lunes, 12 de noviembre de 2012

La marca del meridiano. Lorenzo Silva.


Título: La marca del meridiano.
Autor: Lorenzo Silva
ISBN: 9788408031239
Editorial: Planeta
Colección: Premio Planeta 2012
Fecha de publicación: 5 de noviembre de 2012.
Páginas: 400.



 “Ma l’animale che mi porto dentro non mi fa vivere felice mai.
Si porta tutto, anche il café, mi rende schiavo delle mie passione”.
(Pero el animal que llevo dentro no deja vivir nunca feliz.
Se lleva todo, incluso el café, me hace esclavo de mis pasiones)
(L´animale. Franco Battiato)

“Ti lascio una canzone che tu potrai cantare a chi… a chi tu amerai dopo di me”.
(Te dejo una canción que podrás cantarle a quien...a  quien  ames después de mí).
(Ti lascio una canzone. Gino Paoli).




El gran escritor madrileño Lorenzo Silva ha sido premiado, con toda justicia y merecimiento, con el sexagésimo primer Premio Planeta en la edición de este año 2012, con su novela “La marca del meridiano”.  Tengo que reconocer que,  en ediciones anteriores y en numerosas ocasiones, me he sentido bastante defraudado por la calidad literaria de las novelas que fueron acreedoras del galardón, dándome la sensación, muy subjetiva y tal vez equívoca, que estos premios tenían un mayor componente de marketing que artístico. Sin embargo, tanto el año pasado, con “El imperio eres tú” de Javier Moro, como éste ambas novelas, con su calidad artística y literaria engrandecen la importancia de esta premio literario y me hacen reconciliarme con este galardón.


En primer lugar tengo que reconocer que para mí es un placer cuando me siento ante el ordenador para analizar una novela tan interesante, tan bien escrita y tan llena de matices, que me resarce de tantos sinsabores de tantas novelas y tantas novelas “prescindibles” y vacuas, como tengo que leer a lo largo del año. Como sabéis los lectores habituales de este blog literario, una de las medidas que me sirven para colegir el valor literario de un texto es la cantidad de apuntes que pueblan mi cuaderno de trabajo. En el caso de “La marca del meridiano” está literalmente desbordado de anotaciones y detalles técnicos.  Dicho todo lo cual resulta evidente que me ha resultado muy interesante (y muy bien escrita) esta novela. Sin embargo, como expondré a lo largo del comentario, tengo que ponerle un “pero” en su sólida y bien cimentada estructura argumental, con precisión de relojero suizo, que me ha dejado con la miel en los labios de estar ante una novela realmente magistral.



Como es habitual después de una lectura detenida y atenta de “La marca del meridiano” he dejado transcurrir todo un día para dejar madurar la novela en mi cabeza antes de verter mi opinión al ordenador, tamizada por la reflexión y la pausa necesaria la hora de enjuiciar una obra literaria. Antes de nada y para situar al eventual lector de esta reseña en el marco de la novela que vamos a analizar, creo que lo más conveniente será, a modo de aproximación, pergeñar someramente una sinopsis argumental. Para este fin utilizaremos la que nos ofrece la propia editorial Planeta.


 En una sociedad envilecida por el dinero sucio y la explotación de las personas, todavía el amor puede ablandar a las fieras. Un guardia civil retirado aparece colgado de un puente, asesinado de manera humillante. A partir de ese momento, la investigación que ha de llevar a cabo su viejo amigo y discípulo, el brigada Bevilacqua, abrirá la caja de Pandora: corrupción policial, delincuentes sin escrúpulos y un hombre quijotesco que buscará en el deber y el amor imposible la redención de una vida fracturada.

Ambientada en la Cataluña actual, esta absorbente novela policíaca de Lorenzo Silva, maestro indiscutible del género, se adentra más allá de los hechos y presenta un sólido retrato del ser humano ante la duda moral, el combate interior y las decisiones equivocadas”.



