, que fue
quien acuñó el concepto de memoria histórica, afirma que ésta es una «memoria
prestada», a través de la cual no recordamos experiencias propias sino ajenas,
que no hemos vivido sino que nos han contado; Marco aplicó al pie de la letra
tal imposibilidad y construyó sus discursos con recuerdos de otros (de ahí, en
parte, la desenvoltura con que pasaba en sus charlas públicas del «yo» al
«nosotros»): aunque buscaba en teoría reivindicar con ello la memoria de las
víctimas, en la práctica no hizo más que desnudar la inoperancia y los riesgos
letales que conlleva el uso de ese concepto tan exitoso como absurdo. Por si
fuera poco, en España la expresión «memoria histórica» fue, además de un
oxímoron, un eufemismo: la llamada memoria histórica era en realidad la memoria
de las víctimas republicanas de la guerra civil y el franquismo, y recuperarla
o reivindicarla equivalía a reivindicar la reparación completa de esas víctimas
y a exigir justicia y verdad sobre la guerra civil y el franquismo para superar
de manera definitiva ese pasado terrible”.
Otro de los puntos que me gustaría
destacar de esta importantísima novela es, como ya esbocé antes, el dominio
técnico para suministrarnos la información e ir llevándonos por donde el autor
quiere, en una especie, permítaseme la expresión, de “juego del trilero”.
Pondré un ejemplo, al principio de la novela Javier Cercas nos cuenta que cita
en su despacho a Enric Marco para grabarle una entrevista, que sirva de material
de documentación para escribir la novela. Tendremos que esperar al final de la
novela para que, finalmente, Cercas como un gran prestidigitador nos aclare qué
ocurrió y qué se dijo en esa entrevista ocultándonos durante toda la novela esa
información tan relevante. De todos modos este dominio técnico no me resulta,
en absoluto, sorprendente. Ya en su anterior novela, “Las leyes de la frontera” (pinchar el título para leer la reseña)
que ya fue reseñada en este blog literario, el autor nos demostró ese dominio a
la hora de “montar” su estructura narrativa que suele desembocar en finales bien
rematados que, como en esta caso que estamos analizando, nos mantiene el
interés, literalmente, hasta la última línea.
Ya para terminar la reseña de este
magnífico e interesante libro, y con la intención de no alargarme en demasía,
voy a intentar, a modo de resumen, consignar algunos de los puntos esenciales
de “El impostor”. Javier Cercas consigue, en este libro, mantenernos en un “limbo” en el que el lector pierde pie y
contacto sumergiéndose en el indefinible océano de la realidad-ficción y bajo
esta premisa construye toda la trama. Sabemos que Enric Marco miente, pero nos
entra la duda razonable de si Cercas también nos ha estado engañando, como
Cervantes que hace todo lo posible para hacernos creer que D.Quijote existió realmente.
Pero aún hay más Cervantes juega con los lectores, de hecho al inicio de la
segunda parte D.Miguel nos habla que el autor no es él sino Cide Hamete
Benengeli. Muy interesante, por otra parte, el relato de la intrahistoria de
cómo se gesta y se crea una novela, de esos fogones entre los que se cocina
lentamente en la imaginación de un escritor una obra literaria. El propio
Cercas, en un momento dado, nos habla de cómo es su técnica de trabajo:
“En
cuanto a mí, aún no había empezado a escribir este libro, pero ya había atado
todos o casi todos los cabos de la historia de Marco, había trazado un esquema
minucioso para contarla y, embarazadísimo de ella, a punto de romper aguas…”
Dicho todo lo cual, y a modo de colofón
final, sí me gustaría destacar que “El impostor” es un magnífica novela que me
ha impresionado notablemente. Un texto de gran riqueza y valor literario que
permite hacer una lectura en varios planos. Aunque tengo que admitir, de nuevo,
que es una novela que puede no gustar a todos los públicos porque, insisto, es
un texto exigente, un texto con referencias culturales y eruditas que, tal vez,
no sean del agrado de algunos lectores más acostumbrados a otro tipo de
literatura más sencilla y lúdica. Pero, dicho esto, tengo que felicitar a
Javier Cercas por esta novela tan acabada y tan conseguida con que nos ha
obsequiado a los amantes de la buena literatura y aconsejaros, encarecidamente,
la lectura de esta novela que, con toda seguridad, os dará que pensar y no os
dejará indiferentes.
