miércoles, 19 de diciembre de 2012

Las voces bajas. Manuel Rivas.


Título: Las voces bajas.
Autor: Manuel  Rivas.
Editorial: Alfaguara.
Colección: Hispánica
ISBN: 9788420411507
Fecha de publicación: 17 de octubre de 2012.
Nº de páginas: 208.





“Podría decir que mi madre llevaba por fuera la corriente de la conciencia. Era un cuerpo abierto. Hablaba ella. Y en ella, otros. ¿Quiénes hablaban? En Esperando a Godot, hay un momento en que Vladimir y Estragon oyen las voces bajas de los muertos. Su sonido es como de alas. Como de arena. Como de hojas. Susurran. Crujen. Murmuran”. (Las voces bajas. Manuel Rivas)


“Irradiada de peces en glorioso vestido de lágrimas”.
( Epitafios escritos en el aire. Nelly Sachs)




“Las voces bajas” es la última obra publicada por el escritor coruñés Manuel Rivas y, como es habitual en el autor, escrita en gallego (aunque normalmente el propio Manuel Rivas suele verter sus propios textos al castellano). Escritor especialmente conocido, entre otras,  por su magistral novela “El lápiz del carpintero” Premio de la Crítica Narrativa en gallego en 1996, así como por su cuento “La lengua de las mariposas”, que aparecía en su libro  “¿Qué me quieres, amor?” que sirvió como soporte argumental a la hermosa, emotiva e inolvidable película de José Luis Cuerda. Con estas obras tan interesantes, desde un punto de vista literario, me enfrentaba a la lectura y posterior análisis de “Las voces bajas”, con expectativas muy positivas de disfrutar con la lectura del libro. Como ya es habitual en todas mi reseñas, en primer lugar, y antes de nada, me gustaría fijar, de un modo general, mi opinión respecto a esta novela, para posteriormente entrar en un estudio analítico más pormenorizado. Tengo que decir, sin ambages, que tras la lectura de “Las voces bajas”, en cierto modo, me he sentido decepcionado, entristecido, porque, al menos esa es mi opinión, esta novela representa un paso atrás dentro de su, por otra parte, brillante carrera literaria. Me ha parecido una novela deslavazada, escrita a jirones, y he echado de menos una urdimbre más sólida en su construcción narrativa. Sin embargo, como en toda su producción literaria, Manuel Rivas nos sigue demostrando ese uso ubérrimo, pleno de figuras retóricas y esa prosa que resulta, en algunos momentos, auténticamente eufónica. Sirvan estas palabras a modo de fijación de mi posición inicial, sin perjuicio de que a lo largo de la reseña entre en un análisis más sutil y matizado de lo expresado unas líneas más arriba.



Pero para acercar más al eventual lector de estas líneas a la obra que estamos analizando, y con el fin de contextualizar y centrar el objeto del análisis, parece lo más adecuado esbozar, aunque sea someramente, una breve recensión sobre el argumento de “Las voces bajas”. Utilizaremos para este propósito, por parecerme adecuada, la sinopsis que nos ofrece la propia editorial Alfaguara, que voy a transcribir literalmente:




“"Las voces bajas es la novela de la vida. Son las voces de los niños, las mujeres que hablan solas, los emigrantes, los muertos, los animales... Las voces de los que no quieren dominar y se alimentan de palabras y cuentos."Desde la primera página, late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente. Con el hilo conductor de María, la hermana mayor, magnética, la muchacha anarquista que siempre abría camino, esta novela es una construcción de humor y dolor, donde las palabras pelean y se abrazan con la vida. Al leer esta obra, un ojo llora y otro ríe."No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí que detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola."En Las voces bajas, el amor y la ironía sostienen a pulso el retablo humano. La nueva obra íntima y fascinante del autor de El lápiz del carpintero”.




Tengo que confesaros que, tras terminar ayer la lectura de “Las voces bajas”, he andado todo el día pesaroso, porque me apena tener que escribir una reseña cuando la lectura de una novela me ha decepcionado o, cuanto menos, me ha dejado frío, indiferente. Y eso que, como veremos, tiene puntos positivos, especialmente la belleza de su prosa, plena de imágenes que nos invaden por todos nuestros sentidos. Sin embargo la novela, aunque yo casi me atrevería más a definirla como una especie de diario sentimental, conformado, a un modo de álbum fotográfico, de multitud de escenas a modo de imágenes, pero que, al menos esa es mi opinión, me resultan inconexas dentro en un relato endeble y, en algunos momentos, anodino. Sin duda alguna este relato, para las personas de la familia y del entorno del autor, resultará ameno y entrañable, pero para las personas ajenas a ese entorno nos resulta deslavazado. Probablemente porque desconocemos los códigos metalingüísticos que el autor ha “esparcido” por la novela y el significado simbólico, y en algunos momentos alegórico, de las imágenes que utiliza, por lo que siento la sensación de que, tras la lectura, nos hemos perdido algo, probablemente lo más importante.



