domingo, 27 de enero de 2013

La sonrisa de las mujeres. Nicolás Barreau.


Título original: Das Lächeln der Fragüen.
Autor: Nicolás Barreau.
Traducción de: Carmen Bas Álvarez.
ISBN: 9788467037135.
Editorial: Espasa.
Fecha publicación: 10 de enero de 2012.
Número de páginas: 272.



“El amor, cuando se acaba, es siempre triste.
Rara vez es generoso.
El que abandona tiene mala conciencia.
El que es abandonado se lame las heridas.
El fracaso casi duele más que la separación.
Pero al final cada uno es lo que era siempre.
Y a veces queda una canción,
una hoja de papel con dos corazones,
el dulce recuerdo de un día de verano”.
(Nicolás Barreau)
 



“La sonrisa de las mujeres” ha sido la primera novela que ha publicado el joven escritor parisino, de origen alemán por parte de madre,  Nicolás Barreau. Y, tengo que reconocer, sin ambages ni paliativos, que para mí ha sido todo un descubrimiento. Un descubrimiento tal que, para asegurarme de mi primera sensación, he tenido que leerla dos veces. Y puedo constatar, después de ambas lecturas, que he disfrutado muchísimo leyendo esta novela, por su exquisita delicadeza, por su simplicidad, por su frescura y, como no, por esa belleza que ha conseguido subyugarme y, en algunos momentos, emocionarme. Como intentaré analizar, detenidamente, a lo largo de esta reseña, precisamente esa aparente sencillez en la historia que el autor nos narra es uno de sus principales encantos. Sin duda alguna, a pesar del día de rigor, casi profiláctico, que me tomo entre la finalización de la lectura de la novela y su desapasionado y riguroso análisis literario, tengo que constatar, en honor a la verdad, que mi “euforia” inicial tras su lectura aún se mantiene después de ese obligado período de introspección y reflexión. Sin embargo, como ya desmenuzaré posteriormente, la obra adolece de algunos defectos, plenamente disculpables por la “insultante” juventud del autor, que sin embargo, en mi opinión, debidamente pulidos nos harían estar ante una obra realmente extraordinaria.



Tras este largo proemio y, a modo de marco general en el que circunscribir el tono del análisis, como es habitual, tal vez lo más adecuado en este momento sería pergeñar, siquiera someramente, la sinopsis argumental de “La sonrisa de las mujeres”, para situar al eventual lector de estas líneas. Para tal fin voy a transcribir textualmente la recensión que publica la propia editorial Espasa.



“En París, de vez en cuando, llueve a cántaros y sopla el viento del norte tan fuerte que parece no haber resquicio donde refugiarse. Como cuando las borrascas llegan al corazón y no sabemos cómo ni dónde esperar a que escampe.
Para Aurélie las casualidades no existen. Una tarde, más triste que nunca, se refugia en una librería y en un libro. Arrebujada en sus páginas, Aurélie reencuentra la sonrisa que creía haber perdido para siempre. Y muchas cosas más.
«Su libro me ha encantado, me ha entusiasmado, me ha hecho reír, y es sencillo y está lleno de sabiduría al mismo tiempo. En una palabra: su libro me hizo feliz»



Tengo que reconocer que, para mí, ha sido todo un placer y una agradable sorpresa leer esta “La sonrisa de las mujeres”. Una novela fresca, diferente, en definitiva amable y reconfortante que, como bien dice en la portada y, al menos, mientras la leemos: “Este libro te hará feliz”. Dada mi actividad profesional es un auténtico oasis, en medio de tantas novelas pretenciosas, encontrarme con esta historia tan sencilla pero con la que Nicolás Barreau consigue llegarnos al corazón. Dada su riqueza, desde un punto de análisis literario, intentaré ser lo más sistemático posible a la hora de abordar esta reseña e intentar explicar por qué mi entusiasmo ante esta novela.


