jueves, 15 de marzo de 2012

El baile de las lagartijas. David de Juan Marcos.

Título: El baile de las lagartijas.
Autor: David de Juan Marcos.
ISBN: 978-84-8460-966-7
Editorial Ediciones Temas de Hoy
Fecha edición: Mayo de 2011.
Páginas: 349.



He aprendido, después de muchos años dedicado a la crítica literaria y de haber leído centenares de libros, que nunca se deben tener ideas preconcebidas ante la lectura de un libro. Y que en la crítica literaria, es importante desprejuiciarse y mirar con ojos “limpios” para así poder apreciar y, a su vez, disfrutar de la historia que nos cuentan. Porque en el fondo, y esa es mi opinión personal, el arte tiene como fin último conmovernos, e incluso removernos, apelando a nuestra sensibilidad. Y creo que este acervo, que este bagaje vital y cultural, me ha resultado fundamental a la hora de enfrentarme a la lectura  y posterior análisis de “El baile de las lagartijas” de David de Juan Marcos, novela ganadora del XXVII Premio Internacional de Novela Ciudad de Valencia “Vicente Blasco Ibáñez”.  



He dedicado bastantes horas a reflexionar sobre este libro, antes de sentarme ante el ordenador para escribir esta reseña e intentar clarificar mis ideas. En cualquier caso y como suele habitual y a modo de una primera toma de posición, me gustaría precisar que “El baile de las lagartijas” me ha sorprendido. Eso sí, me ha sorprendido muy agradablemente. Creo que esta novela es “diferente” a toda esa pléyade de novelas fabricadas “en serie” que sobreabundan, en la actualidad, en los anaqueles de las librerías y que, en honor a la verdad, no aportan nada novedoso y especialmente reseñable. Y esta sorpresa inicial se convierte en auténtico pasmo al comprobar que su autor es un escritor novel y que ésta es su primera novela. También es cierto que, lógicamente, la novela adolece de algunos errores, manifiestamente mejorables y habituales en escritores noveles, achacables, obviamente, a la bisoñez  e inexperiencia del autor, como iré analizando, a continuación, de un modo más detallado.



Para orientar y situar, al eventual lector de esta reseña, creo que lo más adecuado es exponer, sucintamente eso sí, la sinopsis argumental de la novela. Me ha parecido bastante acertada la que nos propone la editorial en la contraportada del libro, por lo que voy a transcribirla.


“Cayute, personaje central de El baile de las lagartijas, realiza, ya en la vejez, un ejercicio de retrospección mediante el cual conocemos la historia de Almoneda, un territorio imaginario situado en la frontera entre España y Portugal. En esta suerte de viaje por la memoria colectiva del pueblo, iremos descubriendo un lugar inusual habitado por inclasificables personajes; como Carmelo Matarranz, un maqui que vive encerrado en un sótano cultivando un huerto de perniles con un mecanismo de poleas, o Sandalio, el pertinaz inventor de unas hamacas voladoras que jamás le llevarán al mar. Personajes cuyos destinos se verán determinados por el amor en todas sus variantes. Al mismo tiempo, seremos testigos de la pérdida irreparable de la infancia que para Cayute y sus amigos supone la irrefrenable devastación de Almoneda. También ellos se irán alejando progresivamente de ese territorio mágico, trasunto de la infancia y la inocencia. Solo Cayute cumplirá la promesa que hicieron de niños de no abandonar jamás ese universo íntimo y personal .Adrián, José María y Miguelito, cada uno a su manera, se desprenderán de Almoneda, atraídos por la gran ciudad, la pasión y el amor, contribuyendo con ello a su definitiva desaparición”.



Antes de entrar propiamente en el análisis de  “El baile de las lagartijas” de David de Juan Marcos, me gustaría precisar un detalle. Antonio Gala, hablando de esta novela nos dice “El libro más emocionante y hermoso en que se ha concretado, hasta ahora, el realismo mágico”. Aquí, y en mi modesta opinión, tengo que discrepar con la opinión de D. Antonio Gala. Un poco más arriba comentaba que antes de redactar esta reseña he dedicado varias horas a reflexionar, y uno de los aspectos en los que más he incidido en esa reflexión ha sido éste. Honestamente no creo que “El baile de las lagartijas” sea un novela que beba en las fuentes del realismo mágico hispanoamericano, aunque también soy consciente de que la argumentación  de este aserto nos llevaría a una discusión totalmente fuera del ámbito de esta reseña.  Personalmente, cuando leía la novela, me recordaba, en cierto modo,  a Miguel Delibes y, en especial, a su novela “El camino”. Por eso creo que más que con los autores del realismo mágico, nuestro autor entronca directamente con la literatura castellana del siglo XX. Aunque reconozco que también David de Juan Marcos, me evoca reminiscencias de Manuel Rivas.