Formalmente, como comenté en el párrafo anterior, la novela está estructurada en 22 pequeños capítulos, que representan una escena, generalmente cerrada en sí misma, con un título claramente alusivo a su temática. En estas escenas el autor nos va a ir narrando recuerdos que abarcar un plano temporal desde la niñez del protagonista (el propio autor) hasta su madurez. En estos recuerdos, a modo de cuentecillos, desfilarán su familia, su pueblo, sus miedos, ilusiones, deseos.... Evidentemente, dado el carácter del libro el autor pondrá la voz narrativa en primera persona, ya que será él (su “yo” narrativo) quien asuma ese papel. “Las voces bajas” es una novela que destila, por todas partes, esa nostalgia, ese triste embeleco que se nos hace evidente con el decurso de los años... sin duda, ese ambiente nostálgico de los montes gallegos, de esa pertinaz lluvia que sentimos que cae, mansamente, durante toda la novela. Sin embargo Manuel Rivas nos deja en esta novela muestras de un fino del sentido del humor, en algunos casos, con una ironía impar. Transcribiré algunos ejemplos en los que se aprecia, palmariamente, este fino sentido del humor:


“Ya Marcial Suárez decía de Allariz que era el lugar del mundo con más iglesias por católico cuadrado”


“Durante la dictadura franquista, el cuadro de la mujer desnuda estuvo una larga temporada recluido en un sótano municipal y después de volver a la luz todavía pasaba al lado oculto si había un acto público o recepción de autoridades. Durante una visita del arzobispo y cardenal Quiroga Palacios, la autoridad competente decidió cubrir la sensual obra con un panel floreado de claveles blancos y rojos. Pero, en pleno acto, una corriente de aire golpeó una ventana y el temblor hizo caer la tapadera al suelo. Ante los invitados apareció el cuerpo refulgente de la bellísima Simone, con la única túnica de su cabello dorado. Y fue entonces cuando el arzobispo Quiroga, que compartía con su coetáneo Juan XXIII el libre albedrío del humor, exclamó con picardía: «Pero ¿por qué demonios tenían escondida esta divina creación?».





Tal vez, uno de los puntos que más me han interesado de la novela es el estudio etnológico que el autor nos plantea de la tierra gallega y de la idiosincrasia propia de sus habitantes. Me gustaría llamar la atención del lector sobre un párrafo en la que se ejemplifica ese acervo cultural ancestral, que ha pervivido a través de los siglos a través de la tradición oral. El párrafo en cuestión es aquél en el que Manuel Rivas nos explica ese dicho que definía la máxima ignorancia: “Es tan bruto que no sabe ni el nombre de los árboles”. No voy  a transcribirlo dado su extensión, pero es muy interesante. 








Otro de los puntos positivos del autor es su capacidad evocadora para crear ambientes y atmósferas en los que los personajes quedan perfectamente integrados. Por decirlo a la inversa, el paisaje gallego es una de los personajes fundamentales de la novela. Por la propia estructura de la novela, a retazos, es un texto bastante “coral” en lo que respecta a los personajes, que aparecen, en algunos casos, apenas bosquejados. De todos los personajes que aparecen, en mi opinión, el mejor trazado y perfilado es el del tío Francisco Barrós. Un personaje que tiene entidad suficiente para traspasar y desbordar esta novela y cuya historia, a buen seguro, daría para escribir otra novela. Me ha gustado la cita que el autor hace en la novela del actor Xan das Bolas, que probablemente a muchos de los lectores no les suene de nada. Fue un conocido cómico y actor que, entre otros, trabajo con Berlanga, Bardem, Sáenz de Heredia y que, si os tomáis la molestia de buscarlo en internet descubriréis que os sonará conocido.



Como comenté al principio, a pesar de tratarse de una novela menor en la producción de Manuel Rivás, el autor sigue teniendo “un guante en la pluma” (permítaseme esta figura retórica para expresar poéticamente esa elegancia y esa belleza inmaterial que destila su prosa). A lo largo de la novela hay decenas de ejemplos, a cuál mejor, que muestran esta aterciopelada prosa de su autor. A modo de muestra voy a transcribir un par de ejemplos, ruego al lector que repare en el uso eufónico y el manantial de recursos estilísticos  que fluye en su escritura.



“La hora y la ausencia de hombres permiten que las mujeres estén dentro de la taberna, a la sombra. También ellas trabajan. Cosen, bordan o hacen calceta. Y encima de la mesa está María. Lee en voz alta el periódico. No hay radio, no hay televisión. María está leyendo con la linterna de sus ojos verdes en medio de un silencio antiguo”.