Para comenzar voy a transcribir el comienzo de la novela. Fundamentalmente porque es un ejemplo de la importancia que tienen las primeras líneas de un libro. En ese comienzo reside la esencia de la novela y cumple con la importante labor de fijar la atención del lector, de excitar su curiosidad para que continúe su lectura. Llegado a este punto me voy a permitir un pequeño inciso para responder a muchos amig@s que me escriben sobre este particular de la importancia del primer párrafo en una novela. Para las personas que sientan curiosidad me gustaría recomendarles que leyesen los comienzos de estas novelas, todos ellos soberbios: El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald, Historia de dos ciudades de Dickens, Lolita de Navokov, Ana Karenina de León Tolstoy... sólo por citar un pocos ejemplos. Pues bien, volviendo a nuestra novela, “La sonrisa de las mujeres” arranca con este interesante párrafo:



“El año pasado, en noviembre, un libro me salvó la vida. Sé que suena inverosímil. Algunos considerarán exagerado, o incluso melodramático, que diga algo así. Pero eso fue justo lo que ocurrió.

No es que alguien me disparara al corazón y la bala se quedara milagrosamente incrustada en las páginas de una gruesa edición en cuero de los poemas de Baudelaire, como sucede en las películas. Tampoco tengo una vida tan excitante.

No, mi estúpido corazón había resultado herido antes. Un día que parecía ser como otro cualquiera”.



“La sonrisa de las mujeres” está estructurada en 17 capítulos, un epílogo y un curioso recetario de cocina, al final de la novela, titulado Menu d´amour de Aurélie (para dos personas). Los capítulos están narrados, alternativamente, por los dos protagonistas de la novela Aurélie Bredin y André Chabanais. Partiendo desde este supuesto narrativo de contarnos esta historia, por cada uno de los protagonistas, el autor va cimentando el éxito de esta novela. El lector va poder ir siguiendo la acción desde el punto de vista de cada uno de los protagonistas lo que, sin duda alguna, dota de profundidad narrativa al texto. También me ha interesado mucho la novela por uno de los temas que trata: el funcionamiento de una pequeña editorial y las dificultades de los autores en relación con sus editores. Nicolás Barreau logra mostrarnos toda esa trastienda que conlleva el mundo editorial. En algunos momentos asistiremos a la dureza con la que la industria editorial trata a los nuevos autores:



“—Me temo que tiene usted razón, querida —dijo con paciencia—. Pero no se preocupe. Mucho de lo que se recibe para leer es basura. Lees el comienzo: basura. Echas un vistazo por la mitad: basura. El final: basura. Cuando algo así llega hasta tu mesa te puedes ahorrar el esfuerzo de… —alzó un poco más la voz—, bueno, no merece la pena seguir hablando de ello. —Sonrió”.


“Lancé una mirada al manuscrito de la hija del galardonado con el Goncourt, que estaba guardado en una carpeta de plástico transparente y tenía el melancólico título de Confessions d'une fille triste (Confesiones de una chica triste). Eran como mucho quinientas páginas y, probablemente, bastaría con leer cinco de ellas para estar harto de la habitual introspección narcisista que en la actualidad se presenta tan a menudo como literatura trascendental....
—...Magnífico, André. ¿Sabe? Eso es lo que me gusta de usted. Es tan poco pretencioso… No es grandilocuente, no hace preguntas innecesarias, hace fáciles las cosas. —Me miró con sus brillantes ojos azules y me dio una palmada en el hombro—. Llegará lejos. —Luego me hizo un guiño—. En caso de que sea una basura, escriba un par de frases constructivas sobre el argumento, ya sabe, tiene un gran potencial y se espera con impaciencia lo que la autora pueda escribir, etcétera, etcétera, y rechácelo con delicadeza.”


