sábado, 29 de diciembre de 2012

Nada se opone a la noche. Delphine de Vigan.


Título original: Rien ne s`oppose à la nuit.
Autor: Delphine de Vigan.
Traducción: Juan Carlos Durán Romero.
Editorial: Anagrama.
Colección: Panorama de Narrativas.
ISBN: 978-84-339-7842-4
Páginas: 376.
Año de edición: 2012.



“Mi madre estaba azul, de un azul pálido mezclado con ceniza, las manos extrañamente más oscuras que el rostro, cuando la encontré en su casa esa mañana de enero. Las manos como manchadas de tinta en los nudillos de las falanges.

Mi madre llevaba varios días muerta.

Ignoro cuántos segundos, quizá minutos, necesité para comprenderlo, a pesar de lo evidente de la situación (mi madre estaba echada en su cama y no respondía a ninguna señal), un tiempo muy largo, torpe y febril, hasta el grito que salió de mis pulmones, como tras varios minutos de apnea. Todavía hoy, más de dos años después, sigue siendo para mí un misterio, ¿mediante qué mecanismo pudo mi cerebro mantener tan alejada de él la percepción del cuerpo de mi madre, y sobre todo de su olor?, ¿cómo pudo tardar tanto tiempo en aceptar la información que yacía ante él? No es el único interrogante que me dejó su muerte” 
(“Nada se opone a la noche” (comienzo de la novela). Delphine de Vigan)




“Nada se opone a la noche” de la escritora francesa Delphine de Vigan, se ha convertido en su país natal en todo un fenómeno editorial, poniendo unánimemente de acuerdo a la crítica especializada y al gran público. Novela acreedora de varios galardones en Francia como: El Premio de Novela Fnac, el Premio de novela de las Televisiones Francesas, el Premio Renaudot de los Institutos de Francia, el Gran Premio de las Lectoras Elle y el Gran Premio de La Heroína Madame Figaro. Con estas cartas de presentación, y dada su acogida en España tras su publicación por la editorial Anagrama, me siento ante el ordenador para escribir la reseña y el minucioso análisis que me ha sugerido la atenta y reflexiva lectura de esta novela. En primer lugar, como suele ser habitual, y con objeto de  enmarcar el sentido general de la reseña, me gustaría precisar que “Nada se opone a la noche” es una hermosa novela, intimista, contenida, pero, a su vez, llena de sentimientos a flor de piel y que, por otra parte, va a ahondar en un certero estudio acerca  del propio acto creativo, en los resortes que desencadenan la concepción de una obra literaria en la mente del escritor. Dicho lo cual tengo que reconocer, sin ambages ni paliativos, que “Nada se opone a la noche”  me ha gustado y que ha conseguido conmoverme y emocionarme, a partes iguales, con esta historia sencilla de una familia, como cualquier otra, y cómo la autora, a modo de expiación indaga en su pasado para encontrar la paz y el perdón consigo misma.



Existen muchos tipos de novelas, tanto por su variada temática como por la intención que pone el autor al escribirla, en el caso de “Nada se opone a la noche”, me atrevería a definirla como una novela que, al menos a mí personalmente, me ha producido dolor y sufrimiento en algunos momentos, obviamente no por su calidad literaria, sino por ese amargo y sordo dolor que destilan sus páginas. En este caso, en esta novela de tintes autobiográficos, veremos, una vez más, que la realidad desborda la ficción y que a lo largo del texto palpita esa inefable emoción de la verdad, de esa mirada a nuestro pasado y a todas esas cosas a las que quisiéramos volver, para no cometer los errores que cometimos, para poder decir aquella palabra que murió en nuestra garganta, para poder dar lo que hubiésemos querido y no nos atrevimos, en definitiva, y por definirlo con un sustantivo sería nostalgia. “Nada se opone a la noche” es un canto a la nostalgia.