Comentaba más arriba que he quedado gratamente sorprendido por esta novela, con sabor a buena literatura. Especialmente considerando que es una novela diferente, tanto en su planteamiento como en su temática. Pero me ha gustado, fundamentalmente, por el uso que hace el autor de esa prosa poética tan eufónica, tan plena, tan rica en matices, “colores” y evocaciones. Como ejemplo de ese uso plástico, tan sensorial y visual voy a transcribir unas líneas de cómo un personajes ciego percibe a su amada (realmente el libro está plagado de ejemplos que merecerían la pena citarse, pero me voy a constreñir solo a uno).



 
“La falta de estímulos visuales había desarrollado en Tobías un sentido del olfato prodigioso que le permitía adelantarse a los demás. Era capaz de localizar a Margarita Samaniego en cualquier momento y en cualquier lugar del pueblo. Su aroma le devolvía destellos azules y verdes de cuando era niño, atardeceres dorados en los que el mundo solo tenía el límite de su propia visión y la luz lo empapaba todo con temperaturas, texturas y densidades. Años después confesaría que durante aquellos meses tuvo la esperanza de recuperar la vista al lado de Margarita, y que en verdad cada vez que se acercaba a ella creía hacerlo”.



Comentario aparte merecería toda la riqueza de tropos literarios y estilísticos, una auténtica bacanal que se condensa en las páginas de la novela y nos embriaga de belleza. Supongo que se me habrán escapado muchos pero, entre otros, se aprecian: sinestesias, metáforas, sinécdoques, metonímicas, metáforas, aliteraciones, paranomasias, etc, etc. Sin duda “El baile de las lagartijas” es toda una lección práctica del uso estético y preciosista de la lengua castellana.



Tras una lectura atenta resulta indudable que “El baile de las lagartijas” es una novela muy trabajada, muy pulida. Como decía Edison: "El genio es un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de transpiración". Y eso se aprecia, fundamentalmente, en que el texto fluye sin estridencias, mansamente como un arroyo, y eso, aunque parezca paradójico, es algo muy complicado y que requiere mucho trabajo y esfuerzo de contención y de muchas “galeradas”.  Estructuralmente es una novela claramente coral, en la que bullen decenas de personajes y múltiples tramas y subtramas. Pero es ahí, precisamente, y según mi opinión, donde falla la novela. La sensación que tuve tras la lectura de “El baile de las lagartijas” es que el texto está construido sobre el relato de muchas pequeñas historias. Pero, hay que tener en cuenta que una novela, propiamente, no es una suma de pequeñas historias. Es algo más. Aunque es cierto que hay un hilo argumental principal, que sería la historia de los cuatro amigos, pero reconozco que, en mi opinión, no acaba de convencerme. En definitiva, es una novela, como es lógico, de un autor en proceso de aprendizaje de los mimbres del arte literario.



“El baile de las lagartijas” es una novela escrita con mucho sentido del humor, en algunos momentos francamente hilarante. Me ha resultado especialmente divertido todo el relato que hace referencia a Sandalio Cordones. Ya simplemente su nombre, descacharrante, demuestra el sentido del humor del autor. Pero a pesar de su humor en esta novela subyace un fuerte sentimiento de melancolía, de olvido, de añoranza por esa vida rural que se nos va escapando, sin quererlo, entre los dedos. Especialmente me ha gustado el final de la novela, aunque como es obvio no voy a “destriparlo”, porque creo que merece la pena leerse esta novela. Esto me da pie para hablar, aunque sea un poco por encima del uso que el autor hace de los personajes en esta novela. Su trazo es sencillo y funcional, como por otra parte es lógico en una novela eminentemente coral. Pero echo de menos, sobre todo en algunos personajes principales, un mayor estudio en profundidad. Da la sensación de que algunos personajes quedan algo incompletos. La narración corre a cargo de un narrador omnisciente, elección evidente y muy acertada por parte del autor para contarnos esta historia.



Otro de los puntos positivos de esta novela y que a mí, particularmente, me ha interesado mucho es el estudio sociológico, y me atrevería a decir que incluso etnológico, que David de Juan Marcos nos plantea sobre el mundo rural. Y esa cultura intuitiva, llena de esa sabiduría ancestral que tenían antiguamente los habitantes de los pueblos. Aquí de nuevo vuelve a mi memoria Miguel Delibes y su novela “El disputado voto del Señor Cayo” y sus similitudes con esta novela. También me ha resultado interesante toda la peripecia de Carmelo Matarranz, ese maqui que vive oculto, literalmente enterrado en vida, en casa de su hermana por miedo a ser detenido.



Independientemente de todo lo ya expuesto, creo que David de Juan Marcos es un autor interesante y que merecerá la pena seguir, con atención, su trayectoria literaria en el futuro. El autor apunta maneras y talento, aunque todavía le queda un largo camino de aprendizaje por recorrer. Ardo en deseos de leer su próxima novela que nos permitirá aquilatar aún más nuestra opinión. Como decía al principio he meditado mucho antes de escribir esta reseña y me he dado cuenta que, tal vez más adelante, sería conveniente ampliar este blog literario “Las bizarrías de Belisa” con una sección dedicada, en exclusiva, a nuevos autores que intentan abrirse camino en este mundo de la literatura. Más que nada porque, evidentemente, resulta complicado juzgar y valorar una novela de un joven autor en igualdad de condiciones con grandes autores consagrados que han pasado por este blog: Henning Mankell, Paul Auster, Haruki Murakami, Javier Marías, Álvaro Pombo, Javier Moro, Inma Chacón, etc….