 
Sin duda alguna en una novela tan intimista como ésta, no cabe duda que uno de los puntales fundamentales sobre las que se sustenta son sus personajes. Nicolás Barreau sabe crear unos personajes bien definidos que, desde un primer momento, sabrán ganarse el corazón de los lectores. Sin duda alguna tengo que destacar la pareja protagonista que a través de sus relatos nos mostrarán toda la riqueza de la que el autor les ha dotado. Será difícil no enamorarse de un personaje de la belleza de Aurélie que, a veces, da la sensación de que cobra vida y se independiza de su autor tomando vida por cuenta propia.  Obsérvese en este ejemplo con ese mimo, con ese cariño de orfebre con el que Barreau nos da una pincelada sobre el personaje y que, simplemente, con ese simple trazo consigue caracterizarlo a la perfección y con una  belleza plástica conmovedora.



“Yo, por ejemplo, colecciono reflexiones. En mi dormitorio hay una pared llena de papeles de colores con reflexiones que he recogido para que, en su fugacidad, no se pierdan. Reflexiones sobre conversaciones escuchadas sin querer en un café, sobre los rituales y por qué son tan importantes, reflexiones sobre los besos en el parque por la noche, sobre el corazón y las habitaciones de hotel, sobre las manos, los bancos del jardín, las fotos, sobre los secretos y cuándo se revelan, sobre la luz en los árboles y sobre el tiempo cuando se detiene.

Mis pequeñas notas se agarran al papel pintado como mariposas tropicales, momentos capturados que no tienen otra misión que permanecer a mi lado, y cuando abro el balcón y una suave corriente de aire barre la habitación, tiemblan un poco, como si quisieran echar a volar”.



Pero es que Barreau no se centra exclusivamente en los personajes principales desbordándose en esa esmerada pincelada a la hora de dibujar a todos los personajes que aparecen. En mi opinión Nicolás Barreau se ha vaciado, creativamente, en esta novela y no sé si, por desgracia, será capaz de volver a escribir una novela de la belleza de esta. Dentro de los personajes no puedo evitar referirme a París. Esa maravillosa ciudad que es uno de los personajes principales de la novela y cómo, tanto la ciudad como su climatología, van “influyendo” en el devenir de los personajes.



Otro de los puntos favorables de la novela es que al autor no intenta alargar de un modo artificial la novela (por desgracia ya estamos muy acostumbrados a leer novelas en las que sobran decenas de páginas que, artificialmente, han sido añadidas). En “La sonrisa de las mujeres” después de una segunda lectura atenta y muy crítica sólo he podido detectar un par de escenas que serían perfectamente prescindibles pero que, al fin y a la postre, no representarían más allá de 10 páginas. Por lo tanto a través de sus 272 páginas está  perfectamente descrita y narrada toda novela.




Si centramos la atención de nuestro análisis desde un punto de vista léxico, creo que Barreau ha utilizado un vocabulario “funcional”, en algunos momentos tal vez un poco pobre en la expresión, pero entiendo que, tal vez, la intención estética del autor sea, precisamente, evitar el uso de una expresión más elaborada en aras a la efectividad y la fijación de la atención del lector en el propio relato. Sin embargo la novela es un texto rico en imágenes. Por así decirlo es una novela muy plástica, muy cinematográfica. Un ejemplo de esta prosa cinematográfica y sensorial podría ser, sin duda alguna, este fragmento.



“Hay algo en las Navidades que siempre nos hace volver a nosotros mismos, a nuestros recuerdos y deseos, a nuestro espíritu infantil, que sigue esperando impaciente y con los ojos muy abiertos ante las misteriosas puertas tras las cuales se esconde el milagro.


El crujido del papel, palabras susurradas, velas encendidas, ventanas adornadas, el olor a canela y clavo, deseos escritos en una hoja o lanzados al cielo que tal vez se cumplan… las Navidades despiertan, se quiera o no, ese deseo eterno de lo maravilloso. Y eso tan maravilloso no es algo que se pueda poseer o retener, no pertenece a uno, pero está siempre ahí como algo que se recibe como un regalo”.