Dada la gran capacidad de evocación que ha tenido esta novela sobre mí, y para intentar aquilatar y sistematizar la presente reseña voy a comenzarla con un minucioso análisis de la novela en sí, particularizando este análisis en el texto, desde un punto de vista literario, formal y estilístico para, posteriormente, y ya en la parte más propia del comentario, explayarme con alguna de las muchas consideraciones que me ha sugerido la lectura de “Nada se opone a la noche” y que me gustaría compartir con todos vosotros.



Dicho todo lo cual, y para entrar ya, sin más preámbulos, en materia, creo que lo más conveniente para contextualizar y situar al eventual lector de estas páginas, en el trasfondo de la novela objeto de esta reseña, será pergeñar, aunque sea someramente, la sinopsis argumental de “Nada se opone a la noche” de la escritora francesa Delphine de Vigan. En este caso la recensión publicada por la editorial Anagrama, cumple más que sobradamente con los fines que persigo por lo que me limitaré a trascribirla literalmente.



Después de encontrar a su madre muerta en misteriosas circunstancias, Delphine de Vigan se convierte en una sagaz detective dispuesta a reconstruir la vida de la desaparecida. Los cientos de fotografías tomadas durante años, la crónica del abuelo de Delphine, registrada en cintas de casete, las vacaciones de la familia filmadas en súper ocho o las conversaciones mantenidas por la escritora con sus hermanos son los materiales de los que se nutre la memoria. Nos hallamos ante una espléndida y sobrecogedora crónica familiar, pero también ante una reflexión sobre la «verdad» de la escritura, porque son muchas las versiones de una misma historia y narrar implica elegir una de esas versiones y una manera de contarla. Y esta elección a veces es dolorosa, porque en el viaje de la cronista al pasado de su familia irán aflorando los secretos más oscuros”.



Uno de los grandes  méritos de “Nada se opone a la noche”, aparte de muchos otros que intentaré ir analizando,  es que desde el primer momento de la novela ya sabemos exactamente qué es lo que va a ocurrir. De hecho, al comienzo de la reseña he citado los primeros párrafos de la novela, con los que, propiamente, también terminará. Por lo tanto, uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la literatura, la linealidad de una relato con un esquema al uso de presentación-nudo-desenlace, en esta novela ha quedado derruido. Entonces, ¿por qué está novela me ha resultado tan interesante? Fundamentalmente no por el desarrollo de lo que cuenta, sino por la manera (por la técnica) como nos lo va a contar, implicándonos en la novela y haciéndonos empatizar con su personaje (su “yo” narrativo).




“Nada se opone a la noche” está estructurada en tres grandes partes, que corresponde a tres períodos narrativos diferentes. Aunque en mi opinión, de un modo implícito, porque no aparece como tal, en la primera parte va incluido un prólogo que marcará el punto de partida, y a su vez, el punto de llegada de la novela, que es el descubrimiento del cadáver de su madre por parte de la autora. La primera parte abarcaría toda la infancia y juventud de “Lucile” dentro de una familia numerosa golpeada por diversas tragedias. La segunda parte representaría los recuerdos de niñez de la autora y de la soledad y el desamparo sentimental, por parte de su madre, que ella siente. Y, por último, la tercera parte sería a partir del nacimiento de los hijos de la autora. Si nos detenemos un poco en esta estructuración narrativa, veremos que, con toda seguridad ha sido muy meditada por la autora, va subrayando en la narración de esta historia de un suicidio “anunciado”, cada una de las partes por nacimientos produciendo un fuerte contraste dramático y estilístico.




 
La novela está narrada en primera persona por la autora, como no podía ser menos tratándose de una obra, por así decirlo, “autobiográfica”. En el que Delphine de Vigan consigue tomar distancia respecto a sus personajes y  no dejarse arrastrar por la emoción de la historia que nos está narrando. Especialmente me ha interesado, como comenté al principio de esta reseña, todo lo relativo a ese “itinerario” por el que el escritor procesa todo ese material y lo convierte en literatura, en arte a la postre. Sus dudas, las dificultades por las que se enfrenta un autor a la hora de escribir, los bloqueos creativos, la tensión nerviosa que le atenaza... Sin duda alguna, creo que este libro, como pocos, nos acerca a ese “misterio” de la creación literaria, esa lucha titánica en la que los autores se ven inmersos al tener que enfrentarse consigo mismo o, como en este caso, con el dolor de los recuerdos que, a través de la literatura, conseguirá canalizarlos, exorcizarlos y darles un vía de escape. Voy a transcribir un par de ejemplos de todo ese “itinerario” creativo del escritor, tal y como nos lo cuenta la propia autora.