Dada la riqueza de “La marca del meridiano”, desde un punto de vista analítico, voy a intentar ser lo más sintético y sistemático posible a la hora de su estudio (permítaseme esta suerte de anáfora). Para este fin voy a intentar encuadrar, en primer lugar, esta novela. “La marca del meridiano” de Lorenzo Silva es la séptima entrega de la saga que el escritor madrileño ha dedicado a la pareja de investigadores formada por el Brigada Bevilacqua y la Sargento Chamorro. Estamos ante una novela del género negro que no tiene nada que envidiar, todo lo contrario, a toda esta invasión de novela negra escandinava. En mi opinión, muy superior literariamente hablando, tanto por su dominio técnico, como narrativo y de caracterización de los personajes, a muchas de ellas que venden centenares de miles de ejemplares. Tanto por su temática, como por su preocupación social, como por la creación de un personaje tan poliédrico como el de Bevilacqua, no puedo evitar hacer la comparación con el inspector Kurt Wallander. Y así mismo me resulta inevitable la comparación de Lorenzo Silva con el gran escritor Henning Mankell. Y esa similitud no se agota únicamente en los detalles dichos anteriormente sino que ambos personajes, y al menos esa es mi opinión, son unos evidentes  “alter egos” de sus propios autores. Un poco más adelante me detendré en un análisis más exhaustivo de la figura del Brigada Bevilacqua, auténtica alma mater de la novela.



Por seguir un orden coherente, empezaré por hablar del uso de su prosa, y por ende de su narrativa y de cómo va utilizándola a lo largo de la novela. Como ya comenté cuando hice la reseña de su anterior novela “Niños feroces”, Lorenzo Silva es un “orfebre” de la literatura, uno de los autores que mejor conoce este oficio de la escritura y que debería ser un autor de estudio para los jóvenes escritores. A lo largo del texto y dependiendo del momento y de la intención del autor las frases van modelándose. Voy a permitirme poner algunos ejemplos para aclarar a qué me refiero. En “la marca del meridiano” el autor hace coexistir frases largas, llenas de subordinaciones, con frases breves e incisivas, con una finalidad evidentemente rítmica dentro de la acción dramática, por ejemplo, nada más empezar la novela:


“Es la oscura ciencia acumulada por millones de mujeres desde el principio de los tiempos, frente a la culpa no menos sombría alimentada por millones de hombres desde más allá de lo que se guarda memoria. Porque un hombre siempre oculta algo, siempre lleva a cuestas algo que preferiría no haber hecho o dicho o sido, y una mujer siempre tiene un sexto sentido que le permite olérselo, y el descaro o la temeridad o lo que quiera que haga falta para exigirle que lo confiese. Porque los actos de los hombres son a veces como la espuma, que sube y baja con la misma facilidad, y sin demasiado motivo, mientras que los actos de las mujeres, que no por eso son menos perniciosos cuando toca, tienen que ver con algo que llevan agarrado al vientre y de lo que no abdican jamás, así las fusilen o las quemen en la hoguera”


En este fragmento se aprecian esos períodos largos, anidados unos dentro de los otros. Sin embargo, en este otro ejemplo, las frases son breves, cortas, perentorias.


“Nos fuimos directos a las habitaciones. Apenas entré en la mía, pasé al baño para cepillarme los dientes. Tras enjuagarme cometí el error de mirarme al espejo. Luego miré mi teléfono móvil, que había dejado sobre la repisa. No podía eludirlo y, por cansado que estuviera, tampoco podía demorarlo más. Marqué el número de Chamorro”.


 

Creo que con estos ejemplos se ve claramente cómo, de un modo casi cinematográfico el autor marca el tempo del relato a partir de la estructura de las frases. Por cierto, no me gustaría dejarme en el tintero, que, aparte de las historias que nos cuenta, resulta un placer leer sus novelas por la correctísima y exquisita puntuación de sus frases. Sin duda alguna es uno de los autores que mejor puntúa, ortográficamente hablando. Y qué decir de su exquisito uso de las figuras estilísticas, entre las decenas de ejemplos que abarrotan el texto, voy a citar una hermosísima doble antítesis (en estos pequeños detalles es dónde más se aprecia el valor artístico de un escritor):



“No podía olvidar que allí, bajo la cálida luz del Mediterráneo, que en tantos sentidos me recordaba la del Río de la Plata de mi niñez, era donde había conocido la felicidad y la desgracia, consecutiva y simultáneamente”.