A modo de resumen, creo que “El baile de las lagartijas” es una novela muy interesante y audaz, por su planteamiento y por su enfoque, cosa de agradecer y que David de Juan Marcos escribe con una prosa hermosa y lírica que es una delicia leerla. Sin ninguna duda creo que es una lectura recomendable, entre otras cosas, porque es algo diferente a lo que nos tiene acostumbrados la dictadura del mercado editorial en la actualidad.

© Luis Alberto Cao

Dicho todo lo cual y valorando todo lo referido en la presente reseña y siendo fiel a mi conciencia y a modo de entender el arte literario,  creo que la puntuación que haría más justicia a “El baile de las lagartijas” del autor salmantino David de Juan Marcos, sería de un 7,50/10.


6 comentarios:

  1. Un placer, una vez más, leerte. Estoy de acuerdo contigo cuando dices que hay que abordar un libro sin prejuicio. Hay que intentar "recibirlo, acogerlo" con la mente en blanco. Vuelvo a dejar un comentario porque a raíz de leer tu crítica sobre Rosa candida, me compré el libro y lo empecé ayer. Y me acordé también que reprochabas a la editorial el error ortográfico en la palabra cándida. Y yo le daba vueltas, no puede ser que una editorial haga tal error, en las páginas interiores del libro también. Y anoche lo entendí: en la página 32 el protagonista aclara el nombre de su rosa: "Luego añado, para algo fui el primer de mi clase en latín: rosa candida (en cursiva)...". Y volví a la portada: está en cursiva también. O sea que lo que vemos allí no es un error ortográfico sino el nombre de la rosa en latín...

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  2. Muchas gracias amiga Véronique, por tu interesantísima aportación y por tus palabras. Efectivamente tu explicación sería muy satisfactoria para explicar ese "error". Creo que, sobre todo en el título, hubiera sido más conveniente haberlo "reafirmado" poniéndo el título entrecomillas y no solo en cursiva que, como en este caso puede inducir a error.

    De hecho la RAE, hablando del uso de las comillas dice textualmente: “c) Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial: Dijo que la comida llevaba muchas «especies»; En el salón han puesto una «boisserie» que les ha costado un dineral; Parece que últimamente le va muy bien en sus «negocios». En textos impresos en letra redonda es más frecuente y recomendable reproducir los extranjerismos crudos en letra cursiva que escribirlos entrecomillados”.( En nuestro caso como en el título va escrito solo, en mi opinión requeriría las comillas. Eso sí en el resto de la novela es obvio que la explicación más correcta es la que tú nos das).

    Por supuesto que puedes dejar todos los comentarios que consideres oportunos porque siempre serán bien recibidos, de parte de una lectora tan perspicaz y tan tenaz.
    Un abrazo y muchas gracias de nuevo por enriquecer este blog con tu opinión

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  3. Saludos cordiales, qué gusto visitar tu blog y encontrar este mundo maravilloso de obras literarias. Te escribe Edwin Yanes de Guatemala, te comento que hace poco terminé mi segundo libro de poesía, de pronto tú conoces alguna editorial internacional que me pueda ayudar con la impresión y distrubición del libro. Gracias por tu atención, un abrazo.

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  4. Un libro delicioso, para mí también fue una grata sorpresa descubrirlo.

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  5. Me apunto el libro de David de Juan para leerlo. Gracias por el comentario, Sr. Cao.

    Respecto al nombre Rosa candida, me gustaría puntualizar que en biología, el nombre científico de los seres vivos se suele dar con dos palabras que son el género y la especie. En general, son nombres latinos, y se escriben en cursiva. Por ejemplo, si yo quiero poner el nombre científico del maíz, sería Zea mais, en cursiva (aquí no sé cómo poner cursiva). Todas las rosas que pertenecen al género Rosa (cursiva), llevan esa primera palabra y una segunda que nos completa el nombre científico. No sé si en realidad existe una rosa flor que se llame Rosa candida, pero creo que la intención del escritor era poner un nombre científico de flor. Por lo que no se trata de que sea latín, ni haya de llevar comillas ni nada por el estilo, sino que es como se escriben los nombres científicos de los seres vivos. Por lo que el título está perfectamente escrito en la portada del libro.
    Espero haber ayudado a entender este asunto.
    Saludos

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  6. Muchas gracias a tí por tu comentario tan interesante y documentado que nos ha enriquecido mucho a todos los lectores de este blog y, por supuesto, a mí mismo. Es un placer contar con la colaboración de personas que hacen comentarios tan interesantes. Muchas gracias amiga Ana María y un beso.

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