“El murciélago movía las alas con torpeza, se esforzaba por zafarse de aquella pesadilla, pero volvía a caer. En el primer acto de la maldad, encontrábamos algo cómico en su cara, con trazos tan humanos. Hasta que llegamos a sentir el pánico de su mirar ciego. Los animales ayudan a ver. Si hay un volar que ahora me hechiza, con el que me identifico, es el de los murciélagos. Fue un obsequio de la culpa. Esa forma del desarreglo absoluto, los giros imprevistos, la ruptura de perspectivas, el ser visible e invisible a un tiempo. Una ironía total de los sentidos. El presente alucinado”.



“Las voces bajas” desliza entre sus páginas algunos errores. El lector habitual de este blog es sabedor de mi cruzada contra que, en libros editados por editoriales (valga la redundancia) tan prestigiosas como, por ejemplo, Alfaguara, puedan deslizarse estos errores que tanto perjudican a la valoración final de una obra literaria. En el caso de la novela que estamos analizando hay algunos pero especialmente quería citar uno que me parece especialmente palmario.



“Manuel, el de Sigrás, estaba afiliado al Sindicato. Y decir sindicato en las Mariñas coruñesas era decir Confederación. La CNT anarquista. Estuvo un tiempo preso, durante el «bienio negro», pero el propio juez levantó los cargos. Participó en la larga huelga para alcanzar la semana laboral de ocho horas. Y cuando mencionaba esa lucha, un brevísimo inciso en su silencio, volvía a refulgir en el pozo de la mirada una melancolía libertaria”.




Supongo que, evidentemente, el autor en vez de “Participó en la larga huelga para alcanzar la semana laboral de ocho horas”, se querría referir a la jornada laboral de ocho horas. Y, como comentaba anteriormente, me apena que estos errores de bulto se deslicen en estas ediciones tan “cuidadas” y de editoriales de tanta importancia y prestigio.



Para no extenderme ya mucho más y, a modo de resumen, me gustaría decir que “Las voces bajas” me ha decepcionado. Y me ha decepcionado porque, en mi opinión, es un claro paso a atrás en la trayectoria literaria de su autor. Novela deslavazada, hecha a retazos que, en ningún momento consigue captar plenamente la atención y el interés del lector, probablemente por esa estructura a retazos en la que se echa de menos una sólida armadura narrativa que sustente el entramado del libro. Sin duda lo más positivo de este libro es la capacidad de su autor para hacer “magia” con las palabras. En fin, para mí que soy una enamorado de la literatura ha sido una auténtica pena... y nunca me es plato de gusto escribir una reseña negativa, pero si algo tengo claro es que en este blog siempre seré fiel a mi modo de entender la literatura. Sé que muchos lectores confían en mis opiniones y, por supuesto, mi intención es no defraudarles nunca. Y además ardo en deseos de leer la nueva novela que publique para corroborar que esta novela ha sido un “pequeño” traspiés en su meritoria carrera literaria.




Dicho todo lo cual y atendiendo a todas las razones ya indicadas,  y siendo fiel a mi conciencia y a modo de entender el arte literario, creo que la puntuación más adecuada y que más justicia haría a la novela “Las voces bajas” del escritor coruñés Manuel Rivas, sería de un 5,75/10.

© Luis Alberto Cao


(Para ilustrar la reseña os dejo una entrevista que concedieron Manuel Rivas y José Luis Cuerda)


7 comentarios:

  1. esperaba tus comentarios, como te dije, desde hace ya varios días. Basas tu decepción de la novela (o diario de recuerdos) en el hecho de que no existe un "hilo argumental", que está deslavada, hecha a jirones.....¿no es ese tal vez el propósito de Manuel? ¿cómo fluyen los recuerdos de nuestra vida a la mente sino de una forma caótica, sin orden ni concierto, caprichosa y enmarañadamente?
    Creo que Manuel Rivas nos presenta un pictograma de sus recuerdos, como muy bien dices, a modo de álbum fotográfico, de imágenes, que precisamente por ser recuerdos, se presentan caprichosamente sin coordinarse, o tal vez muy bien ligados entre ellos por una secuencia de evocaciones que solo las puede entender el autor.

    Leí hace unos meses "Diario de Invierno" de Paul Auster....en cierto modo, la novela de Auster sigue también un cierto caos narrativo, si bien es cierto que existen unos márgenes más claros en su hilo argumental: un hombre se da cuenta que inicia la larga senectud.