Desde un punto de vista narrativo, y cómo corresponde a este tipo de relatos, Lorenzo Silva pone la voz narrativa en el propio personaje de Bevilacqua, pero no se trata de un narrador omnisciente que se anticipe a la propia narración. Más bien hablamos de un narrador, en primera persona y en presente, que “acompaña” el tiempo narrativo, ya que esto permite al autor una mayor libertad para buscar la subjetividad del protagonista, tan importante en la novela. Los diálogos que pueblan la novela son ágiles y con un alto componente de ironía y de un humor “inteligente” y, a veces, cáustico. Cuando leía la novela me recordaba, en cierto modo, a ese humor tan irónico de un gran maestro como es Eduardo Mendoza. Sin embargo en algunos momentos Lorenzo Silva sabe mostrarnos ese arrebatador romanticismo que subyace en ese personaje atormentado, tras esa concha endurecida por los golpes de la vida. Ruego al lector que repare en uno de los momentos, a mí modo de ver, más hermosos de la novela, cuando habla Vila (Bevilacqua) en la habitación del hotel con Chamorro. Y, por supuesto, en la escena en la trastienda de la cafetería.... Un prodigio de contención, emoción y belleza.



Como ya he comentado uno de los mayores aciertos de esta serie de novelas es la creación del personaje de Bevilacqua, en mi opinión un claro trasunto de su autor. Un hombre de vuelta ya de todo, con un cierto sarcasmo a la hora de enfrentarse a la vida. Lorenzo Silva a lo largo de la novela nos pone en su boca varias frases que creo que le definen bastante, tanto al personaje como su idiosincrasia.


“A mi edad y con mis cicatrices, me escuece que me metan goles, pero cuando el balón viene por la escuadra, fuerte y con efecto, sólo queda agacharse a recogerlo del fondo de la red”.

“En el camino de vuelta, desvencijado en el asiento trasero, me enfrenté como pude al desasosiego que había ido acumulando a lo largo del día. Había cometido el error de pedirle a Arnau que pusiera el CD de Serrat y, fatídicamente, acabó sonando aquella canción:
La vida y la muerte
bordada en la boca
tenía Merceditas
la del guardarropa.
Entonces lo recordé, todo. Y agradecí que una vez más la oscuridad de la noche sirviera para ocultar mis lágrimas de viejo caimán”.

“—Qué va. Me conoces, mitad monje y la otra mitad, monje también. Desengañado del mundo, vivo sólo para el servicio”.



Creo que con estos fragmentos, queda ya bastante caracterizado el personaje. Sé que muchos lectores no estarán de acuerdo con mi opinión, pero creo que “La marca del meridiano”, a pesar de tratarse de una novela claramente adscrita (y adscribible) al género de la novela negra, tienen un nihilismo y, por ende, una melancolía que desborda cada línea de sus páginas.



Hermoso dibujo también con el que Lorenzo Silva perfila de su contrafigura, la Sargento Chamorro. Ese contrapeso literario que contrabalancea y equilibra a ambos. Por así decirlo todo D. Quijote necesita su Sancho Panza. Esta comparación la he puesto premeditadamente para citar el hermoso homenaje que Lorenzo Silva hace del Inmortal Hidalgo en la novela (y no digo más...). Sin embargo el resto de los personajes, excepto alguna excepción, están apenas bosquejados, probablemente en pos de aquilatar más la acción de la novela, dentro de la bien engrasada maquinaria que representa este texto.



“La marca del meridiano” es una novela apegada a la realidad actual. A través de sus personajes Lorenzo Silva utiliza el escalpelo para diseccionar la sociedad actual y los males que la aquejan. Sus novelas no son, únicamente, para entretener y divertir, sino para darnos que pensar. Textos profundos que siempre nos abren la posibilidad de reflexionar sobre ellos. Como ya comenté, en algunos momentos me he reído leyendo la novela, pero después esa risa queda congelada por la carga de profundidad que el autor nos ha lanzado a la línea de flotación. Voy a citar un ejemplo al respecto.



“—Es un mando de los Mossos, con el que colaboramos Chamorro y yo la otra vez que estuvimos por aquí. Buen colega. Ahora es todavía más jefe, así que nos viene bien tener su contacto y su ayuda.
—¿Más jefe? —preguntó Chamorro.
—Intendente, nada menos. Ya sabes cómo va esto, en las autonomías no se cortan, corren el champán y los galones mientras nosotros racionamos el calimocho y trepamos penosamente por la escalilla”.



