lunes, 12 de marzo de 2012

Zapatos italianos. Henning Mankell


Título original: Italienska skor.
Autor: Henning Mankell.
Traducción: Carmen Montes Cano.
Editorial: Tusquets Editores
Colección: Andanzas.
ISBN: 978-84-8383-025-3.
Páginas: 372.



El amor es una mano blanda que, muy despacio, hace que el destino se aparte” (Sigfrid Siwertz)

“La vida es una frágil rama que se mece en el abismo” (Zapatos italianos. Henning Mankell)



“Zapatos italianos” de Henning Mankell, es una novela peculiar, diferente y atípica, dentro de la producción de este gran autor sueco. Texto introspectivo y denso en emociones contenidas, que Mankell sabe manejar eficazmente, especialmente por esa atmósfera que sabe crear, por esa influencia en que los factores climatológicos y ambientales influyen sobre los personajes. Dicho lo cual, ya resulta evidente que “Zapatos italianos” es una novela muy alejada, eso sí, aparentemente, de su serie de novelas negras del inspector Kurt Wallander. A modo de una primera aproximación, grosso modo, me gustaría reseñar que me ha parecido una buena novela, como todas las suyas, con un impecable planteamiento formal, con un dominio absoluto del ritmo narrativo, con una hermosa capacidad descriptiva, pero que, en mi opinión, conforme avanza en su desarrollo se le va yendo de las manos. Más adelante me detendré, con más detalle, a la hora de su análisis más pormenorizado.


Como viene siendo habitual y para situar al lector en el contexto de la novela que estoy reseñando, voy a transcribir la contraportada del libro, en el que se nos ofrece una breve sinopsis argumental de la novela, que creo bastante ajustada a la realidad:



“Fredrik Wellin, médico retirado, vive solo en una isla cercana a la costa sueca, hasta que la llegada de un antiguo amor al que abandonó en el pasado irrumpe en su monótono pero buscado aislamiento. Se trata de Harriet, quien, gravemente enferma, ha venido a pedirle que cumpla la antigua promesa de juventud de llevarla a una laguna al norte del país. Harriet trae consigo a Louise, una hija de ambos, de cuya existencia él nada sabía. Obligado, ahora, a asistir al lento final de Harriet y a crear unos vínculos paterno-filiales con quien, en realidad, es una desconocida, Fredrik iniciará un viaje hacia su propio dolor. Los errores del pasado sepultados en la soledad de la isla reavivan sus remordimientos. Entre ellos, el terrible secreto que lo alejó de la profesión y por el que decidió huir del mundo. Así, el implacable invierno nórdico y el inhóspito paraje en el que habita el protagonista son un reflejo de su interior. Y la atmósfera de vacío y muerte que se extiende en esa inmensidad glaciar es el castigo que se inflinge a sí mismo. Atormentado por la culpa, Fredrik deberá saldar cuentas con el pasado para, ya en la vejez, recuperar la capacidad de vivir en compañía sin esconderse de la realidad”



Después de la lectura atenta y minuciosa de la novela, reconozco que he sentido una sensación de desasosiego. Sí, de desasosiego; por el planteamiento tan crudo que Mankell nos propone la narrarnos esta historia tan descarnada. Una historia, fundamentalmente de soledad, de olvido, de decepción. “Zapatos italianos” nos propone que, en la mayoría de los casos, las decisiones que tomamos en un momento dado, sobre todo en lo relativo a nuestra vida personal y afectiva, terminan pesándonos y cuando queremos arrepentirnos de las decisiones tomadas vemos que  ya no tiene solución.




Me gustaría detenerme, especialmente, en el estudio psicológico tan profundo que Mankell realiza en esta novela de los personajes. Particularmente del protagonista Fredrik Wellin, que además adopta la voz del narrador. Me cuesta recordar otra novela, que haya leído recientemente, con una penetración psicológica tan grande. Leyendo “Zapatos italianos” es difícil que el lector pueda sustraerse de meterse en la piel de este atormentado personaje, que no sienta los remordimientos, la soledad y el dolor que arrastra. Un personaje que ha pasado una infancia falta de afecto, sobre todo por parte de su madre. Pero, sin embargo, resulta inevitable establecer un vínculo de simpatía con él. Magnífica, también, la caracterización del personaje de Harriet, que como veremos al final, y con esto no creo reventar la novela, no es lo que parece. Como comenté un poco más arriba, es muy importante en Mankell la utilización e influencia de los fenómenos climatológicos. Henning Mankell además de ser un gran narrador es un buen creador de atmósferas, y en esta novela se ve con mucha claridad. El duro invierno sueco, la nieve, los hielos y, sobre todo, ese silencio omnímodo, que es uno de los grandes protagonistas y que nos enmarcan el tono del relato que el autor nos describe; por cierto muy apropiado para la finalidad artística que persigue. Es evidente que este descarnado relato no “funcionaría” igual en otro clima, o en otra latitud.