“Hoy sé el estado de tensión particular en el que me hunde esta escritura, lo mucho que me cuestiona, me perturba, me agota, en una palabra, me cuesta, en el sentido físico del término. Posiblemente tenía ganas de rendir homenaje a Lucile, regalarle un ataúd de papel —pues me parece el más hermoso de todos— y el destino de un personaje. Pero también sé que a través de la escritura busco el origen de su sufrimiento, como si existiese un momento preciso en el que el núcleo de su persona hubiese sido mellado de forma definitiva e irreparable, y no puedo ignorar hasta qué punto esta búsqueda, no contenta con ser difícil, es vana”.



“Escribo de Lucile con mis ojos de niña que creció demasiado deprisa, escribo ese misterio que siempre fue ella para mí, a la vez tan presente y tan lejana, ella, que, desde que cumplí diez años, nunca más me cogió en brazos”.



Si profundizamos un poco más en el estudio de la novela, desde un punto de vista de su estructura estilística, repararemos, en primer lugar, del uso que hace la autora, fundamentalmente, de los tiempos verbales y su significado dentro de la novela. Este estudio filológico, tan interesante, sería realmente prolijo y, por lo tanto, alejado del sentido de una reseña literaria. Pero sí me gustaría bosquejar, por curiosidad, por si a algún lector le interesase profundizar en este aspecto, que fundamentalmente la autora utiliza los verbos en pretérito perfecto simple y en imperfecto, pero sin embargo en algunos momentos utiliza el presente, con todo esa intención y valor simbólico que esto le confiere. Pondré un ejemplo, en el que a partir de una nota que deja su madre, da pie a que Delphine nos narre su evocación en tiempo presente (véase que al utilizar el tiempo presente la narración se intensifica y enfatiza, notablemente, desde un punto de vista dramático)


“El texto empieza con estas palabras:
           
Ese año, en noviembre, cumplí treinta y tres años. Un año algo doloroso, lo pienso por poco supersticioso que sea uno. Soy una hermosa mujer salvo por mis dientes podridos, lo que en cierta forma me gusta e incluso a veces me hace reír. He querido dejar constancia de la muerte latente.

Lucile cuenta después los días que preceden a la crisis. Llora sola por la calle, en una tienda china, después en las Galerías Lafayette, compra un piano en la calle Vivienne, después toda clase de objetos y ropa que no van con ella. Más tarde, se encuentra en la consulta de Lacan, a quien días antes ha enviado una carta, exigiendo verle. Cuando la secretaria le anuncia que no la recibirá, Lucile pide descansar un momento en la sala de espera. Cuando el psicoanalista sale de su despacho y se inquieta por su presencia, se abalanza sobre él y le arranca las gafas gritando: «¡Le he pillado, le he pillado!» Lacan la golpea en la cara, la secretaria consigue inmovilizarla en el suelo, y acto seguido la echan entre los dos, sin ningún tipo de asistencia”.



Otro punto interesante de la escritura de Delphine de Vigan en esta novela, es cómo va variando, conforme va a avanzado la novela la sintaxis de las frases se va haciendo más somera, más desposeída de subordinaciones y complementos, como si fuese desprendiéndose de todo lo que podría sobrar a la frase. Evidentemente todo esta “economía lingüística” va buscando una finalidad claramente expresiva que a mí, particularmente, me ha resultado francamente interesante. La autora no sólo va desarrollando el fondo de la novela sino que la propia forma de la novela, las palabras, van acompasando ese desarrollo. Siempre que entro en todos estos detalles filológicos lo hago con la prevención lógica de que no estamos leyendo la novela en su lengua original. Pero todo esto lo comentó suponiendo el buen hacer del traductor Juan Carlos Durán Romero, que por otra parte, creo que ha hecho una traducción bastante correcta. De ahí uno de mis caballos de batalla habituales acerca de la importancia de una buena traducción y de la labor del traductor. Por eso, sobre todo cuando leemos grandes novelas de la literatura universal, como por ejemplo Madame Bovary, ya que estamos analizando la novela de una autora en lengua francesa, es imprescindible leer una buena traducción. En este caso, aprovecharía para recomendar la magnífica e intemporal traducción que la escritora Carmen Martín Gaite hace de la inmortal obra de Gustave Flaubert..