“La marca del meridiano” es una novela muy bien escrita y con mucho conocimiento tanto de la estructura  como de la dosificación de la acción. Sin duda una novela negra de calidad. Sin embargo, como comenté al principio de la reseña, tengo que advertir, en mi opinión algo que no me ha gustado. Y siento tener que decirlo pero, ante todo, mi obligación moral con todos los lectores que seguís este blog es, dentro del respeto a todos los autores, señalar tanto lo bueno, como lo menos bueno de las novelas que reseño. En este caso no me ha gustado que el autor, en cierto modo, ha jugado, por así decirlo, de un modo tramposo al final de la novela con “esa pieza del puzzle” que explica toda la investigación (lógicamente no puedo ser más claro para no reventarle a nadie la novela, pero estoy seguro que las personas que la lean entenderán a que me refiero con “esa pieza del puzzle”). Por otra parte me da la sensación que el caso no queda “bien rematado” lo que me da pie a pensar que la serie puede seguir tirando de ese hilo. Como comenté en su momento reseñando una novela de Camilla Lackberg, no me gusta esa técnica para excitar deseo del lector de la próxima entrega. Creo que Lorenzo Silva no necesita de esa técnica para que sigan leyéndole la legión de admiradores de su obra.



Por último me gustaría resalta, especialmente, el hermoso epílogo, donde el autor nos deja una memorable escena final de una belleza apabullante, todo un cántico a la nostalgia que “congela” el corazón.



Supongo que el perspicaz lector se habrá percatado de que no he querido entrar mucho en el fondo argumental de la novela. La razón obvia es que en una novela negra, lo mejor no es dar muchas pistas, lo mejor y más recomendable es leerla.


Antes de poner fin a esta larguísima reseña, creo que podría ser interesante referir todas las novelas de las serie, por si al hilo de esta reseña alguien prefiere adentrarse en esta “saga” siguiendo un orden cronológico.


-         El lejano país de los estanques (1998).
-         El alquimista impaciente (2000).
-         La niebla y la doncella (2002)
-         Nadie más que otro. Cuatro asuntos de Bevilacqua (2004).
-         La reina sin espejo (2005).
-         La estrategia del agua (2010).
-         La marca del meridiano (2012).


Tras releer la reseña, no puedo evitar sentir esa impotencia de no haber podido expresar todo lo que hubiese querido sobre esta magnífica novela, así como esa tristeza al ver tantos detalles que yacen en mi cuaderno de apuntes y que, como siempre por motivos de espacio, no podrán ver la luz.


Lo que de verdad me entristece es que el autor se llame Lorenzo Silva y no Gustaffson o Svenson o Eriksson, para que pueda tener el reconocimiento mundial que por su valía artística le corresponde. Desde aquí me gustaría reivindicar la novela negra española que tiene, como en el caso que nos ocupa, grandísimos autores que merece la pena leer y conocer. Y aprovecho para felicitar a Lorenzo Silva, en primer lugar, por esta magnifica novela y, subsidiariamente, por la concesión del Premio Planeta.



Dicho todo lo cual y atendiendo y valorando todo lo expuesto más arriba, conforme a mi conciencia y a modo de entender el arte literario, creo que la puntuación que haría más justicia a la novela “La marca del meridiano” ganadora del Premio Planeta 2012 del escritor madrileño Lorenzo Silva sería de un 8,50/10.

© Luis Alberto Cao

(Como ilustración de esta reseña os dejo una entrevista a Lorenzo Silva cuando publicó su novela "La estrategia del agua")





12 comentarios:

  1. Grande, cada reseña que publica usted es una lección magistral. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias amigos por vuestras palabras. Desde que nació este blog, hace más de un año, siempre he intentado ser fiel a mi manera de entender el arte literario y con el máximo respeto a los autores. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Gran comentario y excelente libro el que nos ha regalado Lorenzo Silva y desde aqui recomendar otro gran escritor español de novela negra llamado Eugenio Fuentes.

    ResponderEliminar
  4. Excelente y profundo análisis, sensible, inteligente, cuidado. Es un análisis, una impresión, no tan solo una reseña, desde mi punto de vista. Reseñas las hacen muchos, análisis literarios, y de calidad, muy pocos. Mencionas que es larga (la reseña), a mí me parece corta. Como corta me parece la genial novela del maestro y jefe Silva. Mi frustración es tener que esperar ahora varios años para contemplar a nuestros queridos Vila y Chamorro (y Arny) madurar, hacerse mayores, crecer en años, canas, sinsabores y arrugas..
    Muchas gracias, excelente.
    joseluis7b.