En “Zapatos italianos” el autor, un autor profundamente implicado en los problemas sociales, vuelve a fustigar, con certeza, los males que aquejan a nuestra sociedad actual. Especialmente se ve muy bien en la parte en que Fredrik, quiere conocer a Agnes Klarström, la mujer a la que por error, cuando éste ejercía la medicina, le amputó un brazo sano por error. Agnes, que nunca pudo admitir que había perdido un brazo, se dedicó a cuidar a muchachas inmigrantes con problemas y así encontró un sentido a su existencia. Pues bien, en el trato que reciben estas pobres muchachas Mankell nos muestra, bien a las claras, su conciencia social y su idea de la justicia social. En otro lugar de la novela nos hablará de esos muros, que rompen la justicia social:


“Existe aquí un sistema de muros invisibles que no para de crecer, que separa a la gente, que hace crecer las distancias. Si te sientas en un metro de Estocolmo y vas a los suburbios, verás que la distancia en kilómetros no es muy larga pero en realidad es gigantesca”.


 
Como comentaba al principio de esta reseña, la novela, en mi opinión, sigue una trayectoria claramente descendente. El comienzo es francamente bueno, con esos trazos con los que el autor nos pergeña la vida rutinaria y gris del protagonista y cómo la llegada de Harriet con su andador por en medio del manto blanco de la nieve, trastoca y trastorna su vida. Sin embargo en la parte final (no daré muchas pistas para no reventar la novela) “Zapatos italianos” empieza a diluirse y desdibujarse y para mi gusto empieza a perder interés. Me gustaría citar, particularmente, una escena que me ha dado mucho que pensar antes de reseñar y analizar esta novela y que reconozco que, como analista y crítico, me ha desconcertado. Y la verdad es que, honestamente, no he conseguido encontrar el sentido que, probablemente, Mankell nos quería sugerir. Para mí tiene un claro aire expresionista, pero me ha resultado muy ajeno a la novela. Lo mejor que puedo hacer es transcribirla literalmente, para someterla a la consideración del lector de esta reseña:


“Más tarde, aquella misma noche, hice algo que jamás llegaría a comprender. Fui a buscar una pala y cavé en el lugar donde el perro estaba enterrado. No tardé en toparme con el cuerpo en descomposición. Y desenterré todo el cadáver. La corrupción se había producido con gran rapidez. Los gusanos ya habían devorado la mayor parte de las mucosas de la boca, los ojos y los oídos y habían abierto el estómago. A la altura de la apertura anal había una bola blanca formada por gusanos. Dejé la pala y fui a buscar al gato, que dormía en la casa, tumbado en el sofá. Lo tomé en mis brazos y lo posé sobre el perro muerto. El gato dio un salto en el aire, como si se hubiese encontrado con una víbora, y desapareció por la esquina de la casa; allí se dio la vuelta, dispuesto a continuar su huida. Tomé en una mano algunos de los mantecosos gusanos y me pregunté si sería capaz de tragármelos o si las arcadas me lo impedirían. Después, los arrojé sobre el perro y volví a cubrir la tumba”.



A lo largo de todo el texto vemos que el tema de la vejez y de la muerte gravita constantemente en sus páginas. No cabe duda que es una lúcida y, a su vez, despiadada reflexión sobre el hecho de la vejez y de cómo el peso de los recuerdos nos van doblegando con esa nostalgia que se ceba en nosotros. Creo que en este fragmento Mankell nos narra, con una gran belleza poética y con una gran crudeza, ese sentimiento de angustia:


“Quiero decirte algo que seguramente ya sospechas, jamás he amado a un hombre como te amé a ti. Por eso te busqué, para reencontrarme con ese amor. Para devolverte la hija que te había arrebatado. Pero, ante todo, porque quería morir cerca del hombre al que siempre he amado. Tampoco he odiado a nadie como te odié a ti. Pero el odio duele y yo ya tengo bastante dolor”.



Me ha resultado especialmente interesante toda la parte en que Mankell nos narra la historia del anciano zapatero Giaconelli Mateotti y cómo este artesano que emigró desde Italia a Suecia fabrica sus zapatos. Auténticas obras de arte, de hecho únicamente fabrica dos o tres pares de zapatos al año. Es todo un placer leer la descripción tan preciosista que Mankell nos hace de cómo se fabrican esas auténticas piezas de museo. Reconozco que me ha encantado todo ese proceso de fabricación artesanal y cómo el autor nos lo describe con tanta belleza y con tanto detalle.



Tratándose de Henning Mankell es lógico que también en “Zapatos italianos” aparezca su amor por la ópera. De hecho en las novelas de la serie de Kurt Wallander, este trasunto literario del autor es un gran amante de la ópera. En esta novela el autor nos citará al eximio  tenor lírico sueco Jussi Björling (1911-1960). Veremos cómo también en uno de los momentos más emotivos de la novela uno de los personajes cantará el Ave María.



“Zapatos italianos” es una novela que provoca una sensación de tristeza infinita tras su lectura y nos deja un amargo sabor de boca. Es el reflejo de esa desilusión vital que sentimos, por lo general, cuando llegamos al término de nuestra vida, y toda somos conscientes de todas esas “ilusiones perdidas”.