No sería justo, por otra parte, si no destacase también que, en medio de todo este dolor, la autora nos escribe con una prosa, en algunos momentos, de una gran belleza lírica, no me resisto a poner un ejemplo de esa prosa llena de imágenes y de recursos poéticos



“A veces Lucile se preguntaba si habría un límite en la fecundidad de su madre, si su vientre podría entonces llenarse y vaciarse sin fin, y producir bebés rosados y suaves a los que Liane devoraba con su risa y sus besos”.



Delphine de Vigan, como comenté más arriba “lucha” denodadamente por mantener la independencia de sus personajes y no llevárselos a su terreno. La autora se ha documentado profusamente y por varias fuentes y no quiere, hasta donde sea posible, contarnos su visión de la historia, pretende contarnos la verdad de lo que ocurrió y desde un punto de vista lo más desapasionado posible. Un ejemplo claro de este distanciamiento que se impone la autora a la hora de escribir, se ve muy bien en la manera en que se refiere a su madre. A lo largo de toda la novela Delphine de Vigan siempre se referirá a su madre por su nombre de pila, Lucile, en ningún momento hará una alusión explicita a su parentesco (mi madre, mamá, etc). La creación, o mejor dicho “recreación”, de los personajes es magistral. Por supuesto se lleva la palma el personaje de Lucile (la madre de la autora) que esta dibujada con un trazo exquisito que nos permite sumergirnos en esa mujer con una grave enfermad mental y que intenta luchar contra esa lacra familiar que ha golpeado, inmisericorde, a varios miembros. En la parte del comentario me detendré un poco sobre este tema de la enfermedad familiar. Soberbia igualmente la caracterización de los personajes de George y Liane (los padres de Lucile) y cómo la autora nos muestra su evolución y deterioro. Pero sobre todo me gustaría destacar cómo la autora nos describe ese sentimiento, latente en todas sus páginas, de soledad y de abandono, de dolor y desvalimiento, de silencios y de sentimientos no verbalizados que anega toda la novela y que conduce a un final que, a buen seguro, va a conseguir emocionaros....



No puedo evitar sentir impotencia, al ver todas las notas que se acumulan en mi cuaderno de apuntes y que, por desgracia, van a quedar inéditas. Al menos he intentado reflejar en este análisis los puntos miliares sobre los que se sustenta la novela “Nada se opone a la noche”.  Llegados a este punto y entrando en la parte más propia del comentario, me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones al hilo de la lectura de esta novela. “Nada se opone a la noche” es una novela que es una delicia para los amantes de la literatura. En ella vamos a asistir a la trastienda de la creación literaria y el sufrimiento que suele provocar a los autores. Vemos como a partir de uno hechos reales Delphine de Vigan va a reconstruir esa historia pero trascendiéndola y, de este modo, dándole un valor artístico y literario. Me explico. La autora no nos ha escrito una crónica periodística de la historia de su familia sino que lo ha sublimado, mediante el tratamiento de ese material y ha escrito una obra literaria. En este libro también se ve muy bien ese tratamiento terapéutico que produce, como bien saben los psicólogos y psiquiatras, la elaboración por escrito de nuestras propias emociones, como bien decía el gran filósofo y lingüista austriaco Ludwig Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje, son los límites de mi mundo”. De hecho la propia Lucile inmersa en la oscuridad de su enfermedad deja, por escrito, sus sensaciones y su mundo interior.