Me ha resultado un poco molesto, aunque tal vez sea más achacable a la traducción o la edición de la novela, que aparecen muchas citas tanto en francés como en inglés que no aparecen traducidas al castellano, cuanto menos en unas notas del traductor al pie de página. Lamentablemente muchos lectores que no entiendan estas lenguas perderán el hilo del relato. Y es una auténtica pena, cuando hubiera sido fácilmente subsanable. Aprovecho en este momento para decir que no he encontrado prácticamente errores de expresión en la novela, por lo que tengo que felicitar a Carmen Bas Álvarez por su correcta traducción.


Sin embargo, como comentaba al principio de la reseña he encontrado un “recurso”, al menos esa es mi opinión, que suelen utilizar bastante los escritores y que a mí me parece pobre y chabacano para excitar el interés de lector para que siga leyendo. Como bien sabrán mis lectores habituales me refiero a esas frases que utiliza el narrador de la novela diciéndonos, como decía aquel viejo personaje de dibujos animados, “no se vayan todavía que aún hay más”. Voy a transcribir algunos ejemplos, sobre este particular, en el que se aprecia ese uso torticero o, cuanto menos, pobre.


“ Pero no tan excitante como lo que luego ocurrió”

“ Pero todo aquello fue un verdadero placer con lo que le esperaba el lunes”

“Ese era el plan pero nada salió según lo previsto”



No me cabe duda, a la vista de las magníficas novelas que nos están llegando del país vecino, que en estos momentos  la literatura francesa está pasando por un gran momen-to. De hecho las últimas novelas galas que he leído me han sorprendido gratísimamente ( Nada se opone a la noche de Delphine Vigan y La delicadeza de David Foenkinos). En todos los casos se trata de historias sencillas, pero narradas con primor, que tras su aparente “sencillez” esconden un importante trabajo de contención y de síntesis literaria. Sin duda alguna las mejores novelas son aquéllas en las que no se nota todo ese trabajo y parece que han sido escritas con toda naturalidad y sin, “aparentemente”, mucho trabajo. No es el caso de “La sonrisa de las mujeres” en la que Nicolás Barreau no deja ni un solo fleco de la novela sin atar, ofreciéndonos una novela redonda que satisface plenamente al lector. Por supuesto no voy a ocultar que me ha gustado mucho todo el tema de la creación literaria. Con esto no creo descubrir mucho, ya que el propio Barreau nos dice al principio de la novela que el personaje del editor André Chabanais es escritor. Sin embargo uno de los momentos más “emocionantes” del  libro es cuando el autor, ya en epílogo, nos deja esta reflexión acerca del proceso creativo del escritor y ese encariñamiento que siente por sus criaturas:



“Cuando se termina de escribir una novela se siente un gran alivio por haber acabado. (¡Gracias por escucharme, Jean!). Y precisamente por eso también se está muy triste. Escribir las últimas líneas de una novela significa siempre despedirse de los protagonistas que le han acompañado a uno durante mucho tiempo. Y aunque sean, en mayor o menor medida, inventados, están muy cerca del corazón del autor”.



“La sonrisa de las mujeres” se podría calificar como una novela romántica, pero no como una novela almibarada. Estoy seguro que esta novela le puede gustar a todo el mundo porque, como comentaba un poco más arriba, el autor prende la atención del lector desde el primer párrafo. No me duelen prendas al reconocer que me he sentido muy emocionado leyendo esta historia de amor enmarcada en una ciudad tan maravillosa como París.



Releyendo la reseña no puedo evitar sentirme frustrado por no conseguir hacer plenamente justicia, con mis palabras, para glosar esta magnífica novela. También lamento tener que dejar tantas y tantas notas y detalles que me han conmovido tras las dos lecturas de “La sonrisa de las mujeres” y que, por desgracia, quedarán inéditas en mi cuaderno de notas.  Y aún me ha gustado más cuando he entrado en un análisis más profundo de la novela, tanto por su estructura narrativa como por su desarrollo dramático. Como comentaba más arriba, y ojalá me equivoque, no creo que Nicolás Barreau consiga volver a escribir una novela como ésta, en un estado de gracia tan conseguido.