    Tal vez, y ahí sí puedo coincidir contigo, eso le falte a "Las voces bajas". De todas formas, leer a Manuel Rivas para mí es siempre embriagador, por la belleza y delicadeza de su prosa, junto con la gran carga emocional y de "sentir piel" que hay en muchas de las historias que relata.

    Mi nota no es tan baja como la tuya ; he disfrutado momentos intensos y el sabor de boca final ha sido de largo suspiro de placer . Un 7 es para mí más justo.

    Gracias por tus comentarios, te sigo y me ayudas mucho a seleccionar mis lecturas.

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  2. En primer lugar, amigo mío, muchas gracias por tu extenso y enjundioso comentario, tan interesante.
    Efectivamente los recuerdos, a veces, se nos pueden presentar de un modo "aparentemente" caótico pero, sin embargo, cuando esos recuerdos pretendemos "convertirlos" en literatura, en arte al fin y a la postre, requieren de un tratamiento técnico para, precisamente, convertirlos en literatura y no en un relato anárquico de esas imágenes retrospectivas. Se trata de poder transmitir esas claves que sólo conoce el autor al lector para que no tenga la sensación de "que se ha perdido algo, probablemente lo más importante".
    Un abrazo amigo Alberto S. es un lujo para este blog contar con lectores como tú.

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    1. sí, entiendo lo que dices. Como crítico que eres, y por la formación especializada que tienes, ¿consideras que esa posible deficiencia que apuntas no es compensada por el nivel excepcional nivel de su prosa ? yo soy un simple lector, y tengo formación académica científica, la literatura para mí es un mero generador de "endorfinas intelectuales" que necesito meterme en vena cada semana, como me ocurre con el deporte. Por lo tanto no sé valorar hasta qué punto esa deficiencia hace amenazar ruina al conjunto de la obra.

      Dime cuál va a ser el siguiente que reseñaras y así me lo leo y voy "pillándote" la onda. ¿de acuerdo?

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  3. En mi modesta opinión, amigo Alberto, que no deja de ser una opinión más, sí que es importante, al menos en el tipo de texto que nos plantea el autor. La indudable belleza y el preciosismo de su prosa, como creo que he laudado en la reseña, no es un fin, en sí mismo, sino un medio, fundamental, eso sí, de la expresión artística que es la literatura, cuya razón fundamental de ser, quitando todo lo accesorio, es narrar una historia... Un abrazo amigo y gracias por enriquecernos a todos con tus rigurosos comentarios.

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  4. Perdona amigo Alberto, olvidé comentarte que en el blog aparecen las 2 novelas siguientes que voy a reseñar, para que puedas ir "pillándome" la onda. Un abrazo.

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  5. Hola:

    Me encanta este blog. Acudo como lectora a un club de lectura y me encanta pasarme por aquí después de leerme cada libro para ver qué es lo que comentas. Lo que más me gusta es la estructura del comentario: primero dices cuál es tu posición personal y, después, te adentras en el análisis de la obra. Eso es honesto y, sobre todo, generoso. Creo que todo crítico debería plantearse (y aclarar, a mí me encantaría) cuál es esa posición personal, si no parecen verdades inmutables, lapidarias, y los lectores a veces nos sentimos chiquititos, como si el hecho de que nuestra opinión no coincide con lo que se dice(cuando no coincide con la opinión del crítico o, peor, con la de la crítica en general) nos lleve a no pensar, que piensen otros por nosotros.

    Tu blog se diferencia de otros que me producen rechazo por ser demasiado impersonales, como los de las editoriales que los firman) o demasiado tendenciosos, pues se nota cuándo los comentarios están hechos para gloria y alabanza, como si los firmara la abuela del autor o de la autora: ¡si es que mi niña es la mejor!. Es tan descarado, que desalientan las primeras líneas.

    En cambio, el modo en que reseñas, bachiller Luis Alberto, me gusta mucho, me resulta empático, aunque luego no coincida contigo. Descubrí este blog por casualidad y no creo que te siga desde el punto de vista del "orden cronológico de cada novela que reseñes", pero lo visitaré cada vez que lea una novela en el club de lectura. La próxima novela que voy a leer es, precisamente, "Las voces bajas", pero aún no me he leído aún tu reseña. Lo dejaré para una vez terminada la lectura.

    Gracias por el blog. Es un gusto. Y disculpas por mi post. Me resulta tan tan largo...

    Abrazos,
    Marisa

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  6. Por supuesto, amiga mía, que no tienes que disculparte por nada. Para mí ha sido todo un placer disfrutar de este magnífico y perfectamente estructurado comentario. Te agradezco mucho tus bonitas palabras hacia mi modesto trabajo y, ten por seguro, que dan muchos ánimos para seguir adelante. Un beso amiga Marisa y sabes que estás en tu casa.

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