Otro de los temas interesantes que nos sugiere la autora es hasta que punto las taras psiquiátricas de una familia se transmiten de generación en generación, es lo que en la novela se llama psicogenealogía. En la novela se entremezclan los ataques psicóticos, los suicidios, el incesto, el alcoholismo...que afectan a varios miembros de la familia. Reconozco que es un tema que me ha resultado interesante y que, cuando tenga algo de tiempo, me gustaría profundizar en él. Sin duda alguna uno de los puntos clave sobre el que la autora reflexionará será sobre el cariño, en este caso la falta de él, y las relaciones materno-filiales...




En definitiva y a modo de resumen final me gustaría añadir que “Nada se opone a la noche” de la escritora francesa Delphine de Vigan ha conseguido emocionarme y conmoverme profundamente, tanto por esa historia tan descarnada que nos narra como por su asimilación y tratamiento literario. En estos tiempos que corren en que los anaqueles de las librerías se llenan de obras “clónicas”, escritas con mayor o menor fortuna, resulta un placer zambullirse en un oasis de gozo artístico leyendo esta novela, diferente a la inmensa mayoría, todas cortadas por el mismo patrón. Ya aviso a los lectores, que esta lectura les va a conmover y probablemente les va a causar dolor, pero creo que, por el contrario, les va a proporcionar un goce estético y una sensación al cerrar el libro de haber leído un novela que les va a dejar huella y les hará reflexionar.  Y si además resulta un libro sencillo de leer y ameno... ¡qué mas se puede pedir!



Dicho todo lo cual y después de haber valorado lo más objetivamente todo lo arriba consignado e intentando ser lo más fiel a mi conciencia y a modo de entender el arte literario, creo que la puntuación que más justicia haría a la novela “Nada se opone a la noche” de la escritora francesa Delphine de Vigan, sería de un 8,25/10.


© Luis Alberto Cao


(Para ilustrar la reseña os dejo el acto en el que se le concedió a Delphine de Vigan el premio de Novela Fnac 2011).


9 comentarios:

  1. Buenísima reseña!
    Muy completa, me ha gustado mucho =)

    Bestes

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  2. Este es un descubriento que acabo de hacer y que me llevo a mi lista de pendientes. Como siempre tu reseña muy aclaratoria.

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  3. Muchas gracias por vuestros amables comentarios amigs Shorby y Albanta. Pues sí, esta novela ha sido todo un descubrimiento... a veces en donde menos te esperas encuentras un libro que te sorprende agradablemente. Un abrazo ami@s

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  4. Excelentes sus comentarios. A veces, uno elige los libros por lo que sugieren sus títulos. En ellos se condensa el misterio de sus contenidos. Y si a esto se suman los comentarios cargados de la emoción que le han producido a sus lectores...qué más pedir para sentir la necesidad de leerlos. Y ésto es lo que usted ha provocado en mí con su reseña. Gracias; lo buscaré para leerlo.

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  5. Excelente reseña, motiva a ir a comprarlo ya! Gracias.

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  6. Muchas gracias amiga María Eva Salas, me has dejado sin palabras con tu comentario. Es para mí un placer saber que he podido transmitir toda la emoción que he sentido leyendo un libro. Ah, y muchas gracias por enriquecernos a todos con tu comentario. Un beso amiga

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  7. Hola Luis : Acabo de leer este libro. Magistral, no conocía a esta autora. Coincido plenamente con tu reseña, tal vez yo no tengo saberes como para describir como tu lo haces, pero también me emocioné, sufrí, me dolió el cuerpo con esta novela. Un placer , un gran hallazgo haber podido leerla. Saludos.

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  8. Lo he terminado ahora mismo y he quedado con el corazón encogido. Una decisión difícil discernir con cuál de todas las versiones de una vida contada por varias personas quedarse para contar los avatares de una gran familia atormentada por enfermedades mentales, desgracias personales y suicidios.

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  9. Una reseña muy detallada y personal, tal como se la merece esta gran novela. Te dejo mi comentario en: http://goo.gl/6cXT4u
    Un saludo,
    Sonia

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