Dicho todo lo
cual, y tomando en consideración todo lo referido con anterioridad, así como
intentando ser lo más fiel posible a mi conciencia y a manera de entender el
arte literario, creo que la puntuación que haría más justicia, a la hora de
valorar y juzgar la novela “El impostor” del escritor catalán Javier Cercas
sería de un 9,00/10.
© Luis Alberto Cao
(Para ilustrar esta reseña os dejo una entrevista reciente a Javier Cercas)
muchas gracias por tan completa reseña Luis..no acostumbro a leerlas "a priori", pero en este caso.."me atrapaste" !...será mi próxima lectura, cuando termine Aromas de Claudet
ResponderEliminarMuchas gracias Bea por tu comentario. Y me alegra mucho que te haya gustado. Estoy seguro que la novela te encantará. Un beso
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarAcabo de terminar el libro y estoy impresionada. Me gusta mucho J avier Cercas, pero creo que este es su mejor libro con diferencia. Luis, tu reseña es muy completa, hay un idea que también es muy importante en la trama, el pasado como una dimensión del presente. Se lo recomiendo al todo el mundo. Yo estoy segura de que lo volveré al leer. Que lo disfrutéis. Ana
ResponderEliminarMagnífica reseña. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Todavía no he acabado de leerla, pero las primeras páginas ya me dejaron impresionada. Lo mismo me ocurrió con El adversario, una de las lecturas que más me han marcado. Lo importante en esta "novela" no es la historia de Marco, sino las reflexiones a modo de ensayo del autor. Reme.
ResponderEliminarGracias por tu gran reseña. “El impostor” es una narración inteligente donde volvemos a encontrar el estilo atrevido y fresco de Cercas, sin duda una excelente novela. Sin embargo, no puedo dejar de apuntar que las supuestas revelaciones filosóficas que subyacen en toda la novela y que teóricamente tenían que cambiar nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos (todo el tema de la verdad, la mentira, la falsedad, las mentiras hilvanadas con verdades, que todos somos Enric Marco, que todos somos impostores, etc.) no son nada impactantes o novedosas, al menos para mí, tal vez si para el propio Cercas (no sé si esto refleja una falta de lecturas filosóficas en este autor), pero lo cierto es que cualquier lector medio de obras filosóficas ya se ha enfrentado al trasunto que propone Cercas en su novela
ResponderEliminarCasi diría que no es un libro sobre el impostor, sino sobre como Cercas escribió el impostor. Sus dudas, intuiciones etc. pero al autor le importa menos el personaje que él mismo y su trabajo. Aunque en eso tampoco va muy allá. Al final del tedio nos quedamos casi igual que al principio, desmontaje y descripción de las imposturas de todos conocidos. Esperaba algo más. Quizá no haya osado. Es una pena. Lo que más le interesa a es lo que más aburre al lector (al menos a mi), páginas y páginas de disquisiciones y elucubraciones sobre la realidad y la ficción, sobre la realidad o irrealidad de la ficción, sobre la mentira decente e indecente etc. poca cosa más y pocas deducciones (que sólo apunta de pasada y que no investiga lo más mínimo y de importancia crucial) ¿Cómo puede un prófugo del servicio militar en los años 40, librarse del ejército y que le extiendan un pasaporte para ir a Alemania sino es como confidente de la policía para espiar a sus compañeros? (Cercas dice, muy cándidamente que es debido a su increíble capacidad para liarlo todo, vaya argumento). Incluso su paso por la CNT lo toca de puntillas y huele a CNI, en fin se queda en lo visible, de una manera tediosa y aburrida y nos deja sin saber mucho más de lo que ya sabíamos. He tenido que saltarme montones de páginas de disquisiciones, por su irrelevancia y porque no llevan a ninguna parte. Por último, he visto en youtube una entrevista en la tele y no hace falta escuchar mucho rato para darte cuenta de que estás ante un charlatán profesional desquiciado, este tío no engaña a nadie, y si engañó a tanta gente es porque necesitaban ser engañados. Menos mal que hay tipos como Bermejo que se atrevió a decir que por ahí andaba un rey que iba desnudo y después sí, ya todos asintieron.
ResponderEliminarAcabo de terminar El Impostor. Un plomo salvo en momentos puntuales, lo mejor es que ya la termine.
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