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias a todos amigos por el cariño que ponéis en todos y cada uno de los comentarios que dejáis en este blog y que tanto nos enriquecen a todos. Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Acabao de leer tu reseña sobre esta nueva entrega de la saga de Lorenzo Silva. Coincido contigo en casi todo (yo también tengo mis dudas hacia la calidad literaria de muchas novelas premiadas con grandes galardones en este país, y también opino que Silva es uno de los autores que mejor escribe en la actualidad, por su dominio de la gramática, la puntuación... estoy totalmente de acuerdo contigo en todos esos puntos). Pero disiento en la puntuación que das a la novela: para mí merece un sobresaliente, está cercana al 10. Como siempre, Silva refleja fielmente la realidad de la sociedad y el momento en que se desarrolla cada trama, pero las reflexiones que nos brinda el protagonista-narrador, Bevilacqua, son siempre atemporales, acertadas, dignas de tener en cuenta, y una maravilla para los ojos topar con ellas en una novela actual y española.

    ResponderEliminar
  7. Efectivamente una gran novela, sin duda alguna. Probablemente, como comento en la reseña, de un magnífico escritor, del "Henning Mankell" español. En cuanto a la valoración, honestamente, le he dado la puntuación que he creído más ajustada a la hora de valorarla. Un beso y gracias por tu interesantísimos comentarios.

    ResponderEliminar
  8. Me gusta tu reseña. Tu penetración en esta última entrega de Silva. He leído toda su obra y en ésta admiro la coherencia de Vila que ha sido capaz de mostrar el autor en toda su biografía. Sin esquinas, sin tropiezos, con la sencillez y, a su vez, toda la complejidad de un hombre que sabe quien es. La fortaleza que este conocimiento de si mismo le otorga y la humildad, a un tiempo, de saberse vulnerable cómo y por qué.

    ResponderEliminar
  9. Me gusta tu comentario. Estoy leyendo el libro. He leido todos los anteriores de Silva y este me parece excelente. La personalidad de Vila se halla admirablemente trazada. Su coherencia y la fuerza de si mismo en el reconocimiento sencillo de quien es con sus fortalezas y sus debilidades. La belleza de poder descansar simplemente con el paisaje o las estrofas de una vieja canción conocida.

    ResponderEliminar
  10. Disculpe que me aleje del tono versallesco de sus comentaristas, pero,¿por qué no califica usted a Mankell de "el Lorenzo Silva sueco"?
    A Silva ya se le leía antes de que se conociera a Mankell, al menos aquí, en España; y no le veo yo a Chamorro un aspecto especialmente escandinavo.
    Por otra parte, ¿por qué apostilla usted a "Vila" con la divisa de la Universidad de Bolonia? Que yo sepa, las otras figuras a las que habitualmente se conoce como "Alma Mater" son Cibeles y María de Nazareth, ambas dos muy alejadas de la imagen que uno puede hacerse del Teniente Bevilacqua...

    ResponderEliminar
  11. Como lector de la obra completa de Lorenzo Silva y en especial la de la pareja benemérita, he de decir desde el conocimiento de las entrañas de la institución armada, que el autor pese a dominar el lenguaje de una manera admirable, no conoce la Guardia Civil escribe dando una imagen que es la del gran público (estereotipada) o peor aún la que "asesores" mal informados le han explicado.
    He encontrado infinidad de errores , el autor piensa que la mayoría de los investigadores son mandos cuando la gran mayoría son guardias, GRS (Grupos de Reserva y Seguridad no existen en cada provincia (hay nueve en todo el territorio), un suboficial (Vila) porta la misma arma que el resto (los únicos que pueden elegir arma son los oficiales) ,no se puede ingresar directamente a la escala de suboficiales, en la UCO el personal no es tan joven como da a entender la novela, la Guardia Civil no es La Legión no está tan militarizada conociendo el tronco de la GC que es Seguridad Ciudadana (patrulleros) que estarían en el "índice " de militarización en la mitad (en la parte superior estarían el GRS y el GAR y en la inferior el resto de especialidades) da la sensación que es otra GC la que describe, de hecho cuando los guardias civiles no se creen la novela algo falla en la documentación.
    Cuando escribió Lorenzo Silva su primera novela de la serie Bevilacqua "El lejano país de los estanques", le escribí un correo con las inexactitudes de esa obra (entre otras lo de nombrar como "números" a los guardias civiles o), el autor me respondió muy amablemente agradeciéndome los apuntes y de hecho en sus posteriores obras introdujo estos consejos (me imagino que recibiría más correos que el mío),
    Decir que seguiré leyendo las obras de Silva que es un excelente escritor, pero sólo invitar a él y a otros autores, que se documenten a fondo sobre las instituciones,historia, hechos, etc sobre al argumento a abordar.-

    ResponderEliminar