“- A uno le hacen promesas sin cesar -prosiguió ella-. Nos hacemos promesas a nosotros mismos. Escuchamos las promesas de los demás. Los políticos nos hablan de una vida mejor para los que envejecen, de una sanidad donde nadie sufra en la espera. Los bancos nos prometen mejores intereses, los alimentos nos prometen mejor línea y las cremas nos garantizan una vejez con menos arrugas. La vida no consiste más que en navegar en nuestra pequeña embarcación cruzando un mar de promesas siempre cambiantes pero inagotables. ¿Cuántas de esas promesas recordamos? Olvidamos lo que queremos recordar y solemos recordar aquello de lo que más deseamos librarnos. Las promesas no cumplidas son como sombras que danzan a nuestro alrededor en el ocaso. Cuanto más me acerco a la vejez, más claras las veo”.



A modo de resumen, y para no extenderme ya mucho más en esta reseña, me gustaría precisar que “Zapatos italianos” es un novela desasosegante, que deja un amargo sabor de boca y que, en mi opinión, tras su lectura nos deja pensativos. Sin embargo, como ya comenté más arriba creo que sigue una línea descendente, en cuanto al interés narrativo se refiere. Aunque entiendo que es tremendamente complicado mantener esa línea ascendente en un texto, tan “cerrado y asfixiante” como éste.


Por todo lo ya referido y de acuerdo a mi manera de entender el arte literario, creo que la puntuación más ajustada y que hace más justicia a la novela “Zapatos italianos” de Henning Mankell sería de un 7,00/10.


© Luis Alberto Cao

(Para ilustrar la reseña os dejo un curioso video que nos muestra cómo se fabrican los zapatos artesanalmente) 


8 comentarios:

  1. Como acérrima seguidora de Mankell, bueno, tal vez sería más correcto decir de Wallander, he leído toda su saga policiaca, pero desconozco al Mankell más intimista puesto que aún no he leído ninguna obra suya fuera de la saga Wallander. Sí he oído hablar mucho de este libro y de hecho había leído el párrafo que has transcrito (el de las promesas no el de los gusanos, que tampoco he entendido, por cierto) y sí sabía de su inmenso e intenso compromiso social, de hecho es fácil verlo incluso en sus novelas policiacas. Tengo ganas de leer algo suyo en esta línea, algo denso, profundo y crítico. Lástima que el interés se pierda un poco al final de la novela, aun así y todo, me gustaría leerla pues la verdad es que echo de menos a Mankell desde que acabé con su saga Wallander. Estupenda reseña. Saludos.

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  2. Gracias amiga Rebeca de Winter, por tu comentario tan atinado y tan enriquecedor. Yo también pertenezco a esa legión de admiradores de este grandísimo escritor. Uno de los mejores escritores, sin duda, de novela negra. Todo un clásico vivo !!!. Un abrazo

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  3. Hola, acabo de descubrir tu blog a través de tu reseña sobre la rosa cándida. Es precioso visualmente, buen trabajo. Está muy bien escrito, se agradece. Coincido contigo que en esos tiempos de crisis múltiples, el arte es un excelente refugio y/o paraguas. No suelo leer críticas de libros, me gusta descubrir por mi misma los libros, pero debo reconocer que alguna ayuda viene bien para limitar decepciones o para atreverse con autores que he descartado como por ejemplo Henning Mankell. Me he paseado por tu blog y de verdad, ¡muchas gracias! es un placer leerte y a continuación leer. ¡Gracias!

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  4. Muchas gracias Véronique. Es una satisfacción para mí "escuchar" tus amables palabras y la confianza que depositas en mí. Te lo agradezco de verdad. Un abrazo

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  5. He leido, como gran seguidora de Mankell, que soy Zapatos italianos. Las novelas de Wallander, las cuales no he terminado de leer, me parecen sensacionales, tanto por las historias que se narran como por la imagén crítica que realiza de la sociedad sueca.
    Coincido totalmente en que Zapatos italianos, resulta de dificil lectura, su corte tan intimista, parece descolocar a los que seguimos a Wallender. Pero con una lectura profunda esos rasgos aparecen. Este no es el primer libro de Mankell que leo fuera de la serie Wallender, he leido Tea bag, Las iras del fuego, El chino, y no recuerdo si algún otro y siempre deja ese mensaje que mezcla lo falalista con lo esperanzador a la vez. Muy buena la reseña.La verdad aprendo mucho con la lectura de este blog. Me encanta.

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  6. Muchas gracias por tus palabras amiga Miranda, se nota que eres una gran lectora y una gran conocedora de Mankell. Es un honor para mí contarte entre mis lectores. Un abrazo

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  7. He leído la novela y coincido en gran parte con la crítica que has escrito. Si reconozco al autor de Wallander, el paso del tiempo, el clima y el paisaje,la estupenda ambientación que incluye emociones de tristeza y realidad sin maquillaje. Gravias

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  8. Estoy leyendo la novela y me está aburriendo. Me falta la intriga, la ansiedad, el comerse las uñas de las negras policiales que estoy acostumbrada a leer. Por eso busqué algún comentario para ver si se pondría mejor en algún momento pero ya veo que no. Y no quiero pasar por ese párrafo absurdo y desagradable.

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