Ya no me queda mucho más que recomendar encarecidamente la lectura de este libro. Sé, por los múltiples correos y comentarios que recibo, que muchos de los seguidores de este blog toman muy en cuenta mis recomendaciones. Pues bien ahora que se acerca “San Valentín” puedo recomendar, con toda seguridad este libro porque será un regalo ideal, con el que seguro cualquiera de vosotros quedaréis muy bien. Siempre es bonito regalar libros; regalar cultura.



Dicho todo lo cual, y tomando en consideración todo lo referido con anterioridad, así como intentando ser le más fiel posible a mi conciencia y a manera de entender el arte literario, creo que la puntuación que haría más justicia, a la hora de valorar y juzgar la novela “La sonrisa de las mujeres” del escritor franco-germano sería de un 8,75/10.

© Luis Alberto Cao

 (Para ilustra la reseña de esta novela os dejo un bonito video sobre París)


9 comentarios:

  1. Lo tengo fichado desde hace tiempo, ando con muchas ganas de leerlo =)

    Besotes

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  2. Muchas gracias amiga Shorby por tu comentario. Sin duda es un libro que merece la pena leerse y que, al final, dejará un dulce y agradable sabor de boca. Un beso amiga mía.

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  3. Esta no la he leído pero si su segunda novela, Me encontrarás en el fin del mundo,y aunque no comparto el entusiasmo que a tí te ha generado este si que creo que es una novela muy fresca, joven y actual que recomiendo a un lector no muy exigente.

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  4. Muchas gracias amiga Albanta por tu comentario. En mi opinión en la literatura, como en las artes en general, la belleza está en la simplicidad, en la sencillez, que no es lo mismo que la ramplonería. La capacidad de sintesis y depuración que, en mi opinión, tiene esta novela no es fruto de la casualidad, es fruto del esfuerzo, de la técnica y del talento del escritor. Un beso y gracias amiga mía.

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  5. Me ha encantado tu blog. Aunque parezca raro, a mí no me lo parece, es una tarea compleja la de encontrar críticos realmente profesionales, y me refiero al sencillo hecho, pero poco popular, de tener un fondo cultural cimentado en la curiosidad y en las ganas de saber y absorber. Es algo que, cuando se encuentra, se agradece mucho. Aquí a medida que he ido leyendo me he encontrado con no solo información para mí, si no también educación, y eso cuenta como extra.
    Por mi parte me tendrás por aquí a menudo. Un saludo cordial.

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  6. Muchas gracias por tu comentario y por la amabilidad y el cariño con el juzgas mi trabajo. Estaré encantado de contar con tus visitas, será todo un placer. Un beso amiga mía

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  7. Lo estoy terminando y me esta gustando mucho. No es gran literatura prefiero los de Foenkinos q has menciinadi. Es un libro para pasar un rato agradable y yo creo q ahi radica su exito en esa sencillez y frescura tan bien llevada. Un saludo. T invito a q pasees por mi blog. Un saludo

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  8. Cristina de Perestrelo14 de octubre de 2013, 12:16

    Estimado Bachiller y demás amigos lectores:
    Ayer concluí la lectura de esta obra que, más que una novela, me ha parecido un cuento con moraleja. Me ha gustado. Es una lectura sencilla, evocadora, llena de colores y sabores que se centra en una única trama y que está contada en primera persona por un hombre y una mujer. Pero de ahí no trasciende, no creo que dure mucho tiempo activamente en mi memoria...
    Un afectuoso saludo a todos,

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    1. Amiga Cristina siempre es un gran placer para mí leer tus inteligentes comentarios. Un beso y gracias, como siempre.

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